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  1. Elegí ir a Perú pese a los prejuicios de todos mis conocidos y amigos. “¿Qué hay en ese lugar?” “¿Por qué te vas a ese lugar si no hay nada de nada?” “¿Vos estás segura de viajar ahí?”... Estas fueron algunas de las tantas frases que pronunciaron familiares y amigos, y que dieron vueltas por mi casa bastante rato. Pero de todas formas no influyeron en mí. Es cierto que Perú no es un país que esté en auge turístico, pero a mí eso no me detuvo. ¿Por qué elegir lo que está de moda siempre? A mí me gusta sumergirme en la aventura de lo diferente, de lo no convencional. Así que me fui a Perú, sin más vueltas. Primera parada: Perú Luego de unas horas de viaje llegué a la ciudad que lleva nombre de una fruta perfecta y perfumada, situada a orillas del Pacífico, es decir, a la ciudad de Lima. Lima es una ciudad polifacética… de poetas y escritores, con cultura y arte. En esta ciudad se encuentra el Museo de Arte Precolombino, donde se pueden ver importantes piezas de oro y momias. Es un lugar el cual recomiendo que visiten ya que para mí fue imperdible. Además de visitar el centro histórico, fui una tarde a tomar aire y dar una vuelta al Parque del Amor. Parque en donde se encuentra la escultura “El beso” la cual fue realizada por Victor Delfín, un artista peruano. Este romántico parque, según me contaron los lugareños, es el lugar elegido por la mayoría de las parejas para pasar un rato en el día de los enamorados, dicen que allí se reúnen muchas parejas, algunas de las cuales se proponen y juran amor. Lo más lindo del Parque del Amor, es la vista al espejo de agua y las frases de los poetas escritas en un muro, como comenté es una ciudad de artistas. Hay muchas frases, imposible acordarse de todas. Algunas de ellas pasaron a formar parte de mi agenda de viajes como la de Eielson que me gustó por ser también una especie de trabalenguas, decía así: “Estupendo amor amar el mar”. En esta ciudad polifacética, la gastronomía también dice presente. Para mí, viajar es una oportunidad de conocer la cultura del lugar y para ello hay que probar sus platos típicos y mezclarse con los lugareños y hacer nuevos amigos. Por supuesto que aproveché el viaje para probar la bebida nacional el Inca Kola mientras compartía una degustación de postres con mis amigos. Te estarás preguntado cómo es esta bebida… es bastante dulce y tiene un color medio amarillento, parecido al de la cerveza rubia. Según me comentó el barman, se hace con una hierba que es originaria de Asia. Me resultó muy curioso, yo pensé que estaría hecho con algo típico de Perú… Luego de recorrer Lima, seguí hacia la próxima parada... La misteriosa Nazca Más de ochocientas líneas con figuras geométricas, de plantas y de animales se encuentran sobre Las Pampas de Jumana, sitio más conocido como Las Líneas de Nazca. Llegué a Nazca con la idea fijar de dar un paseo por este misterioso lugar. Siempre había querido estar aquí y al fin había llegado, me parecía mentira… Planifiqué la visita a esta ciudad con tiempo, por las dudas de que las condiciones meteorológicas no me permitiesen realizar este ansiado vuelo, afortunadamente tuve suerte y puede dar este paseo al segundo día de llegar. Yo había visto fotos en revistas y también en internet, mi ansiedad hace que me anticipe a los hechos y antes de llegar quiera tener una idea de aquello con lo que me voy a encontrar. Además desde que me enteré de la existencia de este lugar no había podido parar de buscar fotos e información en mis tiempos libres por internet. Por supuesto que ninguna foto, ni siquiera la del fotógrafo más audaz, puede reflejar la realidad tal cual es. Es difícil describir lo que se siente al ver las líneas que forman las figuras del hombre, la del búho, la del colibrí, la el mono, el árbol, las manos y la del mítico fantasma, es algo verdaderamente deslumbrante, esperen a verlo ustedes mismos para comprobar que no miento. El vuelo para ver las Líneas de Nazca es una excursión muy interesante, es algo único. Debo confesar que cuando me subí pensé que el viaje sería algo incomodo, porque el avión era muy pequeño, pero al estar arriba uno se olvida todo y se deja llevar por la magia de las Líneas. El vuelo no es el único momento en que se pueden ver las figuras, toda la ciudad de Nazca está repleta de las mismas, como si fueran una carta de invitación a hacer el paseo aéreo. En los bancos de las plazas, en los pisos, en las paredes, sobre el césped y en todo lugar que pueda imaginarse, allí están las réplicas de los dibujos de Nazca. Por supuesto, también hay artesanías con estas mismas figuras ideales para llevar de recuerdo y de regalo. Con los mejores recuerdos de los paseos por las tierras peruanas volví a mi país, cargada de historias y anécdotas para contar, y sobre todas las cosas convencer a quienes me dijeron que en Perú no había interesante para hacer o para ver, que están realmente muy equivocados…
  2. Dos semanas después de nuestro viaje relámpago a Guanajuato, se avecinaba el día de muertos, famosa festividad nacional en México que mis amigos no se querían perder. Nuestra amiga Letzi nos recomendó pasar las fiestas en su natal ciudad Oaxaca, a unos 400 km al sureste de la ciudad de México, bien conocida por ser una de las zonas que conserva más población indígena en el país. Si bien el día de muertos se celebra diferente en cada sitio (conservando siempre algunos patrones) nos vimos muy interesados en saber cómo se celebraba en una cultura verdaderamente indígena (al ser una tradición proveniente de los pueblos prehispánicos, nuestros ancestros). Decididos, buscamos como siempre el autobús más barato. En este caso, uno que no salió de la terminal de autobuses, sino de una calle cerca de la estación de metro Balbuena. Algunos de mis compañeros se quejaron de la incomodidad; para mí, el aire acondicionado toda la madrugada y asientos reclinables fueron suficientes para disfrutar un viaje que costó la mitad del precio que en las líneas “oficiales”. Como casi todos los viajes baratos, llegamos muy temprano a la ciudad, cuando aún no salía el sol. El padre de nuestra amiga nos hizo el favor de recogernos en su camioneta y nos llevó hasta su casa, donde amablemente nos alojó a todos; aunque un poco apretados y en el suelo, fue mejor que acampar sobre piedras bajo el sol ardiente Con una guía de nuestro lado (mi amiga Letzi) no hubo problema para armar nuestro itinerario de viaje, pues teníamos bastantes días libres por tratarse de un “puente vacacional”. Así, nuestra primera visita la dedicamos a la zona arqueológica de Mitla, a unos 40 km de la ciudad. Mitla fue un asentamiento muy importante en la antigua Mesoamérica, primero liderada por los zapotecos y luego por los mixtecos, las dos principales civilizaciones prehispánicas en la zona sur de México. Ambos pueblos tuvieron constantes peleas, así que es común encontrar vestigios de ambas culturas en las ciudades oaxaqueñas. Una de las cosas que más me llamaron la atención fue que ninguna de las construcciones de Mitla está restaurada por los arqueólogos De hecho, ha podido soportar los constantes terremotos que han azotado la zona durante años. El recinto tiene la típica forma de plaza pública, con un palacio principal en un extremo y gradas alrededor del cuadrante principal, formando un cuadrado donde, se