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  1. Argentina es un país muy extenso, tiene varios sitios que fueron declarados como Patrimonio de la Humanidad, cuenta con una de las Nuevas Maravillas del Mundo: Las Cataratas del Iguazú, varios sitios que reciben a viajeros de todo el mundo y también algunos destinos poco explorados, ideales para viajeros que van en búsqueda de lugares donde se puede disfrutar de la tranquilidad Hornocal A 24 kilómetros de Humahuaca se encuentra el Honocal, una colorida serranía de origen calcáreo. Es un destino que se puede visitar en cualquier época del año, el mejor momento del día para visitarlo es por la tarde, por la ubicación del sol. Hay quienes llegan a distinguir más de treinta tonalidades distintas. Campo de Piedra Pómez Se trata de un paisaje caracterizado por una gran cantidad de piedra pómez, que luego de varios años de procesos de erosión, adquirió la extraña y llamativa morfología que hoy presenta. Es un paisaje lunar representativo de la Puna de Catamarca. Se puede recorrer el lugar a pie, es imprescindible llevar gorra para el sol y agua. Lo más aconsejable es visitar el lugar con guía porque es muy fácil perderse. Saltos del Moconá Son casi tres kilómetros de caída de agua con alturas que varían entre los 3 y 5 metros. Se encuentran a 322 kilómetros de las Cataratas del Iguazú. Para visitar los Saltos es necesario chequear previamente el estado de los mismos en la página oficial del Parque Provincial Saltos del Moconá. La localidad más cercana donde hospedarse es el Soberbio, ubicada a 70 kilómetros. Bañado La Estrella Es el tercer humedal más grande del continente americano después del Pantanal ubicado en el vecino país de Brasil y los Esteros del Iberá. Se pueden ver enredaderas junto con una abundante vegetación y varias especies de animales. Puede hacerse una excursión en canoa para conocer el impactante paisaje y ver distintos tipos de animales como aves y mamíferos. Además es una buena oportunidad para conocer las culturas originarias. En la provincia de Formosa existen otras reservas y lugares donde encontrarse con la naturaleza como es el caso del Parque Nacional Pilcomayo, el cual se suele visitar e una excursión que combina al Bañado La Estrella. En el Parque pueden verse esteros, cañadas y lagunas, además de varias especies de palmeras. Otra de las reservas que forman parte de la provincia de Formosa es la Reserva Guaycolec, ubicada a 25 kilómetros de la ciudad de Formosa Capital, es un sitio ideal para conocer la fauna del lugar. La Payunia Es una reserva volcánica ubicada a 130 kilómetros de Malargüe. En este sitio puede verse una especie de muestrario de casi todos los tipos de volcanes que se encuentran en el planeta. Es indispensable recorrer la zona con vehículo alto y en lo posible con guía ya que los caminos internos no están señalizados y no hay servicios. Ischilín Se trata de un pueblo ubicado a un poco más de 100 kilometros de la ciudad de Córdoba. En la época colonial jugó un importante rol en el Camino Real como un paso alternativo hacia ele Alto Perú. En caso de visitar esta localidad de Córdoba en temporada baja, se recomienda reservar ya que generalmente los establecimientos suelen abrir los fines de semana. Glaciar Vinciguerra Es un glaciar austral ubicado en la provincia de Tierra del Fuego, es menos famoso que el Glaciar Martial. Se puede llegar únicamente haciendo trekking de cinco horas de duración. Piedra Parada Esquel cuenta con varias atracciones turísticas, dentro de las menos conocidas se encuentra Piedra Parada una rareza geológica ubicada a 80 kilómetros del centro de la ciudad. Es una gran piedra solitaria con una altura de 276 metros, convoca a curiosos y a escaladores. Se encuentra rodeada de aleros con pinturas rupestres.
