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Showing content with the highest reputation on 06/13/14 en toda la comunidad

  1. 2 puntos
    Mi nombre es Ayelen, es un nombre de origen mapuche que significa “Diosa de la alegría”, y, si bien intento hacerle honor la mayoría del tiempo, admito que suelo tener un carácter bastante fuerte. Vivo en la ciudad de La Plata, una ciudad universitaria muy bella, ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Estudio Biología, tengo muchos amigos, una linda familia y una gata preciosa llamada Luna. En definitiva, no puedo quejarme de la vida que llevo. Sin embargo siempre hubo algo que nunca había hecho: VIAJAR. Lo deseaba constantemente, pero siempre tenía el mismo inconveniente: cuando tenía dinero, no tenía el tiempo, y cuando disponía del valioso tiempo, no contaba con el dinero. Por eso, cuando mi novio, Martin, me propuso viajar con él y recorrer Latinoamérica, supe que era una oportunidad que no podía dejar pasar, aunque me costara unos cuantos sacrificios. Fue una decisión difícil para mí, ya que el viaje requeriría de mucho tiempo, así que me vi obligada a dejar el trabajo que tenía hacía cuatro años, cancelar mi contrato de alquiler, mudar mis cosas a la casa de mis padres (gata incluida ), dejar la universidad en pausa… en fin, decidí “quemar naves” e iniciar esta aventura. Valdría la pena. Los últimos preparativos antes de partir La particularidad de este viaje es que nuestro medio de transporte es una moto, una Honda Transalp modelo 89. Sí, la moto tiene casi mi edad, y es una reina en la ruta. Sólo podemos llevar lo esencial. La moto tiene dos valijas laterales donde guardamos nuestra ropa, un baúl donde llevamos herramientas y demás accesorios para la moto, mochilas con comida y utensilios de cocina, carpa, bolsas de dormir y aislantes. La pobre va realmente cargada, y así es como se convirtió en nuestro hogar en los últimos meses. Nos costó muchas horas de organización, muchas cuentas a realizar, algo de ahorro, trámites finales… pero al fin, a mediados de febrero, la moto fue cargada e iniciamos este increíble viaje que hoy me dispongo a compartir con ustedes. Nuestra pequeña Esa mañana cuando me desperté, el cielo estaba bastante nublado, y la humedad era realmente insoportable, lo que es normal para esa época en la ciudad de La Plata. Pero a pesar de la gris advertencia climática que se abalanzaba sobre nuestras cabezas, decidimos marcharnos. Fue un momento que no me voy a olvidar nunca, ya que la mezcla de nervios, ansias, y temor que se experimentan al iniciar un viaje es única. Me sorprendió no sentir melancolía al ver cómo dejábamos atrás la ciudad en la que había vivido los últimos 7 años, y a la cual no tengo idea cuando regresaré. Viajar en moto es una experiencia muy particular, quienes lo hayan hecho me entenderán y quienes no, intentaré transmitirles de la mejor manera lo que se siente. En una moto, uno es parte del vehículo. Uno es el parabrisas, las puertas, ventanas y demás carrocería a la que estamos acostumbrados si nos movemos en cuatro ruedas, por eso, sobre una moto, estas en estrecho contacto con el medio ambiente que se recorre. Dicho de otra manera (quizás menos poética), no hay nada que te proteja de lluvias, nevadas, vientos o eventuales caídas, como aprendí en este tiempo. Aun así, esta característica, que en climas hostiles pueden tornarse un verdadero calvario, también suma el extra de orgullo y satisfacción que uno siente cuando logra recorrer varios kilómetros y llegar finalmente a destino, porque les aseguro que no es lo mismo viajar 5 horas en la comodidad y calidez de un auto, que hacerlo arriba de una moto. Supongo que esa cualidad de SENTIR el viento golpeándonos, el aroma de la tierra cuando atravesamos grandes plantaciones, los pájaros volando al costado de la ruta, la lluvia mojándonos, la nieve congelándonos, la carretera pasando veloz debajo nuestro, sentir todo sin ningún límite que te separe del exterior, esa sensación de libertad es lo que más me gusta de viajar en moto y lo que más disfruto. Mi papel en este viaje es de copiloto y con ello corro con grandes ventajas, ya que no tengo