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  1. Tasmania es una Isla ubicada en Oceanía, es considerada como un estado de Australia junto con otras pequeñas islas más. Es famosa por encontrar a uno de los tantos marsupiales que se pueden ver en Australia, el famoso Demonio de Tasmania. Es una mezcla de calles adoquinadas y construcciones antiguas, río, viñedos y paisajes vírgenes. En esta pequeña isla se encuentran 17 parques nacionales, costas pristinas y pueblos regionales, y muchas cosas más para conocer y disfrutar... Hobart, una antigua capital australiana La capital y la ciudad más grande de Tasmania es Hobart, es una de las ciudades más antiguas de Australia. Muchas son las cosas que se pueden hacer en Hobart como visitar los mercados de fin de semana, visitar galerías y subir al Monte Wellington. Si el plan es descubrir más sobre la historia del lugar, no pueden faltar una visita a los museos y también a las galerías de arte. Es un sitio que también ofrece la degustación de bebidas como Whisky y vinos. Monte Wellington Tras un viaje de pocos kilómetros desde la ciudad capital de la Isla, se puede llegar al Monte Wellington. Este sitio es ideal para descubrir unas vistas únicas de Hobart, sus islas y la Península de Tasmania. Se puede subir hasta la cumbre en una excursión de medio día. Se suman a los atractivos contemplar el árbol pulpo, el más alto de todo el bosque. Otra alternativa para disfrutar de este lugar es dar un paseo en bicicleta por las montañas mientras se observan formaciones rocosas glaciares, bosques tropicales templados y una llamativa flora. Descubrir el mercado local: Salamanca Otro de los paseos imperdibles de Hobart es visitar el mercado local de Salamanca, donde se puede palpitar la cultura local, comprar artesanías y disfrutar de bailes al aire libre. En la zona, además pueden verse almacenes cargados de historia, muchos de ellos fueron construidos en los años 1830 y antiguamente eran utilizados para guardar granos, lanas, aceites y otras mercaderías importadas. En la actualidad, las construcciones fueron modificadas y allí funcionan galerías, teatros, cafés, bares y restaurantes. Se pueden encontrar también boutiques donde comprar joyas, ropas, ropas confeccionadas por diseñadores locales y mucho más... Wineglass Bay, una de las mejores playas del mundo Un paseo por Tasmania no está completo sin antes visitar sus playas. Una de las mejores playas de Tasmania y también del mundo es Wineglass Bay, se trata de un arco de llamativas arenas blancas en combinación con un mar de color azul. Es un lugar perfecto para navegar, andar en kayak, hacer excursiones, escalar o simplemente descansar y disfrutar del paisaje. Por su forma curva casi perfecta y su arena pura, ganó la reputación de ser una de las mejores playas del mundo! Redescubrir el pasado en Launceston Al norte de Tasmania se ubica esta interesante ciudad, es la segunda más grande después de la capital. Fue fundada por europeos en el año 1806 lo que la convierte en una de las ciudades más antiguas de Australia y un sitio ideal para disfrutar de antiguas construcciones. Launceston es una ciudad que no sólo atesora construcciones históricas y un interesante pasado sino que también fue hogar de grandes hitos... allí fue el lugar donde se utilizó por primera vez anestésicos en el hemisferio sur, además fue la primera ciudad de Australia que fue iluminada por hidroelectricidad. Contactarse con la naturaleza en parques nacionales Una de las áreas naturales de Tasmania es el Parque Nacional del Monte Field, famoso por las cataratas Rusell. Otra interesante área natural para conocer es el Parque Nacional del Suroeste, es el parque más grande de la Isla de Tasmania y forma parte de la Reserva Natural de Tasmania, fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Por supuesto que un paseo por Tasmania no está completo sin antes ver de cerca y fotografiar al animalito tan conocido, el famoso Demonio de Tasmania; actualmente se encuentra en peligro de extinción. Pero no es el único marsupial de la isla, también se pueden ver otros como el Tigre de Tasmania, o el pequeño betong de Lesueur el cual habita en los bosques templados. En la actualidad el Demonio de Tasmania es una especie protegida y puede verse en los parques de vida silvestre como el Taranna ubicado en la Península de Tasmania. Tips para tener en cuenta Cualquier época del año es una buena ocasión para disfrutar de Tasmania. Las condiciones climáticas pueden cambiar bastante rápido, la ropa en capas es una buena opción además de llevar algún abrigo. Es necesario llevar protector ya que probablemente se pase bastante tiempo afuera disfrutando de las distintas atracciones de Tasmania. Al igual que en muchas ciudades de Australia, en Tasmania también existen los pases, unas tarjetas que incluyen el valor de las entradas a los puntos turísticos de interés. Estas tarjetas tienen un valor inferior al que se pagaría visitando cada una de las atracciones turísticas y pagando las entradas por separado. También hay un pase para visitar los Parques Nacionales.
