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Showing content with the highest reputation on 08/05/14 en toda la comunidad

  1. 1 punto
    Llegar a la provincia de Tierra del Fuego es una gran travesía. Dada su posición geográfica, se debe salir de Argentina y arribar a territorio chileno, luego atravesar la Patagonia chilena, que parece un sitio olvidado en un extremo del mundo, después embarcarse y cruzar el estrecho de Magallanes para encontrarse finalmente con kilómetros y kilómetros de un camino ondulado de ripio. Es un recorrido muy particular. Esa mañana, luego de pasar la noche en el volcán de la reserva Laguna Azul, y a sólo pocos minutos de allí, asentadas en el medio de la inmensidad patagónica, nos encontramos con las oficinas del paso fronterizo y con el decepcionante panorama de una gran fila de autos. El trámite se hizo muy largo, al parecer ese fin de semana largo varios habían tenido el mismo plan de escape, y las oficinas de frontera se habían visto desbordadas de trabajo. Fueron tres horas de espera interminable, trámites, papeleos y documentos. Cuando al fin obtuvimos el permiso legal para ingresar al país vecino, continuamos por la ruta, cruzándonos en el camino con varios viajantes que también manejaban motos y que saludaban de manera cómplice al pasar. El camino no cambió mágicamente aunque ahora transitábamos por otro país (quizás debo confesar que inocentemente, esperaba encontrarme con algo novedoso..jeje), la estepa patagónica seguía extendiéndose a los costados de la carretera igual de vasta y llana que siempre. La temperatura ahora era aún más baja, ya comenzaba a encimarme ropa, calzas térmicas, sobre calzas de lana, pantalón, camiseta, campera y guantes…sobre la moto, el frio austral comenzaba a ser un poco complicado de soportar. La ruta asfaltada continúo hasta que llegamos al embalse en el estrecho de Magallanes. El camino terminaba básicamente en el agua. Varios autos esperaban en fila y justo en la orilla, una gran balsa con sus compuertas bajas aguardaba el ascenso de los vehículos. Arribamos, avanzando sobre la rampa que rugió metálicamente con nuestro peso y ubicamos la moto entre unos autos, sobre la ancha plataforma de la balsa. Mientras algunos vehículos continuaban subiendo, obedeciendo las indicaciones de un operario chileno, dejamos la moto y nos dirigimos a unas escaleras que ascendían hasta la parte superior de la embarcación, a un pequeño balcón desde donde se podía ver el estrecho de Magallanes en su totalidad. El día estaba nublado y gris y corría un viento bastante frio, que arrastraba ese peculiar olor a mar. El estrecho de Magallanes, desde la balsa. El operario se acercó a nosotros y nos preguntó por el viaje y la moto que había llamado su atención, pero apenas le presté atención. Todo alrededor me parecía tan extraño. Estar a punto de embarcarme para al fin llegar a Tierra del Fuego, el llamado “fin del mundo”… jamás había imaginado en mi vida que llegaría tan lejos, y mucho menos de la forma en que lo haría. Las compuertas se cerraron, y un movimiento brusco indicó el comienzo del viaje. La balsa se movía realmente rápido. Apoyada por sobre la baranda solo miraba maravillada el mar llano extendiéndose delante de nosotros, que se confundía en el horizonte con el cielo gris, mientras que el frio viento me pegaba en la cara. Por sobre el ruido del motor, y el ruido de la balsa rompiendo en el mar, me llegó la voz del chileno que seguía hablando con Martin y le aconsejaba que estuviera atento porque era probable que aparecieran toninas en el agua. Mi emoción llegó a un punto máximo cuando, por entre el oleaje del mar, quizás atraídas por el ruido o por su simple naturaleza curiosa, comenzaron a divisarse veloces manchas blancas. Toninas nadando al lado de la balsa Las toninas, delfines de llamativos colores blanco y negro, empezaron a aparecer de a pares, nadando velozmente al lado de la balsa, saltando por sobre el agua. Una hembra con su cría nadaba tan rápidamente que prácticamente se movía a la par de la balsa. Jamás había visto a esos bellos animales tan de cerca, y verlos nadar tan armoniosamente al lado nuestro, como dándonos la bienvenida a la isla, me llenó de una emoción que no pude contener y admito que se me escaparon algunas lágrimas de felicidad. El cruce duró apenas unos