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  1. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo habéis vuelto al hotel? ¿Dónde están los otros?... No todas las preguntas podían responderse de antemano; sólo una de ellas: ¿cómo la habéis pasado? Mi primera noche en la isla había sido más que brutal. De pies a cabeza, Privilege nos había demostrado ser el club nocturno más grande del mundo (o al menos el más grande en el que habíamos estado). Sede del famoso dueto de Freddie Mercury con Montserrat Caballé grabado para los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, Privilege ha devenido en uno de los antros más famosos y emblemáticos de la música electrónica, por supuesto, en el hogar de la fiesta por excelencia, Ibiza. La patrulla se había dividido aquella noche. La mitad nos dirigimos a Privilege, otros a Lío, otros prefirieron beber en el hotel y otros más simplemente desaparecieron de nuestras vistas Pero al siguiente día nos reunimos por la mañana. Con todo el esfuerzo que pudimos conseguir ante una pesada resaca Ibiza era mucho más que sólo fiesta, y sabíamos que cinco días podían pasar volando antes de que volviésemos al puerto de Valencia. Debíamos poner nuestro empeño por delante si queríamos conocer lo mejor de la isla. Entre largos y constantes pestañeos me reuní de vuelta con Yasmina, Alex y Lucía. La pandilla estaba lista para salir, pero Pablo no aparecía. Quizás la noche anterior lo había dejado más que derrotado No sabíamos su número de habitación, y no teníamos tiempo que perder. Partimos sin él, y con una nueva integrante en nuestro auto. Pauline, una chica francesa. Con Davide y Karina al frente (los organizadores del viaje) nos dirigimos a otro de los destinos turísticos más visitados al este de la isla: el famoso mercado de Las Dalias. Ibiza fue en los años 60’s y 70’s lo que San Francisco fue para los Estados Unidos. Fue el punto de referencia para el movimiento hippie en toda Europa. Y hasta el día de hoy la cultura hippie sigue viva. Las Dalias es uno de esos remanentes de la contracultura contemporánea. Un mercado lleno de artesanías, ropa, souvenirs, restaurantes y todo lo que nos trae a la mente al pensar en los hippies, muchos de los cuales han llegado a Ibiza para quedarse. Y hacen de esta su forma de vida. Mercado de Las Dalias Volvimos a las carreteras baleares para perdernos en sus montañosas curvas. Rodeados de hermosos y densos bosques, manejamos en zigzag sin un rumbo aparente. Las casas aparecían y desaparecían constantemente, hasta que nos internamos de lleno en una zona que parecía despoblada. En lo alto de un pequeño cerro se hallaba un modesto restaurante, donde aparcamos los autos a petición de Davide. A la mayoría no le había alcanzado el tiempo para prepararse el desayuno en el hotel, o siquiera coger un pan y un café en la recepción Así pues, la mejor opción era detenerse para comer allí. Pero Davide no había elegido ese sitio al azar. Vaya que no. Como dije, él conocía bien cada rincón de la isla mediterránea, y ese restaurante resguardaba un enigma tras sus comedores. Algunos metros más adelante de la terraza la tierra firme cedía al fin, dando lugar a un empinado acantilado tras el cual daba comienzo el mar. La boscosa pendiente aparecía bruscamente, dejando al desnudo un intenso mar azul que nos avisaba sobre otro soleado y despejado día en el Mediterráneo occidental Alex y Lucía Bajo ese hermoso cielo y junto a aquel pasmoso y azul océano nos sentamos y tratamos de curar el desvelo y la resaca con cualquier remedio que el restaurante nos ofreciera. Para mí la opción más barata fue, como siempre, sacar mi lata de atún Sanja, mi compañera de cuarto, una extravagante y rubia serbia, nos contó que sufría muchos problemas estomacales, y que necesitaba comer higos. Era su solución naturista más cercana. Pero, ¿dónde íbamos a conseguir higos? Sanja había visto algunos plantíos en la carretera, y pretendía bajarse a robar algunos. Pauline, quien apenas hablaba algunas palabras en español, preguntaba ¿por qué tenía que robar higos? Sanja sólo decía que le harían bien a su estómago. Terminamos de comer y volvimos a los coches, mientras Pauline mantenía la misma cara de consternación. Avanzamos algunos metros cuando, de pronto, un plantío de higueras apareció. Sin que Davide se detuviera completamente, Sanja bajó del auto con su bolsa y comenzó a cortar higos de forma extremadamente rápida. Todos dentro del coche comenzamos a reír a carcajadas Pero Pauline no entendía. ¿Qué está haciendo? Me preguntó. Robando higos, contesté Entonces todo se iluminó para ella. Su novato oído había confundido los fonemas de la g y la j. Y mientras Sanja robaba higos, Pauline creía que robaría hijos Claro, robar y comer hijos no es algo que a alguien le causaría risa. Pero los gajes del idioma son siempre divertidos Seguimos la travesía de vuelta al oeste de la isla. Algunos kilómetros al norte de San Antonio, donde se encontraba nuestro hotel, se erguía otra cala que valía la pena descubrir. La Cala Salada y su hermana la Cala Saladeta. Ambas playas, como la mayoría en Ibiza, rodeadas por rojizos acantilados moteados por la vegetación. Esas bellas ensenadas se volvían un paisaje muy común en la isla, y nos acompañarían por el resto de nuestro viaje Los días de otoño terminaban más rápido, claro está. Pero los días en Ibiza suelen comenzar después de las 12 horas, cuando nuestros cuerpos apenas se recuperan de una larga jornada de fiesta. A nuestra llegada a la Cala Salada, apenas podía creer que el sol hubiera ya avanzado tanto en su camino diario. Menos mal que nos permitiría todavía hacer algunas fotos de sus más maravillosos ángulos, puesto que con lo fría que sabía que estaría el agua no tenía ninguna intención de bañarme La buena noticia es que