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Showing content with the highest reputation on 03/29/16 en toda la comunidad

  1. 1 punto
    A diferencia de la capital mexicana, cuya ciudad abarca casi la totalidad del distrito donde se delimita, y cuya zona metropolitana se extiende más allá de la ahora llamada Ciudad de México, la capital española se emplaza en una más de las comunidades autónomas que forman el Estado, gozando de la misma condición que el resto de sus 16 hermanas. Se trata de la Comunidad de Madrid, que no es lo mismo que el municipio de Madrid, donde se halla la ciudad capital de la provincia y del país. La comunidad se expande por más de 8000 kilómetros cuadrados justo en el centro de la península, y alberga, además de Madrid, a otros menos conocidos pero igual bellos emplazamientos, algunos de ellos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO Aunque no tuve la oportunidad de conocerlos todos, como Alcalá de Henares o Aranjuez, mi buena amiga Henar organizó un pequeño road trip al noroeste de la capital para no dejar pasar otra de sus bellas localidades: San Lorenzo de El Escorial, conocida simplemente como El Escorial. Es una antigua y pequeña villa que nació principalmente a partir de la construcción de un monasterio, habiéndose elegido su localización por los hermosos paisajes que la rodean, la facilidad de los recursos y su cercanía con Madrid. Dicho palacio forma parte de la lista de patrimonios en España, pero antes de dirigirnos directamente a él, Henar me llevó a otro lúgubre pero magnífico lugar que también vale la pena visitar A 50 km al oeste de Madrid se encuentra el Valle de los Caídos. Donde comienza el ascenso por la Sierra Guadarrama, emplazado en las montañas, se alza este nuevo y monumental complejo, cuyo aspecto, confieso, puede ser un poco lúgubre en un principio No obstante, y antes de saber cualquier cosa sobre su historia, lo primero que hice al llegar fue disfrutar de las amplias y hermosas vistas que desde allí arriba tenía del valle entero Nos habíamos adentrado en una vasta zona boscosa, donde el follaje apenas dejaba al descubierto algunas de las construcciones a nuestros pies. Y un día soleado y despejado nos acompañaría en nuestra jornada. La panorámica se ofrecía desde una inmensa explanada, poco asediada por turistas en ese entonces. En lo alto de las escalinatas, y prácticamente cavado en una cueva de la montaña, entramos a una basílica. Sí, una iglesia cavada en la piedra de una colina La basílica forma parte de un complejo católico mandado a construir nada más y nada menos que por el general Francisco Franco. Para los que poco sepan sobre la historia ibérica, Franco fue el militar español que llevó a cabo el golpe de Estado contra la República en 1936, dando inicio a la sangrienta Guerra Civil española y, a su victoria, a una dictadura fascista que ensombrecería al país hasta la década de los 70s Fue precisamente al final de esa guerra, en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando Franco mandó a edificar este complejo en memoria de los caídos durante la batalla, lo que incluía miembros de ambos bandos. Sin embargo, hoy no muchos españoles ven con buenos ojos a esta maravilla arquitectónica, pues fue erigida por las manos de prisioneros políticos, oprimidos por el nuevo régimen militar Además, dentro de su capilla está la tumba real del general Franco, custodiada por cuatro arcángeles que sombríamente yacen en lo alto de las columnas. Así, visitar constantemente el complejo del Valle, especialmente durante el aniversario luctuoso de franco, puede ser visto por el pueblo como un acto de conservadurismo franquista. No hace falta decir lo tétrico que luce la nave central del templo, que a falta de luz solar por su peculiar ubicación, se ilumina solo por tenues lámparas y algunas velas de los fieles y residentes La parte exterior, sin embargo, dona una vista bastante más amigable. La cumbre de la colina es poseedora de la cruz cristiana más grande del mundo, vigilada celosamente por estatuas de piedra a sus pies que se difunden con el ocre de la montaña. Bajo ella, se encuentra la hostería y el claustro del recinto, acotada con arcos por ambos extremos que encierran en un rectángulo a un verde y armónico jardín. En la parte posterior del risco aparece la otra entrada al monasterio, encuadrada por la punta de la montaña y la monumental cruz que se enmarcaba en un despejado cielo azul. El funesto escenario, trono de asesinatos, crímenes de guerra y Estado, quedó atrás entretanto nos desvanecíamos entre el boscaje, espesura que enmarcaba al resto de la autovía que nos llevó directamente, a tan solo 8 km al sur, hasta el poblado de San Lorenzo de El Escorial. Allí, el clima se tornó menos soleado, cubriendo el cielo de nubes uniformes y templando las temperaturas. Prontamente, la