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Ayelen

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Todo el contenido de Ayelen

  1. Ayelen

    Estepa patagónica II

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: http://www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  2. Ayelen

    Puerto Pirámides

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  3. Ayelen

    Península de Valdés

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  4. Ayelen

    Cuis patagónico

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  5. Ayelen

    Estepa patagónica

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  6. Ayelen

    Playa

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  7. Ayelen

    Caracoles de colores!

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  8. Ayelen

    Monumento

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  9. Ayelen

    Atardecer

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  10. Ayelen

    El muelle

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  11. Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  12. Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  13. Ayelen

    Llegada a Puerto Madryn

    Del álbum Puerto Madryn

    Puedes leer de mi visita a Puerto Madryn en el siguiente link: www.viajerosmundi.com/blog/16/43-puerto-madryn/
  14. Ayelen

    Viajando

    Muchas gracias!! es sólo cuestion de dar el primer paso..despues uno conoce tantas cosas lindas del mundo, tanta gente genial que no podes parar! jejej!
  15. MUCHAS GRACIAS!! Intentare poner lo mejor de mi para transmitir esa misma energia siempre! Gracias por la oportunidad!
  16. Ayelen

    Viajando

    Del álbum Ruta 3: de La Plata a Patagonia en moto

    Podéis leer el relato de la primera etapa de mi viaje en moto por Latinoamérica en Atravesando la Patagonia
  17. Mi nombre es Ayelen, es un nombre de origen mapuche que significa “Diosa de la alegría”, y, si bien intento hacerle honor la mayoría del tiempo, admito que suelo tener un carácter bastante fuerte. Vivo en la ciudad de La Plata, una ciudad universitaria muy bella, ubicada al sur de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Estudio Biología, tengo muchos amigos, una linda familia y una gata preciosa llamada Luna. En definitiva, no puedo quejarme de la vida que llevo. Sin embargo siempre hubo algo que nunca había hecho: VIAJAR. Lo deseaba constantemente, pero siempre tenía el mismo inconveniente: cuando tenía dinero, no tenía el tiempo, y cuando disponía del valioso tiempo, no contaba con el dinero. Por eso, cuando mi novio, Martin, me propuso viajar con él y recorrer Latinoamérica, supe que era una oportunidad que no podía dejar pasar, aunque me costara unos cuantos sacrificios. Fue una decisión difícil para mí, ya que el viaje requeriría de mucho tiempo, así que me vi obligada a dejar el trabajo que tenía hacía cuatro años, cancelar mi contrato de alquiler, mudar mis cosas a la casa de mis padres (gata incluida ), dejar la universidad en pausa… en fin, decidí “quemar naves” e iniciar esta aventura. Valdría la pena. Los últimos preparativos antes de partir La particularidad de este viaje es que nuestro medio de transporte es una moto, una Honda Transalp modelo 89. Sí, la moto tiene casi mi edad, y es una reina en la ruta. Sólo podemos llevar lo esencial. La moto tiene dos valijas laterales donde guardamos nuestra ropa, un baúl donde llevamos herramientas y demás accesorios para la moto, mochilas con comida y utensilios de cocina, carpa, bolsas de dormir y aislantes. La pobre va realmente cargada, y así es como se convirtió en nuestro hogar en los últimos meses. Nos costó muchas horas de organización, muchas cuentas a realizar, algo de ahorro, trámites finales… pero al fin, a mediados de febrero, la moto fue cargada e iniciamos este increíble viaje que hoy me dispongo a compartir con ustedes. Nuestra pequeña Esa mañana cuando me desperté, el cielo estaba bastante nublado, y la humedad era realmente insoportable, lo que es normal para esa época en la ciudad de La Plata. Pero a pesar de la gris advertencia climática que se abalanzaba sobre nuestras cabezas, decidimos marcharnos. Fue un momento que no me voy a olvidar nunca, ya que la mezcla de nervios, ansias, y temor que se experimentan al iniciar un viaje es única. Me sorprendió no sentir melancolía al ver cómo dejábamos atrás la ciudad en la que había vivido los últimos 7 años, y a la cual no