que estar necesariamente concentrada en manejar, y tengo mucho tiempo para hablar conmigo misma. Porque eso es básico: a menos que tengas esos costosos cascos con intercomunicadores (cosa que no es nuestro caso); viajar en una moto te deja mucho tiempo para pensar y créanme, puede ser tedioso al principio, pero se ha convertido en una gran terapia personal. Fue entonces que el 19 de febrero iniciamos este viaje, hace ya casi cuatro meses. Nuestra meta inicial era llegar a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, y lo haríamos viajando a través de la ruta 3, carretera que nace en el Obelisco de la Capital Federal de Buenos y finaliza en Bahía Lapataia, Tierra del Fuego, siendo un total de 3 mil km. interrumpidos únicamente en un punto: el estrecho de Magallanes. Es una ruta tradicional muy conocida y muy elegida por viajeros. Saliendo de La Plata, el paisaje va dejando atrás su apariencia de ciudad para convertirse en campo, extensas llanuras de pastura para agricultura y ganadería, donde cada tanto se divisa algún grupo de vacas u ovejas pastando. Ese sería nuestro paisaje durante los siguientes días. Los campos de Buenos Aires Los primeros kilómetros dentro de la provincia de Buenos Aires fueron bastante moviditos. Viajamos en dos ocasiones bajo una cortina de lluvia constante, tuvimos nuestro primer problema técnico con la moto, al romperse el sistema de trabavolante que posee por seguridad, y mi primera experiencia con un hostel, con el hostel de la ciudad de Bahía Blanca, para ser más precisa, dejó mucho que desear (ya está incluida en mi lista negra), por lo que uno podría concluir que claramente empezamos con el pie izquierdo. La primera tormenta que atravesamos en el camino Pero, frente nuestro se abría un mundo nuevo, lleno de lugares por descubrir y personas por conocer, experiencias por vivir, y eso nos daba el suficiente ánimo para seguir. Nuestra primera parada a pasar la noche fue aproximadamente a 300 km. de nuestro punto de partida, en la pequeña villa turística y balnearia Costa del Este, donde nos esperaban Pablo, el hermano de Martin y su novia Rita con unas ricas pizzas caseras. A pesar del cansancio que pesaba sobre mí por todo lo estresante de un primer día inicial de viaje, recuerdo haberme ido a dormir muy feliz esa noche. Era una sensación rara, después de haber estado años sumida en una rutina, sabiendo exactamente que me deparaba cada monótono día con el trabajo y las clases de la universidad, de repente no saber dónde íbamos a estar ni qué nos íbamos a encontrar en los siguientes días, donde todo podía pasar, me llenaba de una exaltación extraña y alegre. Costa del Este Los siguientes dos días, fuimos alojados en el departamento céntrico del padrino de Martin, Eddy, y su mujer Vivi, en la inmensa y ruidosa ciudad de Mar del Plata. Personalmente no es mi lugar favorito, pero debo admitir que es una city muy importante. Miles de propuestas culturales, teatros, cines, grandes peatonales con arte callejero, negocios, restaurantes ofreciendo diferentes delicias marítimas como plato principal, conforman el gran y MUY concurrido centro de la ciudad costera. También posee una costanera muy bella, entre altos edificios y hoteles glamorosos y extensas playas que conforman el conocido balneario turístico de la ciudad, un lugar muy lindo para salir de noche a tomar alguna cerveza o comer algo. Mar del Plata Recién al quinto día de haber iniciado el viaje, éste se pondría realmente animado y más interesante. Después de la parada obligada a pasar la noche en la ciudad de Bahía Blanca, dejamos atrás al fin la provincia de Buenos Aires, para ingresar a la provincia de Río Negro. El paisaje comenzó a cambiar de a poco. Ahora veíamos un poco menos verde, colores más apagados, arbustos más pequeños… de a poco íbamos adentrándonos en la famosa estepa pampeana. Nunca imaginé que sería tan aburrida! Prendida a la parte de atrás de la moto, me mantuve atenta hacia cualquier movimiento, quería ver aves nuevas o algún que otro animalito corriendo al costado de la ruta…. Pero nada. Luego de los primeros cien kilómetros realmente me resigné, fue un trayecto muuuy aburrido. Pero por