  2. flormdk

    Playas en Australia

    La Gran Barrera de Coral Además de su fauna típica de canguros, koalas y del demonio de Tasmania, Australia es conocida por su gran Barrera de Coral, ya que es el arrecife más grande del mundo. El punto ideal para hospedarse y disfrutar de la Barrera de Coral, de las playas con arenas blancas y aguas cálidas es Cairns, una ciudad ubicada al Noreste de Australia en el estado de Queensland. Es una ciudad muy interesante para conocer, ya que allí también se encuentran paisajes de Selva. Para conocer la barrera de coral existen distintas propuestas turísticas que van desde paseos en barco combinados con buceo hasta paseos aéreos para contemplar esta maravilla desde lo alto. Otra ciudad desde la que se puede visitar la Gran Barrera de Coral es Townsville, ubicada también en el noroeste de Australia en el estado de Queensland. Se suman a las atracciones turística de la ciudad, visitar hermosos jardines y un acuario en donde se puede conocer más sobre la flora y fauna de la barrera de Coral. Frente a las costas de Townsville, se encuentra la Isla Magnética, en inglés: Magnetic Island, se trata de un Parque Nacional Tropical, una verdadera atracción turística. Ocean Road La Ocean Road con la formación de los 12 apósteles es un paseo imperdible que se ofrece desde la ciudad de Melbourne. Se trata de todo un paraíso para los sentidos y también para los amantes de la fotografía ya que a lo largo de casi 300 kilómetros se pueden ver paisajes únicos, rocas con formas extrañas y únicas. Las playas son estupendas para quienes desean practicar surf. La ruta de la Ocean Road o en español, la Gran Carretera del Océano se abre paso entre cabos llegando a playas desiertas, a través de vegetación y también encantadores pueblos. Gold Coast Una de las playas más conocidas de la zona y de Australia es la Gold Coast, se encuentra a un poco menos de 80 kilómetros de la ciudad de Brisbane. En los últimos años ha crecido bastante hasta transformarse en la séptima ciudad más poblada de Australia El día de playa puede combinarse con un paseo por el centro, el cual cuenta con una gran variedad de locales comerciales, además de varios cafés y restaurantes. Otras opciones que ofrece la Gold Coast son visitar los parques de diversiones donde pueden verse animales típicos de la región como koalas, wombats y canguros. Se suman a las propuestas nadar con delfines y dirigirse hacia el interior para hacer una excursión ecológica y descubrir el paisaje de los bosques tropicales donde se podrá escuchar el croar de una rana, contemplarar distintas especias de aves y animales. Para visitar la Gold Coast desde Brisbane, una de las mejores opciones es tomar un tren y desde la estación de tren un colectivo hacia surf paradise, una de las playas más importantes dentro del destino. También hay otras playas para quienes buscan más tranquilaad. Sunshine Coast Sunshine Coast, es otra opción para quien desea pasar un día de playa partiendo desde Brisbane. Entre las principales atracciones de la Sunshine Coast están disfrutar de la playa y del área comercial. La visita a esta localidad costera se puede combinar con una visita al Parque Nacional Noosa, el parque es una zona costera rocosa en donde pueden verse bosques cerca de pequeñas zonas de selva tropical. La Sunshine Coast también ofrece en su interior, paisajes verdes de selvas, se trata de Parques Nacionales. Es un destino que vale la pena conocer con tiempo para disfrutar de las playas y también de sus áreas verdes donde se puede admirar la abundante vegetación de las zonas tropicales. Redcliffe Redcliffe es otra opción para un día de playa, es un sitio ubicado en el área de la Bahía Moretón en el Estado de Queensland a pocos kilómetros de la ciudad de Brisbane, Además de la playa se puede optar por pasar un rato en la pileta pública o caminar por el área comercial. Es una opción ideal para quienes desean pasar un día de playa en un lugar tranquilo. Welligton Point A 29 kilómetros de distancia de Brisbane se ubica Welligton Point. Destino al que se puede llegar en tren, al igual que las playas mencionadas anteriormente. Situado en la punta de una península, Wellington Point tiene un ambiente animado y animado donde el agua y la playa son disfrutados al máximo por los lugareños y las muchas personas que visitan este pueblo los fines de semana. Con un montón de espacios verdes es el lugar perfecto para disfrutar de un picnic y tomar sol. Byron Bay Esta ciudad se ubicada a 165 kilómetros del centro de Brisbane, se puede llegar en trasporte público o a través de empresas turísticas que hacen el recorrido en menos tiempo. La ciudad tiene varias playas especializadas para el surf o simplemente para disfrutar de sus aguas cálidas. Una de sus principales atracciones es el Faro del mismo nombre y el avistamiento de ballenas. La zona también es popular para las actividades de buceo y esnórquel
  3. Hola a todos! Hoy me compré en una feria de turismo, los vuelos para ir en Semana Santa a Cairns entonces estoy emplezando a planificar el viaje... alguien fue o sabe algo para ayudarme?
