Saltar al contenido

Ayelen

Usuario 5
  • Contador de contenido

    1643
  • Registrado

  • Última visita

  • Días Top Escritor

    58

Todo el contenido de Ayelen

  1. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  2. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  3. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  4. Ayelen

    El Candelabro, Paracas

    Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  5. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  6. Ayelen

    Muelle de paracas

    Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  7. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  8. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  9. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  10. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  11. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  12. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  13. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  14. Del álbum Reserva Nacional Paracas

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Otra maravilla de Perú, Reserva Nacional Paracas
  15. Jaajajaja! Segun History TODO tiene que ver con Aliens XD La verdad es que aprovechamos que podíamos financiarlo con la tarjeta (un dato no menos que me olvidé de poner en el relato)... creo que aún estoy pagando las cuotas D:
  16. jejejej! El tren NO es par aventureros! y la caminata es muy bella para hacer! Los precios y los cupos supongo que pueden variar con la época, está bien que aclares estas diferencias para quienes quieran ir!
  17. Una de las cosas que fui aprendiendo mientras viajábamos interminables horas sobre la moto, fue entablar profundas conversaciones conmigo misma. Al principio eran ansiosas ideas y miedos que se amontonaban, de manera desordenada y sin sentido, expectante a todo lo que sería aquel viaje. Pero con el transcurso del tiempo, en mi mente ya se iban formando conversaciones claras, tal y como las tendría con una amiga. Ahora que lo pienso, viajar tanto tiempo sobre la moto, sin pronunciar ni una palabra y sin poder comunicarme con Martin (más que a los gritos o con señas), fue algo así como una gran terapia personal. Porque al fin y al cabo, terminé convirtiéndome en mi amiga, mi confidente. Dentro de mi cerebro iba entablando larguísimas conversaciones sobre diversos temas: la última gran experiencia que había vivido durante el viaje, recordando algunos roces personales con personas antes de salir, o bien imaginando cómo sería el reencuentro con mi mamá. Digo que fue una terapia porque tener todo ese tiempo para poder analizar y ordenar ciertas ideas me sirvió mucho para llegar a conclusiones que luego aplicaría en mi vida. A veces me sumergía tan profundo en mis pensamientos que no prestaba atención al paisaje que íbamos atravesando, lo cual no era tan malo en algunos momentos, como, por ejemplo, cuando hicimos los 650 km hasta llegar a Nasca. Aquel paisaje era diferente, sí…. Pero divertido, mmmno. El departamento de Ica cubre casi toda el área del Desierto costero del Perú. Arena y médanos, arena y médanos, arena y médano durante horas! El viento que corría por la ruta arrastraba granitos de arena que golpeteaban en el casco a medida que avanzábamos. Pocos vehículos sobre la carretera, un sol fuerte en un cielo despejado y un paisaje desértico mirase para donde mirase fueron nuestra compañía sobre esos eternos kilómetros. Incluso llegue a dormitarme, entrando en esa especie de trance en la que uno siente que su cuerpo simplemente decide dejar de responder meintras la mente lucha continuamente para mantener los ojos abiertos. Un par de violentos golpes contra el casco de Martin cuando el sueño me vencía, fueron suficiente para despabilarme. En el último tramo antes de ingresar a la ciudad de Nasca, la ruta discurre por entre unas hoscas colinas de tierra y piedras, completamente desnudas y si ningún rastro de vegetación. Y entonces llegamos finalmente. La entrada de Nasca es algo desprolija, con mucho movimiento y confusa. A los costados de una ancha avenida se levantaban casillas, comercios e industrias, que, junto con el desierto de arena que nacía justo por detrás de ellas, le daban un aire como de ciudad apocalíptica Seguimos una estrictas indicaciones que nos brindaron desde el centro