suerte, el clima comenzaba de a poco a acompañarnos (aunque sería por poco tiempo) y ese día viajamos sin lluvia, al menos. La Patagonia Caída la tarde, llegábamos a la ciudad de La Grutas, buscamos un camping y rápidamente corrimos a la playa para aprovechar los últimos rayos de sol. Bordeadas por grandes paredes de piedras de diversas formaciones, producto de la erosión del agua misma, se encuentran las playas, a las que uno accede bajando por escaleras construidas entre las formaciones rocosas. Aun había gente bañándose y pescando, a las cuales nos unimos haciendo una pequeña caminata al costado de la orilla. Después de tantas horas de viaje, pisar la arena descalzos y correr entre las pequeñas olas que rompían era nuestra recompensa. Las Grutas Una rápida compra en un supermercado y al camping. Aun me da vergüenza recordar que apenas si sabía cómo armar una carpa, pero en poco tiempo la que sería nuestro hogar dulce hogar en los siguientes meses estuvo lista, con colchón inflable y bolsas, y tuvimos nuestra primer cena: unos deliciosos sándwiches. Las playas de Las Grutas A la mañana siguiente, emprendimos la marcha, luego de desarmar y guardar todo en su lugar como un rompecabezas, y tomamos nuevamente la ruta 3. Después de 150 km. de pura Patagonia pasando velozmente a nuestro alrededor, pasamos a la provincia de Chubut y de repente el paisaje se llenó de vida. Podíamos ver pequeñas aves, las martinetas correr entre los bajos pastos al costado de la carretera. Después empezaron a aparecer choiques (que son parientes lejanos del avestruz, mucho más pequeños y de plumaje gris) y muuuuchos guanacos observándonos pasar desde los montes. Al fin el paisaje se volvía interesante y yo era feliz! Guanacos Junto con los pequeños animalillos que le pusieron un poco de onda al paisaje, también apareció un fuertísimo viento. Ya habíamos sido advertidos de los fuertes vientos de esa zona de la Patagonia, pero realmente nos tomó por sorpresa. Si bien, en mi privilegiado lugar de la moto no me choco con el viento totalmente, porque Martin es quien maneja y es él quien, pobre, tiene que luchar contra las ráfagas de frente, tampoco es que voy encerrada en una burbuja y les aseguro que el viento soplaba realmente fuerte. Íbamos prácticamente a 45 grados y pasar camiones era una odisea, así como cada camión que nos pasaba de frente hacia la dirección contraria suponía un golpazo de viento. No hace falta aclarar que confío en las habilidades para manejar de mi novio, porque de otra manera hubiera muerto de pánico al notar como el viento nos arrastraba de un lado para otro. Finalmente, llegamos a nuestro siguiente destino. Un cartel al costado de la ruta nos indicaba que pocos kilómetros delante se encontraba Puerto Madryn. Paramos antes, en un mirador que se encontraba en lo alto. La ruta luego iba bajando hasta llegar a la inmensa ciudad que desde el mirador se veía completamente. Varios jotes de cabeza colorada nos daban la bienvenida planeando en lo alto. Jote de cabeza colorada planeando en lo alto en la entrada de Puerto Madryn Lo primero que se me vino a la mente era cómo semejante ciudad podía alzarse en el medio de la nada misma?? La estepa patagónica se extendía en todas direcciones, modificando apenas su relieve con ciertas ondulaciones, pero tan árida y opaca como había sido el paisaje en los últimos días, y de repente era cortado por esa gran ciudad, a la orilla del Atlántico. La ciudad de Puerto Madryn, vista desde el mirador Nos subimos a la moto y emprendimos los últimos kilómetros para entrar a la ciudad ansiosos. Martin trabaja en Informática y tendría que trabajar en unos proyectos, lo que suponía quedarnos varios días en Puerto Madryn, así que yo tendría tiempo de recorrer, conocer y sacar fotos. Además, muy cerca de de allí se encuentra la gran península de Valdés, famosa por sus áreas de lobería, elefantes marinos y avistaje de ballenas. Mi pequeña bióloga interior estaba deseosa de verlo TODO. Habíamos iniciado nuestro viaje con algo de mala racha, pero de a poco, nos íbamos encontrando con mejores aires y aun nos faltaban muchas cosas por vivir. SIGUIENTE >>>
  2. 1 punto
