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Encontrado 333 resultados

  1. Del álbum El Chaltén, capital del trekking

    Pasate por mi blog y descubrí más de este increíble lugar! Click aqui!
  2. Buenas tardes, hemos leído muy buenas cosas sobre lo Mallos de Riglos, por fin nos hemos decidido en realizar una primera excursión, digamos con “enfoque genérico”, es decir con el objetivo de conocer un poco la zona de los Mallos y lo principales pueblos de los alrededores. No somos escaladores profesionales, ni nada del estilo, simplemente nos gustaría una ruta “relajada” enriquecida con la visita a algún pueblo de la zona. Alguno entre vosotros ha visitado los Mallos, en caso afirmativo, ¿qué rutas aconsejáis? Gracias
  3. Este año hemos vuelto a pasar el verano en Basilicata y aunque esta vez fue un viaje tranquilo con pocas escapadas y visitas turísticas quiero aprovechas la ocasión para rescatar viejos relatos de nuestro viaje al sur de Italia del 2012. Donde por diferentes circunstancias llegamos con las mochilas para quedarnos un mes y acabamos viviendo 6 Nuestro viaje inició “durmiendo” en la terminal 1 del aeropuerto de Barcelona pues el vuelo más barato que habíamos encontrado desde Lisboa llegaba a las 23 h a BCN y salía a las 06 de la mañana para Nápoles. Tal y como narra Avani fue toda una experiencia, lo peor fue al principio que por respeto, vergüenza o falta de experiencia intentamos dormir entre los dos bancos antes de aventurarnos a probar los cómodos asientos del Lizarran... Al día siguiente aún tenía todos los músculos entumecidos y aun teníamos que tomar un tren, dos autobuses y caminar un par de kilómetros con nuestras mochilas a cuestas antes de llegar a nuestro destino, el Camping Villaggio Romano en el bonito pueblo de Marina di Camerota. La cálida acogida de la familia de Avani, la deliciosa comida y nuestra insaciable curiosidad nos ayudó a recuperar rápidamente parte de nuestras energías y tras instalarnos en el camping nos aventuramos a explorar el sendero que conduce a la vecina torre de vigía. Cabe decir que la costa de Camerota se encontraba bien custodiada por sus torres y los “torrieri”, ancianos o ex militares encargados de la vigía del burgo que respondían personalmente, incluso con la vida, en caso de problemas. El cortísimo recorrido empieza en la playa Lentiscelle (enfrente de nuestro camping), concretamente en la pequeña y reservada calita del extremo sur. Recibe el nombre de “Percorso Panoramico Mozzafiato” (mozzafiato significa literalmente sin aliento y se aplica a los paisajes que te dejan sin palabras o mejor sin aliento ). Aunque el nombre del recorrido no faltaba a la verdad, mi mente embriagada por los olores del lentisco, de las agujas secas del pino, del helicriso, de la sabina negra y de tantas otras plantas, se encaprichó en recordarlo como el sendero de los aromas. El primer tramo parece complejo, quizás sea esta la razón de sus pocos transeúntes, no obstante tras trepar por encima de las primeras rocas, ni dos metros de altura, los irregulares escalones de piedra facilitan la ascensión. La frágil y estropeada barandilla de madera que separa los escalones de los escollos vuelve el camino más pintoresco e invita a disfrutar de las impresionantes vistas de Camerota, de ahí el nombre “Percorso Mozzafiato”. Tras subir los escalones el camino prosigue entre arbustos y plantas aromáticas hasta la restaurada “Torre dello Zancale”. De la torre poco podemos decir porque, a pesar de lo bonita que parece de lejos, un cercado y los oxidados despojos de la reconstrucción ofrecen un panorama lamentable al acercarse. El único punto desde el cual uno puede admirar su estructura es el mar, si tenéis la ocasión de alquilar una canoa o contratáis una excursión en barco no olvidéis prestarle unos minutos de vuestro tiempo, se ve realmente bien y apenas se distingue el abandono que la circunde. Otro punto panorámico se encuentra al final del recorrido, en el lado sur-este de la torre. Desde aquí se admira la otra vertiente de la costa a la cual solo se puede llegar vía mar. Lástima que teníamos el sol enfrente, y la cámara era pésima, ya que se trataba de un bellísimo rincón virgen alejado de las sombrillas y los chiringuitos, solo interrumpido por el ruido de las pequeñas barcas que recorren la costa.
  4. Plues

