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RELAXY

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  1. Es precioso, yo ya hace tres meses que estuve ahi y ya planeo volver
  2. Si, por supuesto. El boleto a Huayna Picchu se agota muy pronto, pero se que también se puede adquirir por internet. Dejame averiguar y te confirmo lo de la compra y cualquier otro dato que quieras
  3. Que genial!! Porque no existen universidades de ese tipo en Chile??? Uf...yo amé Ciudad de México...volveré lo mas probable este año y de seguro me pasaré por ahi
  4. Siiii, yo me enamoré....y lo impactante es que ese zorrito nos siguió un buen rato. En un momento me bajé del auto a ver si quería algo....increible experiencia. Bastante amigable para ser un zorro salvaje
  5. Hay viajes que se transforman en historias. E historias que se transforman en viajes. El siguiente relato es de los primeros, donde finalmente las adversidades que enfrentas hacen que la experiencia se transforme en sí misma en una anécdota invaluable. Ya les conté de los años en donde me enamoré de San Pedro de Atacama, y esto ha generado que en repetidas oportunidades haya visitado los principales atractivos de la zona y muchos pensaran, ¿porque visitar el mismo lugar una vez? Y en realidad es porque me gusta volver a los lugares que me enamoran. La primera vez que voy, es como un flirteo con el lugar, nos conocemos de a poco y nos vamos encantando con los pequeños detalles y rincones. La segunda vez ya nos sentimos cómodos y nos sentimos confiados como para extraviarnos y exploramos lo que otros no perciben. La tercera vez ya nos sentimos como que estamos en casa, ya se transforma en una relación madura y nos contamos historias de visitas anteriores, recordando bellos momentos. Bueno, quizás simplemente estoy un poco loca e intento darle un sentido a mis frecuentes escapadas. San Pedro de Atacama, 6 de la tarde y decidimos que al día siguiente visitaríamos El Tatio. El Tatio es un campo de Geisseres ubicado a 4.200 metros de altura, siendo este campo el más grande del hemisferio sur, el tercero más grande del mundo y en definitiva el más hermoso (ok, esa parte la agregué yo). El campo se compone de aproximadamente 80 geiseres los cuales entran en ebullición alrededor de las 6 de la mañana, lo que implica que uno deba levantarse a las 4 de la mañana para poder llegar al sector al momento en que se producen éstas, para así poder contemplar el maravilloso espectáculo. Hasta la fecha, yo he subido al Tatio en 4 oportunidades, por lo que en esta ocasión quisimos planificar todo de mejor forma para que la experiencia no fuese tan traumática y pudiésemos disfrutar del “show” de una forma más grata, ya que el tener que levantarse de madrugada para el ascenso en bus, junto con las bajísimas temperaturas que se producen en el campo geotérmico hacen la travesía bastante agotadora. Salimos por ello en busca de la mejor agencia (para nosotros la mejor agencia fue seleccionada en base al aspecto del local en su exterior; error número uno) y solicitamos que pudiésemos realizar el ascenso en un minibús y no es un bus de los grandes (bus marca Volare), ya que esto nos aseguraría un viaje más placentero y rápido. Pregunta: Está segura que cuentas con minibuses y no son buses Volare los que realizan el ascenso al Tatio? Respuesta: Segura Afirmación: Porque no queremos buses Volare Respuesta: No se preocupe, tenemos minibuses y los anotaremos en el tur que dispone de un minibús. Pregunta: ¿100% segura? Respuesta: Si, por supuesto. No se preocupen. 4 de la mañana, 0 grados, y nos hallábamos esperando el transporte que daría inicio a nuestro tur. Y adivinen que….llegó un bus Volare a retirarnos . Si. Un Volare cuyos únicos asientos disponibles eran los últimos del final, en donde el bus salta y se agita y hace más difícil que uno pueda dormir. Con cara de pocos amigos, nos subimos al bus ya que por supuesto que a esta hora resultaba imposible reclamarle a la agencia. El viaje tomaría dos horas y la calefacción del bus del ya odiado “Volare” no funcionaba, por lo que a medio camino empecé a sentir que se me congelaban mis pies y manos. ¡Pero como era posible eso, aún estaba dentro del bus! Claro que era primera vez que me aventuraba a visitar el Tatio en pleno invierno, por lo que mi estado de anticipada condición de semi congelamiento, no resultaba un buen augurio. Dos horas más tarde y -25 grados llegamos a nuestro destino. No me quería bajar, ya que estaba completamente entumecida. Pero bueno, estaba ahí para ver el “show de los geiseres” así que salté fuera del bus. –¡Oh my god!