Saltar al contenido

Top Escritores


Popular Content

Showing content with the highest reputation on 02/17/16 en toda la comunidad

  1. 1 punto
    Los abrasadores días del verano pasaban uno tras otro en el calendario, mientras la familia de mi amiga Henar y yo nos alborozábamos en la profunda calma del pueblo de Consuegra, en la comunidad española de Castilla León. Cada día arribaba más y más familia a la pequeña aldea, lo que denotaba la extensa descendencia de los Velasco en toda la provincia de Sepúlveda. A pesar de que se atravesó el cumpleaños de July (la madre de Henar), la ocasión no era nada en especial, sino que todos los veranos la familia se reunía en lo lejos de la gran ciudad, solo para verse los unos a los otros, y demostrar lo sumamente unidos que pueden ser Pero en casa de la abuela parecía que cada noche celebrábamos algo, pues un enorme banquete se plasmaba sobre la mesa Y así, tuve la fortuna de probar cada bocado y platillo proveniente de la localidad, incluyendo una variedad de vinos que poco a poco me hicieron enamorarme de la cultura de la vid ? Entre tantos platos, Sepúlveda es bien conocida en España por ser la capital mundial del cordero asado. De tal suerte que el padre de Henar quiso mostrarme la manera de tradicional de cocinarlo, para lo cual me llevó consigo al restaurante donde lo habían mandado a hacer. Condujimos pocos kilómetros fuera del pueblo hasta llegar a una pequeña fonda en el medio de la nada. Allí dentro, frente a dos grandes fogones de piedra, aparecieron los cocineros con el tan afanado plato. No era lo que yo imaginé. En España la palabra asar significa cocinar al horno (lo que en México se diría hornear). Y para referirse a un platillo asado en una sartén dicen frito (sea o no con abundante aceite) El cordero asado era nada más y nada menos que el ovino horneado a la leña en un enorme fogón de roca. Sobre dos platos de barro (mismos en los que se horneó al animal) se apiñaban todas las piezas que alguna vez formaron parte de la cría… entre ellas la cabeza. Al mirar aquella cabeza entera hacía parecer que el cadáver del cordero me hablaba (tal como en el capítulo de Los Simpson donde Lisa se vuelve vegetariana). La forma tan original en que su rostro había quedado horneado, con la boca abierta, dos hoyuelos donde se alojaban sus ojos y ambas orejas hacia abajo, me hicieron sentirme mal por estar a punto de comerlo Pero el padre de Henar simplemente me dijo: ¡la cabeza es lo más rico de todo! Tras conducir con sumo cuidado para no derramar el caldo del cordero, el festín de comida comenzó a nuestro arribo. En la mesa, algunos se peleaban por los muslos o la cola de la oveja, pero casi nadie, sino el padre de Henar, era quien comía la carne de su cabeza Fue sin duda una experiencia diferente, pues había tenido un pavo, un pollo, o piezas de cerdo en el centro del comedor… pero nunca a un cordero Y allí se notaba de más la fuerte influencia que la conquista musulmana ha tenido sobre toda la extensión de la península. Tras el festín de aquel ovino, Álvaro, el hermano de Henar, nos propuso visitar el pueblo de Peñafiel antes del anochecer (en vista de que los días de verano en España culminan hasta las 10 pm). Pero surcar las curvas carreteras de la provincia justo después de comer no fue la mejor idea que pudimos haber tenido Henar y yo empezamos a sentirnos mareados, a pesar de la lenta velocidad a la que manejaba Álvaro. El vino y la grasa de la carne parecían subir por nuestra garganta, a punto de salir en la asquerosa forma de vómito Nos detuvimos un momento para beber un poco de agua de un grifo, que para mi enorme beneficio, en España y casi toda Europa era potable (lo cual en México habría que pensar dos veces antes de hacerlo). Pero el malestar no parecía alejarse mucho Así, hicimos escala en el pueblo más cercano, donde un buen té de manzanilla con miel temperó nuestras náuseas. Ahora me daba cuenta de lo que un cambio drástico de alimentación podía lograr en mí A 60 km al noroeste de Consuegra, ya en la provincia de Valladolid, llegamos al antiguo pueblo de Peñafiel. Antes de detenerse en cualquier sitio, Álvaro nos condujo directamente hasta la cima de una colina, donde se encuentra el mayor atractivo del condado: el Castillo de Peñafiel. Hasta entonces, el único castillo real al que había tenido la dicha de entrar era el Castillo de Chapultepec en México, donde residieron el Emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota durante el intento de restablecimiento de la monarquía en el país. Pero este castillo era diferente… Era tal y como me había imaginado los castillos cuando de niño jugaba con mis muñecos Una alta fortaleza con las célebres torres cilíndricas, y numerosas almenas en sus cúpulas, donde los valientes defensores del castillo solían posarse para atacar al exterior. Sus paredes de piedra de un beige rojizo