    Tres sentidos

    Del álbum Cuarta etapa Camino de Santiago (Melide-Ribadiso)

    En la foto no se aprecia pero estaba lloviendo, la titulo cinco sentidos porque puedes sentir y oír la lluvia, oler la tierra mojada y el eucalipto. Es un momento de paz y tranquilidad enorme (aunque me estuviera mojando)
  5. El cuarto día en el Camino de Santiago fue el más corto de todos. Como ya os dije la tercera etapa la dividimos en dos mini etapas. La de hoy era de once kilómetros hasta Arzúa, pero tampoco llegamos a Arzúa, no había alojamiento y tuvimos que dormir en Ribadiso. El día amaneció lloviendo otra vez, no mucho, chirimiri, como se dice por aquí, pero no cesó en todo el día. Saliendo de Melide y antes de llegar a San Martiño nos encontramos la Iglesia de Santa María. Creo que en cada pueblo hay una iglesia que tiene ese nombre, no penséis que es que pongo el mismo porque no me lo sé, es que allí son muy poco originales. A la salida del pueblo había un lavadero que tenía el agua helada, un grado menos y se hubiera congelado. Caminando nos adentramos en el bosque de eucaliptos, como bien nos gusta. Al estar lloviendo los olores se acentúan más y se intensifica el olor a tierra, el olor a eucalipto, el olor a lluvia, aunque no sea la forma más cómoda para andar, si fue un estímulo para los sentidos. Pasamos por Peroxa, donde hay una iglesia con la imagen del apóstol Santiago. La Iglesia de Santiago Boente. A la salida de la aldea encontramos esta casa y esta fuente. A partir de aquí hay algunas subidas complicadas, pero no morimos en el intento, tranquilos. Incluso pasamos a veces por debajo de la carretera. En uno de los túneles había una cascada antes de pasar. Así llegamos al mojón número 44, mojón en el que dejé mi huella. Cada peregrino deja por el camino cosas importantes, como los calcetines que te acompañan, las botas usadas, una pulsera, algo simbólico, yo dejé mi goma del pelo en Sarria y mi firma en el mojón 44, ya que para mí el numero cuatro es un número importante en mi vida. Después entre campos de maíz y un puente que atraviesa la autovía llegamos a Pedrido y entre casas llegaremos a una bajada que no es muy pronunciada pero que es muy larga. Desembocaremos en un pequeño puente de piedra que pasa por encima de un río. Hemos llegado a Ribadiso da Baixo, nuestro destino. En este puente recuerdo una anécdota con una mujer que estaba haciendo el Camino sola. La mujer nos dijo, me podéis hacer una foto, es para mandársela a mis hijos y que vean que estoy bien. Le hicimos la foto a la mujer, y nos dice, es que se preocupan, porque mirad como voy ya, y miramos las botas de la mujer y tenían un agujero enorme en la punta. La mujer se reía y decía, y mi bolsa-calcetín es estupenda para estos días de lluvia. A mí la verdad que me quedó la duda de preguntarle si traía las botas rotas ya de casa o si venía andando desde Almería, porque esas botas no eran normales. Como llegamos antes de las doce, que era cuando abría el albergue, nos fuimos a almorzar algo al albergue público (porque esta aldea consta de albergue público y albergue privado, nada más). Una vez nos duchamos, comimos y descansamos, la recepcionista del albergue nos dijo que había una playa fluvial a trescientos metros de allí, y allí que fuimos. En esos trescientos metros vimos mucho campo y vacas pastando. Al llegar los que nos encontramos fue una explanada de césped con árboles y un lago con corriente. El sitio los días que no llueve tiene que estar lleno de gente, porque la verdad que es muy apetecible y además está muy bien acondicionado con zona de camping y una bar al lado. El día acabo viendo a las vacas que había allí, unas se estaban lamiendo la oreja la una a la otra, muy tierna la imagen. Después a cenar y a la cama, que la siguiente etapa iba a ser más fuerte. Para mí, hasta ese día, fue la etapa más bonita de todas, así que tanto si venís de Melide, como si venís de Palas de Rei, recomiendo parar en Ribadiso y tomar una empanada. ¡Nos leemos!