la Cala Salada está bastante alejada de la metrópoli, y son pocas las construcciones humanas alrededor, que se limitan solamente a unos pequeños restaurantes. Si bien es normalmente visitada por multitudes de turistas, aquel día la bahía lucía con una inmensa tranquilidad Así que subimos a las paredes de roca que dividen ambas playas para admirarlas en su plenitud, mientras el sol descendía poco a poco en el horizonte. Aunque los colores que emanaban desde el cielo hasta el rojizo suelo eran encantadores, Davide tenía un mejor lugar para observar el ocaso, y antes de que el sol se ocultase corrimos de regreso al parking y cogimos los coches. Manejamos rápido en dirección norte hasta otra zona boscosa que no parecía tener nada especial. Nada hasta nuevamente salir a otro de los grandes acantilados de Ibiza. Un enorme y alto mirador que nos dio una panorámica más amplia del atardecer y sus mágicas tonalidades Nos sentamos serenamente sobre las rocas con un cielo naranja frente a nosotros, y el astro rey nos despidió de la luz para traer una noche más a la isla de ensueño Fue momento de volver al hotel, donde Pablo se culpaba por haberse quedado dormido. Había pasado todo el día junto a la piscina tomando el sol. Pero estábamos de vuelta. Y las noches en Ibiza siempre son jóvenes Uno de nuestros vecinos en el hotel Aquel sábado algunos asistirían a la fiesta del cierre de Amnesia, un famoso club en el centro de la isla. Por otro lado, Lucía, Alex, Yasmina y yo habíamos decidido no salir de fiesta aquella noche. Al menos no a una cara discoteca. Reservaríamos nuestras fuerzas y nuestro dinero para la fiesta de cierre de Pachá, al siguiente día. La pandilla haciendo botellón en el hotel Visitar Pachá era uno de mis sueños desde hace mucho tiempo Desde mi adolescencia para ser exacto, cuando empecé a escuchar a David Guetta, quien cada jueves da una fiesta exclusiva en el club bajo el nombre de Fuck me I’m famous. De hecho, fue David Guetta quien nos hizo cambiar nuestros planes, pues en principio llegaríamos un jueves para asistir a su fiesta en Pachá. Pero tras su sorpresiva cancelación, decidimos llegar un viernes De cualquier modo, al siguiente día Pachá ofrecería su fiesta de cierre, y estando en Ibiza eso era algo que no podía perderme De hecho, aquel sábado Pachá recibiría a otro de mis DJs preferidos: Bob Sinclair. Pero vamos, los boletos eran excesivamente caros y estaban agotados Así que mientras todos partieron a Amnesia, mi equipo y yo cogimos el coche para buscar un buen pub donde bailar y relajarnos (sin tener que pagar un entry fee, claro está). A la noche, con un espacio vacío en nuestro auto, se nos unió Rocío, una chica valenciana que había ya dado mucho de qué hablar. No a muchos les agradaba, incluyendo a Pauline, quien nos había contado que compartir el coche con ella era una pesadilla. Y vaya que lo era Rocío parecía tener complejo de princesa. Deseaba que todo el mundo hiciera lo que ella quería. Apagar el aire acondicionado. Prenderlo. Mover el asiento. Sumado a los malos comentarios que realizaba sobre las otras personas que apenas y conocía No entendía qué diablos hacía esa chica con nosotros. Pero Alex es una persona muy noble. Alguien que no podía decir que no Tratando de ignorar el hecho de estar con ella, nos dirigimos a la ciudad de Ibiza y entramos a un pequeño pub junto a la playa. Había bebido ya algunas cervezas y nos dispusimos a bailar para pasar la noche tranquilamente. De pronto Rocío desapareció. Huyó de nuestra vista Habíamos oído que era una chica rara. Y vaya que lo era. Sin hacer mucho alarde, pasamos por alto la situación. Hasta que apareció nuevamente, ahora de la mano de un tipo alto y guapo ¿En verdad había podido ligar con él? No lo sabíamos. Pero insistió en presentárnoslo a todos. El chico era uruguayo, y si bien no recuerdo su nombre ni nada especial sobre él, recuerdo que estaba drogado. De verdad, muy drogado. Su mirada estaba perdida y sus pupilas realmente dilatadas. Su vestimenta era un fiasco Pero Rocío quiso presentárnoslo. ¿La razón? Nos dijo que él podía dejarnos entrar a Pachá para ver a Bob Sinclair. Sin pagar. Sin boleto. Entrar como la gente poderosa ¿De qué diablos estaba hablando? ¿Cómo confiar en un tipo con esa pinta? Ni siquiera parecía poder hablar bien. Pero algo es seguro, la idea hizo que los ojos de todos nosotros se iluminaran completamente Decidimos darle una oportunidad. Al fin y al cabo, no perderíamos nada. No teníamos ningún plan, y el antro estaba bastante cerca de allí. Caminamos entonces tras la sombra de aquel junkie, quien andaba de la mano de Rocío. Al llegar a Pachá se detuvo en la esquina. Se topó con alguien y comenzaron a hablar y fumar. Mierda, creo que nos había engañado Comenzamos a desesperarnos. Queríamos volver. Pero Pachá estaba frente a nosotros. La discoteca de mis sueños estaba justo frente a mí. Y en su interior tocaba Bob Sinclair, uno de los DJs por los que empecé a adorar la música electrónica. ¿Qué más daba? Tras varios minutos parados como tontos, el uruguayo nos cruzó la calle y saludó al guardia de la entrada, quien pidió nuestros boletos o nuestros nombres para buscarlos en la lista de invitados. El uruguayo sólo dijo: déjalos pasar. Y la cadena se abrió. El guardia nos abrió. Sin pagar, sin nada más Todo parecía irreal, y decirlo puede sonar quizá bastante cursi. Pero entrar por primera vez a Pachá de aquella manera era algo que jamás olvidaría en mi vida. Estaba en una fiesta exclusiva en Pachá completamente gratis En aquel momento los cuatro nos miramos a los ojos y sonreímos como niños tontos. Pero nos tranquilizamos, y entramos en razón. Dimos las gracias al sujeto, quien sólo nos pidió a cambio que le comprásemos una copa. ¡Vaya precio! 