de información turística y, tras alejarnos varios kilómetros por la carretera Panamericana, llegamos al km. 462, donde se abría un camino de tierra que se internaba en la vegetación desértica. Fuimos atravesando campos de espinas hasta que finalmente llegamos al recomendado Ecolodge Wasipunko. Este centro turístico está ubicado en el medio del desierto, y abarca varias hectáreas de pura vegetación y enormes árboles. Para mi alegría, allí todo se volvía un poquito más verde y lleno de vida. Olivia es una mujer refinada y de una calma interior enorme, y nos recibió como si nos hubiera estado esperando. Nos ofreció una de sus cabañas, todas muy pintorescas y con cómodas camas que llegaron a tentarnos, pero decidimos quedarnos con nuestra tienda. Mientras nos guiaba por los diversos sectores del EcoLodge, un área de descanso y lectura o un gran restaurante donde tomaríamos el desayuno (incluido en el precio) a la mañana siguiente, un enorme y espléndido pavo real nos seguía con sus ornamentales plumas desplegadas. Armamos campamento en un área rodeada de árboles, mientras la luz del sol que ya comenzaba a ocultarse se colaba por entra las ramas y las hojas. Olivia nos había informado que esa noche tendría invitados especiales, un contingente de europeos que llegarían simplemente para degustar la especialidad del Ecolodge: La Pachamanca. La Pachamanca es un típico plato de Perú. Consiste en la cocción de diversas carnes y vegetales típicos andinos, como la papa, el camote, el choclo y la yuca, con el calor de piedras precalentadas, acomodadas en un hoyo cavado directamente en la tierra. De ahí su nombre quechua: Pacha= tierra, manka= olla. Algo así como olla de tierra. Mientras Olivia nos describía el plato, no podíamos evitar que se nos hiciera agua la boca, después de haber pasado tantas semanas a base de arroz y fideos. Y creo que fue muy evidente en nuestros rostros, porque esa misma noche, Olivia se escabulló de sus invitados y nos sorprendió con una enorme olla de arcilla con Pachamanca. “Para que prueben un poco...” nos dijo mientras nos guiñaba un ojo. La combinación de sabores, el dejo a ahumado, y todo acompañado con una salsa de quesos y huancaína fue un increíble festín para nuestros paladares… nunca me voy a olvidar de esa noche La verdad era que no estábamos muy convencidos de hacer el famoso vuelo por sobre los conocidos geoglifos de Nasca, pero una vez más, estando en aquel lugar, nos parecía una picardía dejar pasar aquella experiencia. Por eso, al día siguiente fuimos hasta el pequeño aeropuerto de Nasca. La sala principal, atiborrada de locales de ventas de pasajes y de vendedores hambrientos nos mareó bastante, pero finalmente conseguimos nuestros pasajes por U$D80 cada uno, más U$D25 por impuestos. Luego de esperar una hora aproximadamente, y después de ver unas cinco veces el mismo documental de bajo presupuesto de las supuestas poblaciones andinas que se repetía una y otra vez en las pantallas de la sala de espera, nos llamaron para que nos acerquemos a la pista. Viajaríamos en una pequeña avioneta junto con otra pareja de europeos que estaban de vacaciones. Cuando vi la avioneta y lo frágil que parecía, comencé a arrepentirme un poquito de hacer ese vuelo. Una vez arriba, con los heatset bien colocados (pesaban un poco y podían ser algo incomodos), el piloto y el copiloto se presentaron e informaron entonces el inicio del vuelo. El avión carreteó varios kilómetros por la pista hasta que con un leve sacudón elevó sus ruedas y antes de que pudiera notarlo ya estábamos en el aire. Tomé la cámara de fotos, entusiasmada, porque era la primera vez que viajaba en avioneta, y apoyé mi frente contra la ventanilla. De repente empecé a sentir un ligero revoltijo en mi estómago y mis brazos comenzaron a pesarme. Mientras la avioneta tomaba altura y las casitas se hacían cada vez más y más pequeñas, tenía la sensación de que mi cabeza se inflaba como un globo. Con movimientos leves, porque todo me mareaba, y dando por hecho que la altura me había afectado la presión, le alcancé la cámara a Martin y le encomendé la tarea de fotografiar los geoglifos :zsick: Mientras sobrevolábamos Las Pampas de Jumana, el desierto de Nasca, podía ver la enorme extensión de esa zona tan árida extendiéndose hacia el horizonte como un manto de tierra clara y