dice, se realizaban las ceremonias religiosas. Después de unas horas en la “ciudad de los muertos”, nos dirigimos de vuelta a Oaxaca, no sin antes hacer una parada obligada en Santa María del Tule. Esta pequeña población tiene su atractivo nada más y nada menos que en un árbol de ahuehuete, que resulta ser el árbol con el diámetro de tronco más grande del mundo. Posee una circunferencia de 42 metros y una altura de 40 metros. Su diámetro es de 14.05 metros. Se calcula que harían falta 30 personas tomadas de las manos para darle la vuelta a su tronco Sin duda, uno de los árboles más impresionantes que he visto en mi vida. De regreso en Oaxaca, el hambre comenzó a rugir en nuestros estómagos, y no dudamos en conocer el mercado central. Casi siempre la mejor comida en las ciudades mexicanas se encuentra en los mercadillos, lejos de los restaurantes caros y de las atracciones turísticas. Cabe mencionar que Oaxaca tiene una de las variedades gastronómicas más amplias y exquisitas de todo México, influenciada por la conservación de las tradiciones indígenas de las etnias que aún habitan la ciudad y sus alrededores. Esta riqueza culinaria incluye platillos como el mole, el queso Oaxaca, las memelas, los chapulines, las tlayudas, y bebidas como el mezcal, el atole, el champurrado y el pulque. Todos ellos les recomiendo probar (aunque si abusan del mezcal y el pulque acabarán muy borrachos ). Mis amigos y yo decidimos probar las tlayudas. Son tortillas de maíz de gran tamaño (muy grande, en verdad) con frijoles negros, lechuga, cebolla y un tipo de guisado, sea carne de res enchilada, chorizo, bistec, cecina, entre otros. Claro está, con una es más que suficiente para quedar satisfecho. Comer insectos también es algo común en esta zona del país. Algunos de mis amigos se aventuraron a probar los gusanos. Yo la verdad es que, al ver sus caras, me quedo con los chapulines (saltamontes) Al atardecer, visitamos el centro histórico de Oaxaca, declarado Patrimonio de la Humanidad. Uno de sus principales atractivos es el templo y ex convento de Santo Domingo, con sus retablos de oro de estilo barroco. La verdad es que todo el centro vale la pena, sobre todo por el ambiente de la gente. Aunque es bonito hallarse entre comunidades indígenas auténticas y mirar sus vestimentas, probar su comida y comprar sus artesanías (sobre todo de barro negro tallado a mano), la magia se va un poco al darse cuenta de la pobreza extrema en que muchos de los pueblos viven. Estos grupos étnicos solían vivir sus vidas a su antiguo modo, pero verse inmersos en el mundo capitalista contemporáneo los obligó a emigrar a las ciudades a buscar trabajos mal pagados y vender sus creaciones a precios muy bajos. Además, los métodos anticonceptivos no son algo común para ellos, por lo que se ve gran cantidad de niños por cada mujer, la mayoría de ellos sin estudios y trabajando en la calle desde pequeños. Son cosas para las que se debe ir preparado mentalmente. Al caer la noche, nos sorprendió un desfile de comparsas que cruzaba el centro hasta la catedral. El grupo musical iba seguido por personas disfrazadas en alusión al día de muertos. Uno de los personajes más famosos a nivel nacional y del que muchos se disfrazan durante estas fechas es “La Catrina”. Es prácticamente un esqueleto de mujer vestida con sombreros de ala y ropa muy elegante. Tiene sus orígenes en el siglo pasado, cuando un caricaturista criticó a los mexicanos que renegaban sus raíces y se querían sentir europeos, vistiendo a un esqueleto vacío de forma exuberante. Hoy en día, es parte del folclore mexicano y se ocupa como una especie de representación de la muerte. En fin, nos unimos a la comparsa, pudiendo bailar con las catrinas que desfilaban junto con otros seres extraños del más allá Después de esto, visitamos el panteón de la ciudad. Sí, visitamos el panteón de noche, y si se preguntan por qué, pues para celebrar el día de muertos. En México, tenemos la creencia de que los muertos viven en un mundo alterno al nuestro. Es decir, que su cuerpo no está con nosotros pero su alma vive en alguna parte de este mundo. Así, el 1 y 2 de noviembre celebramos el día de muertos, en el que ellos bajan al mundo de los vivos para convivir una vez más con nosotros. La madrugada del día 1 bajan las almas de los niños y el día 2 los adultos. Aunque cada rincón del país tiene creencias diferentes, se lleva a cabo la misma tradición para traer a los muertos, con el famoso “Altar”. El altar es una construcción simbólica, formada normalmente por siete niveles o escalones, que representan los niveles que atraviesa el alma para llegar al descanso eterno. Sobre ellos, se colocan ofrendas a los antepasados, que incluye alimentos y bebidas que eran de su gusto. También se colocan calaveras de dulce, típicas en esas fechas, y flores de cempasúchil (que con su color naranja simboliza al día de muertos junto con el morado), todo rodeado de velas. Sobre el altar se erige un arco que representa la entrada al inframundo; comúnmente se adorna con papel picado de color morado y naranja. En medio del altar se coloca la foto del o los difuntos a los que se rinde honor. En el suelo, se forma un camino de flores que guíen al muerto hacia el altar, que también se acompaña con incienso y velas. Hoy en día, por supuesto, también se usan símbolos cristianos, como la cruz y la foto de Jesucristo. Un día después de la fiesta, la comida se debe desechar, pues se cree que el muerto extrajo su alma y ya no es comestible. Cada familia pone su altar en su casa, aunque se suelen alzar también en lugares públicos como ofrenda a celebridades. En Oaxaca, la gente va al panteón para convivir con sus muertos. Ponen altares, llevan comida y hasta mariachis. Es como estar por un día con esa persona a la que tanto quisiste en vida. Aunque se escuche aterrador, es una fiesta bastante alegre, pues la muerte no es algo malo para los mexicanos, sino algo normal Al siguiente día subimos la colina para visitar el templo prehispánico más grande del sur mexicano: Monte Albán. Esta ciudad, más antigua que Mitla, mantuvo relaciones comerciales con Teotihuacán y fue ocupada de igual forma por los zapotecos y mixtecos, siendo estos últimos lo que vivieron la etapa de su declive. Monte Albán se yergue sobre un monte desde donde se avista la ciudad de Oaxaca a lo lejos. Su ubicación fue estratégica para su florecimiento. A diferencia de otros recintos, no tiene una pirámide principal. Subimos a varios de los templos para divisar su magnitud y el valle que la rodea. Encontramos también un pequeño estadio donde se jugaba el juego de pelota. El sol pega bastante fuerte en lo alto de la colina, por lo que nuestros sombreros y bloqueador solar fueron de gran ayuda, aún cuando en Oaxaca las temperaturas son un poco más bajas. Al ser una zona semi-seca encontramos refugio bajo algunos árboles de poca sombra, donde reposamos un rato luego de largas caminatas. Agotados, pero no rendidos, nos dirigimos a un pueblo cercano llamado Nazareno, donde habían invitado al padre de nuestra amiga Letzi a una fiesta. Como los más colados y sin invitación, mis siete amigos y yo entramos a la fiesta del pueblo mientras todos nos miraban extraño (toda la gente de ahí ya se conoce). Aún así, y sin haber cooperado para la banda de música y la comida, nos trataron muy bien y hasta nos invitaron a comer con ellos. El menú incluyó un manjar de dioses: tacos de chapulines Sé que creerán que soy raro, pero me encanta comer estos insectos. Con el estómago lleno y después de un poco de baile, fuimos a la plaza central del pueblo para mirar a la comparsa tocar. Poco después, decenas de personas disfrazadas llegaron a bailar en free style para celebrar a su estilo el segundo día de muertos. Entonces, nos vimos danzando con monos beisbolistas, extraterrestres, diablos, vampiros, y seres cada vez más extraños para celebrar juntos a nuestros muertos. De regreso a Oaxaca volvimos a casa de Letzi y empacamos nuestros trajes de baño, y nos dirigimos a la estación de combis (vans) para empezar nuestro viaje al siguiente destino: las paradisiacas bahías de Huatulco. Nos esperaba uno de los peores y mejores viajes de nuestras vidas, y sabrán por qué en el siguiente relato. Les dejo el link de la primera parte de las fotos del álbum de Oaxaca: Y por supuesto la primera parte del capítulo 5 de Un Mundo en la Mochila, donde podrán ver nuestras aventuras grabadas en video