  6. Siete de la mañana, sonó el despertador, un nuevo día nos espera en el Camino. La mañana amaneció despejada, parece que haría buen día. La segunda etapa eran veinticinco kilómetros hasta llegar a Palas de Rei. La bajada hasta el río tiene muy buena vista, sería la única que veríamos buena, porque hay que decir que la segunda etapa del Camino no es nada bonita. Ya dije que había que ir bien desayunados por la mañana, y menos mal que desayunábamos bien, porque el bajar al río, la cuesta que nos esperaba era bastante interesante, por no decir que era muy empinada. Algo que ocurre mientras andamos, que no sé si será casualidad o causalidad, pero cuesta que hay que subir, cuesta en la que te encuentras un olor… yo entiendo que hay granjas y tal, pero es que parece que lo han hecho a propósito. Resulta que al haber tantas granjas por el camino, los paisanos de por allí amontonan la paja que le dan de comer a los animales y la envuelven en un plástico. Eso al cabo del tiempo empieza a oler, ¡y menudo olor! pues te lo comes entero, porque si fuese cuando bajas pues bueno, contienes un poco la respiración y ya, pero subiendo que normalmente te falta un poco el aire…ya os podéis imaginar. Aquí os dejo una foto de los susodichos montones. Ojo que ver las vacas pastando en el campo mientras caminas es muy bonito, pero ya podían comer otra cosa. Después de la complicada subida nos encontramos un tramo entre pinos y prados donde ya el aire es más puro y natural. A partir de aquí pasaremos por varios cruces de carreteras, pasaremos por algunas fábricas de ladrillos y fertilizantes. Ya pasados Gónzar llevamos ocho kilómetros, yo aconsejo parar y tomar algo para recuperar energías, ya que después nos espera otra de nuestras trepidantes cuestas. La próxima parada significativa es en Ventas de Narón y que nos sellen en la capilla que hay al lado del bar. La capilla de la Magdalena es una pequeña iglesia románica en la cual el hombre que te sella es una persona singular, aunque yo no me di cuenta al principio. Después de varios kilómetros de asfalto y cruces de carretera llegaremos a algún tramo de monte. El merendero es muy buen sitio para parar y refrescarse. A pesar de la dureza de la ruta la gente va contenta y feliz, y algo que no he comentado aún y que es muy característico del Camino es su saludo. Tú no conoces a la gente, pero toda la gente se conoce. Todo caminante o ciclista que pasa y se cruza con otros peregrinos dice “Buen camino” a lo que todos contestan “Buen camino”. Esa frase si no la repetí como medio millón de veces no la repetí ni una vez. La vista que hemos llevado prácticamente toda la ruta ha sido esta: Pocos kilómetros antes de llegar a Palas de Rei, me cabree , llevaba casi veinte kilómetros a las espaldas y en una de las fuertes bajadas mi rodilla ya iba fastidiada y como no había planes de parar (porque en el merendero tampoco paramos) me quedé un poco atrás, entonces me enfadé y me encerré en mi misma. ¿Cuál fue el resultado? Pues los restantes kilómetros todo el cabreo que llevaba lo focalicé en mis piernas y empecé a andar, andar, andar y llegué antes que nadie, no había dolor, solo cabreo. Ahí me di cuenta de la fuerza mental que tengo cuando me enfado… y no solo yo… Eso sí, al llegar me senté y no podía ni moverme, tenía una sobrecarga muscular. Ahora en frío me arrepiento de no haber hablado las cosas o directamente haber parado yo sola, hay mucha gente en el camino con la que podía haber seguido. Y lo peor de todo es que no me hice una foto en una hormiga gigantesca que había en un bar cuatro kilómetros antes de llegar a Palas . La hormiga muy chula. Una vez llegamos a Palas nos fuimos a comer en frente del Ayuntamiento y yo de ahí a la cama porque tenía un gemelo tieso, una rodilla inservible y una mini ampolla en el dedo gordo. Ya después de hablar con mis amigas una se ofreció a curarme la ampolla (tuvo el valor de coger una jeringuilla y sacarme el liquido) y a darme masajes en las piernas para recuperarme. Yo esa tarde no salí a ver el pueblo, no podía moverme de cintura para abajo, pero mis amigas sí y me trajeron esta foto de la Iglesia de San Tirso. Y aquí se acabó la segunda etapa del Camino de Santiago. Sinceramente fueron más de veinticinco kilómetros de sufrimiento, asfalto y cabreo. También digo que fue un punto de inflexión y a partir de ahí hasta que llegué a Santiago fueron los mejores días, pero eso ya os lo cuento otro día.
  7. Plues