4 euros cada quien y el asunto estaba resuelto Y desde entonces decidimos no odiar más a Rocío. Ella y el junkie nos habrían de regalar la mejor noche de nuestras vidas, al menos de la mía hasta ahora Despojado de mi cámara (prohibidas ante una celebridad como Bob Sinclair) entramos al antro entre la multitud que ya había comenzado la noche. Pachá parecía más pequeño de lo que pensé (sobre todo después de haber estado en Privilege). Y justo al entrar se encontraba el set del DJ, y Bob Sinclair mezclando frente a nosotros Pachá era sorprendente. El ambiente era tal y como lo imaginé. Bailarinas exóticas sobre grandes plataformas. Juegos de luces alucinantes. Disparos de humo por doquier. Multitudes enloquecidas… Las miradas perdidas de quienes parecían más que extasiados con los beats del DJ francés. Un extraño sujeto que se acercó a mí en el baño y empezó a bailar tras el mingitorio mirándome fijamente. La droga estaba por doquier. Cocaína, metanfetaminas, ácidos, éxtasis. Todo al alcance a precios no tan baratos Pero el único éxtasis que necesitaba era la música que recorría cada centímetro de mi cuerpo, que me llevaba de viaje hasta mi lejana adolescencia. Bob Sinclair y Pachá fueron la combinación perfecta Una noche que recordaría por el resto de mi vida... Era domingo. La fiesta en Ibiza no termina antes de las 6. Pero algunos osados insistimos en hacer otra visita bastante temprano Pauline, Yasmina, Pablo y yo habíamos planeado ya viajar a la isla de Formentera, una pequeña isla al sur de Ibiza, la más pequeña y menos poblada de todo el archipiélago de las Baleares. Davide nos la había recomendado bastante. Y aunque la temporada no era la mejor en cuanto al clima, no podíamos pasar por alto viajar a ese pequeño paraíso natural. Él y Karina nos llevaron muy temprano hasta el puerto de Ibiza, donde tomamos la pequeña barca que nos llevó hacia el sur por 20€ la ida y vuelta. Vista del centro de Ibiza desde la barca Pablo y yo estábamos muertos Habíamos dormido solo dos horas y aprovechamos el viaje a la isla para descansar lo más posible ? Yasmina parecía tan fresca que pocos se hubieran imaginado que pasó toda la noche junto a Bob Sinclair. Pero así es Ibiza !!! Dos chicas brasileñas y Paulina, otra mexicana, nos acompañaban. Al llegar al pequeño muelle, a unos 4 km de Ibiza, despertamos por fin para comenzar un nuevo día. Formentera es una isla relativamente pequeña, con una geografía irregular que le brinda una forma alargada y un relieve bastante llano, lo que la hace más fácil de recorrer. Pero hacerlo a pie no era una opción muy viable. Y la manera más económica era rentando bicicletas Por 5€ cada una empezamos la travesía. Y aunque nos dolió dejar a las brasileñas (no sabían manejar en bicicleta) sabíamos que el recorrido no era tan corto, y nos dirigimos al sur de la isla. El camino nos llevó por una estrecha franja de tierra hacia el centro de la isla. Las dunas de arena se adornaban con una vívida vegetación típica mediterránea. Formentera forma parte, de hecho, de un Parque Natural, por su importancia como ecosistema endémico y por ser uno de los lugares donde anidan las aves migratorias. Pronto el sendero nos condujo junto a la playa. A diferencia de Ibiza, Formentera ofrece a sus visitantes extensas playas de arena blanca sin ningún tipo de acantilados en su costa. Al menos no en el este de la isla. Las aguas lucían tranquilas y un intenso color azul infundía cada ola que se aproximaba a nosotros. El día no era el más cálido de la temporada, y algo nos decía que el clima en Formentera suele ser más fresco que en sus vecinos del norte. No obstante, eso es lo que mantiene a los arbustos y matorrales verdes durante casi todo el año Nos detuvimos en una de sus playas a unos 7 km del puerto. Lucía bastante solitaria, y era el lugar perfecto para acostarnos a tomar el sol y tratar de reponer lo que la noche nos dejó encima ? Aparcamos las bicis junto a un restaurante local y nos echamos en la arena. Las nubes cubrían el sol, y un viento algo frío soplaba desde el mar. Esto no era lo que yo imaginaba del Mediterráneo. Pero el otoño había llegado. Una lluvia ligera comenzó a golpear nuestras caras, y antes de que pudiésemos coger nuestras cosas las nubes dejaron caer su furia sobre la isla Corrimos a resguardarnos bajo el techo de aquel restaurante. Ahora no cabía duda de la ausencia de turistas en la zona Cuando la lluvia aplacó, volvimos para disfrutar lo que nos quedaba del día. Y huyendo del agua fría y su ahora fuerte oleaje, nos conformamos con una siesta en la suave arena y con fotografiar los maravillosos paisajes que aquella isla de ensueño nos regalaba Después del mediodía emprendimos nuestro camino de regreso. Debíamos coger el barco si deseábamos llegar a tiempo a Ibiza. La pandilla se había preparado para otro día de fiesta que esta vez comenzaría desde antes del anochecer
  2. Haber viajado más de 9000 km desde México hasta España no habría sido en vano. Conseguir una beca con tanta competencia en mi universidad no habría sido, por supuesto, nada fácil, sobre todo a un país europeo y de habla hispana. Pero no fue una elección al azar. Al contrario. España fue mi país elegido entre una lista de más de 20 disponibles ¿Por qué no cualquiera de los otros?, como muchos me preguntaron. Algunos motivos suelen ser más fuertes que cualquier recomendación. Y los amigos españoles que hice en México me bastaban para cumplir mi deseo Hasta entonces, mi reencuentro con mi amiga Henar y su familia en Madrid me habían valido recorridos y viajes por toda la capital y sus alrededores, incluyendo antiguos pueblos, capitales, parques naturales, castillos medievales, platillos de la Iberia central y muchísimas experiencias en el día a día de un español. Pero ahora vivía en Santiago, la joya católica del norte y capital de Galicia. Y tras más de