  4. flormdk

    Tortuga Marina

    Del álbum Polinesia

    Living del café de gatos, con espacio para tomar un café y también comodidades para los gatos
  5. Si estás por viajar a Australia, o si pensás en Australia, quizás una de las cosas que primero te viene a la mente son los canguros y los koalas. Esto fue también uno de los motivos que nos impulsaron a llegar a este continente. Ya tuve la suerte de ver pingüinos, aves de distintas partes del sur, coatíes y tucanes en las cataratas, ballenas… pero dentro de la lista de los que me faltaban conocer están los canguros y los koalas. Todo viaje es siempre una buena oportunidad para ver la fauna local. Estando en Brisbane por supuesto que una de las primeras cosas que hice el fin de semana fue ir a visitar la reserva que se encuentra en la ciudad. Tomamos un colectivo. Debo decir que el servicio es muy bueno, los colectivos están muy bien cuidados y limpios. Tienen aire acondicionado lo cual es sumamente necesario especialmente si afuera en la calle hace más de 30 grados, también tienen wifi. Otro punto a favor es que pasan puntual por la parada, lo único que puedo criticar es a la velocidad a la que manejan, pero de todas maneras el tránsito es muy organizado con semáforos en todas las esquinas. Tomamos el colectivo, el cual está muy cerca de nuestro departamento. Afortunadamente conseguimos un departamento privado muy cerca de la zona céntrica. Después de unos minutos de andar en colectivo llegamos a destino. Una vez que llegás, tenes la opción de elegir entre pagar el pase diario o el pase anual. Yo voy a a estar tres meses en la ciudad, pero resulta que el pase anual sale 72 AUD (dolares australianos) mientras que el pase diario sale 36 AUD. Claramente resulta conveniente pagar el pase anual ya que seguramente vaya unas cuantas veces más a visitar a estos animalitos tan adorables. El nombre de la Reserva es Lone Pine Koala Sanctuary. Esta reserva fue creada en el año 1927, dicen que es la reserva de koalas más grande del mundo con más de 130 animalitos grises. Al entrar a la Reserva no hay guías, cada uno puede hacer su recorrido con el tiempo que desee y por el camino que crea más conveniente. Hay canillas con jabón para limpiarse luego de estar con los animalitos. Otra cosa muy llamativa es que hay wifi en varios puntos del lugar con sillas y unas especies de ventiladores gigantes que tiran algo de aire fresco. De todas maneras, para lo único que se me ocurre sacar el celular en un sitio así es para tomar alguna foto rápida, pero lo demás me parece impensable.. Ver los canguros fue algo único, al principio guardamos distancia hasta que vimos que toda la gente estaba al lado de ellos. Así que nos acercamos para sacarnos algunas fotos. También los acariciamos. Son sumamente tranquilos y dóciles. Algunos de ellos saltaban esquivando a la gente, otros tenían a sus crías en las “bolsitas”, fue realmente muy lindo. Después de unas fotos y unas “charlas” con los canguros nos fuimos a visitar al resto de los animales del Santuario, empezando por los Koalas. Son muy pero muy lindos, parecen de peluche. No pudimos abrazarlos y sacarnos la foto porque era fin de semana y las personas que cuidan el lugar no permiten esta actividad cuando hay mucha gente para preservarlos. Dicen que hay que ir un día de semana, por supuesto que voy a ir, no quiero perder esa experiencia que parece única. En el lugar también estaba el demonio de Tasmania, quien estaba bastante activo y resultó bastante complicado sacarle una foto sin que quedase movida. Se pueden ver varias aves en el lugar, algunas de ellas sueltas volando por allí o caminando y otras en jaulas, lo que me resultó un poco amargo de ver. No me gusta ver a los animales encerrados, mucho menos si son aves que nacieron para volar y ser libres. La visita no fue muy larga porque el santuario cierra temprano, a eso de las 16:30. Pero fue una tarde agradable, nos quedaron muchas ganas de volver a pasar más tiempo con los koalas y canguros. La próxima visita la haremos a través del Ferri. La ciudad tiene