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Showing content with the highest reputation on 07/03/19 en toda la comunidad

  1. 1 punto
    Miami es un destino ideal para disfrutar de sus playas. Es además un destino que ofrece otras atracciones turísticas como por ejemplo visitar y conocer paisajes únicos como es el caso del Parque Nacional Everglades. Las mejores playas de Miami Uno de los principales motivos para visitar Miami, además de las compras, son las playas. Existen distintas alternativas... playas llenas de gente, playas solitarias...Hay opciones para viajes en pareja, solitarios y también para viajes familiares. Una buena opción puede ser conocer las cualidades de cada una de ellas y elegir varias para visitar durante el viaje. La más famosa, South Beach La playa más famosa de Miami, sin lugar a dudas es South Beach. Es la playa más popular también en el mundo del cine. Esta playa se ubica en Ocean Drive, en los alrededores pueden encontrarse un montón de servicios para pasar el día. Parque de Bill Baggs La playa de Bill Baggs se encuentra en el sur de Key Biscayne, donde se sitúa el famoso faro del Cabo de Florida. Es un lugar especial para disfrutar de los deportes como la natación y el surf. Se suman a las opciones de paseo, realizar una visita guiada al faro de Bill Baggs. Esa playa es ideal para los viajeros que buscan playas tranquilas y con menos cantidad de gente. Haulover Beach, la playa nudista Esta playa es conocida por ser la única playa nudista legal de Miami. es además un lugar ideal para la práctica de sur. Crandon Park, la playa familiar Para viajes en familia, en especial con niños, una excelente opción es visitar Crandon Park, se caracteriza por ser una playa plana, es decir, hay que caminar mucho para llegar a la parte más honda. Matheson Hammock Park Siguiendo con las playas familiares, otra opción perfecta es esta playa escondida en Old Cutler Road. La playa está formada por un grupo de atolones artificiales formando una piscina. Consejos para disfrutar de las Playas de Miami Al igual que cualquier destino de sol y playa, es recomendable llevar protector solar. Conviene alejarse de las zonas dedicas al surf ya que las tablas pueden llegar a ser muy peligrosas. Es importante prestar atención a las banderas de colores. Cuando hay tiburones cerca de las playas suelen ponerse dos banderas de color rojas juntas. Tarjeta de atracciones en Miami Al igual que muchas ciudades turísticas del mundo, Miami cuenta con un pase de atracciones, puede ser una buena opción para quienes deseen visitar varias atracciones además, tiene la ventaja de permitir saltar esperas. Con la tarjeta de atracciones se pueden visitar varios puntos turísticos como por ejemplo museos, casas de los famosos a bordo de un llamativo autobus barco, entre otras opciones más. La tarjeta puede comprarse por un día, por dos o por más cantidad de días. Una de las preguntas que suele surgir a la hora de comprar un pase de atracciones, es si resulta rentable comprar la tarjeta de atracciones, la respuesta es según... Depende del viaje que cada persona tenga planeado... Si la idea es visitar playas o hacer shopping no es la mejor opción pero puede ser muy rentable para quienes deseen conocer otros puntos turísticos o hacer excursiones a Cayo Hueso o Everglades. Parque Nacional Everglades Se trata de un espacio de 6000 kilómetros cuadrados, es la zona más salvaje de los Estados Unidos.Es un terreno pantanoso que parece no tener fin. Allí habitan varios animales exóticos, este espacio ha sido declarado como Patrimonio de la Humanidad, Reserva de la Biósferea y también como Humedal de Interés Internacional Cayo Hueso Los cayos son una cadena de pequeñas islas que se encuentran unidas por puentes. Situada al sur de Florida más cerca de Cuba se encuentra esta pequeña isla tropical que en el pasado supo ser refugio de piratas y pescadores.Hoy en día se ha convertido en un lugar muy turístico. Para quienes deseen conocer Cayo Hueso, se recomienda recorrerla a pie o en bicicleta. La mejor manera de llegar a Cayo Hueso es alquilando un auto en Miami. El paisaje durante los 250 kilómetros