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Kamali

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  1. Portugal es un destino hermoso de frías playas, altos acantilados, luminosos y cuidados pueblos, de gente humilde impregnada de saudade, viento y mar. Hay tantos destinos, tantas historias, tantos recorridos que me gustaría contaros pues he vivido durante más de dos años en tierras lusas y he podido admirar algunos de los más lindos pueblos y vivir situaciones o lugares menos elogiables... Pero como ocurre en este país las cosas se cuentan con calma y ahora prefiero empezar por el final, por nuestra último viaje a Lisboa y a la pequeña ciudad de Caldas da Rainha. No teníamos planeada esta escapada pero por un cúmulo de circunstancias favorables (días libres acumulados en el trabajo y buenísima oferta en los billetes de avión a Lisboa) el miércoles 25 de junio preparamos las mochilas y a las 6 de la mañana del jueves ya estábamos, al menos físicamente , en el aeropuerto de Barcelona esperando nuestro Vueling a Lisboa. Llegamos a las ocho y media, hora local, y salimos de la terminal para esperar al pequeño aerobus que nos llevaría a la estación de Sete Rios desde donde podíamos tomar el autobús a Caldas da Rainha. El aerobus es sin duda un servicio cómodo pero como en cualquier aeropuerto sale algo caro 3,5 euros por trayecto y persona cuando el billete a Caldas nos cuesta tan solo 8,7 y está a 90Km. Es lindo viajar a nuevos destinos pero también lo es volver a viejos lugares conocidos y durante el viaje a Caldas fuimos recordando algunas de nuestras simpáticas excursiones por la zona. Mientras tanto nuestro autobús atravesaba bancos de niebla, lluvias y repentinos rayos de sol. El típico clima fresco y húmedo de Portugal en ese momento nos pareció de lo más agradable ya que veníamos cargados del calor el y bochorno de Barcelona, pero debo admitir que cuando vivía allí eché muucho de menos sentir el calor en verano y el frío en invierno pues el eterno clima primaveral/otoñal me aburrió solemnemente Llegamos a Calda da Rainha donde por suerte ni llueve ni hay neblina, todo lo contrarío, el viento está despejando rápidamente las nubes y dejando paso a un intenso y limpio cielo azul que nos permite fotografiar la hermosa rua de Heróis da Grande Guerra bañada en luz. El pequeño centro de Caldas es peatonal lo que permite caminar sin prisas y sin más ruidos que el de los transeúntes, las terrazas y las cafeterías de la zona, volviendo el paseo muy agradable y permitiéndonos reabsorber el portugués que hemos ido perdiendo por falta de practica Vamos rápido evitando tomarnos nada en ninguna de las cafeterías del centro pues tenemos ganas de volver a ver nuestra queridísima Praça da Fruta, oficialmente Praça da República pero que todos conocen como plaza de la fruta ya que en ella tiene lugar el mercado. Es un mercado muy hermoso donde van tanto puestos de comerciantes locales, como ancianas señoras ataviadas de negro con sus cajas de verdura y sus viejas y dudosas balanzas oxidadas, donde van colocando los aun más gastados pesos. Es como retroceder en el tiempo y volver a la época, que no conocí donde la fruta y la verdura no sabían a plástico, donde los tomates eran deformes y estaban buenísimos, donde cada verdura tenía su estación, donde las ancianas de viejas y gastadas manos te venden lo que cultivan sus esposos en la pequeña parcela de tierra para complementar su misera pensión, donde las grandes marcas no tienen cabida. Nuestra prisa no sirvió de nada la plaza estaba toda patas arriba , estaban de obras, según nos cuentan unos ancianos, para recualificarla, ajustar el adoquinado de la plaza y uniformar los puestos de verdura con carpas que se montaran por la mañana y desmontarán al medio día. Vivimos durante tanto tiempo el viejo y desordenado mercado y nunca le hicimos fotos, a pesar de haberlo pensado cientos de veces, pero como suele pasar cuando vives en un sitio no cargas la cámara para ir a comprar zanahorias y papas... Solo nos queda el recuerdo y las fotografías de los hermosos edificios de la plaza. Antes de encaminarnos a casa queremos pasear por el parque Dom Carlos I, sí en Caldas de Rainha tenemos un pequeñísimo apartamento que compramos con la intención de usar como base o almacén para poder viajar y movernos sin preocuparnos de donde guardar los libros y otros trastitos. Abandonamos La Praça de la Fruta, bajamos por el pequeño callejón de Liberdade y llegamos al Hospital Termal Rainha Dona Leonor, que como lleva siendo habitual en los últimos años, está cerrado por un nuevo brote de salmonella... El parque de Dom Carlos I formaba parte de los jardines del viejo Hospital Termal para que los pacientes pudiesen pasear y recuperarse de sus enfermedades y a tal fin ha sido defendido, reformado y ampliado en innumerables ocasiones durante los últimos tres siglos. Actualmente los grandes jardines son públicos y es sin duda uno de los lugares preferidos de todo caldense. La zona más conocida y visitada del parque Dom Carlos I es la que se encuentra en la parte baja de las Termas, zona que cuenta con una linda cafetería acristalada, mesas de picnic, pistas de tenis, zona infantil, el museo de Jose Malhoa y un estanque, que en estos momentos se encuentra medio vació por mantenimiento pero que normalmente tiene barquitas que se pueden alquilar para dar una pequeña vuelta alrededor del estanque junto con los cisnes, patos y ocas que en el residen. Dejamos el bonito parque por la puerta inferior, donde se encuentran las pistas o canchas de tenis. Ya son más de las 13 y estamos hambrientos así que entramos en el centro comercial Vivaci, subimos a la última planta y nos pedimos 2 súper menús faláfel con arroz, ensalada, patatas fritas y 5 hamburguesitas de faláfel, sí ya se que no es muy portugués pero necesitábamos energía rápida Una vez recuperados volvemos a cargar nuestras mochilas sobre nuestros hombros y esta vez sí que nos vamos derechito a casa. Nuestro pisito se encuentra alejado de la ciudad y para llegar allí hay que caminar unos 20 minutos desde el centro comercial. De camino pasamos por delante del viejo almacén de trigo que han restaurado hace poco para acoger exposiciones de la facultat de arte e interpretación de Caldas, al igual que el edificio de al lado donde el grafitero portugués EIME dejo su huella. Saludamos a los vecinos, abrimos la puerta, subimos todos los diferenciales y... no hay luz, NO HAY LUZ y yo que pensaba llegar a casita y tumbarme a leer... suerte que hemos comido porque el piso es todo eléctrico y sin electricidad no funciona nada y cuando digo nada es nada, no podemos ni subir las persianas. Volvemos a salir de casa y ahora con prisa porque tenemos que llegar a la otra punta de Caldas antes de que cierren la oficina de EDP. Tenemos suerte y tras hora y media de fila nos atienden y nos comentan que entre hoy o mañana activarán de nuevo el contador... Efectivamente cuando llegamos por la noche, después de pasar el resto de la jornada en casa de unos amigos, ya habían activado todo. Realmente debo admitir que en EDP han sido súper eficientes. No olvideis visitar el álbum con más fotos de Caldas da Rainha y el relato de nuestro paseo por esta linda y pequeña ciudad:
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