un mes en la ciudad compostelana era momento de visitar a otro de mis buenos amigos, Daniel, a quien había prometido visitar en su natal La Coruña, al extremo norte de la provincia. Habíamos tenido oportunidad de hablar sobre su ciudad desde un año atrás cuando vivíamos en la capital mexicana. La suya y la mía parecían asemejarse en su historia y estructura en muchos aspectos. Ambas importantes zonas portuarias, ambas atacadas por piratas, ambas fortificadas y nacidas a extramuros de una antigua muralla. Así, a mediados de un húmedo mes de octubre, cogí un tren desde la estación de ferrocarriles de Santiago y, por sólo 5 euros, viajé 70 km al norte, y en menos de media hora arribé a mi destino temprano por la mañana. Era increíble la cercanía a la que nos encontrábamos Tras poco menos de un año sin vernos, Dany apareció frente a la estación de trenes y corrimos a su auto que había estacionado sin pagar parquímetro Me condujo a su barrio al norte de la metrópoli, que un poco más grande que Santiago, resultaba ser el área más poblada de toda Galicia; de hecho, su antigua capital. Antes de subir a su apartamento y despertar a todos un sábado por la mañana, tomamos el desayuno en la cafetería local, que visitaba con frecuencia. Desde varios días atrás había tratado de acostumbrarme al desayuno típico español; más bien, típico europeo y de muchos países fuera de México: pan y café Uno de los shocks más maravillosos al viajar es darnos cuenta que muchas de las cosas que creíamos normales no lo son fuera de nuestra ciudad o nuestro país. En México, desde niños, nos es enseñado que el desayuno es la comida más importante del día: desayuna como rey, come como príncipe y cena como mendigo, es un dicho muy famoso. Tacos, huevos, enchiladas, tortas, tamales, sándwiches, panqueques, chilaquiles, frijoles, salsas picantes… nuestros desayunos suelen ser bastante completos, con frutas, carbohidratos y proteínas enteras en cada platillo, además de nuestra bebida de frutas y/o café. Pero al parecer, casi nadie en el resto del mundo (excepto, quizá, los gringos) comen tal cantidad de cosas al despertar Les basta con un café y una o media pieza de pan con mermelada. A mi estómago mucho le solía faltar al finalizar cada insignificante desayuno europeo. Pero si comía fuera de casa no podía esperar mucho más El menú por las mañanas en las cafeterías no suele ser de lo más variado. Luego de ponernos al corriente y cargar los gastos a la cuenta, subimos al piso de Dany, donde conocí a su familia, y a su escandalosa perra Un numeroso grupo de gallegos conformaban el núcleo de aquella afable familia: algunos nietos, dos o tres nueras, cuatro hijos varones, la madre de Dany y la abuela a la cabeza. Por suerte, en aquella pequeña pieza sólo vivían su hermano, su madre y la abuela Entrar a la habitación de Dany y toparme con objetos que transportó desde México me trajo muchísimos recuerdos, y una indescriptible valoración por el país que apenas hacía dos meses había dejado temporalmente. Finalmente, era ahora mi turno de conocer su patria En poco tiempo llegó a casa Alba, la novia de Dany. Juntos se propusieron mostrarme la ciudad. Un día soleado aguardaba fuera y no dudamos en salir a dar un paseo a pie junto al mar azul. El apartamento se ubicaba a pocos metros de la Playa Riazor, la más grande y más visitada por locales y turistas. No obstante, y a pesar del sol, no tenía ninguna intención de darme un chapuzón. Me había sido suficiente con meter un pie en el agua de las islas Cíes, al sur de Galicia, para darme cuenta que el agua fría no está hecha para mí A pesar de sus bajas temperaturas, las playas de Coruña, y de toda Galicia, suelen ser frecuentadas por buzos y surfistas. Hay, incluso, una estatua que los conmemora en el malecón de la ciudad. Desde aquel punto se podía ver toda la Ensenada que cubría esa parte de la ciudad, y en la punta oeste la silueta de la estructura más simbólica de la ciudad: la Torre de Hércules, a donde nos dirigíamos serenamente. La arena de la bahía era blanca y algo gruesa. Alba me confesó que mucha había sido depositada ahí de manera artificial para ampliar la playa, traída desde una comunidad cercana Engaños de los gobiernos para hacer más linda sus ciudades. Es algo que pasa en todos lados… Pero nuestra tranquila y despejada mañana abruptamente se convirtió en un chubasco que dejó caer toda su furia sobre nuestras cabezas Cascadas de lluvia borraron de los cielos un inmenso nubarrón que pareció haber emergido de una dimensión invisible a nuestros ojos Galicia estaba dándome una lección de la manera más brutal: nunca salgas de casa sin un paraguas. Y vaya si la había aprendido Sin un techo donde guarecernos en una playa totalmente vacía, nos resignamos a dejar de correr y entregarnos a la Pacha Mama, completamente mojados y arrepentidos de no haber cargado si quiera un abrigo impermeable con nosotros Volvimos a casa como los viajeros más novatos, y colocamos cada prenda a secar en el deshumificador. Mientras rascábamos el closet, al exterior la madre naturaleza nos echaba en cara nuestra pésima suerte, alejando todo rastro de nube del cielo y pintándolo de un azul vívido y terso En un caso así sólo podíamos reír Sin hacer más alarde, nos despedimos y volvimos a la calle. Esta vez Dany prefirió no arriesgarse y coger el coche Condujimos por toda la orilla del malecón, bordeando las playas turísticas para adentrarnos al centro de la ciudad. Pasando éste último llegamos al cabo más septentrional de la ciudad, donde un extenso campo verde rodeaba la Torre de Hércules. El majestuoso faro de 57 metros de altura de estilo neoclásico guardaba en sus cimientos remodelados una vetusta y prolongada historia de vida que, al igual que el acueducto de Segovia, databa del siglo I d.C Ninguno podría