  3. Y no, no hay apaches ni indios pieles rojas en Teotihuacán, si es lo que están pensando. El título de mi nuevo relato se adquirió a pulso por una sencilla razón: olvidar el bloqueador solar en casa De verdad, cada vez que visiten una ruina arqueológica ¡No olviden colocarse protector solar! Después de esta advertencia, haré un pequeño anuncio promocional. Uno de mis amigos españoles con el que viajé por todo México ha realizado (con mi coautoría) una serie de videos de viaje llamados "Un Mundo en la Mochila". Son videos al estilo amateur que les puede dar la oportunidad de conocer de manera diferente y más atractiva todo sobre los lugares que describo en mis relatos Así que a partir de ahora, en los relatos que lo ameriten, dejaré al final la liga del video para que le echen un vistazo. La ciudad de Teotihuacán es motivo de misterios, leyendas, ritos espirituales y teorías. No por nada es la zona de monumentos arqueológicos con mayor afluencia de turistas en todo México, aún más que Chichen Itzá y Palenque. Aunque en lo personal me han cautivado más las antiguas ciudades mayas (en relatos futuros sabrán por qué), la vividez y el brillo que emana Teotihuacán es digno de admirar desde todos sus ángulos. Si bien el Museo Nacional de Antropología e Historia (del cual hablé ya en mi relato anterior) tiene la colección más completa de vestigios de las culturas mesoamericanas en México, para vivirlas de verdad no hay nada mejor que verlo con sus propios ojos. Llegar a Teotihuacán no es nada complicado. Mis amigos y yo fuimos a la Central de Autobuses del Norte de la Cd. de México y desde ahí tomamos un autobús, que no demoró más de 45 minutos en arribar a las ruinas. Una vez que descendimos al sendero de tierra y nopales (no confundir nopal con cactus, búsquenlo en google) no hizo falta más que seguirlo. Después de unos minutos nos topamos con un grupo de Voladores de Papantla. Estos singulares hombres de origen totonaco (aunque hoy en día los hay de todas etnias) hicieron famoso su ritual religioso, que muchos piensan, fue adoptado y modificado por los aztecas para celebrar la fertilidad y acercarse al Dios del Sol. El rito consiste en un palo de más de 20 metros de altura; en su punta se encuentra una cruz giratoria (representa los 4 puntos cardinales) sobre la que baila el caporal, quien toca la música con un tambor y una flauta. A cada extremo de la cruz va atada una cuerda, que en su otro extremo sostiene por la cintura a un volador, quien se lanza al vacío desde la cruz cuando ésta comienza a girar. De tal forma, poco a poco los voladores van bajando mientras dan vueltas alrededor del asta, hasta llegar al suelo donde forman un círculo abierto. Sus vestimentas son muy coloridas y todo el espectáculo es realmente fantástico Además, para hacerlo, muchos de estos indígenas se preparan años, siendo más una preparación espiritual que física. Después de pasar a los voladores, se debe entrar por un pequeño museo para comprar el billete de admisión, que para estudiantes, ancianos y otros sectores es totalmente gratis, aunque el domingo lo es para todos (como es de esperarse, se atesta de gente). En nuestro caso, una chica practicante de la Escuela del Instituto de Antropología e Historia se acercó para ofrecernos una visita guiada sin costo, aunque normalmente se debe pagar por ello. Rápidamente aceptamos La primera visita la hicimos a la antigua ciudadela de Teotihuacán, que fue el centro político de la ciudad. En principio nos costó mucho trabajo subir algunos escalones que llevan al templo central. Una de las características de todas las pirámides en las que he estado es que tienen escalones muy altos lo que es un poco extraño, pues étnicamente los antiguos pobladores eran de estatura baja; pero probablemente esos escalones eran usados también como gradas. El templo central de la ciudadela es la pirámide de la Serpiente Emplumada, una de las principales deidades de las culturas mesoamericanas al que se le conoce como Quetzalcóatl. Lamentablemente esa pirámide no se puede escalar, pues ya está bastante dañada y, por tanto, reconstruida, debido a su explotación turística, y está a punto de perder su título de Patrimonio de la Humanidad. Aún así, el templo se puede admirar desde los escalones que bajan a su entrada. Una de las cosas que más nos maravillaron fueron las esculturas de la cara de la serpiente emplumada que se asoman por los costados. Los historiadores dicen que las plumas con las que se representa a dicho dios son iguales a las del Quetzal, el ave sagrada de los mayas que habita en la península de Yucatán. Las figuras a los lados de Quetzalcótal podrían ser el rostro de Tláloc, el dios de la lluvia. Más tarde, empezamos una caminata para conocer lo que fueron las casas de los ciudadanos de Teotihuacán. Algunas, las que se creen fueron zona de la aristocracia, otras para los guerreros y otras para la clase obrera. Las casas, por supuesto, lucen bastante deformadas; sólo se pueden apreciar los trazos de sus cimientos, lo que da una idea de cómo estaban divididos los cuartos por dentro. Cuando la guía terminó el recorrido, mis amigos y yo partimos hacia el primer objetivo: subir la pirámide del Sol, la segunda más grande en Mesoamérica. En el camino, nos topamos con varias plataformas que parecían pirámides a medio construir. Nos enteramos que, se cree, podían haber sido usadas por los aztecas para realizar sacrificios humanos. Así que no dudamos en actuar un antiguo sacrificio y dar gracias a los dioses aztecas por cierto, eso lo tenemos grabado. Cuando nos vimos al pie de la pirámide del Sol, nos quedamos con la boca abierta. Basta decir que suele ser comparada con la Gran Pirámide de Keops en Giza, por su magnitud. Entonces, decidimos dar el primer paso. Subir esas escaleras puede ser un reto extremo para muchos. Pero vaya que vale la pena. Como dije antes, casi todas las estructuras antiguas tienen escalones muy altos; la manera recomendable de subirlos es en zig zag, y no de forma recta hacia la cúspide. Cuando nos hallamos por fin en la cima (que en realidad es como el segundo o tercer piso, pues no se permite escalar hasta la punta) pudimos divisar desde un ángulo maravilloso la pirámide de la Luna, cuya forma, curiosamente, se asemeja a la