Escapada a Alcaraz
España está viviendo una de sus peores semanas, el otoño ha entrado de repente, todo el país se tiñe de nubes y agua, viento fuerte y frío. Viajar en estas condiciones es sinónimo de mojarte y no disfrutar de la visita, por eso en esta época del año a mí me gusta “irme de casa rural”. Como es un viaje de fin de semana tampoco podemos ir demasiado lejos, así que una de las provincias que más nos gusta por su clima para esta época es Albacete, y Alcaraz sería nuestro destino ese par de días.
Cierto es que la ventaja de ir de casa rural es que puedes ahorrarte un dinero en comida, ya que puedes cocinar allí mismo, que puedes llevarte a tu mascota, entre otras cosas.
La casa que nos alquilamos fue en una aldea al lado de Alcaraz, Canaleja se llama. Digo aldea porque creo que más de veinte personas no viven allí.
Llegamos a la aldea y descargamos la comida que llevábamos para pasar los días. La perra mientras se hizo amiga de los cuarenta gatos que una vecina de la calle tenía allí (más adelante hablaré de dicha vecina). La casera, muy maja, nos enseñó la casa y nos llevó al patio contiguo para ver la zona de barbacoas y leña, para que la cogiéramos de ahí cuando se nos acabara la leña que teníamos dentro.
Como llegamos después de comer, mientras nos situamos, nos acomodamos y demás cosas casi se hizo de noche, y antes de que oscureciera salimos a dar un paseo. Hacía mucho frío, y no había nadie en la calle, el sitio era un desierto oscuro donde soplaba el viento. A lo lejos se escuchó una voz llamado a un perro, nuestra perra lo oyó y salió corriendo y por descontado nos tocó correr detrás de ella, hasta que nos encontramos con el hombre que llamaba a su perro, que al vernos nos preguntó dónde nos alojábamos, y al decírselo nos dijo que era la casa rural de su sobrina y ya se pudo a hablar el hombre y a contarnos que el perro se le había escapado.
Se nos hizo bastante de noche, pero así pudimos ver estas vistas:
Al día siguiente madrugamos para ir a Alcaraz y visitar el pueblo. Al llegar nos costó aparcar porque en todos sitios era prohibido. Alcaraz tampoco es un pueblo muy grande, no buscábamos eso, buscábamos pasar un fin de semana tranquilo. Las calles empedradas del pueblo nos dieron la bienvenida.
Las casas de piedra, las chimeneas echando humo, los lugareños comprando en sus pequeños comercios, típica estampa de pueblo alejado de la ciudad que tanto me encanta y que se rompía cuando al llegar a la plaza mayor nos encontramos un coche fúnebre, eso rompe todas las estampas .
Dejando el detalle del coche, nos encontramos en una plaza que es conjunto histórico-artístico y es una de las plazas más bonitas que yo he visto. La plaza es de estilo renacentista, pero si nos fijamos en las iglesias de Santa Trinidad y Santa María son de estilo gótico.
Esta mezcla de estilos hace posible tener una plaza tan preciosa. Tres de las cuatro esquinas de la plaza tienen acceso mediante un arco.
Enfrente de las iglesias nos encontramos el Ayuntamiento y el casino a su derecha.
Subimos a lo alto del pueblo, donde hay algunas ruinas. Estas ruinas fueron hace muchos años la fortaleza de Alcaraz. En la actualidad está destruido y solo quedan en pie algunos restos.
Al lado encontramos el cementerio del pueblo, en el cual aún descansan los restos del último bandolero de Castilla.
Las vistas desde el Cerro de San Cristóbal son estupendas.
Por la tarde aprovechamos para hacer una ruta corta. Dentro de la Sierra de Alcaraz existe un paraje denominado “Los batanes”, donde el cruce de los ríos da lugar al río Guadalmena en forma de cascada. Dicha cascada es conocida como “el salto del caballo” y allí es donde fuimos a andar. El final de la calle del ambulatorio nos llevara a un desvío y solamente es seguir la carretera tres kilómetros. El paseo es de tramo fácil, prácticamente llano todo el rato. La perra se lo pasó estupendamente corriendo de un lado a otro, los cien metros lisos eran poco para ella .
El salto del caballo es la siguiente cascada.
Nosotros vemos la cascada desde arriba. El acceso al fondo es un poco complicado, así que decidimos no bajar.
La noche nos cayó encima y volvimos a la casa para encender la chimenea y calentarnos. Ese es otro placer, venir de una ruta, encender el fuego y descansar mirando las llamas, ME ENCANTA!!!
Al día siguiente tocaba recoger. Antes de que se me olvide, comentaré que nuestra querida vecina, amante de los gatos, de sus 40 gatos, nos vigilaba cuando entrábamos, cuando salíamos a través de la ventana, y en una ocasión coincidimos al salir, y la mujer (insisto muy “simpática”) le dijimos, buenos días, y salió corriendo hacia su casa, como si fuéramos a secuestrarla o algo…en fin, estas cosas pensaba yo que sólo pasaba en los Simpson, pero no…en Canaleja vive una señora igual .
Antes de irnos pasamos por Alcaraz y vimos las ruinas de la torre Gorgojí.
Espero que os haya gustado, la tierra del Quijote está llena de sitios mágicos, y vamos a ir descubriéndolos poco a poco…Nos leemos en el próximo!!!
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