  2. flormdk

    Pueblos de Argentina

    La Argentina tiene varios rincones y escondites donde reina la tranquilidad y donde se pueden ver paisajes tan impactantes como diversos. Existen pueblos incipientes, fundados hace muy poco tiempo, como así también localidades muy antiguas que invitan a hacer un viaje en el tiempo. Hay opciones al Norte y al Sur, al Este y al Oeste... Algunos de los pueblos de la Argentina son: El Chaltén En el Parque Nacional Los Glaciares, se encuentra El Chaltén. Es un lugar que lleva el apodo de “Capital Nacional del Trekking”. Es también uno de los pueblos más nuevos de la Argentina. El recorrido más famoso que tiene El Chaltén es el de la Laguna de los Tres. Es una travesía que lleva como mínimo unas nueve horas, pero el esfuerzo tiene como recompensa la vista a la Laguna de Los Tres al pie del Fitz Roy, un imponente cerro conocido también como el cerro Chaltén, la postal del Parque Nacional Los Glaciares. Este espacio natural de montañas, lagos y bosques fue declarado por la UNESCO como Patrimonio Mundial. Villa Pehuenia Lagos, pehuenes y volcanes caracterizan a este pueblito del Sur ubicado cerca del límite con Chile y a orillas del lago Aluminé. Villa Pehuenia, es todavía un pueblo escondido dentro la extensa región patagónica. Es un lugar para desconectarse, para disfrutar del aire puro y de las noches de cielos estrellados. Podría decirse que es un lugar donde manda la naturaleza: en inviernos metros de nieve y temperaturas extremadamente bajas y en verano sol y turistas. A pocos kilómetros de Villa Pehuenia, se encuentra el Parque de Nieve Batea Mahuida, donde la principal propuesta es conocer el Volcán que lleva el mismo nombre. Villa Pehuenia, es uno de los pueblos más jóvenes de la Argentina. Es ideal para la aventura,y también para quienes buscan descansar. Cualquier época del año es una buena oportunidad para llegar a este encantador lugar del Sur de Argentina. Gaiman Se trata de una localidad con encanto galés. Hace muchos años, los galeses llegaron a este sitio de Argentina para convivir de manera pacífica con los antiguos habitantes del lugar. Recorrer Gaiman es revivir la historia de los inmigrantes que transformaron el paisaje árido de la región en un valle teñido de color verde. La impronta del pasado se puede reconocer y distinguir en los canales de riego, en las construcciones antiguas y en las casas de té, donde se ofrece un servicio completo que incluye una gran variedad de tortas y cosas dulces. La naturaleza también dice presente en el pueblo de Gaiman e invita a descubrir la vista del valle inferior del Río Chubut con una amplia gama de verdes brindad por los sauces y álamos. Tomar el té, descansar la vista contemplando el valle y acercarse a la cultura galesa son algunas de las propuestas de este pequeño gran pueblo de la provincia del Chubut. Villa La Angostura Villa La Angostura es una pequeña pero pintoresca aldea de montaña donde se pueden encontrar varios tipos de hoteles, elegantes casas de té y varias tiendas hechas con madera y piedra de la zona. La clásica postal es el Lago Nahuel Huapi, el cual capta la mirada de todo aquel que lo contempla por sus aguas de un color verde azulado tan intenso como único. El Bosque de Arrayanes también es una vista obligada al igual que disfrutar de uno de los centros de esquí con mejores vistas del mundo, el Cerro Bayo con varias pistas preparadas para todos los niveles. Merlo Es un lugar caracterizado por muchas sierras que se multiplican en quebradas, arroyos y saltos. Merlo, invita a travesías de todo tipo, a disfrutar del aire puro y del descanso reparador. Hay varios motivos por los cuales este pueblo es tan famoso... el reloj solar más grande del mundo se encuentra aquí y el tercer microclima del mundo también (luego de Suiza y California). Otra de las cualidades de Merlo, es la de ser un destino para todas las edades, desde los niños hasta las personas más grandes disfrutan de este lugar, esto se debe a sus múltiples opciones ya que se puede descansar y también vivir la adrenalina con varias actividades como trekking y deportes extremos. Cualquier momento del año es ideal para viajar a la Villa de Merlo ya que es es un microclima, tiene una temperatura promedio anual de 20 grados. La Cumbrecita Una de las cualidades más llamativas que tiene este lugar, es la de ser un pueblo peatonal, pero, no es cuestión de preocuparse, ya que todos los recorridos se pueden hacer perfectamente a pie. La Cumbrecita, es una pequeña aldea con construcciones pintorescas de estilo alpino, rodeada de cursos de agua transparentes, bosques y sierras. Es un sitio ideal para desconectarse. Iruya Hasta hace poco tiempo, Iruya era un destino olvidado en los mapas y muy poco conocido los viajeros. Su