montaña que tiene detrás. La guía nos dijo que los teotihuacanos se guiaron en las colinas que rodean al valle para construir los edificios. Después de unos minutos descansando en la orilla de la plataforma, comenzamos a sentir los estragos de haber olvidado el bloqueador solar en casa. Nuestra piel se empezó a tornar roja y eso no es nada divertido. Cuando descendimos la pirámide, sólo nos faltaba una cosa más por hacer: subir la pirámide de la Luna, de menor altura que su hermana. Para ello, debimos recorrer toda la Calzada de los Muertos. Ésta fue la avenida principal de la ciudad, pues conecta ambas pirámides con la ciudadela y el templo de la serpiente emplumada. Se llama así porque cuando fue descubierta los arqueólogos encontraron muchos cadáveres a las orillas de la calzada. Se cree que son los restos de los sacrificios humanos que se realizaban en las pequeñas plataformas a los costados de la calle. Algunas personas creen que la ciudad de Teotihuacán está cargada con energías astrales o espirituales, y hacen todo tipo de rituales de meditación a lo largo de la calzada. Al finalizar el sendero, quedamos justo frente a la gran pirámide lunar, y echando una bocanada de aire antes, dijimos: "¡Vamos! ¡Nosotros podemos!"... sólo unos escalones más y nos vimos en la cima de la segunda pirámide Desde aquí se tiene una vista frontal magnífica de toda la Calzada de los Muertos y, por tanto, de casi la totalidad de la ciudad. Fue un momento de relajación absoluta, después de largas caminatas y exponer nuestra piel al sol de verano. Después de minutos de tomar fotografías y mirar el paisaje, bajamos nuevamente y emprendimos nuestra caminata a la parada del autobús que nos retornaría a la ciudad de México. Se que hay ocasiones en que se puede conocer Teotihuacán desde un globo aerostático, debe ser sorprendente. Así que, si su billetera lo permite, no duden en hacerlo También les dejo el link del álbum completo de mis fotos Y la liga del video de Un Mundo en la Mochila, el primer capítulo de toda la serie, que en realidad trata sobre el D.F. A partir del minuto 21:30 podrán mirar todo sobre Teotihuacán
  4. En nuestro séptimo amanecer en Chiapas despertamos en la Posada de Carmelita. Habíamos descansado muy bien, y tomamos un meritorio baño caliente por la mañana. Bajamos para hablar con ella; pagamos esa noche y acordamos otro trato: ese mismo día viajaríamos al sur, al Parque Nacional de Lagos de Montebello. Trataríamos de acampar ahí una noche para después internarnos en la selva Lacandona desde la parte sur, e intentar llegar a la Laguna de Miramar, en el corazón de Lacandonia. Nuevamente, no teníamos un día exacto de retorno, así que aceptó guardar nuestras maletas y salimos solamente con lo necesario. Para nuestra sorpresa, nuestro amigo Guille cogió todas sus cosas y salió de la Posada con su enorme mochila. Nos dijo: “chicos, hoy mismo debo llegar a Guatemala. Alcanzaré a mi hermano y me quedaré con él hasta navidad”. Sus planes eran algo osados, pero no podíamos hacer nada. Se acercaba otra despedida pues para navidad, todos nosotros estaríamos de vuelta en nuestros hogares. No obstante, partimos juntos a la estación de combis (con un atole de arroz y un tamal en la mano). Tomamos una van a Comitán, una ciudad a 100 km al sur de San Cristóbal. Una vez ahí, acordamos llegar primero a Chinkultik, unas solitarias ruinas mayas cerca de los lagos. Guille decidió acompañarnos y después partiría a su aventura. Otra combi nos llevó por la carretera fronteriza y nos dejó en un pequeño poblado a la orilla de la autopista. A la zona arqueológica se llegaba al tomar un camino de aprox. 2 km adentro. Un pequeño señor con su moto-taxi aparcado parecía ya esperarnos en la entrada, y nos ofreció llevarnos por un poco de dinero. Aceptamos la propuesta del austero taxista. El clima en esta región era bastante fresco en el otoño, muy diferente al de la selva en la que estuvimos el día anterior. El viento soplaba y las hojas volaban por los suelos, y los paisajes eran verdes llanuras con algunos árboles que cubrían discretas áreas del campo. Chinkultik es otra de las zonas mayas no muy conocidas ni explotadas. Éramos otra vez, los únicos en el recinto. Pasamos por la recepción donde no tuvimos que pagar ni un centavo La ciudad de Chinkultik es pequeña en extensión. Comenzamos por visitar las afueras y el estadio de juego de pelota, también bastante pequeño. Después, seguimos un sendero que serpentea el terreno llano, hasta cruzar un arrollo y llegar a una pequeña colina. Es sobre este montículo de tierra donde los mayas construyeron una escalinata (que simula una pirámide, pero aprovechando el terreno elevado). En lo alto del monte nos topamos con una especie de acrópolis, desde donde tuvimos vistas maravillosas de las llanuras, montañas, bosques y lagos de alrededor. Sin embargo, lo que cautivó nuestra vista fue un cenote de color azul turquesa ubicado al norte y justo debajo de la pirámide. Los cenotes son cuerpos de agua subterráneos, generalmente hallados dentro de cuevas que han perdido su techo. Los cenotes más viejos pueden estar a cielo abierto, pues han crecido con el tiempo. Es el caso del cenote que tuvimos la dicha de conocer. Se cree que eran sagrados para los mayas, pues en la profundidad de muchos de ellos los buzos han encontrado restos humanos pertenecientes a niños mayas que, se dice, eran sacrificados como tributo a los dioses Me daría un poco de escalofríos nadar en uno de ellos y toparme con un cráneo. El viento soplaba aún más fuerte en la cima. Nos sentamos un rato a contemplar el paisaje. Del lado este teníamos el cenote y un lago, tras el cual se contemplaban las montañas que marcaban el límite del Parque Nacional de Lagos de Montebello. Del lado suroeste teníamos otra laguna que se conectaba con el arrollo que acabábamos de cruzar. Bajamos la pirámide y volvimos por el mismo sendero, al que además de las marcas de llantas, enmarcaban los árboles en ambas orillas que formaban un túnel muy otoñal. Nos detuvimos un rato en una especie de plaza cuadrada que formaban unas construcciones en grada. Parecía ser una plaza pública de la antigua ciudad. Habíamos acordado una hora con el taxista para que nos devolviera a la carretera, pues en el recinto prácticamente sólo estaban los encargados de la recepción. Sin embargo, vimos a un señor que salía con su camioneta. Le pedimos el favor de acercarnos a la carretera, y aceptó. En ese instante, Germán (el taxista) apareció de la nada. Nos dio mucha pena dejarlo plantado, y abordamos su moto de nueva cuenta. Nos dijo que él mismo nos podía llevar a recorrer los Lagos de Montebello, pues aún faltaban algunos kilómetros para llegar. Además, con él podríamos recorrer más que sólo uno de ellos. De tal forma, llegamos a la autopista, donde hicimos una escala para dejar a Guille y despedirnos de él Fue un momento bastante dramático, pues no sabíamos cuándo lo volveríamos a ver. Él se iba a Guatemala y después volvía a España, a un océano de distancia de México. Fue una despedida rápida, pues la combi que debía tomar apareció repentinamente y se estacionó frente a nosotros. Rogamos porque cruzase la frontera sin problemas y se encontrase con su hermano pronto. Casi con lágrimas en los ojos, subimos otra vez a la peculiar moto-taxi de Germán y comenzamos la travesía hacia los Lagos.
