Las verdes colinas de Marsden
El domingo empezó con buen pie, y no me refiero al tiempo que siguió siendo gris y lluvioso, sino a la suerte que tuvimos cuando, de camino a la estación, nos encontramos con un par de simpáticas ardillas. Menos mal que habíamos salido con suficiente antelación de la residencia y pudimos “perder” unos minutos intentando fotografiar a las escurridizas ardillas de cola tupida, por cierto estas no son como las ardillas de Londres que se dejan corromper con un poco de comida
Una vez en la estación de trenes recogimos nuestros billetes, 1.50£ ida y vuelta de Huddersfield a Marsden y en menos de 15 minutos llegamos a la pequeña estación.
Marsden es una pequeña población de algo menos de 4500 personas situada a 11km de Huddersfield. Su principal atractivo son la extensa red de senderos que atraviesan las ondulantes colinas que la circundan. Aunque también hay que visitar la iglesia de St Bartholomew, los canales y puebtes que cruzan el pueblo y la pequeña y sombría galería (el Standedge Tunnel) que se puede visitar en barco.
La estación de tren se encuentra en la parte alta de Marsden al lado del canal que lleva al Standedge Tunnel, aunque nosotras decidimos bajar primero por la Station Road para visitar el centro del pueblo, la vieja iglesia de San Bartolomé y su entrañable cementerio.
Aprovechando que apenas lloviznaba decidimos seguir uno de los muchos carteles de senderismo que se encuentran por el pueblo. El camino que por casualidad tomamos pronto se convirtió en un estrecho y poco visible sendero que atravesaba un empinado campo mojado
Como veis el aliciente de dicho senderito eran las preciosas vistas panorámicas de Marsden. Al final de la senda de hierba y barro llegamos a un viejo camino de tierra que nos invitaba primero a torcer a la derecha y, transcurridos unos cinco minutos, a subir unos viejos escalones de piedra que llevaban a un sendero de hierba. Lo curioso de dicho camino es que finalizaba en una granja de vacas y allí no nos ofrecía ninguna otra posibilidad que volver sobre nuestros pasos o bajar por un amplio camino que conducía de nuevo al pueblo. Optamos por la segunda opción esperando encontrar un nuevo desvío, no sin antes fotografiar a nuestras nuevas amigas
De vuelta al pueblo probamos unos cuantos senderos bien señalizados con perfectos y nuevecitos carteles de “Public footpath Nº --” que las administraciones colocaron por todos los alrededores tras ganar en el 2010 el reconocimiento oficial de Walkers are Welcome por sus bien mantenidos senderos y la excelente información que el pueblo ofrece a excursionistas. Lastima que la mayoría de estos carteles, que seguiamos entusiasmadas, realmente no lleven a ninguna parte y acaban al llegar a una granja, carretera, restaurante, casa particular, etc. Pues no son nada más que eso, caminos públicos o, mejor dicho, atajos que la gente ha utilizado desde siempre para llegar antes a sus casas o trabajos, atravesando campos y bosqucitos. Por ello si uno realmente quiere realizar un recorrido medio largo por los alrededores deberá, como en cualquier otro destino, informarse antes y olvidarse de estas bonitas sendas. Nosotras tampoco veníamos con la idea de practicar senderismo por lo cual los Public footpath nos brindaban la oportunidad de divertirnos probando uno y otro camino sin saber a donde nos llevarían y disfrutando de las vistas panorámicas que nos ofrecían.