    Vistas de la etapa

    Del álbum Tercera etapa del Camino de Santiago (Palas de Rei-Melide)

    Vistas por el bosque que atravesamos en la etapa.
  8. Plues

    Vistas de la etapa

    Del álbum Tercera etapa del Camino de Santiago (Palas de Rei-Melide)

    Vistas por el bosque que atravesamos en la etapa.
  9. Plues

    Vistas de la etapa

    Del álbum Tercera etapa del Camino de Santiago (Palas de Rei-Melide)

    Vistas por el bosque que atravesamos en la etapa.
  10. Plues

    Vistas de la etapa

    Del álbum Tercera etapa del Camino de Santiago (Palas de Rei-Melide)

    Vistas por el bosque que atravesamos en la etapa.
  11. Plues

    Campos de maiz

    Del álbum Tercera etapa del Camino de Santiago (Palas de Rei-Melide)

    Grandes campos de maíz acompañan en el Camino de Santiago.
  12. Hola Hace años vi una fotografía de un joven sentado en padmasana (posición de loto) en un pequeño saliente del Gran Cañón. En ese momento me impresionó la belleza y la soledad que inspiraba esa fotografía y deseé poder realizar algún día un viaje para meditar ante el gran Cañón. A tal fin he conseguido ahorrar una pequeña cantidad de dinero y, si todo va bien, quiero ir 14 días en septiembre-octubre de este año. Mi mayor problema es que no hablo inglés y las páginas en español que he encontrado solo comentan pequeñas excursiones de uno o dos días desde Las Vegas para dar una vuelta en helicóptero y visitar los principales miradores. Por todo lo anteriormente dicho necesito vuestra ayuda para recopilar información de alojamientos baratos, rutas, senderos, recorridos a pie e información en general del Gran Cañón.
  13. Ayelen

    Los curiosos pajaritos

    Del álbum Ushuaia, Tierra del Fuego II

    Lee mi relato de mis últimos días en Ushuaia, aqui :3
  14. Del álbum Ushuaia, Tierra del Fuego II

    Lee mi relato de mis últimos días en Ushuaia, aqui :3
  15. Del álbum Ushuaia, Tierra del Fuego II

    Lee mi relato de mis últimos días en Ushuaia, aqui :3
  16. Del álbum Ushuaia, Tierra del Fuego

