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Kamali

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Todo el contenido de Kamali

  1. En un principio habíamos decidido quedarnos en casa y poner algo de orden, pero el día está tan esplendido que se nos hizo imposible quedarnos encerrados y decidimos escaparnos a Foz do Arelho, una pequeña fraguesia de Caldas da Rainha situada en la preciosa Lagoa de Óbidos. Tras mirar los horarios para Foz en la web oficial de autobuses (rodatejo.pt) tomamos la cámara, la mochila y nos encaminamos a la parada más cercana. Y aquí estamos, llevamos media hora esperando y no parece que el autobús vaya a llegar, debería haber pasado hace ya un cuarto de hora largo y dudo mucho que tenga tantos problemas en llegar desde la estación central hasta aquí. No sabemos si ir hasta la estación central y preguntar o esperar un poquito más, los parroquianos del bar nos han confirmado que debería llegar en cualquier momento. Sinceramente yo tengo mis dudas y le comento a Avani que a este paso nos convenía más ir andando ya que Foz está a tan solo unos 6 Km de Caldas pero no parece tomarse muy en serio mi propuesta... Al final, viendo que no aparece el autobús, decidimos ir a la estación central y averiguar si por alguna razón hoy no circula. Nos contestan que los horarios online están mal, el servicio de bus se ha reducido y el próximo no sale hasta dentro de una hora y media. Vamos a pasear y a comernos una pizza, porque a este paso salimos a la una de Caldas y luego preferimos aprovechar al máximo el tiempo. Menos mal que los nuevos grafitis de la Casa dos Artistas reflejan mis pensamientos a la perfección y no hace falta que los exprese con palabras El autobús sale puntualísimo y por fin llegamos a la playa de Foz do Arelho, verdadero responsable de que decidiéramos venirnos a vivir a esta zona de Portugal, pues Avani puede practicar kitesurf en su preciosa Lagoa sin tener que luchar con las enormes olas del atlántico. Un frío viento sopla con fuerza y admiro a todos aquellos valientes que se atreven a meterse en las gélidas aguas del atlántico Como no hemos venido a tumbarnos en la playa, ni mucho menos a bañarnos considerada la temperatura, me pregunto realmente cómo aquellos tengan el valor para acercarse al agua. Bueno, no son muchos los que se atreven a mojarse poco más que los pies mientras que los que veo zambullirse tienen generosas y naturales capas protectoras, fruto de la buena comida portuguesa . Después de que Avani se tomara un café portugués, al parecer lo hacen muy bueno (yo no tomo café no puedo opinar ), decidimos subir por la Rua Visconde Morais para admirar la Lagoa desde lo alto y luego dar un paseo por los acantilados de este lado. A cada nueva curva no puedo evitar la tentación de tomar nuevas fotografías mientras Avani sigue maravillandose de que no haya ningún kiter o windsurfista aprovechando de tan maravilloso viento. A medio camino hay un pequeño descampado sobreelevado desde donde se aprecian sin duda las mejores vistas panorámicas de la playa y la bocana de la Lagoa. Lástima que el amarillo cartel "se vende" anuncia que uno de estos días desaparecerá este mirador y en su lugar habrá una nueva casa o quizás un pequeño bloque de pisos Hemos llegado a lo alto de cerro y desde aquí se ven claramente las pequeñas casitas del otro lado de la Lagoa. Esa zona pertenece al bonito municipio de Óbidos del cual hablaré detalladamente en otro relato. Óbidos es un pueblo precioso del que estamos enamorados, sin embargo en los últimos años su ayuntamiento ha pretendido explotar al máximo sus recursos turísticos y ha vendido/concedido gran parte de las lindas colinas que vemos desde Foz a multinacionales para construir grandiosos campos de golf, con sus respectivas zonas residenciales e incluso un enorme hotel a pie de playa... Debido a la crisis mundial, las obras de la mayoría de empresas han sido paralizadas y ya veremos cuándo y cómo reiniciaran. De todos modos nosotros pudimos asistir a la triste deforestación de gran parte de los preciosos bosques de pinos que crecían en esa zona. Lloré, nos indignamos y nos chocamos con la indiferencia más absoluta por parte de los habitantes de estas zonas, no todos, por supuesto, pero si la gran mayoría. Simplemente se lamentaban pero se echaban para atrás si se le proponía organizar una manifestación o firmar una carta al alcalde de Óbidos. No pretendíamos lograr que anularan los contratos pero al menos hubiese sido lindo demostrar que no todos estamos de acuerdo en que se vendan los terrenos públicos, que deberían haber sido declarados parque natural, a grandes multinacionales extranjeras. Nos comentaban algunos vecinos del pueblo, poniendo cara de resignación absoluta, que "sí, es una pena... yo iba muchos domingos a esos bosques con toda la familia a preparar barbacoas... incluso de pequeño mi padre nos llevaba... pero... qué podemos hacer nosotros." Dejamos atrás los tristes recuerdos y continuamos nuestro paseo por los acantilados desde donde se llega a bonitas y reparadas calas. En uno de los descampados, que antes servia de estacionamiento, han construido unas curiosas y enormes estructuras sobreelevadas compuesta por varios círculos unidos por pasarelas. La verdad es que por más que intentábamos buscarle algún sentido no logramos entender su finalidad. Más tarde Avani investigó este tema y pronto publicará un relato con todos los detalles de dichas construcciones. Os adelanto que si el proyecto acaba siendo reanudado (fue suspendido hace un par de meses), los curiosos círculos se convertirán en los pedestales