imaginar que fueron los romanos quienes erigieron tal monumento en el último pedazo de tierra conocida en la antigua provincia de Hispania. El día de hoy, es el único faro romano en pie y aún en funcionamiento en el mundo. No por nada fue declarado Patrimonio de la Humanidad, lo que le ha valido con creces ser el símbolo más representativo de La Coruña Su peculiar nombre lo debe a una leyenda que envuelve al faro de misticismo y valor. La historia cuenta que existía un gigante llamado Gerión, rey de Brigantium (antigua Coruña) que forzaba al pueblo a entregarle la mitad de sus posesiones, incluyendo sus hijos. Cansados, los súbditos acudieron a Hércules, quien retó a Gerión en una pelea. Hércules mató a Gerión, lo enterró y levantó sobre él una enorme antorcha. Cerca de este túmulo fundó una ciudad y, como la primera persona que llegó fue una mujer llamada Cruña (o Crunia), puso a la ciudad dicho nombre. Los romanos y su pasado griego han heredado su legado a la posteridad de la urbe, tanto que, de hecho, los coruñenses son a veces llamados herculinos. Dotada de un emblema tan bello y único, La Coruña tiene el poder de conquistar a cualquiera, de la misma forma en que me conquistó a mí Aparcamos el auto y caminamos por el campo, hasta subir la pequeña colina donde se posa el faro, al que pudimos acceder por unas pocas monedas. No hay mucho que ver por dentro, claro está. Pero subir las escaleras de caracol en un edificio de un milenio de antigüedad no tiene comparación alguna. Además, las vistas de la ciudad desde su punta son increíbles El centro de La Coruña está situado en una península en forma de T, unida a la plataforma continental por un estrecho istmo de menos de 1 km de ancho. En uno de sus extremos yace el faro y el acuario de la ciudad, y en su otra punta se extiende el complejo portuario y el antiguo Castillo de San Antón. Esta fortaleza ubicada en un pequeño islote en la Ría de Coruña me recordó por muchas cosas a la Fortaleza de San Juan de Ulúa en Veracruz. Ambas construidas en el siglo XVI; ambas levantadas en un islote para defender la ciudad; ambas sedes de algunas batallas contra imperios enemigos, en especial el imperio inglés, siendo el ataque del corsario Francis Drake el más famoso de todos; ambas convertidas en prisión y más recientemente en museos históricos. La afluencia de turistas aquel día otoñal era bastante pobre, aunque normalmente Coruña goce de un gran número de visitantes, especialmente durante el verano. Seguimos nuestro recorrido, ahora dirigiéndonos a la zona vieja de la ciudad, donde nos reunimos con otro amigo de Dany. Coruña fue prácticamente refundada en el siglo XIII, después de haber sido abandonada debido a los ataques vikingos. Pero la mayoría de las construcciones en su casco antiguo ostentan fachadas de un estilo más modernista, como es el caso de su ayuntamiento y de las coloridas residencias a su alrededor. El centro de La Coruña es también hogar de la primera boutique de Zara del mundo, abierta en 1975. Fue aquí donde vio la luz la mayor empresa textil del mundo, grupo Inditex, que hoy es imposible no conocer, con más de 8 marcas principales en los 5 continentes del planeta. Muchos morirían por comprar en un lugar como éste. Para mí fue un atractivo turístico más al que no presté muchísima atención Cuando el hambre hizo presencia volvimos al piso de Dany. Su madre nos había preparado un platillo gallego por excelencia, que era imprescindible degustar antes de abandonar Galicia. Había ya oído hablar mucho sobre el célebre caldo gallego, pero mis antiguos roomies nunca se dispusieron a cocinar uno para mí. Desde la edad media, las familias gallegas, como muchas otras en Europa, engordaban un cerdo durante todo un año. Antes que llegara el invierno, en el mes de noviembre, se elegía un día específico para la matanza. Era todo un ritual. Matar a un cerdo y prepararlo no debe ser nada fácil (especialmente para gente como nosotros que vivimos en la ciudad). Aquel día se preparaban todas y cada una de las partes del animal para su preparación. Se curtían los embutidos, se salaban los cortes, se ahumaban los intestinos, se vertía la sangre… El final de la matanza solía ser agotador. Así, mientras los hombres luchaban con la inmensidad del cerdo, las mujeres preparaban un caldo para la cena, ocupando los ingredientes recién obtenidos. El caldo gallego hoy se sirve como una entrada de sopa con alubias y repollo, acompañada con un trozo de pan. Fue una sopa muy rica, y no tuve ningún inconveniente en terminarla. El reto vino después El plato fuerte consiste en una costilla de res, una costilla de cerdo, un chorizo y una presa de pollo, todo acompañado con una papa, pan y una copa de vino o agua. Sabía que podría ser mala educación dejar el plato lleno en la mesa, pero mi estómago no aguantaría tal cantidad de carne En casa estaba muy acostumbrado a comer una sola proteína principal por cada comida, sea pollo, sea res, sea pescado o mariscos ¿Pero comer cuatro presas enteras de carne? Definitivamente ese era un platillo invernal, donde la grasa, los carbohidratos y la proteína aportan la energía necesaria para lidiar con el frío A pesar de todos mis esfuerzos, los restos quedaron allí. Y mi estómago estaba a punto de estallar. Sin tratar de ofender a nadie, mis platillos gallegos favoritos serían siempre los mariscos y la tarta de Santiago. Mucho más liviano y sencillo para mí Antes del atardecer Dany y Alba quisieron mostrarme un último lugar al oeste de la ciudad. El Monte de San Pedro y sus parques miradores. En la colina más alta de Coruña, donde solían asentarse baterías de artillería para la defensa de la ciudad, hoy se posa un moderno complejo atractivo para disfrutar de la naturaleza y de las vistas de la ciudad. Es sencillamente el mejor mirador de