    Sigue la segunda parte de mis aventuras (y desventuras :S) en Ushuaia, aqui!
  17. Con la moto funcionando correctamente, todas nuestras preocupaciones se disiparon rápidamente esa mañana. El clima parecía acompañar nuestro humor aquel día, con un sol radiante en un limpio cielo celeste. Era la primera vez que disfrutábamos de un día soleado en la ciudad de Ushuaia, porque desde nuestro arribo, siempre la habíamos visto con un cielo gris y nublado, con lluvia o nevisca. Les parecerá una broma, pero la moto finalmente recorrió cinco cuadras, y volvió a morir. Nuestra frustración fue total. Sin otra opción, la moto regresó taller y nosotros volvimos cabizbajos al hostel, a la espera de una prometida respuesta por parte de los mecánicos, que nunca llegó. Vimos el esplendoroso día, desde la ventana del hostel, con una amargura que quería expresarse en llanto, pero que yo contenía con fuerza. A pesar de sentirnos muy a gusto en aquel hostel, al día siguiente decidimos mudarnos a un camping, para abaratar los costos, porque con el futuro incierto que teníamos delante por la falla de la moto, no sabíamos cuántos días más deberíamos quedarnos en Ushuaia. Llegamos así al camping El Andino, establecido en las afueras de la ciudad. Cartel con las distancias desde Ushuaia Para acceder al camping, debíamos tomar una empinada calle de tierra, al pie de la montaña, hasta llegar a una planicie, donde se alzaba un robusto refugio de dos pisos. En tiempo pasado, El Andino, había sido el principal centro de esquí de la ciudad, convocando a esquiadores de todas partes del mundo. Sin embargo, el aumento de la población, con la consecuente expansión de la ciudad, generaba en la actualidad el calor suficiente para impedir que la nieve caída se acumulara sobre la pista luego de cada nevada, por lo que sólo se encontraba en funcionamiento el sector de acampe. La antigua pista de esquí que supo ser un centro de atracción turístico importante, ahora sólo era una ancha y larga ladera de tierra y pasto. Hacia un costado de la pista, se alzaba un pequeño bosque, donde ya se encontraban instaladas algunas carpas. Elegimos un lugar apropiado, aunque era difícil, puesto que las nevadas anteriores habían dejado el suelo completamente mojado, pero igual armamos la carpa. Recuerdo que tan ingenuos los dos, nos metimos en nuestro hogar de plástico sorprendidos de que no hiciera tanto frío y creyendo realmente que íbamos a pasar una buena noche….... Eran aproximadamente las tres de la mañana cuando el mismo frío me despertó. Mi cuerpo estaba completamente helado. Me volteé lentamente sobre la bolsa para ver que Martin también estaba despierto y casi tiritando, podía ver la tibia bruma saliendo de su boca. Así fue como aprendimos que Ushuaia no es un buen lugar para acampar y que los colchones inflables no son muy buena opción para temperaturas muy bajas, ya que el aire dentro de ellos se termina helando y les puedo asegurar que se siente como dormir sobre una tabla de hielo. Les aconsejo que si pretender acampar sobre estos cómodos colchones, se aseguren de colocar algo entre él y la bolsa, para aislarse, más adelante les contaré la solución que nosotros encontramos para ello. Era tal el frío que por más que frotaba mis pies, no podía generar nada de calor. Fue la noche más larga que sufrimos hasta el día de hoy, y la que me hizo aprender a valorar una estufa. Al día siguiente, decididos, nos mudamos a unas pequeñas casillas rodantes que se encontraban dentro del camping y de las que disponían para albergar gente. Un buen colchón, unas gruesas mantas y un generador de calor eléctrico fueron el paraíso para nosotros después de esa terrible noche. Nuestro hogar transitorio en Ushuaia Sin la moto, nos era difícil realizar alguna actividad en Ushuaia, puesto que muchos sitios importantes para visitar se encuentran a varios kilómetros a las afueras de la ciudad, y un transporte de excursión es exageradamente muy costoso. Por lo que ese mediodía solo pudimos realizar una pequeña caminata que era accesible, a la que llamaban el camino al glaciar. Iniciamos subiendo por la empinada ex pista de esquí, desde el camping. Desde allí arriba, se podía ver toda la ciudad extendiéndose hasta las costas del Beagle, y aunque casi se me colapsan los pulmones por subir esa empinada pendiente, la vista era increíble. La ciudad