reciente fama, se debe a que fue catalogado como Lugar Histórico Nacional. En Iruya parece que el tiempo se ha detenido, recorrer sus callecitas angostas y empedradas sobre las que se levantan casas de adobe es un verdadero viaje en el tiempo. Uno de los paseos más recomendados que tiene este sitio de la provincia argentina de Salta, es visitar la Iglesia, la que aparece en todas las fotos y postales del pueblo. Después de conocer la Iglesia la cual lleva el nombre de “San Roque y Nuestra Señora del Rosario”, la próxima visita recomendada es el mirador que se encuentra enfrente donde es posible disfrutar de una magnífica vista. Dos importantes eventos tienen lugar en Iruya, la Fiesta de la Pachamama, la cual se celebra todos los años el día 1º de Agosto y durante el primer fin de semana de octubre se realiza una celebración religiosa en honor a la Virgen del Rosario. La única manera de llegar a Iruya, es desde la localidad de Humahuaca. Se puede recorrer el pueblo en forma de excursión durante un día. Si la idea es quedarse más tiempo para disfrutar del silencio, la tranquilidad y conocer las tradiciones, lo mejor es alojarse en alguno de sus hoteles u hosterías para poder pasar más tiempo. Colón Al este de la provincia de Entre Ríos, a orillas del río Uruguay se ubica la localidad de Colón, un sitio que combina naturaleza, con historia, encantos y otros tesoros ocultos. Uno de los principales motivos para visitar Colón es visitar el Parque Nacional el Palmar, una tierra de palmeras Yatay a la que se recomienda visitar al atardecer, momento en que se puede obtener la mejor vista del lugar. A pesar de ser un pueblo, Colón tiene todo. No hay que perderse la oportunidad de tomar un catamarán y llegar a una isla, la Isla de Los Hornos. Llegar ya es todo un paseo, se puede apreciar el paisaje dado por las transparentes aguas del río Uruguay. La mejor época del año para visitar Colón, es durante los meses de verano, especialmente en el mes de febrero para participar de la Fiesta Nacional de la Artesanía, un evento muy importante que reúne a artesanos de todo el país. Azul Este pueblo tiene una de las mejores ubicaciones... es el centro geográfico de la provincia de Buenos Aires, es un eje de comunicaciones y de intercambios. Se tejen sobre estas tierras una gran cantidad de historias, las cuales despiertan la curiosidad de todos los viajeros que pasan por aquí... Una de ellas es la de Bartolomé Ronco un coleccionista gracias a quien Azul debe su llamativo título de ciudad cerventina, otra es la de los esclavos y negros que pasaron por el país, otra más es la del temible “Mateocho”: un caballero que fue el primer asesino del país, la de la última tejedora pampa que con sus más de ochenta años sigue recreando el estilo de sus antepasados, pero la más intrigante de todas es que el copiloto del avión que arrojó la bomba sobre Hiroshima terminó sus días en este pueblo... Las historias podrían continuar y continuar...Sin embargo, de todas las historias que Azul tiene para contar, quizás una de las más apasionantes es que en el año 2007(gracias a una persona que logró juntar más de 350 ediciones del Quijote además de otros objetos como láminas, piezas escultóricas, diarios entre otros objetos más) Azul fue declarada por el Centro de Castilla La Mancha de la UNESCO como “Ciudad Cerventina de La Argentina”. Chascomús A unos pocos kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, se ubica Chascomús, a la orilla de la famosa laguna que lleva el mismo nombre. Es un sitio con casas sin ochavas y de construcciones muy antiguas que conviven con nuevos hoteles boutiques, varios museos coloniales y destacados locales gastronómicos. En Chascomús siguen en pie las casas históricas, como la casa de Vicente Casco, sitio en donde se filmaron varias escenas de películas y novelas nacionales. La Plaza Independencia es otro de los puntos para visitar, en cuyos alrededores están la Catedral de Nuestra Señora de la Merced y el imponente Palacio Municipal. Hay varios museos interesantes para recorrer, uno de ellos es el Museo Pampeano, aquí es posible encontrar vestigios de lo que fue la vida colonial y criolla del país. Otro de los museos es La Capilla, un modesto edificio que antiguamente sirvió de hospital. Cerca del Museo Pampeano se encuentra el Parque de Los Libres del Sur, se trata de unas ocho hectáreas de frondosas arboledas, un verdadero remanso de paz. Es posible descansar y pasar la tarde a la sombra de los pinos, eucaliptos, cedros o algarrobos. Pero sin lugar a dudas, lo más importante de esta localidad es la Laguna de Chascomús donde se pueden dar paseos en veleros y también en embarcaciones. Además se pueden practicar varios deportes náuticos y de vela como por ejemplo, ski, windsurf y natación.
