La primera vez que viajé hacia Carlos Paz había sido en el mes de febrero. Unos diez años después decidí volver por estas tierras, pero esta vez fue en plena temporada turística, durante la segunda quincena del mes de enero. Creo que fue una de las pocas veces que he viajado en temporada alta, me gusta más conocer los destinos o volver a visitarlos, en temporada baja, con menos gente, pero justo había surgido la oportunidad en ese momento así que no lo dudé (me encanta viajar, es una de mis pasiones, es por eso que cada vez que tengo la oportunidad de hacerme una escapada lo hago)
Estuve una semana completa en Carlos Paz, una semana bastante intensa, con muchas actividades. Como viajera inquieta y curiosa que soy aproveché el tiempo para recorrer todo lo más que se podía. Como se imaginarán volví más cansada de lo que fui, pero valió la pena.
No todo fueron excursiones, también disfrute de la ciudad, de su emblemático Reloj Cu-Cu y del complejo recreativo con aerosillas (Los paseos en aerosillas siempre me gustaron, la vista que se obtiene desde unos metros de altura, aunque no sean muchos es realmente magnífica)
Un detalle no menor para tener en cuenta, es que esta localidad de la provincia de Córdoba, se caracteriza por tener un trazado urbano sumamente irregular de diagonales. Voy a anticipar algo, es muy fácil perderse y también les voy a confesar que en más de una ocasión me perdí. Pero con un plano en la mano, todo se resuelve fácilmente.
En la ciudad en la que vivo, Mar del Plata, el trazado es bastante regular, por lo que no estoy acostumbrada a las calles que van y vienen, que se mezclan con diagonales. De todos modos, es muy lindo pasear por Carlos Paz.
Como es costumbre mía, casi todos los días aprovechaba para ir a algún lugar, como por ejemplo a la localidad de Los Cocos, donde hay un parque de diversiones con un laberinto entre otros juegos. Les dejo algunas fotos, y en otro momento les cuento este paseo con más detenimiento. Lo único que les voy a anticipar es que a pesar de dar unas cuentas vueltas por el laberinto, llegué a la salida.
Otro de los paseos que hice fue a un pueblito de estilo Alemán que lleva el nombre de Villa General Belgrano. Tiene un centro muy pintoresco, de pocas cuadras pero sumamente atractivo.
Es muy cómodo parar en la ciudad de Carlos Paz, porque cerca de aquí hay un montón de lugares para visitar y lo mejor del caso es que están a muy pocos kilómetros de distancia. Además, hay varios servicios de excursiones y también de transporte público. Algunas excursiones las hice acompañadas con guías, otras las hice de manera particular. De vez en cuando está bueno aventurarse a un lugar y descubrir por uno mismo las cosas, aunque en este caso yo ya conocía todos los puntos porque había viajado hacía unos años.
Anduve también desandando los caminos del Che, en Alta Gracia. Di una vuelta por el Museo Casa del “Che”, aquí se exhiben varios objetos relacionados con la vida del Che Guevara.
Pero, no es lo único que tiene Alta Gracia, otro punto interesante para conocer y que les recomiendo es la Parroquia de Nuestra Señora de la Merced.
Es difícil decir cuál fue el paseo más lindo, el lugar que más me gusto, pero creo que una de las posibles respuestas sería La Cumbrecita.
Se trata de un pueblo peatonal donde los habitantes del lugar viven en total armonía con la naturaleza. El paisaje es único, cascadas, construcciones con estilo alemán, una intensa vegetación y por sobre todas las cosas el silencio de un lugar no contaminado por el tráfico vehicular.
Creo que la próxima vez que ande por Córdoba, voy a organizarme para quedarme unos días en este hermoso pueblito, o por lo menos una noche. Siempre me ha llamado la atención escuchar el silencio y admirar la quietud, de vez en cuando viene muy bien desconectarse…
Que más les puedo contar de este viaje… Por las noches disfrutaba del centro de la ciudad con su gran variedad de restaurantes y bares. Hay un montón de lugares para cenar y se sirven todo tipo de platos.
Una de las noches en las que estuve allí aproveché para ir a Cosquin ya que estaba el Festival de Folclore. Llegué luego de un paseo muy breve, creo que el colectivo tardó menos de una hora. Lo que realmente me sorprendió fue la cantidad de gente que había en el lugar. Las calles se encontraban pobladas de personas que iban y venían. La noche estaba muy agradable y la gente aprovechaba para tomar algo al aire libre, caminar y compraban artesanías y recuerdos.
Después de recorrer localidades y pueblos cercanos, de sacar fotos, de conocer, de disfrutar, de dar un paseo en aerosilla, de conocer un museo, de pasear por la tierra del folclore, de desconectarme, volví a mi hogar dulce hogar, con los mejores recuerdos y por supuesto, con ganas de volver a pasear!
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