un poco de vegetación esparcidas. Por los heatsets, de repente escuchamos la voz del copiloto que nos señalaba el primero de todos los geoglifos que veríamos. Les aseguro que al principio no es fácil ver las figuras, pero una vez que se visualizan son realmente sorprendentes. Lo primero que divisamos, entonces, fue un conjunto de líneas rectas y un trapezoide. Claro que son figuras sencillas, pero cuando se toma conciencia que son líneas de aproximadamente 15 km. perfectamente rectas, es imposible no quedar boquiabierto y la cabeza comienza a llenarse de preguntas. Luego, el copiloto nos señaló una segunda figura, mucho más asombrosa por su forma más humanoide. El Astronauta, u “hombre lechuza” se encuentra trazado en la pendiente de una colina y, en mi opinión, es un tanto tenebrosa con sus grandes ojos. Más bien parece un dibujo hecho por un niño de cinco años, pero de unas dimensiones de 40 mts. Es la única figura que se encuentra sobre una colina, el resto las veríamos todas en la llanura. La avioneta se inclinaba hacia un costado y daba toda una vuelta por sobre el dibujo, y luego repetía el recorrido, pero inclinada hacia el otro costado, de manera que los cuatro pasajeros pudiéramos observar bien. Con cada inclinación, yo sentía que el cuerpo me pesaba cada vez más y me hundía en el asiento. Pero no quería descomponerme allí arriba, por lo que intenté distraerme con el siguiente geoglifo. Uno de los más impresionantes para mí, con sus suaves curvas, sus correctas proporciones, y su enorme cola en espiral, El Mono de unos 135 m. Mientras la avioneta se posicionaba de un lado y del otro, y el desayuno se revolvía amenazadoramente dentro de mí, pensaba lo que debió haber sentido la primera persona que por simple casualidad descubrió estas increíbles imágenes. Porque desde la tierra es imposible percibirlas. Estos geoglifos pertenecen a la cultura Nasca, y datan del período prehispánico, hace 1500 años, pero fueron descubiertas recién en 1939, sobrevolando la zona. Luego siguieron El Colibrí, con una distancia de 66 metros entre los extremos de sus alas, y el impresionante Pájaro Gigante, una figura que muestra un gran pájaro con un largo cuello en zigzag, de 300 mts. de largo y 54mts. de ancho. Por último, sobrevolamos las figuras de Las Manos, y El Árbol. Están casi pegadas a la carretera Panamericana, lo que constata que nadie se había percatado de estas figuras en el momento que se construyó la ruta. El motivo de que toda una cultura se movilizara y trabajara minuciosamente en estas enormes figuras que son sólo observable desde los cielos es aún hoy un gran enigma. Con una rápida búsqueda por internet se pueden encontrar diversas hipótesis que hablan de cuestiones astrológicas, lo relacionan con deidades o hasta con seres de otros planetas. Pero la verdad es que “Las líneas de Nasca” siguen siendo uno de los grandes misterios arqueológicos y poder ser testigo de semejante huella dejada por la humanidad fue una gran experiencia. Cuando la avioneta aterrizó sobre la pista, mi malestar había disminuido, aunque aún me sentía bastante mareada. Tambaleando, bajé y pise suelo firme bastante aliviada. La experiencia fue genial y muy recomendada, pero la próxima procuraré ir con el estómago vacío Interesante, no?? Mirá el resto de las fotosss! <<<ANTERIOR *** SIGUIENTE>>>
  18. Ayelen

    Nasca desde los cielos

    Del álbum Nasca

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Perú, legado de Incas Sobrevolando Nasca
  19. Del álbum Nasca

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Perú, legado de Incas Sobrevolando Nasca
  20. Del álbum Nasca

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Perú, legado de Incas Sobrevolando Nasca
  21. Del álbum Nasca

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Perú, legado de Incas Sobrevolando Nasca
  22. Del álbum Nasca

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Perú, legado de Incas Sobrevolando Nasca
  23. Del álbum Nasca

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Perú, legado de Incas Sobrevolando Nasca
  24. Ayelen

    Nasca desde los cielos

    Del álbum Nasca

    Mi viaje en moto por Latinoamérica Relato: Perú, legado de Incas Sobrevolando Nasca
×
×
  • Crear nuevo...

Important Information

By using this site, you agree to our Normas de uso .