  3. Del álbum Café de Gatos en Brisbane

    Living del café de gatos, con espacio para tomar un café y también comodidades para los gatos
  4. flormdk

    Archer

    Del álbum Café de Gatos en Brisbane

    Archer vino a nuestra mesa a hacernos compañía mientras tomábamos un café
  5. Pasada la medianoche era oficial que mi cuerpo cumplía 22 años de vida en el mundo, y no podía estar más contento de encontrarme al otro lado del mundo para celebrarlo: en la cosmopolita ciudad de Frankfurt, tomando shots de zambuca que un par de simpáticos alemanes nos invitaron en un bar. Habíamos pasado dos días en la gran metrópoli y de hecho era mucho más de lo que Jacob y yo habíamos esperado. Mucho más que un montón de concreto y cristal con un hermoso skyline. Sobre todo en la hermosa y fría época en que habíamos acudido, ya que todos los diciembres Alemania se decora con sus encantadores mercados navideños. Mi roomie Jacob y yo habíamos vuelto por la madrugada al apartamento de Alex, quien fuera nuestro host en Frankfurt. Por la mañana él trabajaría, y nosotros dedicaríamos el día a explorar un poco más para celebrar mi cumpleaños de una manera diferente. Bien que Frankfurt es una ciudad grande con una gran oferta de actividades, habíamos ya visto sus principales atractivos y sus barrios más simpáticos. Así que Jacob propuso un pequeño viaje a las afueras, oferta a la que no pude negarme. Habíamos comprado los vuelos desde Galicia hace un mes de una manera muy aleatoria e improvisada. Y era así mismo como imaginamos que sería nuestro viaje al oeste de Alemania. Y siguiendo nuestros instintos en un país cuya lengua no hablábamos, nos dirigimos a la estación de tren más cercana y cogimos un boleto al primer punto del mapa que nos llamó la atención: un pequeño pueblo llamado Gelnhausen. ¿Qué sabíamos de él? Honestamente nada. ¿Qué esperábamos ver en él? Honestamente nada. Pero Jacob y yo, dos chicos de la costa del Golfo de México donde el invierno tiene una media de 20 grados por las noches, deseábamos desde hace muchos años conocer la nieve. Pasaríamos el invierno en España; pero la caída de nieve en Galicia es muy esporádica. Creíamos que Alemania era el lugar perfecto para conocer la nieve en sus mercados navideños. Pero hasta el momento ni Frankfurt ni Heidelberg nos habían regalado el honor. Así que cogimos un tren al este, alejado lo más posible de la contaminación y la civilización, esperando toparnos con un clima más extremo que nos dejase sentir los copos invernales en las zonas más altas. No hace falta mencionar que los trenes alemanes funcionan de maravilla. Son enteramente cómodos y extremadamente puntuales. Y mientras veíamos pasar villa tras villa por la ventana, ningún revisor caminaba por el pasillo del vagón. Comencé a pensar que no era incluso necesario tener un boleto para haber abordado. Y antes de llegar a Gelnhausen Jacob me propuso bajarnos una estación después; así conoceríamos un pueblo más por el mismo precio. Pero como si hubiéramos llamado a la cabina, la revisora llegó a nuestro asiento, tomó nuestro boleto y empezó a hablar en alemán. Le dijimos que sólo hablábamos inglés y español. La verdad es que sabíamos lo que quería decirnos, pero nos excusamos bajo la barrera del idioma. Un chico se acercó para traducirnos lo que quería decir. No fue sorpresa que nos aclarara que debimos haber descendido una estación antes. Y no nos quedó más que hacernos los occisos y pedir perdón, proponiendo bajar en la siguiente estación (justo lo que queríamos lograr). De esa forma, bajamos en lo que parecía un típico pueblo rural alemán, cuyo nombre nunca supimos. No tenía un centro histórico. No tenía un main square, un city hall, una catedral o algo parecido. Solo casas, casas y más hermosas casas. No había letreros para visitantes. No había letreros para locales. No había muchos lugares más a donde se pudiera ir al descender del vagón de tren. Era el pueblo o el bosque. Los pocos locales en las calles nos miraban de forma extraña. ¿Cada cuánto tiempo llegaban dos turistas a aquel remoto lugar, con una cámara réflex fotografiando cada casa particular? Pero le dimos poca importancia. Y recorrimos la pequeña villa como si se tratase de un parque de atracciones. Y en vista de que el cielo parecía no ceder a la nieve, volvimos a la estación de tren para volver a nuestro primer destino, Gelnhausen. Justo al bajar del vagón algunos copos de nieve comenzaron a golpear nuestros abrigos. Hacía mucho frío, uno o dos grados bajo cero. Nuestros cuerpos estaban congelándose. Pero había que quitarse los guantes para sentir la verdadera nieve. Jacob comenzó a grabar con su móvil, relatando la experiencia de nuestra