Sin darnos cuenta habíamos pasado un par de horas subiendo y bajando por los distintos caminos de las colinas del Sur-Este de Marsden por lo que ahora tocaba probar el sendero que bordeaba el río que lleva al Standedge Tunnel. Para ello tuvimos que volver a la estación de trenes, desde donde empieza el recorrido. Aunque primero aprovechamos para hacer una breve pausa en el bar-restaurante The Railway, por fuera llama poco la atención pero su interior es muy acogedor con varios rincones con mesas, sillones y sofás donde uno pude relajarse o charlar cómodamente mientras se retoman fuerzas. El camino al Standedge serpentea agradablemente a orillas del río, aunque vimos que hay una senda paralela que atraviesa la pequeña arbolada de la izquierda al final de la cual se encuentra un área de picnic. Por el camino nos cruzamos con varios excursionistas de mediana edad que nos observaban entre curiosos y divertidos pues como mi hermana y yo nos vemos una vez al año íbamos hablando y riendo mientras caminábamos y saludábamos muy amablemente a todo el que se cruzase en nuestro camino incluido a unos preciosos patitos que seguían a su mama a través del curso del río.
Y cuando ya casi deberíamos haber llegado la senda pasa justo por debajo de las vías del tren, no hay ningún peligro pero el camino es muy feo, de cemento, hierro y goteras y si uno no sabe que después de dicho paso se encuentra una de los puntos más turísticos de Marsden, daría media vuelta y buscaría otro camino. Lo único bueno del pasaje es que cuando sales aprecias aun más los preciosos prados verdes que rodean el Standedge Tunnel y su museo.
El sendero que nos llevo hasta el túnel de Standedge cruzaba el canal por un puente y seguía sinuosamente entre campos y bosquecitos hasta llegar de nuevo a un pequeño riachuelo de color cobre. Nos fijamos que la mayoría de ríos tenían un ligero tono rojizo lo cual nos hizo pensar que la zona debía ser muy rica en hierro lo cual explica también la cantidad de fábricas abandonadas que se encuentran en Marsden, aunque no he visto ninguna referencia al respecto. Poco después de abandonar el Standedge Tunnel el sol salió de entre las densas nubes e hizo brillar todo el verde de los alrededores.
A cierta altura del camino nos desviamos para poder subir a las colinas que quedan al norte del pueblo, en parte para poder fotografiar Marsden desde otra perspectiva y en parte porque habíamos visto unos caballos a lo lejos. Caballos que resultaron ser unos bonitos ponis En nuestra ruta también nos cruzamos con rebaños de ovejas que pastaban en preciosos campos de margaritas amarillas.
Por desgracia también tuvimos el “honor” de asistir a un no tan raro ejemplo de como vienen tratados los rebaños: Tras haber caminado unos cuantos kilómetros en dirección Marsden, nuestra ruta nos había alejado considerablemente del centro habitado, nos encontramos de frente con un rebaño de ovejas que corrían atemorizadas en nuestra dirección, por fortuna nos pudimos apartar en un recodo del camino para dejarles pasar, detrás de ellas venía el pastor montado en su pickup tocando el claxon y dando ordenes a los perros. Pero lo peor era el hijo del pastor, un niño de apenas 8 años que estaba en el asiento del copiloto con medio cuerpo fuera gritando toda clase de insultos a las pobres ovejas y dando golpes en el chasis de su coche. En cierto momento el niño saltó del coche en marcha y bajó para pegar y patear a las ovejas que se encontraban a la retaguardia del rebaño, menos mal que las piernas del niño eran demasiado cortas para dar de pleno a las ovejas y después de lanzar unos cuantos insultos gratuitos el pequeño monstruo decidió continuar su labor desde lo alto del coche, donde su padre le dio unas palmaditas de aprobación
El sendero, por llamarlo de alguna manera, que veis en la panorámica superior nos condujo finalmente de vuelta al pueblo, y digo finalmente porque estuvimos buscando posibles desviaciones de nuestro camino para encaminar nuestros pasos en la dirección correcta pero a parte de unos excursionistas que venían campo a través no encontramos ningún camino que llevase a Marsden y no queríamos tener que dar media vuelta ahora que ya se veía el pueblo Una vez en Marsden dimos un último paseo antes de tomar el tren de vuelta a Huddersfield.
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