minutos, y cuando menos me lo esperaba, la moto estaba descendiendo de la balsa y llegábamos, al fin, a la isla de Tierra del Fuego, dentro de Chile aun. La alegría se percibía en nuestras caras, que, a pesar del frío y del día gris, no paraban de reflejar sonrisas inmensas de oreja a oreja. Descendiendo de la balsa Después de varios días de atravesar campos y caminos, finalmente habíamos llegado a Tierra del Fuego, nuestra primera meta en este viaje que tanto habíamos soñado los dos. Delante de nosotros se abría un camino desconocido para ambos, lo que nos llenaba de ansias y curiosidad. La ruta seguía asfaltada sólo hasta un pequeño pueblo llamado Cerro Sombrero, donde nos vimos obligado a cargar el tanque de la moto. Desde allí, nos esperaba un largo, largo camino de ripio. Camino de ripio, en Chile El camino de tierra no fue fácil, porque había mucha piedra suelta y la moto perdía el equilibrio fácilmente, por lo que había que avanzar despacio. Ese día conocí realmente lo difícil que es un camino de ripio y se convirtió en mi primer enemigo de la carretera (luego, se sumarían algunos más…). A pesar de que la moto, con sus cubiertas y demás, está preparada para este tipo de camino, también llevaba mucha carga encima, así que debíamos ser cautelosos. Además era una ruta muy poco transitada, y no había casi ninguna población en las cercanías. A los lados de la ruta, ahora veíamos inmensas extensiones de campos cercados, con pastos verdes ondeándose por el viento. Algunos pequeños arroyos corrían por entre la vegetación y a lo lejos podían verse inmensos cerros, elevándose en el horizonte y comenzábamos a ver las primeras montañas. El camino se fue convirtiendo en un interminable trayecto ondulado, donde cada tanto podíamos divisar alguna casita perdida en el medio de esos campos o algún rebaño de ovejas pastando, pero nada más. La moto vibraba intensamente bajo el irregular suelo y cada tanto resbalaba peligrosamente hacia los costados, haciendo que yo me aferrara a la campera de Martin y cerrara los ojos, esperando la caída, pero por suerte tengo un experto al mando y salimos ilesos de ese trayecto. El interminable camino de ripio. No recuerdo cuanto tiempo exacto nos tomó cruzar toda esa interminable ruta, pero se me hizo eterno, nosotros dos solos sobre la moto atravesando esos anchos campos en la zona más austral del mundo. Así fue como arribamos al fin al cruce de San Sebastián, donde luego del papeleo, rápido esta vez, volvimos a ingresar a Argentina. Para mi gran alivio, la ruta volvía a ser asfaltada y ahora podíamos ir más tranquilos y relajados. Sin embargo, aún nos faltaban varios kilómetros por recorrer hasta llegar a la primera ciudad de la isla, Rio Grande. El viento empezaba a soplar cada vez más fuerte y yo cada vez me hacía más pequeña para acobijarme tras la espalda de Martin. Para hacer la travesía más complicada aún, una fina lluvia comenzaba a caer desde el nublado y gris cielo. La ruta ya dentro de Argentina era mucho más transitada, sobretodo por grandes camiones de carga. Comenzamos a bordear la costa del mar, a pocos kilómetros de la entrada de la ciudad y de repente esa pequeña llovizna se transformó en una lluvia intensa y constante. De a poco empecé a sentir mis pantalones mojados y parte de la campera. Las gotas se acumulaban en el visor del casco y se filtraban hacia adentro, así que ya nada me protegía de estar mojada. El frio viento que nos golpeaba en la ruta empezó a hacerme tiritar, y ya no veía las horas de llegar. Empapados de pies a cabeza entramos en la ciudad de Rio Grande. Cuando nos cruzamos con la primera estación de servicio, bajamos en busca de reparo de la lluvia y de un poco de calor. Casi temblando y completamente mojados ingresamos al coffe shop de la estación, para cambiar nuestras ropas mojadas y elevar un poco nuestra temperatura con alguna bebida caliente. La ciudad de Rio Grande, en Tierra del Fuego Mientas esperábamos que la lluvia cesara, decidimos que luego de semejante día de viaje, lo mejor sería buscar un alojamiento para descansar bien, y al día siguiente buscar un lugar adecuado para acampar y volver a nuestra habitual carpa. Como si de una señal divina se tratara, un grupo de jóvenes se acercó a nosotros, curiosos de vernos llegar en la moto, y se ofrecieron a indicarnos los