pequeña localidad, en las verdes alturas de la Guadarrama, aduló todos mis sentidos con su espectacular belleza Las pulcras y vacías calles del pueblo se engalanaban todas con la delicada textura de los árboles y sus hojas multicolores, que caían poco a poco para cubrir las vías y las aceras Los barrotes y las lámparas de faroles que delineaban el camino me llevaban andando bajo un techo otoñal de ensueño que por primera vez vivía (aunque claro, todavía era verano). Cada ángulo donde me posara me regalaba una postal tan deseada que no podía esperar a que el verdadero otoño arribara a España, deseando que sus rojizos tonos fuesen iguales de norte a sur Donde terminaba el follaje se emplazaba la magnificencia de la ciudad en todo su esplendor: el Monasterio de El Escorial. Aquella enorme estructura fue mandada a construir por el rey Felipe II en el siglo XVI, siendo una de las más importantes y lustres obras arquitectónicas renacentistas de la península y de Europa. Su innegable galanura le costó ser conocida como la octava maravilla del mundo por muchos años y, hoy, ostentar el título de Patrimonio de la Humanidad junto con el Valle de los Caídos. Pero no se trata de un simple monasterio católico. En su larga extensión de tierra alberga, además de la abadía, un aparatoso palacio que fungió como residencia de varios monarcas españoles; una basílica, una biblioteca y un panteón Por supuesto, su exterior está cubierto por elegantes jardines simétricos que rodean al edificio en una forma de L, tras los cuales da comienzo una larga explanada verde que solía ser la casa y área de recreo del príncipe Carlos IV y de su hermano menor. El exterior de todo el palacio es simplemente cautivante Su austeridad, escasa decoración, juego de formas geométricas perfectas y voluminosas no dejan lugar a dudas de por qué a partir de él se creó una nueva corriente arquitectónica en el Renacimiento español, llamado estilo herreriano o escurialense. La visita al palacio, que hoy se ostenta como museo, estaba entonces ya cerrada al público. Pero Henar y yo pudimos visitar el patio interior del complejo, al que una fachada con elementos ya bastante neoclásicos nos dio la bienvenida. El patio cuadrangular se rodeaba por arcos de medio punto en su lado este y tejados flamencos de tonos azulados. Pero su principal proeza era ser el acceso directo a la gran basílica, protegida por sus dos torres campanario y adornada por una fachada clásica italiana. Dentro de ella, Henar me mostró un singular fenómeno. En uno de sus cuartos, con un techo de cúpula semicircular, nos paramos cada uno en una esquina opuesta. Por supuesto, la gran distancia entre ambos vértices no nos permitía escuchar la voz del otro. Pero al poner nuestros cuerpos con cara hacia la pared, muy, muy pegados a la pared, podíamos oír claramente nuestras voces, a pesar del ruido ambiente que generaba el resto de los visitantes Esto ocurría por la forma en que se alzaban los pilares y la cúpula, por donde el sonido viajaba como una especie de teléfono de piedra… una vez más la magia de la acústica me sorprendió De vuelta en la entrada del palacio, una escalera circular nos llevó a la segunda planta del edificio, donde accedimos a una de las maravillas más preciadas del monasterio: su biblioteca. Viejos y enormes estantes de madera poseían una infinidad de libros, cuyas portadas parecían sacadas de cuentos y películas épicas: petulantes y gruesas caras adornadas con tipografías excesivas tejidas en hilos de oro tan delicadas que no se nos permitía tocar. Algunos libros se hallaban abiertos sobre las mesas para que pudiéramos ver cómo lucían aquellas obras maestras antes de que la imprenta fuera inventada por Gutenberg. Lamentablemente, tomar fotografías estaba estrictamente prohibido para no dañar el material. Vista del patio desde la biblioteca Por si tal conjunto de piezas no fuese suficiente, el techo interior contaba con una pintura al óleo que representaba las siete artes liberales de aquellos tiempos: retórica, dialéctica, música, gramática, aritmética, geometría y astrología. El enorme catálogo de libros fue un arduo trabajo de recolección que se convirtió en la más importante de toda España, albergando volúmenes de todas las ramas del saber humano, lo que convierte al Monasterio en un combo perfecto que va más allá de la religión, pues fusiona a la monarquía, a la ciencia y a la cultura con el cristianismo Esto y la impecable naturaleza que rodea al Escorial hicieron de mi corta visita una postal memorable para mi colección de viajes por España, misma que me despidió con un colorido atardecer de colores pastel Meses después podría volver para guiar la visita de mi familia por la singular villa, esta vez en un frío invierno del cual pueden ver más fotos en el siguiente álbum:
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