distintos tipos de transporte públicos, además de los colectivos, están los trenes y los ferries que son muy pintorescos porque se ve la ciudad con sus torres y sus arboladas calles. El ferri tiene la ventaja de que pareciera que vas más lento. Un detalle más, el transporte en la ciudad es caro, pero es tan cómodo que vale la pena su precio. La mejor manera para moverse es utilizando una tarjeta local que sirve para todos los medios de transporte, de esta manera es más barato comprar los pasajes que pagando con tarjetas o con efectivo. Siguiendo con los consejos y detalles, otra cosa a resaltar es que se puede pagar en todos lados con tarjeta lo cual resulta muy cómodo.
  6. Hola nuevamente a todos. Lamento haber estado ausente estos últimos largos meses, pero han sido tiempos ajetreados. Martin y yo retornamos a nuestra ciudad en Febrero del año pasado y volver a la rutina diaria fue un poco costoso. Pero bueno, regresar también es parte de un viaje y a pesar de que es algo algo de lo que no se habla mucho, para nosotros regresar fue un gran desafío. Después de tantos meses viviendo el día a día y sorprendiéndonos constantemente con nuevos destinos, volver al estudio, al trabajo y a todas esas cosas de una vida sedentaria puede significar un gran esfuerzo. Retornar a casa no es fácil, sé que los viajeros me comprenderán. Los primeros días uno se siente realmente exaltado y lleno de alegría, ya que se reencuentra con sus amigos y su familia, y vuelve a dormir por fin en su propia cama y a ducharse con agua calentita. Pero con el paso de los días cuando ya visitaste a toda tu familia, cuando ya contaste tus anécdotas más de 35 veces y las preocupaciones por encontrar un trabajo, por pagar cuentas o por dar exámenes comienzan a atormentarte, como en mi caso, es inevitable sentirse invadido por oleadas de melancolía Creo que cada uno maneja la sensación de volver como puede. En mi caso me dedique de lleno a la Universidad y a volver a reintegrarme en el mundo laboral. Muchas veces me encuentro soñando despierta con los lugares por donde anduvimos con la moto. Cualquier mínimo estimulo como un aroma particular, una canción o un sabor me traen constantemente recuerdos de la experiencia de viajar por Sudamérica, la más grande que he vivido hasta ahora. Sin embargo, no quiero ponerme dramática y prefiero evitar las lágrimas. Durante todos estos meses hemos aprendido a volver a la rutina, pero lo que me lleva a mí a seguir contenta es pensar que este regreso no significa el fin de un viaje. Digamos que simplemente nos tomamos una pausa. Ahora bien, no siempre regresar es malo. Hoy estoy regresando a este maravilloso sitio que me abrió las puertas de un nuevo mundo hace ya casi dos años. Para mí es un placer compartir mi historia con viajeros como ustedes y leer de sus propias aventuras. Así que hoy vuelvo a contarles sobre el resto del viaje y de los países que visité para revivir una vez más y con mucha felicidad mi experiencia de viajar. La última vez que escribí, les contaba sobre la estadía en Ecuador. Así que retomemos: Ecuador es un país impresionante. Ya habíamos conocido las peculiares playas negras de Mompiche, nos habían sorprendido las noches de fiestas en las calles de Montañitas y habíamos visto a escasos metros las ballenas de Puerto López. Sin embargo, puedo asegurarle que la experiencia más maravillosa que me regaló ese país fue ver de a una gigantesca tortuga de mar. Fue en una de las noches húmedas que pasamos en Mompiche, mientras preparábamos unos insulsos fideos para una rápida cena antes de ir a la carpa, cuando nos cruzamos con un viajero en la cocina del camping. Aquel muchacho era argentino también, por lo que la complicidad fue inmediata. Como solía suceder con todos los aventureros que nos cruzábamos por el camino, nos presentábamos contando sobre los lugares que habíamos visitado, y pasándonos consejos. Es así como escuchamos hablar por primera vez de este lugar llamado Portete. El viajero argentino tenía planeado ir a Portete en los próximos días ya que había escuchado