desde la cima de la pista de esquí Una vez allí arriba, debíamos tomar un sendero de tierra que se internaba en el bosque que rodeaba la montaña, donde ya la nieve había comenzado a acumularse con las nevadas. A lo lejos se alzaban enormes picos blancos que resaltaban entre el tupido bosque verde. Hacia el sendero del glaciar Sólo recorrimos unos pocos kilómetros esquivando tramos de barro y fotografiando solemnes Chimangos, que nos observaban pasar desde lo alto de los árboles, hasta toparnos con un camino asfaltado que ascendía por la montaña desde la ciudad. Tomamos aquella carretera, caminando por un costado, intentando entrar en calor con cada paso porque, ya no hace falta decirles, hacía mucho frío. Chimangos observándonos pasar desde lo alto de un árbol El camino terminaba en una gran planicie, que funcionaba como estacionamiento. Allí había algunas confiterías, un sistema de aerosiilas, y un centro de información turística. Nada de eso estaba en funcionamiento por encontrarnos fuera de temporada, pero aun así, muchos turistas se encontraban en el lugar. El sendero del glaciar comenzaba allí, como un ancho camino cubierto de nieve, que ascendía por la pendiente de la montaña. Hacia los costados del sendero se alzaban altos pinos de frondosas copas, y más allá comenzaban a verse las montañas vecinas. El sendero del glaciar A medida que ascendíamos, veíamos cada vez más y más nieve. Mis zapatillas no tardaron en empaparse con cada paso, enterrándose algunos centímetros en aquel suelo blanco. Varios turistas que recorrían el sendero junto a nosotros se detenían a jugar con la nieve, algunos más osados se tiraban por la pendiente nevada, sentados sobre algún plástico, y hasta nosotros nos divertimos unos instantes haciendo nuestro propio muñeco de nieve. Nuestro muñeco de nieve En el último tramo, el sendero se fue convirtiendo en camino súper angosto y peligrosamente empinado. Es momento de que confiese que suelo ser un poco miedosa ante estas travesía, por lo que fui aferrándome con uñas y dientes en estos últimos metros de camino, porque realmente temía resbalar y rodar cuesta abajo cual avalancha. El angosto sendero Llegamos así al final del sendero del glaciar, donde no había ningún glaciar y nos sentimos un poco estafados al respecto. Sin embargo desde aquella cima, el paisaje era abrumador. Las montañas se abrían hacia los costados, con sus altas paredes de piedra cubierta de nieva, en el medio y a lo lejos se podía ver toda la ciudad como pequeños puntitos, luego el inmenso canal del Beagle y a lo lejos más montañas, para variar. La ciudad desde lo alto Volvimos esa noche después de haber estado todo el día caminando sin parar, con los músculos de las piernas doloridos, pero satisfechos. Ya en nuestra pequeña casilla recibimos la esperada llamada del taller, que nos traería más angustia que alegría. Según los mecánicos, el problema se hallaba en la bobina de la moto, estructura que se encuentra dentro del motor y que genera la energía eléctrica necesaria para el buen funcionamiento del vehículo. Esto era una muy mala noticia para nosotros, puesto que el repuesto de esta pieza ni siquiera estaba en el país, debía ser pedido al exterior con una demora de 45 dias!! Y ni hablar del costo extra que representaba comprar un repuesto original. Dada estas condiciones, procedimos al plan B, y buscamos la manera de reparar la pieza en lugar de reemplazarla. Buscamos así a un especialista en el tema y luego de quitar la bobina (cosa nada fácil, puesto que se debe abrir el motor, con las complicaciones que esto implica), la llevamos al taller adecuado para su reparación. Al igual que nuestro ánimo, los siguientes días fueron nublados, con mucha lluvia y nevadas y frío…mucho frío. Creí que Martin iba a enloquecer en algún momento, puesto que nos la pasábamos encerrados en nuestra casilla sin poder hacer mucho y sin ver rastro alguno de sol. Llegamos al punto de replantearnos seriamente quedarnos en Ushuaia a pasar el invierno antes de continuar, puesto que la situación ya se había tornado bastante desoladora. Sólo un par de días bastaron para tener en nuestro poder la bobina reparada. En el taller fue colocada nuevamente en la moto y ya bastante cansados de aquella angustiosa situación, esperábamos que todo se solucionara al fin. Imaginen la frustración (que ya rozaba la rabia) que