    Fue en definitiva un día agotador, pero perfecto. El encargado del hotel nos indicó que uno de los taxistas del mismo establecimiento podría llevarnos a recorrer algunos de los lugares más conocidos del Distrito Federal (lugar también conocido como Ciudad de México) y considerando que se comenta que es uno de los lugares más peligrosos del mundo para aventurarte sólo (una exageración a mi parecer ), aceptamos la oferta por un precio muy inferior al del ofrecido por agencias de turismo de la zona. 7 de la mañana y me encontré con dos de mis compañeros de viaje rumbo a dos de los destinos más populares de la zona de Distrito Federal. El primer sitio a visitar, las ruinas de Teotihuacan: “lugar en donde los hombres se convierten en dioses o ciudad de dioses”. Luego de alrededor de 40 minutos de recorrido, paramos en primer lugar en un encantador centro artesanal en donde nos explicaron respecto a la creación de diferentes productos de la zona, pero a decir verdad, lo que más me interesó, por supuesto, fue como creaban una bebida denominada “pulque” la cual se fabrica a partir de un tipo de cactus gigante llamado “maguey” y que de acuerdo a la vendedora, quien nos hizo una detallada demostración de su preparación, garantiza la cura de muchas enfermedades tales como infertilidad y problemas inmunes, pero siendo su principal atributo el ser un poderoso afrodisiaco. ¡¡Deme 10 botellas señorita!! Posteriormente de una variada degustación de tequilas y recorrer el centro artesanal, nos dirigimos finalmente a las ruinas. Nos habían pronosticado frío intenso para éste día, pero por supuesto, el pronóstico del clima fue incorrecto, por lo que fue necesario comprar unos sombreros típicos para la ocasión antes de dirigirnos y ascender en primer lugar, la pirámide del sol, conocida como la tercera pirámide más grande del mundo. Debo decir que al contemplar la pirámide del sol desde abajo, si bien la vista de ésta es impresionante, la tarea del ascenso parece bastante sencilla. Sin embargo, luego de iniciar la subida nos dimos cuenta de nuestro error. Es un esfuerzo considerable para poder llegar a la cima, especialmente para personas con un regular estado físico, pero luego de 234 escalones logramos nuestro cometido y en definitiva valió la pena. De acuerdo a las tradiciones de la zona, se sugiere que al llegar a la cima se pida un deseo y este se cumplirá, pero yo a pesar de ser una supersticiosa de tomo y lomo, reconozco haber olvidado esto y haberme quedado contemplando lo maravilloso del paisaje. En definitiva esto siempre me pasa al visitar lugares de los que he leído en libros y he escuchado relatos de mis queridos viajeros. Simplemente, me sumerjo en el momento y agradezco la posibilidad de poder contemplar con mis propios ojos lo pequeños que somos y sueño como habría sido para mi, vivir en una civilización diferente a la actual. Luego de mi momento contemplativo , emprendemos la bajada y posteriormente un recorrido por la “calzada de los muertos” para contemplar tanto la pirámide de la luna, como la ciudadela. La visita a nosotros nos tomó alrededor de 2 horas, pero es posible pasar mucho más tiempo en la zona, especialmente si te animas a realizar un paseo en globo por la zona, tur que es considerado como un imperdible al visitar Teotihuacan. También es posible ocupar más tiempo si tu intención es subir la pirámide de la luna o tomar un tur completo con la historia del lugar, pero como nosotros andábamos con tiempos acotados, retornamos a nuestro taxy para ir rumbo a nuestro segundo destino.... Venecia. Bueno, no Venecia de Italia, sino la Venecia de México: Xochimilco. Nunca pensé que conocería Xochimilco. Posiblemente porque antes de viajar a Ciudad de México en Enero de éste año, no sabía ni siquiera que existía este lugar y debo decir que si pudiese realizar una lista de los paseos más encantadores que me ha tocado realizar, definitivamente éste se encontraría entre mis predilectos. ¿Por qué? Mi respuesta es quizás algo más sencilla. Xochimilco te permite contemplar la felicidad y vivirla al ritmo de música, mezcladas con tequila y micheladas . Mejor me explico, Xochimilco es una de las 16 zonas del distrito