de una organización llamada Equilibrio Azul que se dedicaba a la conservación local de las tortugas marinas y que aceptaban voluntarios por escasos días para realizar patrullajes nocturnos en busca de tortugas que salieran del mar a desovar en las playas. Mis ojitos brillaron ante la posibilidad de ver a estos animales en semejante acción, y Martin reconoció enseguida el próximo destino. Así fue como al día siguiente desarmamos campamento y provistos de un mapa mental con las indicaciones del compañero patriota para llegar a Portete, dejamos atrás el pequeño pueblo costero de Mompiche. Portete no se encontraba muy lejos de allí. Sólo debíamos retomar la ruta principal y volver a desviarnos hacia la selva unos kilómetros más adelante. Lo que este compañero argentino se olvidó de mencionar fue un pequeño detalle que nos tomó por sorpresa. El camino que debíamos tomar finalizaba bruscamente en el mar. Nos encontramos desconcertados con el asfalto metido de lleno en el agua, una pequeña construcción al costado y unos botecitos meneándose con la marea. Sólo unos pocos metros más adelante, sobre el mar se levantaba una gran isla verde: Portete. Si bien la información de que Portete era una isla nos hubiera sido útil, pronto descubrimos que aquella única construcción que se encontraba al lado del camino era un estacionamiento donde podíamos dejar la moto durante los días que visitáramos la isla. Coordinamos los días y el precio con el dueño del estacionamiento y tomamos solo algunas cosas para llevarnos con nosotros. Mientras descargábamos lo esencial, dos pequeños y flacuchos niños se nos acercaron a trote ofreciéndonos exaltadamente su bote para cruzarnos hacia la isla. Con el temor que le tengo al agua, que mi vida dependiera de un niño no era una idea que me encantara, pero pronto descubrí que aquel pequeñín podía hacer el tramo con los ojos vendados. El día estaba nublado, y una fina llovizna caía desde el cielo mientras el viento húmedo hacía tambalear el precario botecito que maniobraba con precisión el muchacho que no tendría más de 12 años. En menos de 5 minutos, el bote encalló en la playa de Portete y descendimos cargados de nuestras mochilas y carpa. Sólo había algunos pescadores y otro bote-transporte con un grupo de jóvenes visitantes en la playa. Desde allí nacía un camino de arena húmeda que contrastaba con el césped verde que cubría toda la isla, escoltado por flacas palmeras. Mientras caminábamos por la arena, siguiendo las indicaciones del niño que nos había transportado para llegar hasta el refugio de la Fundación Equilibrio Azul, nos cruzábamos esporádicamente con sencillas viviendas elevadas sobre pilotes para protegerlas de mareas altas. Llegamos a lo que suponemos que era la “calle principal” porque contaba con una escuela, un almacén y viviendas un poco más amontonadas, hasta que finalmente encontramos el refugio, una sencilla casucha de madera con un amplio jardín adelante. Nos recibió un muchacho alto de largas rastas y acento que delataba inmediatamente que nada tenía que ver con aquel lugar. Voluntario oriundo de Reino Unido, el joven Dean nos hizo pasar a la pequeña casilla donde paraban los voluntarios oficiales y sin mucho preámbulo le explicamos que queríamos participar de las salidas nocturnas. Evidentemente tenían este tipo de visita extranjera voluntaria de forma diaria, porque no fue algo que lo sorprendiera mucho a nuestro amigo de rastas. Coordinamos para vernos esa misma noche y nos despedimos para buscar algún lugar donde armar carpa. Llegamos así, guiados por los vecinos del lugar, a la casa que una joven compartía con su padrastro. De entre todas las humildes casitas que copaban la isla Portete, debo admitir que esa casona de dos pisos llamaba bastante la atención. Estaba ubicada justo al final de una solitaria calle de arena que se introducía por entre las palmeras y los pastos y era vecina de unas pocas casillas. La muchacha y su padre habían armado en la esquina de su terreno un sector con cocina, baño y parcelas para los acampantes. Éramos los únicos