sentimos cuando la moto continuó fallando, aun con el repuesto reparado correctamente. El problema se encontraba en otro sitio: El regulador de voltaje. Esta pequeña estructura, del tamaño de mi mano, forma parte también del circuito eléctrico de la moto, y es el que recibe la energía eléctrica generada en la bobina y la envía hacia la batería. Sí, luego de dos semanas en Ushuaia, aprendimos perfectamente todo el circuito eléctrico de la moto. A esa altura, sinceramente, sólo quería matar a cada uno de los mecánicos que no sólo nos habían hecho perder tiempo y dinero, sino que, además, habían alterado innecesariamente una parte original y sana de la moto. El repuesto, obviamente, no se encontraba en Ushuaia, por lo que debimos pedirles a mis padres, que viven en Buenos Aires, que hicieran la compra y nos la enviaran por correo. Eso significaba más días de espera en aquella congelada ciudad. Realizamos entonces, una segunda caminata por un sendero llamado Laguna Esmeralda, que nos había recomendado cada ciudadano de Ushuaia. El día estaba terriblemente gris, pero aun así, nos arriesgamos a emprender el sendero, que nacía a un costado de la ruta, varios kilómetros antes de la entrada a la ciudad. El camino iniciaba bastante bien, un ancho sendero de tierra que se internaba en el frondoso bosque, con algo de barro debido a las nevadas, pero nada muy difícil de esquivar. Sólo pocos kilómetros hasta salir a un llano atestado de la agradable turba, que debimos atravesar. Con cada paso, el pie se hundía cada vez más en esa húmeda esponja vegetal, dando esa sensación de hundirse en arenas movedizas, realmente algo bastante desagradable para mí. Mi archienemiga: La Turba Aun así, frente nuestro se abría un paisaje hermoso, a pesar de que el cielo nublado y una leve neblina a lo lejos le proporcionaban un tinte sombrío. El camino, completamente embarrado y resbaladizo, se marcaba de forma sinuosa por entre la baja vegetación austral, mientras que hacia un costado, un delgado arroyo bajaba por entre las rocas y a lo lejos se alzaban grandes montañas. Si alguna vez visitan Ushuaia, no dejen de hacer este recorrido, pues la Laguna Esmeralda que se encuentra justo al finalizar el sendero, detrás de unas lomadas, es un estanque de agua de un bellísimo color aguamarina que contrasta con el paisaje que lo rodea y las enormes montañas de una manera increíble. Camino a la Laguna Esmeralda Sin embargo, el clima no nos favoreció básicamente desde que dejamos la ciudad de La Plata, bajo una tormenta, por lo que realmente no nos sorprendimos cuando una fuerte nevada se desató sobre nosotros justo cuando llegábamos al final del camino. Sólo vimos la Laguna Esmeralda tras una cortina de nieve espesa que caía fuertemente desde el cielo. La nieve que el primer día me había emocionado, ese día terminó por irritarme terriblemente. Huyaaaamooss! Regresamos a nuestra pequeña casilla del camping con barro hasta las rodillas, completamente mojados y tiritando de frío. Afortunadamente, una llamada telefónica desde Buenos Aires cambiaría nuestro ánimo. El repuesto de la moto arribaría a la ciudad al día siguiente. En ese momento, las nubes se disiparon en el cielo, permitiendo el paso de unos pocos rayos de sol y un hermoso arcoíris se formó por sobre encima de la ciudad de Ushuaia, quizás sería una señal de que nuestra suerte cambiaría.
  18. Ayelen

    Laguna Esmeralda

    Del álbum Ushuaia, Tierra del Fuego

    Única foto que pudimos sacar de este bellisimo lugar, gracias a la nevada. Sigue la segunda parte de mis aventuras (y desventuras :S) en Ushuaia, aqui!
  19. Ayelen

    Se largó la nevadaaa!

    Del álbum Ushuaia, Tierra del Fuego

    Sigue la segunda parte de mis aventuras (y desventuras :S) en Ushuaia, aqui!
  20. Del álbum Ushuaia, Tierra del Fuego

    Sigue la segunda parte de mis aventuras (y desventuras :S) en Ushuaia, aqui!
  21. Del álbum Ushuaia, Tierra del Fuego

    Sigue la segunda parte de mis aventuras (y desventuras :S) en Ushuaia, aqui!
  22. Del álbum Ushuaia, Tierra del Fuego

    Sigue la segunda parte de mis aventuras (y desventuras :S) en Ushuaia, aqui!
  23. Ayelen

    Turba...odio la turba

    Del álbum Ushuaia, Tierra del Fuego

    Sigue la segunda parte de mis aventuras (y desventuras :S) en Ushuaia, aqui!
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