federal la cual es más conocida por ofrecer a los turistas unos encantadores paseos en “trajineras”, que son embarcaciones para aproximadamente 10 a 15 personas las cuales se utilizan en aguas poco profundas de aproximadamente 30 centímetros de profundidad. Llegamos alrededor de las 4 de la tarde en donde el mismo taxista nos realizó los contactos para rentar una de estas embarcaciones y así poder recorrer los canales del lago Xochimilco, acordando de forma previa que nuestro recorrido duraría alrededor de dos horas. Nos subimos a la embarcación y una de las primeras cosas que nos ofrecieron fue, por supuesto, una cubeta enorme llenísima de cervezas Corona, las cuales podíamos consumir durante el viaje pagando las consumidas al final del recorrido. Perfecto! El paseo es sencillamente encantador. Los canales son muy angostos, muchísimo más de lo que yo hubiese esperado, por lo que finalmente te encuentras con canales llenísimos de estas llamativas embarcaciones, y resulta bastante frecuente que éstas colisionen suavemente entre sí. Contemplar el atardecer desde una trajinera es una experiencia muy relajante y sublime. Nosotros optamos por cenar a bordo de la embarcación en donde bastó indicarle a nuestro conductor, para que un pequeño botecito se aparcara junto a nosotros y una pareja cocinara nuestra cena y la trasladara dentro de nuestra trajinera, todo esto mientras nuestro paseo proseguía. La comida realmente deliciosa. Tacos dorados, quesadillas y mole, acompañado todo de las infaltables tortillas con guacamole y frijoles negros, todo por un valor muy inferior a lo que normalmente estoy acostumbrada a pagar. Es frecuente que diferentes embarcaciones más pequeñas se acerquen y ofrezcan variados servicios, desde artesanías de la zona, hasta mariachis que por una módica suma de dinero, suben a tu embarcación y te acompañan en el paseo. Son estos pequeños lugares del mundo los que te permiten darte cuenta que aún existe magia para el viajero, en donde es posible perderte en un mundo completamente diferente del que vienes y en un instante, al cerrar los ojos, te das cuenta que hay momentos como éste, que siempre los recordaras como un instante perfecto. 6 de la tarde, y nos dispusimos a retornar a nuestro hotel, cansados , pero felices.
  3. 1 punto
    Hola Ayelen!! Créeme que no tengo palabras para expresar la emoción y las ganas de viajar libremente que me has logrado transmitir Solo puedo decirte que me siento como cuando era pequeña y empezaba a leer una emocionante historia de aventuras que al poco me veías corriendo por el bosque junto con mi perro Tane creando mis propias e imaginarias aventuras
  4. 1 punto

    Del álbum Ruta 3: de La Plata a Patagonia en moto

    Podéis leer el relato de la primera etapa de mi viaje en moto por Latinoamérica en Atravesando la Patagonia
  5. 1 punto
    Bienvenido Salamandra, Yo aún no he tenido el placer de viajar al Gran Cañón pero puedo intentar ayudarte con las traducciones de toda la info en inglés como si planease el viaje para mi He estado mirando desde ayer y hay muchísima información por lo que voy a ir por pasos y así me vas guiando por las opciones que más te interesan. Cómo llegar: El Parque del Gran Cañón se encuentra al norte del estado de Arizona cerca de las fronteras con Utah y Nevada. Las ciudades más cercanas son Williams (100km) y Flagstaff (130km). Los aeropuertos más próximos al parque del Gran Cañón son Flagstaff (130km), Phoenix, capital de Arizona (369 km) y Las Vegas (465 km). Como puedes ver, a pesar de que la mayoría vuela a Las Vegas y luego se desplaza al Gran Cañón, si solo te interesa llegar al parque es más recomendable volar a Phoenix o incluso a Flagstaff. He mirado un poco y parece que el precio del billete a Las Vegas, a Phoenix o a Flagstaff desde Madrid es más o menos el mismo, todos rondan los 800€. Yo te recomiendo reservar directamente a Flagstaff aunque son dos cambios de avión, Phoenix o Las Vegas es uno, te ahorras el viaje en autobús/tren hasta Flagstaff o Williams. Si no vives en España deberías mirarte la diferencia de precio pero supongo que de todos modos no encontrarás diferencias notables entre los