Arena y buen Reggae en Jamaica
Hoy voy a contarles mi viaje a la tierra de corsarios, a la tierra de hippies, al lugar donde nació Bob Marley.
En el pasado, supo ser un enclave pirata, más precisamente allá por el siglo XVII, fue también un refugio de bucaneros famosos, hablo de nada más y de nada menos que de Jamaica.
Jamaica es como todos bien sabemos, la cuna del reggae, una de las islas más grandes y hermosas del Caribe y sobre todas las cosas, es un excelente lugar para descansar y tomar sol.
Debo admitir que llegué a la isla con un poco de miedo, yo creo que fueron mis amigos y familiares quienes con sus comentarios me dieron un poco de temor. “¿Te vas a Jamaica?” “¿No pensaste en un lugar más seguro?”, “¿Vos estás segura de que es una buena idea?”, éstas y unas cuantas preguntas más (del mismo estilo) eran las que escuché. Pero, no me detuve. Yo hacía tiempo que quería conocer este país, así que a pesar de todo, seguí en pie con mi idea y de todas formas viajé dispuesta a disfrutar y conocer.
Una de las primeras cosas que hice al llegar, mientras completaba el famoso “Check In” en el hotel, fue hablar con el recepcionista. Después de algunas preguntas no tan significativas del tipo “¿vino mucha gente esta semana?”, “¿Refresca mucho a la noche?”, como para entrar mínimamente en confianza, me animé a preguntarle por aquello que daba tantas vueltas en mi cabeza, la cuestión de la seguridad en Ocho Ríos y en el resto de las ciudades a las que iba a conocer.
Me dijo que había situaciones como en todos lados, pero nada grave como para andar preocupándome en exceso, que bastaba con tener las precauciones que se tienen en cualquier ciudad.
Un poco me alivio, pero recordé una frase que una vez me dijeron cuando era chica “Si no pensás el miedo desaparece”, así que lo que hice en los próximos días, fue disfrutar de mi viaje sin pensar en más que en el famoso “amor y paz” de los hippies.
Mi viaje transcurrió entre Ocho Ríos, Montego Bay y la capital del país, Kingston. Lugares increíbles si los hay. Las playas parecen postales.
Recuerdo a una pareja casándose en la playa, parecía el rodaje de una película pero era totalmente real. La flamante novia disfrutaba de una ceremonia al aire libre, caminaba acompañada de sus padres para encontrarse con su futuro marido, en uno de los mejores lugares del mundo.
En este viaje opté por conocer las playas de tipo all inclusive, quería hacer algo diferente en este viaje de sol y playa y conocer otra cara del turismo, pero de cerca. Como se imaginaran, están todas las comodidades y uno pasa las mejores tardes que pueda imaginarse.
Una cosa fantástica que se suma a los encantos de Jamaica es la variedad y belleza de sus aves, seguro que para los amantes del “birdwatching”, esto debe ser todo un paraíso.
Además de conocer las playas, tomar sol y darme unos cuantos baños y chapuzones en las aguas celestes cristalinas, visité un sitio que hacía tiempo que tenía ganas de conocer: el “Mausoleum de Bob Marley”.
Es una aldea ubicada a un poco más de hora de distancia de Ocho Ríos, si mal no lo recuerdo, creo que el viaje duró una hora y media. Fui en un autobús que llevaba el nombre de “Zion” y estaba pintado con los colores típicos: rojo, amarillo y verde. Como podrán ver, todo está acorde y perfectamente ambientado.
Qué decir del traslado, ¿Hace calor para ir? Sí, es cierto, el camino tampoco está en las mejores condiciones, hay varias curvas, pero les aseguro que vale la pena y el esfuerzo tomarse la “molestia de ir”. En el camino nos encontramos con varios niños que notaban que éramos turistas y venían a pedir algunas monedas y algunos caramelos, como sucede en otras partes del Caribe.
Esta pequeña aldea fue el sitio donde nació el querido Bob y también es el lugar donde fue enterrado.
El Mausoleum, es un lugar que tiene sus particularidades, hay gente fumando marihuana y vendiendo, porque allí es legal. Es una visita que se recomienda no hacer con niños, o no hacerla si se van a considerar este tipo de cuestiones como ofensivas. Ya me las habían aclarado previamente, pero de todas formas no me pareció que esto tuviera que ser un impedimento, elegí pasear ignorándolos, me interesaba mucho conocer el punto dónde nació el creador de tan fantástica música.
Está la opción de solicitar una visita guiada al llegar al lugar, no tiene un valor muy costoso y es interesante, porque como toda guiada, va acompañada de explicaciones y detalles que si no fuera por la ayuda de los guías, uno los pasaría por alto o se los perdería. Demás está decir que el recorrido también está acompañado por música reagge.
En el lugar hay además, un restaurante vegetariano, pero no probé los platos porque ya habíamos almorzado previamente. Entonces aproveché el tiempo para entrar a la tienda y comprar algunos souvenires, y bueno claro, algunos regalos para mí ja ja.
Con unas cuantas bolsitas en la mano, me despedí de Nine Mile, la aldea dónde nació Bob, escuchando su música y pensando en su talento.
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