es único. Para quienes no deseen manejar, existe la posibilidad de contratar una excursión organizada. Más info útil ¿Cómo ahorrar en Miami? En los últimos años se ha convertido en una ciudad más asequible con opciones para todos los bolsillos, sin embargo teniendo en cuenta algunos consejos y trucos se puede ahorrar bastante dinero... Uno de los principales consejos es reservar tanto el vuelo como el hotel con la mayor antelación posible. Existen otras opciones de alojamiento para quienes no deseen hospedarse en hoteles, los departamentos tanto privados como compartidos suelen ser una opción más económica comparado con los hoteles. Las tarjetas turísticas permiten ahorrar bastante dinero, en especial si la idea es conocer varios puntos turísticos. Utilizar transporte público, en Miami existen más de 800 autobuses que recorrer la ciudad. Es importante tener en cuenta que un billete común de autobús vale un poco más de 2 dólares. En caso de utilizar varias veces al día el transporte público, se puede optar por un pase diario el cual suele rondar los 5 dólares, casi 6.. Para utilizar esta opción se debe comprar una tarjeta. Generalmente las rutas de los metrobus suelen operar las 24 horas del día, por lo que tomar el transporte público es una buena alternativa. ¿Cuándo visitar Miami? En cuanto a la temperatura, los mejores meses para conocer Miami son los meses que van de noviembre a mayo, ya que es la época de días cálidos pero que no llegan a ser extremadamente calurosos.
  2. 1 punto
    La deshidratación y una terrible jaqueca fueron el resultado final de una noche de sábado en Lyngby, a las afueras de Copenhague. Una fiesta en una residencia estudiantil de Dinamarca me mostró que la fama de los daneses y el alcohol es más que certera. Con la cabeza dando vueltas e intentando recuperar mis fuerzas con una botella de electrolito, fue como tuve que tomar un tren hacia la capital, donde cogí un autobús que me llevó 150 kilómetros hacia el oeste, hasta la isla de Fionia, unida a Selandia por el puente del Gran Belt, el tercer puente colgante más largo del mundo. Pocos kilómetros de tierra y agua separan a Dinamarca y al continente europeo de la península escandinava. La construcción de estos puentes colgantes significan una increíble reducción de tiempos y costos de transporte. Así que no fue necesario tomar un ferry hasta Fionia, y el bus me llevó directamente hasta Odense, capital de la isla. Odense es la tercera ciudad más grande del país. Mis saberes sobre ella eran vagos, pero su cercanía a Copenhague la hacía un destino atractivo. Además, no quería irme de Dinamarca habiendo visitado solamente su capital. A pesar del miedo que había en mí nacido por los altos costos de los países nórdicos, el transporte resultó más barato de lo esperado. Las distancias en Dinamarca no suelen ser muy grandes. Aunado a ello, las carreteras sin peaje son parte del estado de bienestar danés, uno de los muchos beneficios que el gobierno proporciona a sus habitantes. Cerca de las 7 pm el bus me dejó en una carretera en el sur de la ciudad. Mi anfitrión, Liron, me había mandado la ubicación de su casa. Otra vez, se trataba de una residencia estudiantil, junto al campus principal de la universidad de Odense, donde estudiaba letras y enseñanza de la lengua inglesa. Ya que el sol de primavera me sonreía con esmero (a esa latitud la luz solar se esfuma a las 9 pm en abril), decidí caminar hasta el campus, paseándome entre verdes senderos y tranquilos vecindarios. A mi arribo, parecía que volvía a la residencia que me acogió en Lyngby. Esta vez no estoy preparado para una fiesta universitaria, me dije. La resaca era suficiente como para querer solamente recostarme y descansar. Por fortuna, era domingo, y Liron me recibió con una cena que había preparado para sus compañeros de piso, quienes se disponían a disfrutar tranquilamente del clásico europeo: Barcelona contra Real Madrid. No había señales de cervezas que amenazaran mi sosiego. A la mañana siguiente el cielo despertó con furia, y dejó caer la lluvia sobre toda la isla de Fionia. Ni siquiera Liron quiso acudir a su clase matutina para no