allí, así que teníamos todo a nuestra disposición. Coordinamos precio y días de estancia, cruzamos unas cordiales palabras con los dueños del lugar y salimos al trote a la playa a buscar un lugar donde saciar el hambre voraz que sentíamos. Entre una cosa y otra habíamos perdido por completo la noción del tiempo y el reloj ya marcaba las 2 de la tarde y nuestros estómagos rugían famélicos. Encontramos un rústico bar/restaurante sobre la playa, frente al mar donde un grupo de amigos comían un plato repleto de cangrejos, a los cuales machacaban a mazasos. Pedimos el menú marítimo del día y disfrutamos de sentarnos un momento después del trajeteo. Honestamente el día no acompañaba. Quizás con un poco de sol, Portete podría verse como el mismo paraíso. Pero aquella tarde unas nubes grises se amontonaban en el cielo y esa molesta llovizna no paraba de caer. Con los estómagos felizmente llenos, decidimos hacer un rápido paseo por la orilla de la playa antes de volver a la carpa. Desconozco si Portete es un sitio muy turístico, y de ser así claramente no estábamos en temporada alta porque no nos cruzamos con ningún turista. En aquella caminata simplemente éramos nosotros y el mar. Hacia el costado opuesto se levantaba altas palmeras y podíamos distinguir algunas que otras casillas de los nativos del lugar, pero no había ningún rastro de turismo, lo cual, pese a quedar como ermitaños, nos hacía muy felices. Ya estábamos por pegar la vuelta en nuestra solitaria caminata playera, cuando distinguimos a unos 15 metros más adelante una figura alta y delgada con largas rastras que nos pareció familiar. Efectivamente, allí adelante se encontraban Dean, de Equilibrio Azul con otras tres personas y algunos niños. Todos parecían muy interesados en algo que se encontraba tendido sobre la arena. A medida que nos fuimos acercando, aquello que se encontraba sobre la arena comenzó a tomar forma ovalada y oscura….como un gran caparazón. El corazón me dio un vuelco en el pecho: ”ESO es una tortuga!!!” le grité exaltada a Martin, mientras apuraba la marcha sobre la arena húmeda de la playa de Portete. Cuando Dean nos vio, agitó sus manos enérgicamente para llamar nuestra atención. A medida que nos acercábamos, pude confirmar que claramente aquello se trataba de una tortuga, una enorme tortuga golfina, moviendo perezosamente sus patas traseras, para tapar los huevos que acababa de desovar a plena luz del día!!! Las tortugas comúnmente salen por la noche a depositar sus huevos sobre la playa, en un hoyo no muy profundo que cavan y tapan una vez depositados los huevos. Que esta hermosa tortuga hubiera salido durante el día era algo sumamente extraño y una oportunidad única en la vida. Cuando llegamos al lado del animal que con sus últimas fuerzas terminaba su trabajo materno sin darle mucha importancia al público presente, me quedé sin palabras para expresar lo que sentía. Estaba a escasos centímetros de una gran tortuga golfina, siendo testigo de un fenómeno tan bello como la puesta de sus huevos! Era como estar viendo una película…pero no, no lo estaba viendo a través de una pantalla… yo estaba ahí! Me sentía como atrapada en un sueño. Dean estaba igual de emocionado que yo, con una sonrisa constante y tomándole fotos a la bella madre desde diversos ángulos. La señora tortuga terminó de cubrir con mucho esmero sus huevos y lentamente emprendió el regreso al mar. Pausadamente, la golfina fue dando hoscos aletazos en la arena y moviendo de a pocos centímetros su pesado cuerpo. Cada pocos metros se detenía, exhausta de la larga travesía que había realizado, y luego volvía a retomar la marcha. Nunca olvidaré el sonido de la tortuga arrastrándose sobre la arena pesadamente, y el golpeteo de sus aletas sobre la playa. Finalmente llegó hasta donde las olas se deslizaban sobre la arena. Al contacto de la espuma marina, la expresión de la golfina pareció cambiar: había logrado su objetivo, había logrado lo que instintivamente la llevo a sobrevivir a pesar de todas las amenazas: la perpetuación de su especie.... la Naturaleza es