primera nevada. Pero vaya pena, los copos ni siquiera se veían en video. Y poco tiempo después la nieve dejó de caer. El momento no fue nada mágico; nada memorable. Ni siquiera sabía si eso había sido nieve o agua cayendo de forma muy suave. Pero no importaba ya. Estaba en un pueblo alemán y había que disfrutarlo. Una calle nos llevó hasta un arco de piedra que parecía una antigua torre de vigilancia, la cual daba la bienvenida a Gelnhausen. Como la villa anterior, esta no parecía ser nada turística, en lo absoluto. Aunque en una pequeña tienda de la avenida principal encontramos un par de postales de las que Jacob cogió una. Al menos sabíamos que estábamos en un lugar que aparecía en el mapa. Las calles ya habían sido adornadas con motivo de la navidad. Y aunque no encontraríamos un enorme (o pequeño) mercado navideño, los modestos adornos eran suficientes. El pueblo estaba lleno de pendientes que subían hacia el norte, lo que hacía más agotadora la caminata. Ahora me estaba acostumbrando a lo que significaba viajar en invierno: con mucha ropa encima (lo que es igual a muchos kilos encima) y un par de botas, el cansancio viene más rápido al cuerpo. Al menos para mí. Todas las casas lucían un típico estilo alemán, las llamadas Vieelbau. Es decir, casas alargadas con fachadas de colores claros, adornadas con líneas gruesas de madera, ventanas cuadradas y techos inclinados en V invertida que alojan áticos en su interior. La multitud de tejados subían hasta dejar ver la bella catedral, de puntiagudos campanarios y paredes de un naranja vivaz. En el centro de la ciudad llegamos a una explanada rodeada de casas antiguas, justo al mismo estilo de la Plaza Römer en Frankfurt. Solo que esta, por suerte, no había sido destruida ni reconstruida, pues sobrevivió a ambas guerras y a la invasión de los Aliados el siglo pasado. Seguimos subiendo por los estrechos callejones y escaleras para alcanzar la catedral, aunque muy próximos a ella no dejaba mucho a la vista. No había casi nadie andando por las calles. Parecíamos ser los únicos locos que osábamos de dar un paseo en un día tan frío. La diferencia entre ellos y nosotros es que nosotros no estábamos acostumbrados a rodearnos de tan hermosas viviendas renacentistas. Y no teníamos intención de perder la oportunidad. Más allá de las construcciones góticas y barrocas del pequeño pueblo, llegamos hasta una colina con un pequeño andador peatonal donde (sin ser ya más una sorpresa) nos topamos con otro monumento a los judíos caídos durante la II Guerra. Parecía que los nazis no habían olvidado ni el más pequeño rincón de Alemania y el Tercer Reich. Pero no todo era feo en la colina. Desde lo alto subimos a una antigua fortaleza en ruinas, desde donde tuvimos una vista panorámica de todo el pueblo. La imponente catedral dominaba el horizonte, que a pesar de una leve neblina dejaba entrever los pequeños cerros al fondo. Y si bien la postal merecía nuestro tiempo, el frío viento que golpeaba nuestras caras allí arriba nos despidió rápidamente para seguir nuestro camino. Subimos aun más alto para alcanzar el bosque, esperando encontrar un poco de nieve cayendo del cielo. Pero el invierno todavía no llegaba a su apogeo, y lo único con lo que nos topamos fue un charco de hielo regado sobre un montón de leña. Decidimos bajar antes de que anocheciera, sabiendo lo rápido que el sol se ocultaba en el centro de Europa durante el horario invernal. Para cuando la noche llegó nos encontramos con hermosas imágenes por todo el pueblo, que iluminado al estilo más navideño parecía otra cautivadora villa sacada de un cuento. Y mientras todos esperaban la pronta llegada de Santa Claus, Jacob y yo decidimos aprovechar la happy hour de un bar local para beber una cerveza y calentarnos un poco en su cálido interior. Y al iluminarse toda la plaza principal como si fuera un árbol de Navidad, Jacob quiso darme mi mejor regalo de cumpleaños: un exquisito bratwurst, que como llevo diciendo en los últimos tres relatos, es y será mi platillo alemán favorito. Volvimos a la estación de tren para no arribar a Frankfurt demasiado tarde, y nos despedimos del pequeño y desconocido pueblo que me había dado un peculiar pero inolvidable cumpleaños. Por la madrugada nos levantaríamos a las 2 am y daríamos las gracias a Alex, para después tomar el bus que nos llevaría hasta el lejano aeropuerto de Frankfurt Hann, desde donde volveríamos a Galicia a las 6:00 horas. Ahora descubría por qué los precios de Ryanair eran tan ridículamente baratos. ¿Quién querría viajar a la mitad de la nada un domingo a las 6 am? Por 16 euros, no creo que fuéramos los únicos.
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