empaparse en el corto camino. Pero el sol de mediodía hizo de mi visita a la ciudad algo que valiese la pena. Y ya que Liron partiría a sus clases, no dudó en dejarme una de las bicicletas de la residencia para permitirme conocer Odense sobre ruedas. La avenida principal que conecta el campus universitario con el centro de la ciudad me mostró a sus orillas construcciones de ladrillo cobrizo que forman parte característica de la arquitectura danesa. Las iglesias de corte protestante construidas del mismo material dejaban al desnudo la fuerza que la reforma de Lutero trajo hasta la península varios siglos atrás. Al cruzar el río Odense, que atraviesa la ciudad de norte a sur, me adentré en su casco histórico, recibido por el Adelige Jomfrukloster, un antiguo convento que hoy pertenece a la Universidad del Sur de Dinamarca. Aunque Odense es una de las urbes más antiguas de Dinamarca (con más de mil años de haber sido fundada), sus edificios no conservan mucho de la historia medieval que vio nacer a la ciudad. En cambio, la mayoría de sus casonas permiten a uno viajar de vuelta al siglo XVI, época en que fueron edificadas. Muchas de las casas de la calle Overgade, por donde comencé mi andar, han convertido su vestíbulo en negocios que ofrecen a los turistas platillos, cafés, souvenirs e incluso museos. Overgrade fue la mejor manera de adentrarme a Nedergade, la zona del centro histórico donde, aunque se permite el tránsito de vehículos, conserva mucho más la esencia de la antigua Odense. La totalidad de las calles en Nedergade están adoquinadas, y es a veces difícil diferenciar la acera de la propia rúa. Al final uno quiere pasearse por cualquiera de las vías que en ella encuentra. Pero Nedergade se distingue sobre todo por las bellísimas casitas de madera que lucen sus magníficos y vivos colores, incluso en un día nublado como aquel. Las fachadas bajas con ventanales en madera, tejados triangulares en picada y áticos con chimenea hacían del centro de Odense un verdadero pueblito de cuentos. Y no era de extrañarse que aquella villa de ensueño hubiera inspirado algunos de los cuentos infantiles más célebres en el mundo. En mi caminar por Nedergade me topé con la casa más famosa de todas. El lugar que había visto nacer y crecer a Hans Christian Andersen. Aunque a los 14 años Christian Andersen habría de partir a Copenhague para intentar convertirse en un cantante de ópera, el mundo entero lo recordaría como el mejor escritor de cuentos infantiles de la historia. Si “El patito feo”, “La Sirenita”, “El soldadito de plomo”, “La reina de las nieves” y “El ruiseñor” traen a nuestra mente pasajes de nuestra infancia, se lo debemos todo a este enorme poeta y escritor que Odense tuvo la fortuna de acoger. Se dice que muchos de los cuentos escritos por Andersen fueron inspirados en la mitología nórdica. Aunque es verdad que sus múltiples viajes y amoríos con hombres y mujeres pudieron inspirar varios de sus pasajes. Suecia, Alemania, Turquía, Italia, Grecia y Malta fueron algunos de los sitios que el autor pudo visitar, a pesar de haber nacido en una pobreza casi extrema. Odense presume así hoy un museo entero dedicado a Hans Christian Andersen, que aunque está dirigido sobre todo al público infantil, es capaz de cautivar a cualquiera. Finalmente, seguro que alguno de los cientos de personajes creados por su imaginación y llevados a la televisión, cine y teatro, forman parte de nuestros recuerdos de la niñez. Las callejuelas de Nedergade me transportaron sin duda a alguno de sus cuentos. Quizá a “Las zapatillas rojas” o “El soldadito de plomo”. Pero Odense era por sí misma una ciudad que me hacía crear mi propio cuento en mi cabeza. Al cruzar hacia la parte oeste del casco antiguo el centro se convirtió en una enorme zona peatonal, que fue cambiando poco a poco el paisaje circundante. La zona de Vestergade es el área comercial del centro, donde las tiendas de ropa, restaurantes y comercios crean una atmósfera menos fantástica, pero todavía cálida y amena. El palacio del ayuntamiento y las oficinas del gobierno de Fionia se encuentran en su mayoría en este sector, conservando la arquitectura