increíble En solo dos pasos más, la tortuga se internó de lleno en el mar, y la vimos desaparecer entre las olas. Y ahora debíamos encargarnos de los huevos. Portete, como me explicaban los chicos de Equilibrio Azul mientras desenterraban suavemente el reciente nido, es el sitio predilecto por varias especies de tortugas marinas para desovar. Sin embargo, allí los huevos corren riesgos. A veces por las mismas personas son pisoteados o los perros callejeros se los comen. Es de público conocimiento que las tortugas marinas son especies en peligro de extinción. Los ejemplares adultos son amenazados por la basura arrojada al mar, las redes de los pescadores y las astas de las embarcaciones que suelen lastimarlas e incluso provocarles la muerte. Por ello, la tarea de Equilibrio Azul es preservar cada puesta de las tortugas que llegan a aquellas playas. Para ello, si la tortuga desova lejos del centro urbano, los chicos dejan los huevos en su lugar, y simplemente rodean el nido con una red para evitar a los perros. Si la tortuga desova muy cerca del poblado, como era el caso de aquella tortuga golfina, los huevos son trasladados con mucho cuidado a lo que ellos llamaban “vivero”. Los viveros son parcelas de 2 metros por 4, que se encontraban apostados sobre la playa y cercados con vallas de madera y redes. Cada vivero se encuentra dividido en cuadriculas, donde son trasladados los nidos para su protección. Los chicos de Equilibrio Azul desenterraron con suma precaución el nido cavado por la tortuga golfina hasta llegar a los huevos. Con suavidad fueron retirándolos de la arena y los colocaron en un recipiente de plástico. 105 huevos!!! Fueron los contados. Una vez que se retiran todos los huevos, se mide el ancho y la profundidad del nido con exactitud y con estas medidas se produce una réplica del nido lo más exacta posible en una de las cuadriculas del vivero. Se depositan en el nido construido los huevos y se vuelven a tapar. De esta manera se trasladan a los viveros y se asegura su total eclosión. El trabajo de los chicos de Equilibrio Azul realmente es impecable y la dedicación y pasión que ponen en cada una de estos rescates es completamente admirable. Durante la noche y tal como habíamos arreglado, nos acercamos con Martin al refugio y desde allí junto con dos personas más, nos dirigimos hacia la playa. Obviamente pocas luces iluminaban el pueblo. Solo unas pobres luces se veían desde el interior de las casillas… pero la playa se encontraba a oscuras, iluminado únicamente por la blanca luz de la luna. Recorrimos de punta a punta la playa unas dos o tres veces, iluminando con luces rojas (la luz de las linternas puede asustar o despistar a las tortugas) pero sin ningún hallazgo exitoso. Martin, cansado, se volvió al camping antes de finalizar el patrullaje y yo me quedé hasta el final. No vimos nada inusual durante la noche, pero la verdad que después de haber sido tan afortunada en ver una tortuga en plena luz del día y apreciarla por completo, no me disgusté. En cambio me entretuve hablando con la chica que guiaba el grupo, una ecuatoriana local que vivía en Portete y divirtiéndome con sus anécdotas. Cuando el patrullaje terminó, retorné al camping. Me acompañó durante un trecho la guía y luego caminé los últimos metros sola, alumbrando con la débil luz de la linterna el camino. No había absolutamente nadie a mi alrededor. Podía escuchar claramente cada ola rompiendo contra la playa, los cientos de sonidos de los distintos insectos a mi alrededor y mis pasos apresurados sobre la hierba. Llegué completamente exhausta a la carpa, donde Martin dormía tranquilamente. Aquel había sido un día largo y con muchas emociones… me dormí a los pocos segundos y descansé como un bebé. Regresé!! con ésta, que fue una de las mejores experiencias que viví durante el viaje En nuestro próximo encuentro, les contaré sobre una de las capitales más bellas que visitamos: Quito! Mientras, no dejen de ver las fotos de esta bella tortuga en el álbum completo!!!
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