de unos bancos, o tronos individuales, de madera que estarán colocados de tal modo que cada uno podrá observar el mar sin “interferir” con el otro, es decir que en cada uno de los círculos se sentará un individuo solitario y observará el horizonte mientras otro hace lo mismo sentado en su propio círculo contemplando el paisaje. Foto de Nádia Schilling, Arquitecta Paisagista En uno de los lados de las curiosas estructuras circulares comienzan unos escalones y pasarelas de madera que parecen sustituir los sinuosos senderos que recorrían los acantilados. Aunque parece estar prohibido el paso, nosotros nos aventuramos a seguir la escalinata de madera. Tuvimos que “escalar” y sortear algunos obstáculos que nos impedían el paso pero pudimos recorrer el lindo camino pasando por otras áreas habilitadas para instalar los mencionados bancos hasta llegar al final donde la estructura daba algunas curiosas vueltas y las vistas te dejaban boquiabierto. Espero que el ayuntamiento y la empresa encargada de las obras lleguen a un acuerdo para terminar la estructura pues sería una lástima que esta se degradara antes incluso de abrirla al público, algo que muchos temen que ocurrirá. Nos disponemos a volver por la carretera para llegar al centro de Foz do Arelho. Es una calle que siempre habíamos tomado con el coche, y a la que nunca habíamos prestado demasiada atención, sin embargo nos sorprende gratamente al recorrerla a pie. A la altura de Rua do Moinho torcemos hacia la izquierda y nos adentramos por las callecitas de Foz, parándonos para fisgonear a través de las verjas de las lindas casitas de la zona menos turística de Foz. La zona de la playa ostenta grandes y modernos caserones, sería una mentira por mi parte afirmar que son feos y que prefiero vivir en las pequeñitas casitas del centro, ya que el encanto de sus jardines, huertos y viejas paredes es mucho más autentico. Mi cámara y mente se esfuerzan por retener cada una de ellas en su memoria. Nos compramos un helado en una de las tiendecitas de la vía principal y buscamos un lugarcito reparado del viento donde comérnoslo con calma. Y de esa forma llegamos a la Fonte dos Namorados. Puede que creáis que estoy algo loquita pero tengo por costumbre mirar a la gente a los ojos y saludar si me cruzo con alguien en calles o lugares poco transitados, no sé, para mi es algo lógico y no puedo evitarlo (lo hago incluso en Barcelona imaginaros en un pequeño pueblo ). Si dos animales de la misma especie se cruzan lo normal es mostrar un mínimo de interés. Debo reconocer que en Portugal tengo a menudo serías dificultades para que me respondan al saludo, pues al parecer ellos solo se saludan si se conocen y, de lo contrario, se esfuerzan por mirar al suelo o al lado contrario para evitar ese pequeño intercambio de palabras o gestos. Incluso en muchas ocasiones simulan no haber escuchado mi “Boa tarde”. Esta costumbre suele quebrarse si perciben que eres extranjero porque entonces responden abiertamente al saludo con sonrisas abiertas y sinceras e incluso se paran a preguntar si pueden ayudarte o empiezan a contarte alguna anécdota. Esta actitud me hizo reflexionar que su costumbre de no saludar, o incluso negar el saludo, debe de ser una triste herencia de la dictadura donde nadie podía fiarse de nadie. Bueno, os contaba todo esto porque callejeando por Foz nos han ignorado el saludo tan descaradamente que he recordado el fastidio que me daba a principios de vivir aquí. En aquel entonces tuve yo también ganas de dejar de saludar pero descubrí que me resultaba imposible. Suerte que la curiosidad de los bichitos es idéntica en todas partes Una de las casas más señoriales del centro de Foz de Arelho es la enorme Quinta da Foz ahora convertida en un característico hotel. Dejamos atrás el pueblo y torcemos a la derecha por el paseo que lleva a la costa. En lugar de seguirlo hasta la playa tomamos un desvió de tierra que inicia justo enfrente de la primera glorieta de Foz y que conduce hasta la Lagoa. El camino pasa por entre pequeños establos de ovejas, huertos y campos cultivados donde diferentes aves revolotean en busca de lombrices e insectos. Y el camino sigue y sigue hasta desembocar en la mismísima lago donde nos quedamos un rato relajados observando como la marea va llenando de nuevo la pequeña Lagoa de Óbidos. Hay un camino muy bonito que inicia justo aquí y bordea parte de la Lagoa pero ya son las cinco de la tarde y el último autobús a Caldas sale a las seis así que, lenta y perezosamente, dirigimos nuestros pasos hacia la parada de autobús. A medida que la amplia playa de Foz va vaciándose de gente y la fuerte corriente de la marea sube el nivel de la Lagoa, van apareciendo más pescadores que se aprestan a a preparar sus pequeñas barquitas o colocan sus cañas de pescar en los diferentes muelles. Pasamos por delante de los diferentes chiringuitos de la playa y los riquísimos restaurantes que, por cierto, os aconsejo probar si algún día decidís venir por esta zona. Todos ellos ofrecen platos típicos portugueses donde el pescado fresco y el marisco es el principal ingrediente, sí, antes de volverme vegetariana adoraba venir a comer aquí Y después de una linda vuelta por todo Foz hemos llegado al mismo punto de partida y vuelvo a confirmar que Foz do Arelho es un destino precioso donde uno puede quedarse varios días disfrutando de los alrededores, de la playa, el lago y del constante vientooooo ... Por cierto, a pesar de que el viento frío suavice la sensación de calor, poneros crema protectora para evitar quemaros la cara ...
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