Montano Antilia, A Los Pies Del Monte Gelbison
Aprovechando que los domingos en julio las playas de Camerota se llenan, hemos decidido dar una vuelta por los pueblos del interior. La ruta la iremos decidiendo sobre la marcha, pretendemos dar un rodeo por las montañas hasta llegar a Roca Gloriosa (el topónimo suena prometedor). El primer pueblo al que llegamos es Montano Antilia, situado al pie del sistema montañoso Gelbison en el centro del parque nacional del Cilento y el Vallo di Diano. Desde lejos no logra cautivarnos, se presenta como tantos otros pueblos italianos, extendido a lo largo de la montaña con casas de cemento de tres o cuatro plantas y raquíticos balcones asomándose al valle.
No sabemos si dar una ojeada o seguir nuestro camino a través de la montaña, para ayudarnos a tomar la decisión acertada encontramos un parque de abetos que nos invitan a comer uno de los bocadillos que hemos preparado. El parque se encuentra en la parte alta del municipio y nos ofrece una perspectiva diferente a la que observábamos desde la carretera, callejones que se entrecruzan, pequeñas ventanas y puertas de madera adornadas con flores de todos los colores y los cuidados tejados se perfilan en el horizonte.
Montano Antilia se recorre en poco tiempo y quizás los monumentos o lugares concretos a visitar son pocos pero tiene un atmósfera muy agradable que invita a contemplar y fotografiar cada detalle del camino.
La iglesia Madre, como se llama en italiano la iglesia principal de cada pueblo, ofrece desde su placita unas esplendidas vistas panorámicas. Fijaos en los bancos de madera que se encuentran en la misma, están tallados con poemas y guirnaldas de flores.
Mio cuore contento di così poco iluso forse d'aver finalmente scoperto il grande segreto ma domani, certo, nel riudirmi m'avvedo che tutto è inespresso io so le asperrime gioie del silenzio di Dio.
Padre Turoldo
En otro banco hemos podido leer esta preciosa poesía de Giacomo Leopardi:
Sempre caro mi fu quest’ermo colle,
E questa siepe, che da tanta parte
Dell’ultimo orizzonte il guardo esclude.
Ma sedendo e mirando, interminati
Spazi di là da quella, e sovrumani
Silenzi, e profondissima quiete
Io nel pensier mi fingo; ove per poco
Il cor non si spaura. E come il vento
Odo stormir tra queste piante, io quello
Infinito silenzio a questa voce
Vo comparando: e mi sovvien l’eterno,
E le morte stagioni, e la presente
E viva, e il suon di lei. Così tra questa
Immensità s’annega il pensier mio:
E il naufragar m’è dolce in questo mare.
Otra iglesia o capilla importante es la "Scala Santa" que, como bien indica su nombre, se construyó a semejanza de la famosa Escalera Santa de Roma. En el mundo existen muy pocas copias de la venerada escalera de Roma (se supone que son los escalones que condujeron a Jesús de Nazaret al palacio para ser juzgado) y cada una de ellas necesita un permiso especial otorgado por la Santa Sede pues quien la visita en Quaresma o el Viernes Santo recibe las mismas indulgencias que aquellos que visitan la Escalera Santa de Roma. En el caso de Montano Antilia la construyó el marqués Antonio Cammarano por deseo expreso de la Sede Episcopal para cumplir un voto. Como se podía leer en la vieja puerta, la capilla, que fue construida en el M.D.CCXXVI (1726), consta de dos puertas, una de entrada y otra de salida unidas por 28 peldaños (al igual que la Scala Santa original). En ambas paredes laterales están representadas las escenas de la Vía Crucis y al final de todo, detrás del altar y cerca de la puerta de salida, se encuentra un deteriorado fresco con la crucifixión de Jesús, lástima que la capilla está abierta solo en Semana Santa.
Las callejuelas se van sucediendo, pasamos por debajo de unas bóvedas y llegamos a la plaza del pueblo donde se encuentra un campanario con un curiosísimo reloj del siglo XVIII debajo del cual vemos la placa conmemorativa a los caídos de la primera guerra mundial.
Esto es lo que nos ha contado un viejito del pueblo:
El reloj nos recuerda que las horas y los días pasan pero la placa nos enseña a no olvidar el sacrificio de nuestros padres...
Nos despedimos de Montano Antilia, un pueblo muy agradable de visitar, alejado del turismo y colmado de detalles.
Retomamos nuestra ruta por los pueblos del Cilento ahora camino a Abatemarco que se encuentra en las cercanías. La más que frecuentes "franas" (corrimientos de tierra) nos obligan a ir muy lentamente y con cuidado para no tocar los bajos del coche, ciertamente estos corrimientos y la poca manutención de las carreteras colaboran a alejar el turismo de estas preciosas montañas… Por fin conseguimos llegar a Abatemarco y un enorme olivo centenario nos da la bienvenida, es un ejemplar precioso.
Abatemarco parecía un pueblecito muy interesante pero la inesperada llamada de unos amigos nos ha obligado a abandonar nuestra excursión por el pueblo y volver a Camerota donde nos esperaban . De todos modos esperamos poder retomar la ruta más adelante mientras tanto no olvidéis echarle una ojeada al álbum de Montano Antilia.
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