- fue mucho peor de lo que imaginé. Mi cara y mis extremidades se congelaron inmediatamente. El termómetro indicaba -25 pero mi sensación térmica era de -50, por lo que procedí a colocarme mi gorrito (spirithood) y a hacerme la idea que el frío es algo que solo se encuentra en nuestra imaginación (mentira, el frío es frío). El espectáculo es sublime. El vapor que emerge de la tierra y chorros de agua que salen a temperatura de ebullición generan un espectáculo de ensoñación. Las posibilidades fotográficas son infinitas y por un momento te olvidas del frío, del hambre, del sueño, de la puna (síntomas que se producen en algunos visitantes al encontrarse por sobre los 3.000 metros de altura, que incluye mareo, nauseas, dolor de cabeza entre otros y que pueden disminuirse al mascar hoja de coca o beber una infusión ya sea de la misma planta o de la hierba de la zona de nombre Chachacoma) y te quedas a contemplar una de las maravillas de la naturaleza. El tur incluye un paseo por la mayoría de los geiseres, como también es posible bañarse en una piscina de agua termal que se encuentra en el parque, pero que por suspuesto a -25 grados no resulta tan simple quitarse la ropa. La mayoría de las compañías turísticas también ofrece un desayuno en el sector. Yo prefiero trazar mi propio recorrido, por lo que caminamos por el parque contemplando los baños termales y los geiseres y tomamos cientos de fotografías. En esta ocasión, el recorrido lo finalizamos luego de alrededor de media hora a causa del frio y solicitamos poder servirnos un café. ¡Pero no! El chofer nos negó que nos pudiésemos servir algo caliente de forma inmediata, ya que debíamos esperar que todo el resto de los visitantes finalizaran el paseo. Fue en ese momento en donde empezamos a colapsar. Mis amigos ya no se veían felices y sus caras mostraban un estado de congelamiento mayor. Finalmente cuando nos permitieron servirnos algo, una de mis amigas debió colocarse los huevos duros ofrecidos en el desayuno en sus pies para poder recuperar la sensibilidad de éstos. Lástima que no tengo fotos de ese momento. Yo, gracias a mi gorrito del cual mis amigos se burlaron en todo el viaje, estaba en mejores condiciones y no tan congelada, pero no por ello menos molesta con el servicio. En fin. Iniciamos el descenso y en esta oportunidad el tur paró en el poblado de Machuca, pueblo autóctono que queda ubicado a 4.000 metros sobre el nivel del mar y que se compone de alrededor de 20 casas y una iglesia, siendo posible contemplar en sus alrededores bofedales y flora y fauna de la zona. Es posible detenerse a comprar artesanías como también degustar anticuchos de llamas. A esa altura, la temperatura había ascendido considerablemente por lo que con toda la ropa que teníamos puesta comenzamos a sentir un calor insoportable y le solicitamos al conductor que pudiese encender el aire del bus. Una nube de polvo inundo el interior del Volare ya que claramente el sistema de ventilación no se había utilizado en un tiempo considerable, por lo que quedamos cubiertos completamente de una capaz de tierra y comenzamos a reír sin parar. Indudablemente recordé una frase, que hizo que mi risa se prolongara por más tiempo que la de mis amigos: “La vida no se mira por las veces que respiras, sino por las veces en que te deja sin aliento”. Estaba claro que el autor no se refería a esto, pero en definitiva esta frase junto con la situación en general fue lo que me hizo reír y llorar al mismo tiempo y produjo que la gente me miraba con cara de que estaba loca, pero ¿qué más quedaba por hacer? El paseo finalizó a medio día y me prometí escribir un reclamo por el servicio. Por supuesto que hasta la fecha en donde relato esta anécdota, no he realizado ningún reclamo. Fue sin duda un paseo que no olvidaré. Recomendación: Si vas a viajar a los geisseres del Tatio, recuerda llevar ropa acorde con el clima variable y verificar que tu bus….no sea un “Volare”.
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