Coruña, con vistas a la totalidad del municipio de las aldeas aledañas, además de una impresionante vista del horizonte atlántico Los caminos llevan a su centro donde se luce una enorme estructura esférica de cristal llamada la Cúpula Atlántica. Esta moderna semiesfera ofrece servicios multimedia, galerías, productos audiovisuales y materiales interactivos para que el turista, o el local, aprendan más sobre la ciudad. Y desde su punto más despejado se tienen las mejores postales de Coruña, desde donde apreciamos cómo el cielo se teñía de rosa para ocultar a la ciudad en la oscuridad de la noche, mientras el faro herculino comenzaba sus labores como dese hace mil años. Pasamos aquella noche conociendo la vida nocturna de Coruña, y curamos nuestra resaca con una buena comida familiar para celebrar a la abuela, quien cumplía un año más de vida. Pasar mis días con las familias españolas de norte a sur del país me brindaría las mejores experiencias de mi viaje adentrándome en un mundo desconocido del que, lo quisiera o no, mis raíces mexicanas provenían.
  3. Mis tardes y veladas en el pueblo de Consuegra pasaban entre grandes banquetes para la cena y extraños juegos de cartas inglesas. Entre todas ellas, la celebración del cumpleaños de July, la madre de mi amiga Henar, a quien cantamos el famoso cumpleaños feliz y, en honor a mi presencia, las mañanitas mexicanas Mi estancia en la enorme casa de la abuela con Henar y su tío Paquito había devenido en noches de café y películas. Y ya que una de las amplias habitaciones de la morada estaba destinada sola y únicamente al resguardo de una gran colección de libros y filmes nuestro catálogo era más que suficiente para saciar nuestro cinéfilo apetito. Pero si soy sincero, a uno de los que más adoraba dentro de la familia de Henar era a su hermano Álvaro. Y es que el destino nos cruzó precisamente durante las vacaciones de verano, cuando él tenía el tiempo libre suficiente para disfrutar conmigo de los mejores tours Más eso no era lo mejor, sino que el buen muchacho ostentaba la maravillosa profesión de historiador, lo que lo convertía en la persona más interesante con quien pudiera haber compartido mis visitas por el centro del país Una de sus cuantiosas ofertas fue visitar el Parque Natural Hoces del Río Duratón, una particular formación geológica tallada por una vertiente del río Duero; uno de los parques nacionales más visitados en España. Así, uno de esos días, manejamos a escasos kilómetros al noroeste de la aldea. Cerca de la ciudad de Sepúlveda había una desviación que dirigía hacia el parque. Aparcamos el coche al pie del camino de ripio que le seguía e ingresamos sin pagar cuota alguna Existen distintos senderos para recorrer el paisaje por lo alto de las montañas. El que nosotros tomamos era de unos escasos 15 minutos. Las primeras tomas que se asomaron desde lo alto mostraban a un azulado río Duratón que serpenteaba entre altos acantilados de casi 100 metros. El follaje de un tono verde seco cubría algunos de los puntos en las laderas, creando la única escasa sombra del lugar. Aún con capas de bloqueador solar sobre mi piel, buscaba con recelo algún refugio ante los potentes rayos mientras capturaba las mejores fotografías posibles en la orilla de los barrancos. Muy lejos desde las alturas se podían divisar algunas de las aves que anidaban en las paredes rocosas, cuidando de sus bebés y alimentado a sus familias. El parque es bien conocido por poseer una de las mayores colonias de buitres leonardos en el país y en Europa, convirtiéndola en una reserva natural de mucha importancia en los ecosistemas ibéricos. Deseando poder descender un poco más para su mejor avistamiento, mi envidia se desató al mirar un par de personas remando en kayak a lo largo del río. En algunos puntos del parque se pueden rentar barcas para su recorrido… de haberlo sabido antes, me hubiera visto literalmente sobre las aguas de su cauce Aunque existen varios puntos que sirven de miradores a lo largo del complejo, el más famoso por sus hermosas vistas era el peñasco sobre el que nos encontrábamos. Además, otro singular atractivo se erguía allí majestuosamente. Una especie de capilla, que parecía estar hecha de la misma roca de las montañas, se levantaba al final del acantilado. Álvaro me hizo saber que aquella figura románica databa de la lejana Edad Media. Había sido construida por San Frutos en el siglo VII, por lo que ahora se llama la Ermita de San Frutos, quien es considerado el patrón de toda la provincia de Segovia. Sin embargo, la construcción actual fue edificada cuatro siglos más tarde, y fue después completada con un monasterio que se encuentra más abajo. El priorato se encuentra sobre un balcón que sobresale de la meseta, y está dividido del resto de la montaña por una grieta, que se une al resto de la planicie por medio de un puente de piedra. Es aquí donde Álvaro me ha contado la leyenda que se ha divulgado sobre este peculiar y lejano sitio: La grieta es llamada La Cuchillada, y según los rumores, ésta fue abierta milagrosamente por San Frutos para detener a los moros (musulmanes), quienes lo perseguían a él y a otros pueblerinos de Sepúlveda, durante la invasión del Islam en la península. De esta forma, todo aquello después de la grieta es considerado terreno sagrado Un altar cilíndrico, un campanario y algunas paredes de la iglesia es lo que sigue todavía en pie. Aunque allí se encuentran aún las reliquias del ahora santo. Pasando de largo la ermita se llega al último peldaño de la superficie plana, donde se tienen las mejores vistas del río y de su cañón. Sentarme ahí, con semejante paisaje a mis pies, me hizo sentirme nuevamente agradecido por haber decidido viajar a España, y por haber sido bienvenido por gente tan maja como Henar y su familia De vuelta al pueblo, hemos parado en una tienda local para comprar algunas cosas. Y a la orilla de la carretera algo me hizo bajar del coche. Una interminable serie de sembradíos de girasoles se extendía por las planas llanuras de tierra y pasto. El vivo color amarillo de los pétalos de cada flor, sumado a su hipnotizante centro de un marrón rojizo, adornaban la hojarasca verde que crecía a grandes alturas por todo el campo. Las más maduras parecían cuidar de sus hermanas menores, que se esforzaban poco a poco por abrir sus hojas en todo su esplendor. Con aquella colorida postal me despedí de otro hermoso viaje en la campiña segoviana que perduraría para el recuerdo y que me recordaba una vez más que lo bello de España iba mucho más allá que la gran ciudad de Madrid.
