Realizamos algunas fotos gracias a la ayuda de un intenso sol que no obstante poco a poco nos fue abandonando detrás de unas cada vez más densas nubes
En menos de 30 minutos llegamos a la entrada del Greenhead Park y nada más dar el primer paso empiezo a “diluviar” dándonos solo el tiempo de refugiarnos bajo el primer árbol que encontramos y así, saltando de refugio en refugio, proseguimos nuestra visita al bonito parque.
Hasta que por fin la lluvia se apacigua unos poco minutos e incluso se asomar unos rayos de sol que hacen brillar la verde hierba recen mojada.
No muy lejos del Greenhead Park se encuentra la pequeña Holy Trinity Church (Iglesia de la Santísima Trinidad) que alberga en sus jardines un precioso cementerio de románticas tumbas.
Lo más bonito de estos típicos cementerios nórdicos es la aparente dejadez con la que se colocan y encuentran las tumbas, sin un orden preciso, muchas de ellas medio enterradas a consecuencia de los movimientos de tierra, agrietadas o cubiertas de musgo... todo ello les otorgan un belleza apaciguadora que te invita a sentarte al lado de una de ellas y admirar la naturaleza, el entorno, la fugacidad de la vida y tantas otras cosas por las que merece la pena reflexionar.
Nuestro camino prosiguió entre grandes y ordenadas casas inglesas con sus jardines a ambos lados del camino que conduce a la entrada de la vivienda, sus altas ventanas y sus señoriales paredes de piedra gris.
Como Esther vio que me gustaba tanto el cementerio me preguntó si me apetecía investigar si la necrópolis de Huddersfield era igual de bonita o por el contrario se parecía a las nuestras y así hicimos y después de perdernos un poco llegamos al cementerio por la parte alta. Como habéis podido comprobar en la fotografía el cementerio principal es mucho más bonito que nuestros edificios de tumbas adosadas de varias plantas y mucho cemento
El tiempo siguió muy inestable y cada cierto tiempo llovía o se despeja con la misma facilidad, nosotras ya estábamos casi tan mojadas que no nos importaba seguir paseando bajo la lluvia pero tampoco tenía sentido seguir mojándose y arriesgarse a que la cámara se estropease, por mucho que la hubiésemos guardado dentro de su funda, por ello dimos por concluido nuestro paseo por Huddersfield y reservamos nuestros billetes de tren a Marsden para el día siguiente.
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