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  1. 1 punto
    Dicen que Machu Picchu es una ciudadela increíble y por cierto lo es y es una visita imperdible para cualquier amante de la aventura. Podría entrar en detalles de cómo se originaron las ruinas, la cultura Inca y hasta de donde proviene la palabra Machu Picchu, pero en realidad lo que me gustaría contarles en esta oportunidad es de como las ruinas se transforman de un segundo a otro en un completo laberinto mágico. Queridos viajeros: cuando alguien les recomiende contratar un guía para recorrer las ruinas, no subestimen la recomendación. Este dato será el dato más importante que les podré dar y que por supuesto, yo ignoré queriéndome pasar por conocedora y viajera experimentada. Mayo del 2014, me levanté muy temprano (bueno no fue tan temprano en realidad, pero creo que logré despegarme de las sábanas como a las 8 de la mañana ) y me dirigí desde mi hotel hasta la estación de buses para emprender mi subida a la ciudadela. El ticket de bus lo había comprado el día anterior y las entradas en Cusco dos días antes, ya que me habían advertido que estás suelen agotarse en los meses de mayor demanda. En mi caso, solo logré comprar la entrada que incluía la visita a la ciudadela y Machu Picchu montaña, que permitía la opción de poder escalar una de las montañas pequeñas para contemplar las ruinas desde lo alto. Pero estaba tan enojada conmigo misma por no haber planificado este viaje con anticipación, ya que al momento de adquirir las entradas, la subida a la montaña Huayna Picchu (la montaña más alta del sector) ya estaba agotada, dado que solo se permite un ingreso de solo 400 turistas a la vez. (es importante destacar que la entrada a las ruinas de Machu Picchu son también limitadas, permitiendo el ingreso de 2500 turistas diarios, por lo que es muy importante comprar las entradas con anticipación). Estaba indignada, furiosa y apenada . No podía creer que no iba a poder escalar esa montaña gigante y sacar fotos más increíbles aún….Bueno, más tarde me daría cuenta que eso fue lo mejor que me pudo pasar. El ascenso desde Aguas Calientes hacia Machu Picchu me tomó como 20 minutos en bus. Me habían advertido que estaría muy helado, por lo que me coloque toda la ropa posible antes de dejar el hotel, pero ya llegando a las ruinas, me percaté que el pronóstico del clima que me habían entregado era incorrecto. Un sol radiante alumbraba el día y la temperatura empezó a ascender considerablemente, por lo que decidí dejar toda la ropa sobrante en custodia (sí, para mi sorpresa había custodia de ropa y equipaje en la entrada a las ruinas por solo 5 soles). Finalmente había llegado. Yo. En la entrada de las ruinas de Machu Pichu, uno de los lugares que soñaba desde el colegio en donde mi profesora de historia pasaba horas de horas relatando respecto a la cultura que habría permitido la creación de esta maravilla, que en realidad ella misma más tarde reconoció no haber podido conocer. Me encontraba en ese momento de contemplación cuando y sin exagerar, alrededor de unos 100 guías comenzaron a ofrecer efusivamente sus servicios para acompañarme en este interesante recorrido. Amablemente deserté de cada uno de ellos y me dispuse a aventurarme en este mundo mágico ahora ya certificado como una de las 7 maravillas del mundo, ya que no quería tener a un completo extraño acompañándose en mi travesía, ni menos escalar una montaña en su compañía, porque soy de naturaleza muy desconfiada a decir verdad. A solo 5 minutos de caminata me di cuenta que los relatos de otros viajeros eran ciertos. Es imposible no fotografiar cada milímetro de Machu Picchu, ya que el lugar completo es como una postal. Muchas veces te quedas parada contemplando la maravilla que te rodea y sé que esto es un relato y debiese quizás describirles en mayor detalle porque Machu Picchu te deja sin habla (sí, incluso a mi), pero creo que a veces es mejor dejar que las fotos hablen por mi. Dicen