  4. Como todas las veces en las que viajo, busqué información sobre lugares a visitar, distancias, colectivos, horarios de ida y vuelta y por supuesto, varias opciones de hospedaje. Luego del relevamiento de datos, tarea de la cual disfruto (porque siempre se aprende algo nuevo, o aparece alguna alternativa nueva) salí con destino al sur de mi país. Para ser más precisa al sureste de la Patagonia argentina. El plan inicial consistía en parar en primer lugar en la galesa ciudad de Trelew para conocer desde aquí otros puntos como Punta Tombo (una reserva de pingüinos), Gaiman, Rawson, Playa Unión y Puerto Madryn. Por lo general, compro todos los pasajes juntos, pero esta vez decidí que sería mejor comprar solo el de ida para no tener que estar sujeta a fechas y horarios. Hay veces en las que es mejor poder decidir en el momento, si quedarse más tiempo o irse a otro punto. Llegué a Trelew luego de unas quince horas de colectivo, un viaje bastante largo, pero por suerte fue en su mayor parte de noche. Vi algunas películas, dormí un poco y a la mañana cuando me desperté empecé a escribir. Me encanta escribir, es un buen pasatiempo, ideal para viajes, esperas o días nublados. Antes de llegar a Trelew, el colectivo pasó fugazmente por Puerto Madryn ofreciéndome una hermosa vista panorámica de esta localidad que posteriormente visitaría. Finalmente llegue a destino, a la localidad galesa. Aquí pasé unos intensos días en los que recorrí varios puntos, casi todos los que nombre antes. Excluí a Rawson del itinerario ya que muchas personas me dijeron que no había mucho para ver y para hacer. Se trata de una capital, que más que nada tiene funciones administrativas. Mi idea original era visitar desde Trelew a Puerto Madryn, es decir, organizar un paseo en el día ya que se encuentran a muy corta distancia una localidad de la otra. Pero, aprovechando que no había comprado ningún pasaje y que nada me ataba, decidí cambiar de idea. Armé nuevamente mi valija y salí rumbo a la terminal a comprar un pasaje para Puerto Madryn. Descendí en la terminal de la portuaria ciudad y fui en búsqueda de un plano y de algunos folletos. Caminé hasta llegar a la calle principal la cual se encuentra frente a la costanera. Pregunté en algunos hoteles por disponibilidad y terminé eligiendo para quedarme un apart hotel, muy cómodo y lindo con vista a la costa. Después de acomodarme salí a tomar aire y caminar. Frente a la deslumbrante costanera se despliegan varios hoteles, comercios y lugares de venta de artesanías a los que entré para comprar algunos recuerdos. Es llamativo, la cantidad de agencias de turismo receptivo que allí se encuentran. Por supuesto que no dude en entrar a preguntar qué excursiones había. Obviamente, la primera excursión que me ofrecieron en todos los lugares a los que entra, era la de visitar Península Valdés. Claro que no estaba en mi mente ir hacia allí porque la idea original era visitar Puerto Madryn en el día. También debo admitir que ver ballenas no es santo de mi devoción, de todas formas en marzo, época en la que viaje, es muy raro poder ver a estos gigantes seres vivos. Por todo lo que nombré anteriormente puede deducirse fácilmente que no tenía planeado conocer Península Valdés. Por otra parte pensé que seguramente no volvería por algún tiempo a esta zona de mi país… ya que había conocido Trelew, los pueblos vecinos y posteriormente el viaje seguía hasta Las Grutas. Por lo tanto esta parte quedaría salteada… Además, no suelo repetir lugares, trato de ir siempre a un lugar distinto (salvo algunas excepciones que ya habrán leído) Finalmente decidí hacer la excursión a Península Valdés para conocer los paisajes de esta zona de la provincia del Chubut. Si hay algo malo que tienen las excursiones, es que empiezan muy temprano, pero vale la pena hacer el esfuerzo de madrugar en vacaciones. Al día siguiente, muy temprano, a eso de las 7 am me pasó a buscar una combi para llevarme a recorrer Península Valdés. Uno de los tantos espectáculos que ofrece esta excursión es la de estar en la ruta y ver agua a ambos lados. Al transitar por el Istmo Florentino Ameghino es posible ver cuerpos de agua de los dos lados de las ventanillas. Fue algo que no había vivido nunca y no sé si en otra zona del país o del planeta podré volver a vivirlo. La primera parada fue en Puerto Pirámides. Un apacible pueblo de estilo tranquilo donde apenas viven 600 personas que se dedican a la actividad turística. El centro de la localidad es muy pequeño, tiene apenas unas dos cuadras, pero no por ello deja de ser muy pintoresco. Después de haber recorrido este sitio visitamos otros como Punta Norte, donde fue posible ver fauna típica de la región como focas y elefantes marinos. Otros puntos de la Península Valdés que conocí fueron Caleta Valdés y Punta Cantor. Tuve nuevamente la oportunidad de poder volver a ver pingüinos, uno de los animales que más me gustan. Volví a sacarles fotos y a divertirme con su gracioso andar. El recorrido de la excursión había sido alterado ya que había