  5. Por sexto día bajo el cielo chiapaneco, los tenues rayos del sol nos despertaron al penetrar las ventanas de nuestra casa de campaña. Recogimos todo en pocos minutos y despedimos a las cascadas con el sonar del río avanzando por su cauce. Una combi nos esperaba en la entrada del parque para llevarnos, junto con otros viajeros, a la cúspide del estado: la ciudad maya de Palenque. Recorrimos cerca de 60 kilómetros para llegar al pueblo de Palenque. Ahí, debíamos tomar otra combi hacia la zona arqueológica. Hicimos una escala para tomar el desayuno. Estando tan cerca de la terminal de autobuses, decidimos comprar nuestros tickets de vuelta a San Cristóbal para esa misma noche, antes de que se agotaran. Palenque es un pueblecillo bohemio repleto de mochileros y viajeros al estilo hippie con mucho movimiento. Inspirados por ellos, intentamos hacer autostop para llegar a las ruinas… fracasamos en pocos minutos Así que subimos a una van que nos llevó hasta el recinto. Desde que llegamos nos aplicamos repelente de insectos, pues la espesa selva era bastante húmeda y lo que menos necesitábamos eran ronchas en nuestra piel Dejamos nuestras mochilas y la carpa en el guardarropa y emprendimos la visita. Cabe mencionar que, a pesar de su lejanía, Palenque es una zona bastante turística; los folletos, guías y vendedores atiborran a uno desde la entrada. Dijimos que NO a todos ellos para recorrerlo por nuestra cuenta. Lo primero con que uno se topa al pasar la recepción y el pequeño museo es el conjunto principal de pirámides, siendo la más famosa el Templo de las Inscripciones, ícono de Palenque y construcción bajo la cual se encuentra la tumba del antiguo Rey Pakal. Tras este conjunto se alzan árboles de más de 20 metros de altura Está prohibido subir o entrar en el templo, pues aún se llevan a cabo investigaciones sobre los jeroglíficos en su interior que, según los arqueólogos, cuenta la historia de la ciudad. Pronto, Guille se separó de nosotros (como era ya costumbre). Al ver que las tres plazas principales estaban repletas de turistas, Dany, Sonia y yo decidimos comenzar por el final. Descendimos a la zona “olvidada” de Palenque, donde hay edificios más pequeños, como el estadio del Juego de Pelota y el Templo del Conde (donde vivió un explorador francés por dos años cuando vino a investigar las ruinas). Desde la zona baja teníamos también vistas muy bonitas del Palacio, que más tarde visitaríamos. Comenzamos a caminar cuesta abajo, guiados por un angosto sendero que se internaba en la selva y donde yacían pequeñas ruinas de piedra que apenas y se asomaban entre la espesa vegetación. En esta zona vivía el pueblo de Palenque, la clase trabajadora y guerrera de la ciudad. Es interesante saber que los mayas, al igual que los griegos, no fueron un imperio como tal. Fundaron distintas Ciudades Estado, cada una gobernada por un rey o señor. Las ciudades se comunicaban entre sí y, según se sabe, rara vez ejercían batallas. Palenque fue una de las tres más grandes de ellas, con sus hermanas Chichen Itzá y Tikal. Había pocos turistas vagando por estas zonas, lo cual nos tranquilizaba. Exploramos un poco de los suburbios de Palenque y tratamos de imaginar cómo vivía la gente allí hace más de mil años, cuando se cree que “misteriosamente” desaparecieron o abandonaron el lugar. De hecho, cuando los españoles llegaron a México, la mayoría de las ciudades mayas estaban deshabitadas, por lo que la selva reclamó lo suyo y cubrió las construcciones bajo inmensos árboles y montículos de tierra. Los exploradores tuvieron que trabajar arduo para redescubrir sus espléndidas obras. Hoy en día, se cree que sólo un 2% de la ciudad de Palenque está al descubierto y lo demás está bajo tierra (increíble, ¿no es cierto?). La caminata fue larga; la ciudad era más extensa de lo que imaginábamos Pudimos ver que bajo muchas de las raíces de los árboles se asomaban trozos de piedra rectangulares, lo que indica que, precisamente, aún falta mucho Palenque por descubrir. Empapados en sudor por la evidente humedad, regresamos al campo abierto y salimos de la selva. Reposamos un poco y seguimos adelante. Subimos al Palacio, un conjunto arquitectónico en forma de fortaleza, con 4 torres en sus esquinas y un observatorio astronómico (que ganas me quedaron de quedarme una noche ahí para ver las estrellas desde la mitad de la selva). Desde lo alto, pudimos ver que los turistas habían desalojado la mayoría de la plaza central, así que aprovechamos a tomar fotos, cuidándonos de que ningún guardia nos viera, pues no se podía subir a lo alto de las torres Las vistas eran magníficas. El Templo de las Inscripciones lucía todo su esplendor desde allí. Y a nuestras espaldas estaba el Conjunto de las Cruces, una plaza cuadrada con tres templos alrededor. Bajamos para visitar aquellos tres templos, después de encontrar a Guille deambulando solo por las ruinas. Los templos hacen alusión nuevamente al árbol de la vida (la ceiba) llamada la Cruz Maya. Sinceramente cuando llegamos ahí, yo ya estaba muy cansado, y no subimos a los tres templos, pues se hallan sobre pequeñas pirámides escalonadas que ya no deseábamos ascender Sentados ahí, escuchábamos los aullidos de los jaguares en la selva; nunca supimos si eran reales o algún niño los hacía con aparatos sonoros que venden como souvenirs. La verdad es que sonaban muy fuerte como para provenir de un pequeño recuerdito. Cuando volvimos a la plaza central, un niño nos ofreció darnos un paseo por la selva para ver a los monos y a jaguares. Como ya sabemos que muchos nos tratan de timar, preferimos negarnos. Aunque una vez que se fue, nos metimos nuevamente a la selva para ver si, por casualidad, encontrábamos un mono nosotros solos Seguimos a un grupo pequeño de personas que iban frente a nosotros, para no perdernos. Al final, no logramos ver ni siquiera a una pequeña ave pero la belleza de la selva valió la pena. Este viaje lo hice hace casi dos años; era diciembre del 2012. Si bien recuerdan, se corrieron rumores de que los mayas habían predicho el fin del mundo para el 21 de diciembre del 2012. Por tanto, había muchas personas vestidas de blanco y realizando alguna especie de ritual sagrado. Al final, todas fueron interpretaciones distintas de los calendarios mayas, que según investigadores tiene una cuenta larga en la que cada 5,200 años se inicia un nuevo ciclo. Así, vivíamos el ciclo del Baktun desde el año 3114 a.C., y terminó el pasado 21 de diciembre del 2012. Terminamos el tour muy cansados y volvimos al pueblo de Palenque, donde comimos algo en el mismo sitio y poco tiempo después, tomamos nuestro autobús de vuelta a San Cristóbal. Fue un viaje de 5 horas bastante pesado, pues las vueltas en la carretera nos revolvieron el estómago y, para variar, un niño vomitó en el piso del camión Casi a la media noche llegamos a San Cristóbal. Volvimos a la Posada de Carmelita y estaba cerrada. Tocamos a la puerta de su casa (que estaba junto) y amablemente salió su nieto a abrirnos la habitación. Nos dijo que pagaríamos al siguiente día; así que sólo nos aventamos a la cama y descansar merecidamente para nuestro siguiente día, que nos llevaría a destinos que no planeamos nunca. Les dejo el link con la segunda parte de las fotos:
