Ruta al Castell de Burriac en Cabrera de Mar
Es la primera vez que tomo la línea uno de Rodalies que costea el Maresme, como algunos ya sabéis soy nueva en BCN y me parece una bonita manera de descubrir el litoral. He leído varias opiniones en contra de este trayecto, por encontrase en primera linea de mar y estropear el paisaje, pero a su favor tengo que argumentar que gracias a él se ha frenado la construcción abusiva de edificios, hoteles y restaurantes en toda la costa de el ya hiper-urbanizado Maresme.
Llegamos en poco más de 30 minutos, la niebla aun cubre gran parte del litoral pero el día promete ser bonito. Todo aquel que conozca un poco el Maresme, o haya mirado un mapa sabrá que el núcleo urbano de Cabrera de Mar se encuentra a 4km de la costa. Así que tras comprobar que los domingos no circulan los autobuses a Cabrera, seguimos las indicaciones de trafico y nuestra intuición, esperando no equivocarnos mucho. Por si acaso nos paramos a preguntar a una señora si la dirección era la correcta, nos comenta que vamos bien, tenemos que seguir la carretera siempre recto, pasar por debajo de la C32 y en la siguiente rotonda tomar el desvío hacia la izquierda. Efectivamente, poco después dejamos atrás las últimas casas de Vilassar de Mar y durante más diez minutos tenemos que seguir por el peligroso arcén de la B502, con el único aliciente que de lejos se ve el castillo.
En la segunda rotonda abandonamos, aliviados, la transitada B502 y su smock, para desviarnos por la bien mantenida carretera de Cabrera. Hemos recuperado toda nuestro optimismo y buen humor, los cuidados campos y jardines, las hermosas villas en lo alto de las colinas, las bien mantenidas calles y la tranquilidad de sus habitantes es el bálsamo del ruido y el ajetreo de nuestro nuevo hogar.
Al llegar a Cabrera el castillo está bien señalizado: en el primer cruce importante tenemos que torcer a la izquierda, por la misma calle del centro deportivo, y seguir todo recto hasta llegar al siguiente desvió donde, como indican las señales, hay que tomar la calle de la derecha. Si no habéis desayunado decentemente o os apetece un segundo y abundante desayuno, antes de llegar al segundo desvío os aconsejamos parar en el bar que hay enfrente del yacimiento de Mateu-Can Benet. Sirven unos estupendos platos de “faves a la catalana”, no aptas para vegetarianos habrá que pedir "faves amb torrades".
Poco después dejamos atrás las últimas casas del pueblo y nos adentramos en el parque de la Serralada Litoral por un amplio camino de tierra.
La pista forestal pasa cerca de caserones y viejas masías mientras sigue ascendiendo lentamente por la ladera de la montaña. En el primer tramo nos cruzamos con muchos lugareños que vienen a pasear el perro o hacer deporte, pero a medida que seguimos avanzando solo nos adelantan coches de familias con niños y de algunos maleducados que sienten demasiada pereza para venir andando o, al menos, reducir la marcha, prefieren llegar rápido, levantando polvo a su paso y perdiéndose los colores y perfumes de la primavera.
No queríamos desviarnos de la ruta principal y hasta el momento hemos ignorado todos los posibles senderos alternativos. Pero nos acaban de adelantar dos coches yendo a tal velocidad que hemos tenido que esperar unos minutos antes de que se disipara todo el polvo que habían levantado. Mientras esperábamos hemos tomado la resolución de aventurarnos por el primer atajo que encontremos. Desafortunadamente el único caminito que vemos practicable se encuentra en la altura del parquin, después de allí la pista forestal esta cerrada por una cadena y todos prosiguen la marcha a pie, mejor dicho, los adultos andan los niños y perros ya han salido en estampida . Aprovechamos la confusión de niños, perros, padres y polvo para escabullirnos entre los matorrales siguiendo la pequeña senda.
A pesar de no estar señalizado resulta muy fácil seguir el recorrido, el único punto donde hay que estar atento es en la primera encrucijada. Llegando desde el parquin, hay tres posibles caminos a seguir: el de la derecha desciende claramente en dirección Cabrera por lo cual queda lógicamente descartado, en un principio el más viable es el del extremo izquierdo pero se desvía demasiado de nuestra meta por lo tanto nosotros nos decidimos por el tercer sendero, el del centro, que cuesta un poco más de ver pero una vez localizado es muy sencillo de seguir.
Al inicio el camino se abre paso entre pinos, alcornoques, arbustos de alterno, estepa blanca y lentisco pero cuando “cruzamos” a la ladera norte del Turró de Burriac la vegetación se vuelve más seca, gris y cerrada, dando prioridad a pequeños alcornoques de ramas bajas, brezos y sabinas. En algunos tramos el desnivel es muy pronunciado y, a pesar de que las raíces de los pinos y alcornoques son una óptima ayuda, no recomiendo practicar este sendero sin la agilidad y el calzado oportuno.
Tras 20 minutos de ascensión llegamos a una explanada donde también confluye la pista forestal. Nos encontramos justo enfrente del camino que cubre el último tramo antes de llegar al castillo. En uno de los extremos, de la explanada, hay un pilar o monolito, que conmemora el quinto centenario (1480-1980) de las “Municipalitats de la Baronia del Maresme”, lo que más llama la atención de dicho monolito son las pequeñas piedras que hay en lo alto.
En un principio me he imaginado que, en una suerte de tradición popular, la gente subía al pilar con cuerdas y dejaban, como demostración de la hazaña, una piedrecita en lo alto. Pero preguntando a algunos excursionistas de Argentona nos han contado que no hay que subir hay que tirar la piedra desde abajo e intentar que se mantenga en lo alto sin caerse. Explicado así suena fácil pero, teniendo en cuenta la cantidad de piedras que hay acumuladas, resulta difícil.