varias combis que iban a hacer el mismo paseo y para poder conocer los lugares de una manera mejor, los guías habían decidido cambiar el orden del itinerario. Por eso el último lugar al que nos dirigíamos fue el Centro de Interpretación (sitios que normalmente suelen visitarse como primer paso). Antes de ello decidieron darnos una sorpresa y llevarnos a un lugar que supuestamente no estaba pensando ir… Punta Pirámides. Punta Pirámides es un paradisíaco lugar donde pueden admirarse aguas de color azul intenso. A lo lejos se divisaban apostaderos de lobos y elefantes marinos, enmarcados por gigantescas roscas que forman una postal única. Volviendo a la cuestión del Centro de Interpretación, les puedo contar que es bastante nuevo y también interesante. Allí vimos varias cosas como un esqueleto de ballena y sus barbas, mapas... Una de las mejores cosas fue su mirador! Después de paradas, fotos y recorridos se hizo la hora de emprender la vuelta. Aproximadamente a las seis de la tarde. Descendí en la terminal en búsqueda de pasajes. Volví al hotel para darme un baño refrescante, buscar las cosas y prepararme para seguir viajando.
  5. Llegué a la ciudad de Villa La Angostura luego de unas pocas horas de viaje, ya que venía desde un punto bastante cercano, San Martín de Los Andes. Lo primero que hice, como de costumbre, fue ir hacia el hotel para dejar las valijas y empezar a organizarme. Mientras tomaba una soda fresca con un tostado, le pregunté a la recepcionista del hotel “¿Sabes cuál es la mejor forma para llegar al Parque Nacional Los Arrayanes?” Me respondió que se podía ir en auto, en bicicleta, caminando o en lancha. No me llevó mucho tiempo elegir… auto no tenía, bicicleta no sé andar (nunca anduve, de chica prefería los triciclos), ¿Caminar? No tenía ganas hacía mucho calor y el sol estaba muy fuerte… Entonces le dije que quería ir en lancha y le pregunté cómo tenía que hacer. Me dijo que tenía que llegar hacia el muelle viejo y ahí podía tomar un paseo en lancha. Era la 1:00 del mediodía y la lancha partía 1:30… Tan pronto como pude me preparé para salir con calzado cómodo, protector y la infaltable cámara de fotos. Llegué, como se podrán imaginar, con los minutos justos ya que el taxi había tardado en llegar y el muelle estaba bastante distante del hotel. Me subí a la lancha y empezó el recorrido. Navegamos el Lago Nahuel Huapi. La verdad que la experiencia es algo único. Ver el agua transparente de un color azul intenso fuerte, rodeadas de la tupida vegetación es un espectáculo único. Después de unos 40 minutos o 30, no sé exactamente porque uno pierde la noción del tiempo cuando la está pasando tan bien... Llegamos al Parque. Teníamos una hora para recorrerlo y sacar fotos. No hay forma de perderse porque los senderos están marcados y hechos de una manera muy perfecta, con escalinatas de madera preservando el ambiente. La estrella del Parque o del Bosque, son esos árboles tan particulares que llevan el nombre de Arrayanes. Son de una coloración medio extraña, tirando a naranja, un color medio cobrizo. Lo más llamativo es que los tocas y están fríos. Estos árboles crecen en los bosques templados de Argentina y de Chile. En Argentina es posible encontrarlos desde el centro de la provincia del Neuquén hasta el norte de la provincia del Chubut. En el recorrido también pude ver unas hermosas flores. Una de ellas es el Amancay, con un color difícil de describir entre amarillo y anaranjado combinando perfectamente con los árboles del Parque. El logo de turismo de la provincia del Neuquén, tiene una flor muy particular. Desde el momento en que vi el primer folleto, me había llamado la atención, no entendía por qué esa flor. Caminando por el bosque lo entendí, es otra de las flores típicas de la provincia, lleva un nombre de Mutisia y tiene un color bastante similar a la flor Amancay, aunque quizás un tono más oscuro. Después de deleitarme con el paseo y de sacar unas cuantas fotos, llegó el momento de regresar al muelle para partir. Por supuesto que aproveché también para fotografiarlo, ya que también tiene su encanto. Mientras íbamos regresando, la persona encargada de la embarcación nos comentaba que hace unos años atrás, la ciudad había quedado tapada por cenizas como consecuencia del Volcán Puyehue. “No se podía ver bien, a las 17:00 horas ya estaba de noche en pleno verano, cuando acá oscurece a las 21:45 en pleno verano”. Pero después agregó que gracias al trabajo de la gente la localidad de Villa La Angostura volvió a resurgir aún más linda que antes. Era la primera vez que yo estaba allí pero doy fe de que es una ciudad espectacular. Uno está caminando por la ciudad y en ningún momento se pierde la vista de la Cordillera de Los Andes. Otra cosa fantástica, es que todas las calles están repletas de rosas al igual que la vecina ciudad de San Martín de Los Andes. Todos los negocios y todas las construcciones tienen un espectacular diseño de maderas y piedras estilo cabaña. Después de dar una vuelta por el centro y de averiguar en la terminal por los próximos pasajes sentía ganas de cenar, pero me parecía que era demasiado temprano porque estaba de día… Miró la hora y ya eran cerca de las 21:00 y recordé las palabras del encargado de la embarcación, allí oscurece mucho más tarde. Los locales gastronómicos tienen su encanto, son pequeños lugares con una cantidad de mesas que no sobrepasan las diez, quince. Generalmente son atendidos por sus propios dueños. Los precios son un poco más caros que en otros lugares del Sur de Argentina, pero no es cuestión de asustarse tampoco es que sean impagables! Después de un día intenso de recorridos y caminatas volví al hotel para descansar y nuevamente armar las valijas, ya que me esperaba Caviahue…
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