distintos hoteles de la ciudad. Esa noche conocimos a Gabriel y Melisa, y hasta el día de hoy agradezco ese encuentro. Esta adorable pareja era originalmente de Ushuaia, la última ciudad en la isla, pero estaban de paseo por Rio Grande. Amablemente, nos indicaron los distintos hoteles de la zona y luego de visitar cada uno (algo espantados por lo elevado de los costos), llegamos a un lujoso hotel que casualmente tenían una promoción económica de sus habitaciones. Aún recuerdo nuestras caras cuando ingresamos a la gigantesca suite del hotel Status. En la habitación se lucían un televisor plasma enorme, calefacción centralizada, elegantes muebles de madera y una cama exageradamente grande. Era muy irónico pensar que la noche anterior habíamos acampado en medio de un gigantesco cráter de un volcán, completamente solos, y que esa noche estábamos en una lujosa habitación de un hotel cinco estrellas que hasta tenía un teléfono en el baño (¡¡en el baño!!). A pesar de que ningún hotel puede superar la belleza de acampar en un lugar al aire libre, admito que esa noche descansamos muy bien. Al día siguiente nos trasladamos a un hostel, donde pasaríamos los siguientes días, porque lamentablemente en Rio Grande no hay campings habilitados. Martin debió tomarse unos días para trabajar desde su computadora, así que nos vimos obligados a permanecer en la ciudad más de lo deseado. Rio Grande es una enorme ciudad, mayormente industrial, pero que no posee muchas opciones a la hora de disfrutar de nuevos paisajes o actividades. Para ser honesta, me aburrí bastante. Del volcán a una habitación 5 estrellas Nuestra siguiente parada, antes de llegar a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, era un pequeño pueblo llamado Tolhuin del que nos habían hablado maravillas. Impaciente, aguardé durante tres días en Rio Grande, hasta que finalmente una mañana juntamos nuestras cosas y retomamos la ruta. Relato Anterior:
  2. 1 punto
    Hola, Es mi primer mensaje llegué a este foro buscando información de Machu Picchu y encontré el blog. Si se preguntan el porque de tan pocos días no crean que estoy tan loca como para gastar el billete a Lima por tan pocos días pero sí para ir a ver a mi mejor amiga qué me había pedido qué fuese a verla a Lima mientras estoy de vacaciones con mis padres en Argentina y que ahora me comentó que no tiene vacaciones para estar tantos días conmigo... Tengo 8 días 2 con mi amiga y el resto sola. Qué les parece lo siguiente mientras estoy sola: 1 día volar a Cusco, 2 y 3 días Machu Picchu, la noche del 3 día traslado a Nazca 4 día Nazca y visita en helicóptero por la noche Ica 5 día Huacachina. Sé que todo esto se ve muy apretado, así que no es necesario que lo digan, Solo díganme si cambiaríais algo o tenéis consejos para llevarlo a cabo de la mejor forma gracias saludos
  3. 1 punto
    Es precioso, yo ya hace tres meses que estuve ahi y ya planeo volver
  4. 1 punto
    Leo esto y me dan más ganas de estar en ese lugar YA!
  5. 1 punto
    Que BUENISIMO!! yo estoy segura que al igual que vos, cuando llegue me voy a morir de cansancio recorriendo todo, pero la verdad que me gustaria muchisimo escalar esas montañas!! Planeamos llegar en uno o dos meses... me gustaría que me guiaras, si es posible, porque estoy algo preocupada con la compra del boleto para el Huayna Picchu :S
  6. 1 punto
    Bueno, a nosotros siempre nos dicen que Perú es un país grande con muchos atractivos y que es imposible apreciarlo en na semana pero yo te aseguro k en 10 días lo vivimos al máximo y guardamos un vivo recuerdo de nuestra aventura.. Obviamente a más días mejor , Primero nos quedamos 2 días en Lima disfrutando de la deliciosa comida peruana, después 3 días en Cusco y Machu Picchu, enamora. Luego nos fuimos 3 días a visitar Cañon del Colca y después de eso la Línea de Nazca y la Reserva de Paracas los ultimos 2 días. Perú es genial disfrútalo aparte que si vas sola el tiempo cunde aun más lo se por experiencia.
  7. 1 punto
    Estoy planeando viajar dos meses por América del Sur. Tengo previstas visitar Perú, Bolivia y Chile. Mi primer destino es el Perú llego el 10 de agosto y estaré 3 semanas. Podemos visitar juntos los sitios o hacer coincidir alguno ¿Tienes ya las fechas concretas? Saludos Philipp
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