distintos aeropuertos Desde Flagstaff a Maswik (Grand Canyon Village) hay un servicio de autobuses diarios. La empresa es "Arizona Shuttle", ida y vuelta desde el pueblo o desde el aeropuerto te cuesta 25$, si no hablas bien inglés te recomendaría reservar en Arizona Shuttle con antelación. Puedes reservar online en la siguiente URL: Arizona Shuttle's Online Reservation System. Los horarios los puedes encontrar en su página web. Como puedes ver desde el aeropuerto de Flagstaff pasan solo a las 13:00 y a las 15:00 por lo cual si llegas después de esa hora te conviene pasar una noche en Flagstaff y tomar la reserva desde la estación central de Arizona Shuttle en Amtrak Station al día siguiente por la mañana (7:45) El aeropuerto de Flagstaff se encuentra a unos 10 km del centro ciudad, creo que el único medio de transporte es el taxi, o por lo menos yo no encuentro ningún autobús público. Por lo que he podido ver la estación de Amtrak se encuentra en el centro de la ciudad y los hoteles más baratos se encuentran algo alejados... realmente los únicos relativamente cerca, y no demasiado caros, parecen ser: Knights Inn y Travelodge Hotel Grand Canyon. Bueno por ahora podemos empezar con esta información que he redactado espero que al menos te sirva para llegar a tu destino En el fondo me hace gracia este post, es como si estuviese planeando mi propio viaje
  6. 1 punto
    Ya a ver, de acuerdo a ese itinerario, lo que te recomendaría es lo siguiente: -Lo primero es que si o si los vuelos los reserves por internet ya que te saldran muchísimo más baratos si los reservas con tiempo (al menos 1 a dos meses de anticipación) y la mejor página ami parecer para eso es: www.lan.com -Yo te recomendaría partir por el norte de Chile asi que desde Santiago sacas un vuelo directo al aeropuerto de Calama y desde ahi te vas por bus a San Pedro de Atacama (1 hora de bus), te lo recomiendo muchísimo más que Arica....totalmente...a ojos cerrados. Para los tours la mejor agencia de seguro es: turismo grado 10 -Luego te debes de devolver en Avión desde Calama a Santiago y desde ahi tomar un bus a Villarica (9 horas de bus) o bien un avión a Temuco (aeropuerto más cercano a Villarica, 45 minutos de vuelo) y desde ahi recorres la zona (Villarica y Temuco). Posteriormente tomas un bus a Castro (Chiloé) 5 horas y media app desde Valdivia. Te digo en este caso que tomes bus, porque igual es bonito hacerlo por tierra y atravezar por Ferry hasta la isla de Chiloé. Me lo agradecerás -Luego te devuelve por tierra pero esta vez solo hasta el aeropuerto de Puerto Montt y tomas un vuelo desde Puerto Montt a Punta Arenas y desde ahi te puedes desplazar a Torres del Paine. Los días que te quedes dependerá de que tanto te gusta hacer trekking. Para los más experimentados puedes quedarte 7 dias y acampar y hacer la ruta completa visitando la base de las torres. Yo tengo pésimo estado físico !! Suena complicado?? Pero no te preocupes, no lo es. Las partes que te indico por Bus son mejor hacerlas de estas formas ya que los trayectos no son tan largos y te permitirá también la aventura de recorrer el país por tierra. -En Santiago hay muchas cosas que puedes hacer y hay muchas compañías de turs que lo ofrecen. Yo tomaría un tur por la ciudad de un día en donde te llevan a todas las partes mas relevantes y el segundo día quizas puedas hacer el tur hacia Valparaíso (queda solo a 1 hora y media de distancia en bus). Yo trataría de quedarme tres días en la zona. En la página www.turistik.cl puedes ver algunos de los tours que ofrece la zona. Cuentame si te queda alguna duda. Cariños
  7. 1 punto
    El problema de Caldera es que te queda mas retirado. Y va a depender de la fecha en donde vayas a visitar chile, porque las aguas son heladisimas en cualquier zona y es solo "bañable" en enero y febrero en donde las temperaturas son más elevadas. Yo me quedaría más con Valparaíso, ya que te enamorarás con la ciudad. En Chile no hay playas tan paradisiacas para bañarse, los atractivos va mas por otro lado. Pero todo por supuesto es cosa de gustos. Dejame contestar tu otro mensaje de forma separada .
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