manchadas por el paso de los años lucían su milenaria vida (literal, milenaria). Y estacionado a sus pies, no hice más que maravillarme ante el primer castillo de cuentos que al fin podía conocer Desde la colina se tenía una vista panorámica de toda Peñafiel, emplazada en una vasta llanura de pastizales interrumpida solo por collados de baja estatura que se adornaban por el follaje verde. Excitado por entrar, Álvaro comenzó a explicarme un poco del contexto que rodea a todos los castillos en la península ibérica. España es uno de los países con más castillos, en su mayoría construidos durante la Baja Edad Media, periodo en el que los reinos católicos de la península se consolidaron para luchar por recuperar sus territorios, que desde el siglo VIII cayeron en manos de los moros, o musulmanes. En esa etapa de la historia española llamada la Reconquista fue muy común la edificación de castillos, fuertes, torreones y atalayas cada vez que los católicos avanzaban hacia el sur, iniciados por los asturianos, hasta que por fin tomaron el último rincón del califato de Córdoba: el reino de Nazarí en Granada. El castillo de Peñafiel era precisamente una de aquellas antiguas fortalezas alzadas para protegerse de los moros, y se cree que su origen data del siglo X. En una de las alas del castillo se ha instaurado un museo del vino. Pero al momento de entrar, una de las guías nos dijo que en pocos minutos iniciaría un recorrido gratuito por el resto del recinto, por lo que decidimos aguardar para seguir al grupo. Como en la mayoría de los castillos, según me explicó Álvaro, se entra por el patio central, alrededor del cual se accede a todas las partes del complejo. Primero subimos al ala izquierda, desde donde tuvimos una buena toma de la torre principal, que se destinaba la mayoría de las veces como residencia del señor o noble. El ala poseía una forma alargada que simulaba la proa de un buque. A sus costados pudimos ver las mazmorras tenebrosas jaulas sin salida donde se dejaba caer a los acusados quienes muchas veces no morían por la caída, quedando solo gravemente heridos y se les dejaba ahí hasta morir de inanición. A pesar del intenso calor, en lo alto de la torre el viento se hacía sentir bastante fresco, y al chocar con nuestra piel nos enfriaba de golpe Huyendo de la expuesta frialdad, nuestro siguiente paso fue conocer la Torre del Homenaje, o torre central del castillo. Antigua residencia del señor feudal, hoy alberga piezas de museo para su exhibición al público. En sus paredes cuelgan los escudos de armas representativos de su historia: el de Peñafiel, el de Valladolid, el del reino de Castilla, Castilla León y, finalmente, el escudo de España. Escudo español La ciencia, o el arte, de la heráldica (descripción de escudos de armas) es algo que Álvaro intentó hacerme entender, explicándome el significado de cada elemento del blasón… pero ser un historiador lleva su tiempo bastante considerable Escudo de Valladolid También tuve una clase sobre los títulos nobiliarios de las monarquías. Pasé todo el día pensando en cuál hubiera sido mi título de haber vivido en la Europa feudal ¿Un conde, un duque, un vizconde, un marqués? Resguardados por las armaduras de los antiguos caballeros, tuvimos vistas más cenitales de ambas alas del castillo, tras las cuales se extendía la totalidad de la diminuta localidad vallisoletana. Al descender por el ala oriente me topé con el antiguo sistema de agua y saneamiento medieval: una pequeña letrina. Qué incómodo debió haber sido hacer sus necesidades con tan poca privacidad La visita terminó justo a tiempo para que pudiéramos visitar el resto de la ciudad antes de que el sol se pusiese en el árido horizonte. Álvaro nos llevó a la Plaza del Coso, la plaza mayor de Peñafiel. Es una plaza redonda de arena rodada por una valla circular y por casas de madera con balcones y decoraciones que me llevaron inmediatamente a la escenografía de una película western Destinada desde siempre para fines lúdicos, hoy sirve como plaza de toros y otros espectáculos. Por fortuna, ese día estaba vacía, y me dejó tranquilamente disfrutar de la vista que desde ahí tenía del castillo en la colina del fondo El resto del pueblo lo recorrimos a pie, caminando entre las estrechas calles adoquinadas y sus pintorescas y auténticas viviendas, muchas de ellas bastante peculiares, como si al ser más angostas tuvieran que pagar menos impuestos (como solía pasar en países como Holanda) Y al refrescar del atardecer entre multitudes de españoles que tapeaban en las cafeterías, retornamos al auto y manejamos de vuelta al pueblo. Al otro día llegarían a Consuegra otros invitados con las que haríamos más visitas por los maravillosos alrededores de Sepúlveda Pueden ver el resto de las fotos en el siguiente álbum:
×
×
  • Crear nuevo...

Important Information

By using this site, you agree to our Normas de uso .