En las faldas del volcán Cofre de Perote, esta caída de agua nace del río La Antigua que desemboca justo en las playas donde Hernán Cortés pisó tierras americanas por primera vez, para posteriormente conquistar el imperio Azteca y fundar el virreinato español en México.
La mejor temporada para visitar la zona es durante el invierno, pues las lluvias son menos frecuentes. El verano puede ser muy lluvioso debido a las tormentas que se forman cuando las corrientes de aire chocan con la cadena montañosa.
Mi viaje a este rincón de Veracruz lo hice hace 2 años y medio, durante mis vacaciones de invierno. Mi hermano, mi prima y yo decidimos tomar el coche y dirigirnos a la aventura por al menos un día, para alejarnos del bullicio de la ciudad.
Para llegar a las cascadas sólo se debe tomar la carretera que va a Xalapa y coger la desviación a Xico (un pueblo mágico que colinda con la capital) y a sólo 3 kilómetros más se arriba al destino.
Antes de todo decidimos comer en un sitio cercano llamado La Joya, un pueblo en las faldas de la montaña, muy frío por cierto. Es famosos por sus carnes de res y quesos asados. Lo mejor para mí son los frijoles refritos y poder sacar un poco de "humo" de la boca por las bajas temperaturas, algo que es imposible en mi ciudad, donde la temperatura mínima en invierno son los 18° centígrados
Una vez en Texolo, hay un estacionamiento para aparcar el coche. Después de una pequeña caminata de aproximadamente 10 minutos, pasamos por el interior de las instalaciones turísticas (restaurantes y tiendas) para después salir al mirador.
La panorámica a esa altura es simplemente espectacular. Debido a la constante humedad, es común ver un poco de neblina atravesar las laderas y cubrir parcialmente la vista. Pero la cascada es fácil de observar.
Me encanta la sensación de estar parado y al voltear a todos lados verme rodeado de la naturaleza en todo su esplendor, sumado al delicado sonido del agua golpeando el pequeño estanque que se forma al tocar el suelo.
Para alcanzar el otro lado debimos hacer una caminata de al menos media hora. Cruzar un puente de acero y evitar resbalarse con el limo de las piedras. En el trayecto, uno se puede topar con un frondoso y verde bosque, lleno de flores y árboles muy altos. Esta locación se utilizó, incluso, para filmar algunas películas, como En busca de la esmeralda perdida, de Michael Douglas.
Al llegar al otro extremo, un señor nos ofreció bajar por una de las paredes de la montaña para ver el río desde abajo. No nos parecía muy seguro, pero aceptamos. Las escaleras eran bastante rústicas, de madera cortada; se notaba que las había hecho él mismo. El limo en sus orillas nos podían hacer una mala jugada en cualquier momento, así que decidimos ir siempre juntos, por si alguien resbalaba.
Después de casi 10 minutos cuesta abajo, nos dimos cuenta que el descenso había valido la pena. Desde allí abajo pudimos captar una postal magnífica de Texolo. Ambas paredes del cañón se abren por el estrecho cauce del río que fluye, y la parte más baja de la cascada quedó justo frente a nosotros.
Nos quedamos un momento admirando la belleza del lugar. Siempre es la ocasión perfecta para reflexionar cualquier especie de situación. También desde allí, pudimos ver ambos miradores, a 24 metros sobre nosotros. Cuando la niebla empezó a espesar, decidimos apresurarnos a la vuelta.
La subida fue menos pesada de lo que pensé; quizá al correr y tratar de ganarle el paso a la niebla me hizo pensar menos en lo cansado que estaba (o lo preocupado por caer a las rocas).
Una vez en la cima, no podíamos ver nada, y la cascada había desaparecido a nuestras espaldas. Afortunadamente llegamos al mirador sanos y salvos, y retornamos a nuestro auto para manejar regreso a casa.
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