Al momento de decidir a qué lugar viajar, las opciones que se me ocurren son infinitas. Es que hay tanto para conocer y para hacer que uno no sabe por dónde empezar. Pero, poco a poco iré logrando mi objetivo de tachar el mapa de mi país y también de conocer lugares del mundo
Este último verano pensé en ir a algún punto del sur de la Argentina. La decisión que tomé fue ir a Trelew, una localidad ubicada en la provincia de Chubut.
Luego de haber estado unas cuantas horas arriba de un colectivo llegué a Trelew, un encantador pueblo de estilo galés.
Luego de dejar el equipaje en el hotel y de organizarme, salí a caminar. Tenía muchas ganas de estar en movimiento ya que el viaje había sido bastante largo (pero valió la pena)
El primer lugar que visité fue la Oficina de Turismo, muy linda por cierto. Como pueden apreciar en la foto, el edificio donde funciona esta oficina, conserva su fachada original de estilo galés. Este estilo es característico del paisaje de la ciudad, es importante recordar que el nacimiento de esta ciudad está muy relacionado con la historia de la colonización galesa, quienes llegaron en el año 1865.
Seguí caminando con un plano en la mano y descubriendo otras construcciones del mismo estilo como la hermosa glorieta ubicada en una plaza donde funcionó antiguamente un kiosco y el banco.
Pero a las construcciones antiguas conservadas de manera implecable, se suman otras de estilo muy moderno, como el casino sumamente decorado por una gran cantidad de flores.
Otro de los puntos de interés que marcaba el plano, era el shopping. Debo admitir, que me sorprendió que en esta localidad de estilo antiguo existiese uno, fue por eso que no dudé en ir a visitarlo. Estaba bastante distante del centro, pero no importaba porque el día estaba muy agradable para seguir caminando.
Pasadas unas treinta y tantas cuadras del centro de la ciudad llegué al shopping El Portal, un espacio muy grande, con varios locales e incluso un supermercado en su interior. Luego de hacer unas compras de recuerdos y souvenires me senté en el patio de comidas para comer algo y descansar.
Algo que no les comenté todavía es que el motivo principal por el cual había ido hacia Trelew era para visitar Punta Tombo. Adoro a los animales, sobre todos los pingüinos y Punta Tombo es una de las mayores colonias de pingüinos magallánicos de todo el mundo. Fue por eso, que el segundo día que estuve en este pueblo galés, fui con un servicio de excursión a la pingüinera. Era la mejor manera de ir ya que no hay colectivos que te dejen en este punto, el viaje en taxi ida y vuelta es sumamente caro y además la ruta es de ripio, por lo que conviene ir en una camioneta o vehículo apropiado. La verdad que el viaje hacia la reserva fue muy cómodo ya que nos llevaron en auto junto con otra pareja más.
Al primer lugar que nos llevó el guía fue el Centro de Interpretación. Siempre me ha resultado interesante conocer estos lugares, porque se aprende un montón. El centro es sumamente nuevo, tiene mapas grandes, fotografías, etc.
Nos dieron un tiempo prudencial para recorrer la reserva y para tomar algo en la confitería, por supuesto que invertí todo mi tiempo en conocer a los simpáticos pingüinos.
Tan pronto como empecé a caminar ví al primer pingüino y saqué las primeras fotos. Había varios grupitos de pingüinos, algunos descansando, otros caminando, otros bañándose, otros observándonos cuidadosamente.
En la época en la que fui (principios de marzo) solamente estaban los adultos, los bebes y los juveniles ya habían migrado. El mejor momento para conocer la reserva es en diciembre-enero ya que es el momento en el que llegan todos.
El lugar donde viven, es un lugar privilegiado. Podría calificarlo de paraíso. Es una extensa playa de varios kilómetros donde reina la quietud. A lo lejos se pueden admirar unas aguas de color turquesa cristalino bordeadas por grupos de rocas de coloraciones rojizas conformando una postal única.
Sin darme cuenta, el tiempo voló y se hizo la hora de regresar hacia Trelew. Seguía con ganas de pasear, así que después de almorzar me tomé un colectivo para ir a Gaiman, otro pueblo de estilo galés a una hora de distancia. Para ir hay dos opciones, ir por ruta o ir por el valle. Obviamente, elegí la segunda opción para poder apreciar el paisaje.
Al cabo de una hora ya estába allí. Gaiman es un pueblo que parece detenido en el tiempo donde se pueden ver construcciones muy antiguas, como el primer colegio y el sitio donde funcionó el primer correo.
Otra parte muy linda de Gaiman es el sector donde se puede admirar el Río Chubut, decorado por el verdor de la vegetación donde se destacan los sauces llorones que le dan un estilo único a la postal.
Tomamos un par de fotografías, di una vuelta por el puente peatonal que se encuentra sobre el Río Chubut y regresé a la plaza principal, sitio por donde pasa el colectivo de regreso a Trelew. Hay más historias y datos de Gaiman, pero se los contaré en otro relato...
Uno de los principales atractivos turísticos de Trelew y quizás el motivo de porqué es conocida esta ciudad, es el MEF, es decir, el Museo Paleontológico.
Es un museo de gran importancia a nivel internacional, donde se encuentran restos reales de dinosaurios. A la entrada del museo, me sorprendió una gran pieza, un femur de dinosaurio mucho más alto que una persona. Hay otras varias piezas reales y por supuesto unas cuentas réplicas. Recomiendo que lo visiten, también se pueden ver a los científicos trabajando.
Llegó el día de dejar Trelew, aunque una parte de mí, seguía con ganas de seguir estando allí, pero también quería seguir conociendo. Mis próximos destinos eran Puerto Madryn y Las Grutas…
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