de ladrillos tan típica de Dinamarca. Y no había mejor ejemplo para ello que la catedral de San Canuto, una de las catedrales góticas más grandes de toda Europa. Aunque Dinamarca, al igual que el resto de los países nórdicos, no posee una enorme población católica, los vestigios de Roma y el papado siguen presentes hasta el día de hoy. Un buen hot dog al estilo danés, con pepinillos y salsa Remoulade, fue una excelente forma de aliviar el apetito, para luego dar un último paseo por Nedergade y sus casas encantadas. Me había quedado de ver con Liron después de sus clases en un supermercado central. Era mi turno de comprar los ingredientes para cocinar la cena para él y algunos de sus compañeros de piso. La sorpresa me la llevé cuando Liron no me dejó comprar nada, más que algunas bolsas de nachos para preparar mis chilaquiles. La mayoría de los ingredientes él los tenía en casa, y los que faltaban estábamos a punto de conseguirlos gratis. Cuando una parte de mí creyó que Liron estaba sugiriendo robar el supermercado, el shock se hizo todavía más fuerte al observar la siguiente escena. Liron se sumergió en el contenedor de basura en la parte trasera de la tienda, y comenzó a sacar productos caducados y a meterlos a su mochila. Se llama dumpster diving —me dijo—. Lo hacemos todo el tiempo mis amigos y yo. El dumpster diving era una práctica que sin duda había visto antes. En indigentes, personas pobres, niños trabajadores o drogadictos. Pero no era algo que me esperar de un grupo de estudiantes universitarios en Dinamarca. Los supermercados siempre tiran todos los productos caducados —Liron insistió en explicarme—. La verdad es que la mayoría de esos productos todavía son comestibles y están en muy buen estado de calidad. Mi mente no entendía qué necesidad tendrían aquellos chicos de comer cosas de la basura. Si algo me había sorprendido de Dinamarca era el esmero de su gobierno en preservar su estado de bienestar social. Los daneses pagan el mayor porcentaje de impuestos del mundo, casi de un 50%. Aquello le da a sus ciudadanos carreteras sin peaje, permisos de maternidad pagados de un año, salud pública, gratuita y de calidad para todos, subsidios de vivienda, desempleo, retiro de la vejez y una de las mejores educaciones del mundo entero. Cada estudiante mayor de 18 años (incluidos Liron y sus amigos) recibe 5,384 coronas danesas al mes (alrededor de 725 euros). Eso, sumado a que la universidad es gratuita, me hacía dudar seriamente sobre por qué necesitaban comer de la basura. Hacer el dumpster diving significaba para Liron y sus amigos no solamente ahorrar varias coronas danesas al mes, sino una manera de ayudar al planeta y disminuir el desperdicio de comida. Parecía que aquellos chicos habían entendido muy bien a su edad la fortuna de la que gozaban al vivir en Dinamarca, y desperdiciar comida los hacía sentir culpables de la pobreza que desafortunadamente muchos otros países atraviesan. Dinamarca es quizá el único país en donde la población ha protestado en contra de bajar los impuestos. Los daneses prefieren seguir pagando altos impuestos con tal de mantener su estado de bienestar. Eso demuestra la plena confianza que los ciudadanos tienen en su gobierno. Sin poner en duda las decisiones que vi aquella noche, preparé por primera vez una cena con productos caducados extraídos directamente de la basura. Y sobreviví a ello. Me atrevo a decir que el sabor y la calidad no fue nada desagradable, incluso la del pollo y el yogur que comí de postre. Superado la prueba, Liron me llevó con uno de sus amigos a disfrutar de mi última noche en Odense, bajo el calor de un bar local y acompañados de cerveza artesanal fabricada en la propia ciudad. Dinamarca me había sorprendido, no solo con su excelente calidad de vida, sino con la excelente calidad de sus anfitriones. Y aunque comer de la basura no fue algo que hubiese esperado, demostró todavía más que los daneses son personas increíbles. Ahora me tocaría descubrir las otras caras de Escandinavia. Los países nórdicos aguardaban por mí con más sorpresas bajo el cielo nórdico.
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