Desde la explanada hay dos posibilidades: “trepar” por el estrecho y empinado sendero que corona el castillo por el oeste o caminar tranquilamente por la pista forestal que bordea el castillo por el este. Nosotros optamos por aventurarnos por el divertido camino que serpentea alegremente entre enormes rocas, madroños, enebro, pequeños alcornoques, estepa y ginesta.
Pocos metros antes de llegar al castillo de Burriac decidimos pararnos en lo alto de dos enormes rocas mientras tranquilamente esperamos que vuelva a salir el sol, el cual desde ya hace tiempo se esconde detrás de enormes nubarrones. Es bonito sentarse al margen de la pendiente que llega al castillo y escuchar como van llegando los otros excursionistas, la mayoría de ellos exhaustos a causa de las últimas subiditas. Lo mejor son los niños, llegan orgullosos trepando con manos y pies, solo se paran para animar a sus padres que llegan cubriendo la retaguardia cargados con todo lo necesario para el picnic y algún que otro trofeo que han encontrado sus pequeños saltamontes.
Cubrimos el último tramo y llegamos a la entrada principal del castillo, se entra por donde antiguamente se encontraban las cuadras y almacenes.
Seguimos avanzando y nos encontramos con la cisterna y el primer cartel informativo, donde detalla un poco la historia del castillos sus diferentes estancias y las escalofriantes leyes de los señores feudales de aquella época:
Cita"Para mantener el poder sobre sus vasallos, el señor no tenía bastante con la amenazante presencia del castillo, sino que además contaba con los instrumentos de castigo para someter a los insumisos y delincuentes. Castigos que, según los Usatges, podían ser “romper pies y manos, arrancar ojos, encarcelar por largas duraciones y, si fuera necesario, llegar al último suplicio: colgarlos” Esta última sentencia se ejecutaba a las horcas, situadas en lugares muy visibles, normalmente marcando los límites del territorio.
En Cabrera, el lugar donde todavía se conservan los agujeros en la roca donde estaban clavadas las horcas del castillo de Burriac, se conozca con el siniestro nombre de “Turó del Infiern” (colina del infierno)."
Las vistas son preciosas, uno puede quedarse embalsamado mirando el horizonte desde cualquier angulo del castillo.
Subimos por las escaleras a la parte alta del castillo, dejando atrás la cisterna y las estupendas vistas de Mataró. Aquí, como abajo, los muros y paredes han sido reforzadas y tapadas con una capa de cemento, demasiado gruesa y lisa como para adaptarse al entrono, estropeando así la autenticidad del castillo. Si bien es cierto que muchos de los excursionistas usan las lisas y bajas murallas como bancos y mesas para sus picnics o para tomar el sol, hubiésemos preferido, teniendo en cuenta el entorno del castillo, un acabado menos impactante.
La torre es la parte más importante de cualquier castillo y el de Cabrera de Mar no es la excepción. Según leemos en el cartel informativo se conoce con el nombre de “Torre de l'Homenatge", en ella se celebraba el Homenaje, ceremonia donde el vasallo juraba sumisión, lealtad, veneración y respeto al señor del castillo a cambio de un feudo (terreno concedido para su supervivencia). La torre también jugaba un papel importante en la defensa del castillo y en última instancia era el refugio más inexpugnable del castillo, por ello se construyeron los muros con rocas de 120 cm de ancho.
Pasamos por debajo del viejo arco de piedra y bajamos al Bastión Sur del castillo. Este es seguramente uno de los mejores sitios para observar el Castell de Burriac.
Nos despedimos del castillo por el camino "oficial", dejando atrás el sendero por el que habíamos subido. Tras rodear los muros de oeste bajamos por unas bonitas escaleras que bordean el Burriac hasta llegar a la amplia pista forestal.
Queremos ir hasta el parquin y de allí tomar el camino que debería llevarnos a Cabrera. Para no volver por el mismo camino decidimos continuar por la pista forestal hasta el estacionamiento.
A cierta altura nos llama la atención un pequeño desvió, nos adentramos, pero el atajo apenas dura unos pocos minutos. Los justos para emocionarnos por estar caminando bajo la sombra de los pinos Ahora puedo decir que es una suerte que el caminito durase tan poco, porque las vistas del castillo desde la pista forestal son inigualables.
Siguiendo de nuevo un atajo hemos llegado al precioso pinar que hay en lo alto del parquin.
Ahora toca adentrarnos por el camino que creemos nos llevará a Cabrera. Volvemos a nuestra encrucijada y torcemos por el sendero de la derecha, alejándonos del ruido de los coches y adentrándonos en un mundo de luces y sombras.
El camino atraviesa primero una preciosa y estrecha galería formada con las ramas de los arboles más bajos. Al salir de dicha galería, de repente, el sendero se inunda de luz, y un intenso aroma de flores y pino nos hace olvidar la sombría senda que acabamos de atravesar.
Siguen acompañándonos los pinos, madroños y pequeños alcornoques, pero ahora, junto con la estepa blanca y el romero crece también la lavanda y unos preciosos higos chumbos que nos sugieren llamar al camino "sendero de los cactus"
Poco antes de llegar a Cabrera el sendero nos regala un último y precioso encuadramiento del castillo.
Estamos muy contentos, la ruta es sin ninguna duda preciosa y hemos tenido muy buena suerte con todo el itinerario. Realmente recomendamos hacer el recorrido en este orden: subir hasta el parquin por la pista forestal, desviarse por el pequeño atajo hasta llegar a lo alto del castillo, bajar por la pista forestal y por último tomar el precioso "sendero de los cactus" hasta llegar a Cabrera.
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