  6. Despertamos por tercer día en la posada de Doña Carmelita. Después de pedirle algunos consejos, hicimos maletas y le pedimos el favor de que nos las guardara por algunos días, pues el plan era llegar a Palenque, haciendo algunas escalas en el camino, y la fecha de nuestro retorno era todavía incierta. Con amabilidad, Carmelita aceptó guardar la mayoría de nuestras cosas y tener una habitación disponible para nosotros al volver. Tomamos algunas prendas de ropa, la casa de campaña y nos dirigimos a la estación de combis. Compramos los tickets para Ocosingo, un pueblo a 90 km de San Cristóbal de las Casas. Partimos, no sin antes desayunar nuestro tamal y atole de arroz para combatir el frío El trayecto en la van duró casi una hora y media. Ocosingo es una ciudad pequeña que se halla en el camino San Cristóbal – Palenque. Pero no hicimos escala sólo para recorrer el centro y conocer el mercado local. Nuestra intención era alcanzar la antigua ciudad maya de Toniná. Al mirar el mapa de la carretera hacia Palenque, nuestro amigo Daniel miró en su Guía de México que Toniná quedaba de paso. No es un sitio muy turístico, y nadie a quien le preguntes te lo recomendará de cierta forma. En nuestro afán por lo desconocido, no quisimos dejarlo pasar. Desde Ocosingo, tomamos otra pequeña van que nos llevó hasta el sitio arqueológico. El vehículo transportaba mayormente a personas (muchas de ellas indígenas) a sus comunidades rurales a las afueras del pueblo. La última parada era Toniná, a la que solamente nosotros nos dirigíamos. La entrada tenía un pequeño edificio donde había algunos arqueólogos, quienes nos dijeron que la entrada era gratuita. Era raro no estar rodeado de vendedores ambulantes y no ver ningún tipo de souvenir a la venta. Pero ¿qué mejor?, Estábamos casi solos en la monumental ciudad. Caminamos un pequeño sendero entre el bosque seco que rodea la villa y, entonces, la vimos: la Gran Pirámide de Toniná, que se asomaba a lo alto del follaje. Es la principal construcción en el recinto. Como muchas de las ciudades precolombinas de Mesoamérica, Toniná tiene una forma de Acrópolis, con el templo mayor frente a la plaza central, que está rodeada por un campo de juego de pelota y las viviendas de la clase agricultora y comerciante. Quizá alguna vez hayan visto o leído sobre este deporte que menciono. El antiguo Juego de Pelota era famoso entre las civilizaciones mesoamericanas. Consistía en dos equipos que debían meter una pelota de hule en un agujero de piedra, golpeándola con sus caderas. Más allá de un juego, era un ritual religioso que, algunos creen, representaba el movimiento de los astros sagrados o el triunfo de Huitzilopochtli (dios del Sol) sobre su hermana la Luna, para dar lugar al amanecer. El ganador era a veces sacrificado, como tributo a los dioses. Vaya premio para el ganador, ¿no? Luego de avistar el estadio, caminamos hacia la Plaza Central para mirar desde abajo la Gran Pirámide. El próximo paso era, por supuesto, subirla. En nuestro camino nos detuvimos a observar un curioso templo con dos ventanas en forma de cruz. Mi amiga Sonia no quiso quedarse con la duda sobre lo que era, y decidió preguntar a un arqueólogo que hacía sus prácticas en las ruinas, quien pronto se convirtió en nuestro guía, sin pedir una cuota fija a cambio. Nos explicó que Toniná aún seguía siendo descubierta y estudiada, por lo que no estaba explotada al turismo al 100%. También nos dijo que la Gran Pirámide era la más alta del mundo, aún más que la Pirámide de Keops, en Giza El basamento cubierto de tierra y vegetación no dejaba al desnudo la magnitud de tal edificio. Nos condujo entonces al Templo del Inframundo, como muchos arqueólogos bautizaron a aquella edificación. Las ventanas en forma de cruz representaban a la Cruz Maya (de la que ya hablé en el relato anterior) que hace alusión a la ceiba, árbol de la vida para los mayas. Resulta que el templo es el lugar donde, se cree, los habitantes entraban en contacto con el inframundo (mundo de los muertos) desde el supramundo (mundo de los vivos). Dentro, la luz es escasa. Debimos guiarnos por la voz del guía y por nuestro tacto para caminar por aquel laberinto de piedra. La sensación era excitante. Debimos dar al menos tres vueltas para que nuestros ojos se acostumbraran a la poca iluminación. Al quedar frente a los rayos de luz que penetraban por las ventanas, debimos cubrir nuestros ojos para no cegarnos ni dañar nuestra retina a la luminiscencia interior. Después de algunas vueltas, el guía nos mostró un fenómeno que, dice, sigue sorprendiendo y siendo estudiado por los arqueólogos del lugar: Colocamos nuestros cuerpos de espaldas a la luz de una de las ventanas, de tal forma que pudimos ver nuestra sombra reflejada frente a nosotros. El guía nos indicó que camináramos hacia la pared y la tocáramos con nuestras manos. Así, estábamos dejando nuestro cuerpo (nuestra carne) en el inframundo. Despacio, debimos dar de 7 a 14 pasos hacia atrás (si no mal recuerdo, es el número de niveles del infra y supramundo para los mayas). Entonces, vimos algo que nos dejó atónitos: nuestras sombras se fueron transformando hasta tomar la forma de nuestros esqueletos. Creí que era irreal, o alguna especie de truco Pero mis amigos también lo vieron. Movíamos nuestros cuerpos y extremidades de un lado a otro, para ver cómo nuestros huesos se reflejaban en el muro frontal. La columna, el cráneo, el húmero, la pelvis. Todo un esqueleto humano. El guía nos dijo que nuestro esqueleto permanecía en el supramundo. Caminamos de vuelta y tocamos la pared. Nos volvimos a alejar, y nuestras sombras eran ahora normales, formando la silueta de nuestro cuerpo entero y nuestra ropa. Habíamos recuperado nuestro cuerpo del más allá. Sin duda alguna, ha sido la experiencia más sobrenatural que he tenido en mi vida, aunque normalmente yo sea un escéptico de esas cosas Anonadados por el mundo maya, seguimos nuestro rumbo hacia la cúspide, pasando por las chozas donde habitaba la clase obrera de la ciudad. Pequeñas pero ingeniosas construcciones, que contaban ya con letrinas, camas y pequeños estanques para reflejar la luz de la luna y tener iluminación por las noches. Despedimos al guía en uno de los siete niveles de la pirámide para seguir por nuestra cuenta. Serpenteamos entre la vegetación exuberante que crecía de las piedras, apenas en restauración, lo que da a Toniná un aspecto de abandono y deterioro. Desde abajo no parecía tan alta, pues tiene muchos descansos a cada cierto número de escalones. Pero una vez arriba, las piernas y el calor corporal hacen sentir que en realidad es la más alta del mundo. En la punta, nos topamos de nueva cuenta con Guille, quien se había separado (como de costumbre) para mirar por sí solo las ruinas. Tomamos un poco de agua y nos sentamos a descansar, mirando el paisaje tremendo frente a nosotros. Un enorme y verde valle circundado de montes y aves que lo sobrevolaban. Casi parece que los mayas hacían un estudio del terreno y elegían los sitios más chulos para alzar sus ciudades. Luego del merecido reposo, descendimos la pirámide y esperamos a la combi que nos devolvió a Ocosingo. Comimos un rico mole en el mercado local y nuevamente emprendimos la ruta por carretera para arribar a nuestro próximo destino: las Cascadas de Agua Azul. Les dejo el link con la parte de las fotos:
  7. Fue en definitiva un día agotador, pero perfecto. El encargado del hotel nos indicó que uno de los taxistas del mismo establecimiento podría llevarnos a recorrer algunos de los lugares más conocidos del Distrito Federal (lugar también conocido como Ciudad de México) y considerando que se comenta que es uno de los lugares más peligrosos del mundo para aventurarte sólo (una exageración a mi parecer ), aceptamos la oferta por un precio muy inferior al del ofrecido por agencias de turismo de la zona. 7 de la mañana y me encontré con dos de mis compañeros de viaje rumbo a dos de los destinos más populares de la zona de Distrito Federal. El primer sitio a visitar, las ruinas de Teotihuacan: “lugar en donde los hombres se convierten en dioses o ciudad de dioses”. Luego de alrededor de 40 minutos de recorrido, paramos en primer lugar en un encantador centro artesanal en donde nos explicaron respecto a la creación de diferentes productos de la zona, pero a decir verdad, lo que más me interesó, por supuesto, fue como creaban una bebida denominada “pulque” la cual se fabrica a partir de un tipo de cactus gigante llamado “maguey” y que de acuerdo a la vendedora, quien nos hizo una detallada demostración de su preparación, garantiza la cura de muchas enfermedades tales como infertilidad y problemas inmunes, pero siendo su principal atributo el ser un poderoso afrodisiaco. ¡¡Deme 10 botellas señorita!! Posteriormente de una variada degustación de tequilas y recorrer el centro artesanal, nos dirigimos finalmente a las ruinas. Nos habían pronosticado frío intenso para éste día, pero por supuesto, el pronóstico del clima fue incorrecto, por lo que fue necesario comprar unos sombreros típicos para la ocasión antes de dirigirnos y ascender en primer lugar, la pirámide del sol, conocida como la tercera pirámide más grande del mundo. Debo decir que al contemplar la pirámide del sol desde abajo, si bien la vista de ésta es impresionante, la tarea del ascenso parece bastante sencilla. Sin embargo, luego de iniciar la subida nos dimos cuenta de nuestro error. Es