las historias que este lugar fue construido en el siglo XV por los Incas y se piensa que fue la residencia de descanso del emperador Inca Pachacutec, aunque también existen otras historias que contradicen esto y mencionan que el sitio habría sido construido por el Inca Wiraqocha, por lo que a no existir un claro consenso de cómo y quién los construyó, mejor me declaro inmediatamente incompetente en este tema. Lo único que sí está claro es que el lugar descubierto por el historiador Hiram Bingham, y que el abandono de ésta ciudad por parte de los Incas también resulta un misterio para los investigadores modernos. Al llegar a las ruinas, lamentablemente no te entregan un mapa con el cual te puedes orientar en el interior, pero existen diferentes letreros con las indicaciones para llegar al tempo del sol, pirámide de Intihuatana, las fuentes litúrgicas, el templo principal, a la tumba real, el palacio de la princesa, la plaza sagrada, el templo de las tres ventanas, el templo del cóndor, la plaza principal y la roca funeraria. Lo más gracioso de todo esto es que entre cada foto y foto y seguir caminando por los pasadizos, subiendo y bajando escaleras intentando encontrar los lugares que les mencioné, en el afán de capturar cada momento y cada lugar, te das cuenta que ya no recuerdas por donde empezaste a recorrer y cuál de todas las indicaciones seguir. Como diría el gran Ray Bradbury, viajamos por romance, arquitectura y para perdernos y en definitiva yo logré seguir esta premisa tan al pie de la letra, especialmente en lo que respecta a perderme en una montaña; y dios ¡¡que montaña!! Luego de 3 horas de subir y bajar escaleras, y percatarme aunque ustedes no lo crean, de haber olvidado mi botella de agua en el bus, me di cuenta que lo mejor era sentarme y mirar la inmensidad del paisaje que me rodeaba y aceptar sencillamente que no lograría ver todo aquel maravilloso lugar sin la pequeña ayuda de un guía (y claramente una botella de agua). En ese estado de total desorientación, fue que de un momento a otro me encontré a pié de la inalcanzable montaña Huayna Picchu. Y mi primera pregunta fue: - ¿En que estabas pensando Relaxy? -¡Es una super mega montaña! - ¡Jamás, pero jamás en la vida podría haber logrado escalar ese gigante pedazo de roca! ¡Si te encuentras a duras penas recorriendo las ruinas! Debo decir que después de toparme con esa cosa gigante que en un inicio quise escalar, ni siquiera hice el esfuerzo por encontrar la otra montañita más pequeña, por la que sí había pagado ingreso. Voy a reconocer que no logré llegar tampoco al puente del Inka aunque un guía amablemente y luego de tragarme mi orgullo y preguntarle, me lo indicó señalándome que con tal solo 30 minutos más de caminata, podría llegar a aquel lugar pero lamentablemente, mis adoloridos músculos y deshidratación inminente no me lo permitieron. Así que resignada, me acomodé un momento y me dediqué a seguir contemplando mi entorno. ¡Y que maravilloso entorno! Pero qué más da, soy una viajera a la cual le gusta volver a aquellos lugares místicos que han dejado huella, por lo que en definitiva sin lugar a dudas, volveré a Machu Picchu y en esta oportunidad, no olvidaré ni a mi botellita ni a contratar un guía. Y...¿cual será ahora mi próximo destino?
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    Hola!! Yo me quedé en el Paradisus Varadero, pero el princesa se que es mejor y más nuevo. Entre los dos Iberostar que me mencionad el laguna azul tiene mejores calificaciones y es mas moderno. Las críticas recientes son mucho mejores que el de Paya Alameda. Lo de los delfines no recuerdo la compañía, pero era un servicio que ofrecía el mismo hotel. Respecto al traslado a Varadero, hay sistema de miniautobuses compartidos que son buenos. privado me imagino que debe ser muy caro. Que buenas fechas eligieron para viajar. Leo tu plan de viaje y me dan ganas sin duda de volver a Varadero.
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