un esfuerzo considerable para poder llegar a la cima, especialmente para personas con un regular estado físico, pero luego de 234 escalones logramos nuestro cometido y en definitiva valió la pena. De acuerdo a las tradiciones de la zona, se sugiere que al llegar a la cima se pida un deseo y este se cumplirá, pero yo a pesar de ser una supersticiosa de tomo y lomo, reconozco haber olvidado esto y haberme quedado contemplando lo maravilloso del paisaje. En definitiva esto siempre me pasa al visitar lugares de los que he leído en libros y he escuchado relatos de mis queridos viajeros. Simplemente, me sumerjo en el momento y agradezco la posibilidad de poder contemplar con mis propios ojos lo pequeños que somos y sueño como habría sido para mi, vivir en una civilización diferente a la actual. Luego de mi momento contemplativo , emprendemos la bajada y posteriormente un recorrido por la “calzada de los muertos” para contemplar tanto la pirámide de la luna, como la ciudadela. La visita a nosotros nos tomó alrededor de 2 horas, pero es posible pasar mucho más tiempo en la zona, especialmente si te animas a realizar un paseo en globo por la zona, tur que es considerado como un imperdible al visitar Teotihuacan. También es posible ocupar más tiempo si tu intención es subir la pirámide de la luna o tomar un tur completo con la historia del lugar, pero como nosotros andábamos con tiempos acotados, retornamos a nuestro taxy para ir rumbo a nuestro segundo destino.... Venecia. Bueno, no Venecia de Italia, sino la Venecia de México: Xochimilco. Nunca pensé que conocería Xochimilco. Posiblemente porque antes de viajar a Ciudad de México en Enero de éste año, no sabía ni siquiera que existía este lugar y debo decir que si pudiese realizar una lista de los paseos más encantadores que me ha tocado realizar, definitivamente éste se encontraría entre mis predilectos. ¿Por qué? Mi respuesta es quizás algo más sencilla. Xochimilco te permite contemplar la felicidad y vivirla al ritmo de música, mezcladas con tequila y micheladas . Mejor me explico, Xochimilco es una de las 16 zonas del distrito federal la cual es más conocida por ofrecer a los turistas unos encantadores paseos en “trajineras”, que son embarcaciones para aproximadamente 10 a 15 personas las cuales se utilizan en aguas poco profundas de aproximadamente 30 centímetros de profundidad. Llegamos alrededor de las 4 de la tarde en donde el mismo taxista nos realizó los contactos para rentar una de estas embarcaciones y así poder recorrer los canales del lago Xochimilco, acordando de forma previa que nuestro recorrido duraría alrededor de dos horas. Nos subimos a la embarcación y una de las primeras cosas que nos ofrecieron fue, por supuesto, una cubeta enorme llenísima de cervezas Corona, las cuales podíamos consumir durante el viaje pagando las consumidas al final del recorrido. Perfecto! El paseo es sencillamente encantador. Los canales son muy angostos, muchísimo más de lo que yo hubiese esperado, por lo que finalmente te encuentras con canales llenísimos de estas llamativas embarcaciones, y resulta bastante frecuente que éstas colisionen suavemente entre sí. Contemplar el atardecer desde una trajinera es una experiencia muy relajante y sublime. Nosotros optamos por cenar a bordo de la embarcación en donde bastó indicarle a nuestro conductor, para que un pequeño botecito se aparcara junto a nosotros y una pareja cocinara nuestra cena y la trasladara dentro de nuestra trajinera, todo esto mientras nuestro paseo proseguía. La comida realmente deliciosa. Tacos dorados, quesadillas y mole, acompañado todo de las infaltables tortillas con guacamole y frijoles negros, todo por un valor muy inferior a lo que normalmente estoy acostumbrada a pagar. Es frecuente que diferentes embarcaciones más pequeñas se acerquen y ofrezcan variados servicios, desde artesanías de la zona, hasta mariachis que por una módica suma de dinero, suben a tu embarcación y te acompañan en el paseo. Son estos pequeños lugares del mundo los que te permiten darte cuenta que aún existe magia para el viajero, en donde es posible perderte en un mundo completamente diferente del que vienes y en un instante, al cerrar los ojos, te das cuenta que hay momentos como éste, que siempre los recordaras como un instante perfecto. 6 de la tarde, y nos dispusimos a retornar a nuestro hotel, cansados , pero felices.
  8. Dicen que Machu Picchu es una ciudadela increíble y por cierto lo es y es una visita imperdible para cualquier amante de la aventura. Podría entrar en detalles de cómo se originaron las ruinas, la cultura Inca y hasta de donde proviene la palabra Machu Picchu, pero en realidad lo que me gustaría contarles en esta oportunidad es de como las ruinas se transforman de un segundo a otro en un completo laberinto mágico. Queridos viajeros: cuando alguien les recomiende contratar un guía para recorrer las ruinas, no subestimen la recomendación. Este dato será el dato más importante que les podré dar y que por supuesto, yo ignoré queriéndome pasar por conocedora y viajera experimentada. Mayo del 2014, me levanté muy temprano (bueno no fue tan temprano en realidad, pero creo que logré despegarme de las sábanas como a las 8 de la mañana ) y me dirigí desde mi hotel hasta la estación de buses para emprender mi subida a la ciudadela. El ticket de bus lo había comprado el día anterior y las entradas en Cusco dos días antes, ya que me habían advertido que estás suelen agotarse en los meses de mayor demanda. En mi caso, solo logré comprar la entrada que incluía la visita a la ciudadela y Machu Picchu montaña, que permitía la opción de poder escalar una de las montañas pequeñas para contemplar las ruinas desde lo alto. Pero estaba tan enojada conmigo misma por no haber planificado este viaje con anticipación, ya que al momento de adquirir las entradas, la subida a la montaña Huayna Picchu (la montaña más alta del sector) ya estaba agotada, dado que solo se permite un ingreso de solo 400 turistas a la vez. (es importante destacar que la entrada a las ruinas de Machu Picchu son también limitadas, permitiendo el ingreso de 2500 turistas diarios, por lo que es muy importante comprar las entradas con anticipación). Estaba indignada, furiosa y apenada . No podía creer que no iba a poder escalar esa montaña gigante y sacar fotos más increíbles aún….Bueno, más tarde me daría cuenta que eso fue lo mejor que me pudo pasar. El ascenso desde Aguas Calientes hacia Machu Picchu me tomó como 20 minutos en bus. Me habían advertido que estaría muy helado, por lo que me coloque toda la ropa posible antes de dejar el hotel, pero ya llegando a las ruinas, me percaté que el pronóstico del clima que me habían entregado era incorrecto. Un sol radiante alumbraba el día y la temperatura empezó a ascender considerablemente, por lo que decidí dejar toda la ropa sobrante en custodia (sí, para mi sorpresa había custodia de ropa y equipaje en la entrada a las ruinas por solo 5 soles). Finalmente había llegado. Yo. En la entrada de las ruinas de Machu Pichu, uno de los lugares que soñaba desde el colegio en donde mi profesora de historia pasaba horas de horas relatando respecto a la cultura que habría permitido la creación de esta maravilla, que en realidad ella misma más tarde reconoció no haber podido conocer. Me encontraba en ese momento de contemplación cuando y sin exagerar, alrededor de unos 100 guías comenzaron a ofrecer efusivamente sus servicios para acompañarme en este interesante recorrido. Amablemente deserté de cada uno de ellos y me dispuse a aventurarme en este mundo mágico ahora ya certificado como una de las 7 maravillas del mundo, ya que no quería tener a un completo extraño acompañándose en mi travesía, ni menos escalar una montaña en su compañía, porque soy de naturaleza muy desconfiada a decir verdad. A solo 5 minutos de caminata me di cuenta que los relatos de otros viajeros eran ciertos. Es imposible no fotografiar cada milímetro de Machu Picchu, ya que el lugar completo es como una postal. Muchas veces te quedas parada contemplando la maravilla que te rodea y sé que esto es un relato y debiese quizás describirles en mayor detalle porque Machu Picchu te deja sin habla (sí, incluso a mi), pero creo que a veces es mejor dejar que las fotos hablen por mi. Dicen las historias que este lugar fue construido en el siglo XV por los Incas y se piensa que fue la residencia de descanso del emperador Inca Pachacutec, aunque también existen otras historias que contradicen esto y mencionan que el sitio habría sido construido por el Inca Wiraqocha, por lo que a no existir un claro consenso de cómo y quién los construyó, mejor me declaro inmediatamente incompetente en este tema. Lo único que sí está claro es que el lugar descubierto por el historiador Hiram Bingham, y que el abandono de ésta ciudad por parte de los Incas también resulta un misterio para los investigadores modernos. Al llegar a las ruinas, lamentablemente no te entregan un mapa con el cual te puedes orientar en el interior, pero existen diferentes letreros con las indicaciones para llegar al tempo del sol, pirámide de Intihuatana, las fuentes litúrgicas, el templo principal, a la tumba real, el palacio de la princesa, la plaza sagrada, el templo de las tres ventanas, el templo del cóndor, la plaza principal y la roca funeraria. Lo más gracioso de todo esto es que entre cada foto y foto y seguir caminando por los pasadizos, subiendo y bajando escaleras intentando encontrar los lugares que les mencioné, en el afán de capturar cada momento y cada lugar, te das cuenta que ya no recuerdas por donde empezaste a recorrer y cuál de todas las indicaciones seguir. Como diría el gran Ray Bradbury, viajamos por romance, arquitectura y para perdernos y en definitiva yo logré seguir esta premisa tan al pie de la letra, especialmente en lo que respecta a perderme en una montaña; y dios ¡¡que montaña!! Luego de 3 horas de subir y bajar escaleras, y percatarme aunque ustedes no lo crean, de haber olvidado mi botella de agua en el bus, me di cuenta que lo mejor era sentarme y mirar la inmensidad del paisaje que me rodeaba y aceptar sencillamente que no lograría ver todo aquel maravilloso lugar sin la pequeña ayuda de un guía (y claramente una botella de agua). En ese estado de total desorientación, fue que de un momento a otro me encontré a pié de la inalcanzable montaña Huayna Picchu. Y mi primera pregunta fue: - ¿En que estabas pensando Relaxy? -¡Es una super mega montaña! - ¡Jamás, pero jamás en la vida podría haber logrado escalar ese gigante pedazo de roca! ¡Si te encuentras a duras penas recorriendo las ruinas! Debo decir que después de toparme con esa cosa gigante que en un inicio quise escalar, ni siquiera hice el esfuerzo por encontrar la otra montañita más pequeña, por la que sí había pagado ingreso. Voy a reconocer que no logré llegar tampoco al puente del Inka aunque un guía amablemente y luego de tragarme mi orgullo y preguntarle, me lo indicó señalándome que con tal solo 30 minutos más de caminata, podría llegar a aquel lugar pero lamentablemente, mis adoloridos músculos y deshidratación inminente no me lo permitieron. Así que resignada, me acomodé un momento y me dediqué a seguir contemplando mi entorno. ¡Y que maravilloso entorno! Pero qué más da, soy una viajera a la cual le gusta volver a aquellos lugares místicos que han dejado huella, por lo que en definitiva sin lugar a dudas, volveré a Machu Picchu y en esta oportunidad, no olvidaré ni a mi botellita ni a contratar un guía. Y...¿cual será ahora mi próximo destino?
  9. México es un país de Latinoamericana con varios atractivos turísticos para descubrir… Ciudades grandes y muy activas cargadas de historia y de arquitectura tradicional, eventos, playas de arenas blancas para quienes buscan algo de relax, vestigios arqueológicos para quienes buscan conocer más sobre el pasado de estas tierras y una interesante y variada gastronomía la cual ha sido reconocida como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad... La Capital de México, una gran ciudad El Distrito Federal, nombre que recibía anteriormente la Ciudad de México, es una de las aglomeraciones más grandes del continente americano y del mundo. Es una ciudad cargada de historia ya que fue fundada en el año 1325 por los mexicas. La capital de México lleva el mismo nombre que el país y es una interesante ciudad para descubrir por su activa vida urbana, museos, sitios históricos, festivales, tiendas y restaurantes. Uno de los imperdibles de la Ciudad de México es descubrir su centro histórico el cual fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un sitio ideal para descubrir la cultura tradicional. Cancún: playas de arenas blancas Las arenas blancas y las aguas turquesas del Mar Caribe son uno de los motivos para disfrutar de las playas de Cancún. Se encuentra un importante arrecife de coral, un apasionante entorno selvático y muy próxima a las playas pueden visitarse vestigios arqueológicos. Acapulco: un balneario tradicional Siguiendo con las playas de México, otro de los destinos para quienes desean disfrutar del mar, sol y arena, es Acapulco un tradicional balneario y uno de los más antiguos del país. Acapulco cuenta con varias playas y muchos centros comerciales. Uno de sus eventos más importantes es la Mega Feria Imperial Acapulco, se trata de un evento enfocado en el entretenimiento, cultura y gastronomía. Además se puede disfrutar de espectáculos, conciertos, pistas de hielo, nieve y mucho más. Guadalajara una ciudad para descubrir a través de su cultura Otra de las ciudades más pobladas de México es Guadalajara, un sitio con una intensa vida urbana donde tienen lugar importantes festivales. Guadalajara es una ciudad que sorprende a sus visitantes por su arquitectura, se pueden ver edificios públcos de estilo que han sido preservados manteniendo su estilo original. El paisaje urbano se completa con fuentes, glorietas, templos, Iglesias, conventos y con plazas públicas que resguardan en su interior a grandes monumentos que constituyen verdaderos emblemas de la ciudad. Chichén Itza: un icono de las Ruinas Mayas México es un país muy conocido por sus playas y también por su arqueología. Al pensar en México muchas veces se nos viene a la mente sus postales de sitios arqueológicos como es el caso de Chichén Itzá, uno de los principales sitios histórico arqueológico ubicado en la penínsua de Yucatán. Un mundo de sabores... Una de las maneras de descubrir los destinos que visitamos, es a través de sus aromas y sabores. La gastronomía de México fue reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad. La base de la cocina mexicana deriva de la época prehispánica caracterizada por el uso de ingredientes como maíz, frijoles, chile, calabaza, aguacante, vainalla y otros condimentos. Es importante mencionar que la cocina mexicana fue influenciada por la de otras culturas como la española, francesa, africana, de Oriente Medio y de Asia, a la vez que también logró influenciar otras culturas aportando al mundo condimentos y alimentos como el maíz, los frijoles, el cacao, el aguacate y muchos otros más. Entre las principales bebidas que acompañan los platos mexicanos se encuentra el mezcal y tequila. Para quienes no desean probar bebidas con alcohol se encuentran otras opciones como las aguas frescas las cuales son elaboradas con frutas, el chocolate y el atole. Esta última es una bebida preparada con maíz cocido, molido y diluido en agua o en leche. Uno de los platos más populares y que no se pueden dejar de probar si visitas Mexico, son las fajitas, un plato que consiste en una combinación de carnes y verduras con distintas salsas. Otro plato muy similar son los burritos los cuales se preparar con los mismos ingredientes contenidos en tortillas de maíz o de harina. La principal característica de este plato es que incluye frijoles fritos, ingrediente esencial de este plato que no puede faltar. Se suman a la lista de platos para degustar, las quesadillas las cuales se preparan con tortillas de maíz o de trigo con abundante queso. A la hora de probar quesos, es importante saber que el más popular es el queso panela, tiene un aspecto muy similar al queso de cabra, se trata de una herenia de la gastronomía de Grecia. En cuanto a los postres o algo dulce y rico las opciones también son muchas y variadas... Están los churros mexicanos generalmente rellenos con chocolate, los postres fríos como el de limón y los buñelos. Las frutas también son muy utilizadas en los postres como en los polvores de naranja y las cocadas. Este último es un postre tradicional playero a base de coco.
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