tengo idea cuando regresaré. Viajar en moto es una experiencia muy particular, quienes lo hayan hecho me entenderán y quienes no, intentaré transmitirles de la mejor manera lo que se siente. En una moto, uno es parte del vehículo. Uno es el parabrisas, las puertas, ventanas y demás carrocería a la que estamos acostumbrados si nos movemos en cuatro ruedas, por eso, sobre una moto, estas en estrecho contacto con el medio ambiente que se recorre. Dicho de otra manera (quizás menos poética), no hay nada que te proteja de lluvias, nevadas, vientos o eventuales caídas, como aprendí en este tiempo. Aun así, esta característica, que en climas hostiles pueden tornarse un verdadero calvario, también suma el extra de orgullo y satisfacción que uno siente cuando logra recorrer varios kilómetros y llegar finalmente a destino, porque les aseguro que no es lo mismo viajar 5 horas en la comodidad y calidez de un auto, que hacerlo arriba de una moto. Supongo que esa cualidad de SENTIR el viento golpeándonos, el aroma de la tierra cuando atravesamos grandes plantaciones, los pájaros volando al costado de la ruta, la lluvia mojándonos, la nieve congelándonos, la carretera pasando veloz debajo nuestro, sentir todo sin ningún límite que te separe del exterior, esa sensación de libertad es lo que más me gusta de viajar en moto y lo que más disfruto. Mi papel en este viaje es de copiloto y con ello corro con grandes ventajas, ya que no tengo que estar necesariamente concentrada en manejar, y tengo mucho tiempo para hablar conmigo misma. Porque eso es básico: a menos que tengas esos costosos cascos con intercomunicadores (cosa que no es nuestro caso); viajar en una moto te deja mucho tiempo para pensar y créanme, puede ser tedioso al principio, pero se ha convertido en una gran terapia personal. Fue entonces que el 19 de febrero iniciamos este viaje, hace ya casi cuatro meses. Nuestra meta inicial era llegar a Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, y lo haríamos viajando a través de la ruta 3, carretera que nace en el Obelisco de la Capital Federal de Buenos y finaliza en Bahía Lapataia, Tierra del Fuego, siendo un total de 3 mil km. interrumpidos únicamente en un punto: el estrecho de Magallanes. Es una ruta tradicional muy conocida y muy elegida por viajeros. Saliendo de La Plata, el paisaje va dejando atrás su apariencia de ciudad para convertirse en campo, extensas llanuras de pastura para agricultura y ganadería, donde cada tanto se divisa algún grupo de vacas u ovejas pastando. Ese sería nuestro paisaje durante los siguientes días. Los campos de Buenos Aires Los primeros kilómetros dentro de la provincia de Buenos Aires fueron bastante moviditos. Viajamos en dos ocasiones bajo una cortina de lluvia constante, tuvimos nuestro primer problema técnico con la moto, al romperse el sistema de trabavolante que posee por seguridad, y mi primera experiencia con un hostel, con el hostel de la ciudad de Bahía Blanca, para ser más precisa, dejó mucho que desear (ya está incluida en mi lista negra), por lo que uno podría concluir que claramente empezamos con el pie izquierdo. La primera tormenta que atravesamos en el camino Pero, frente nuestro se abría un mundo nuevo, lleno de lugares por descubrir y personas por conocer, experiencias por vivir, y eso nos daba el suficiente ánimo para seguir. Nuestra primera parada a pasar la noche fue aproximadamente a 300 km. de nuestro punto de partida, en la pequeña villa turística y balnearia Costa del Este, donde nos esperaban Pablo, el hermano de Martin y su novia Rita con unas ricas pizzas caseras. A pesar del cansancio que pesaba sobre mí por todo lo estresante de un primer día inicial de viaje, recuerdo haberme ido a dormir muy feliz esa noche. Era una sensación rara, después de haber estado años sumida en una rutina, sabiendo exactamente que me deparaba cada monótono día con el trabajo y las clases de la universidad, de repente no saber dónde íbamos a estar ni qué nos íbamos a encontrar en los siguientes días, donde todo podía pasar, me llenaba de una exaltación extraña y alegre. Costa del Este Los siguientes dos días, fuimos alojados en el departamento céntrico del padrino de Martin, Eddy, y su mujer Vivi, en la inmensa y ruidosa ciudad de Mar del Plata. Personalmente no es mi lugar favorito, pero debo admitir que es una city muy importante. Miles de propuestas culturales, teatros, cines, grandes peatonales con arte callejero, negocios, restaurantes ofreciendo diferentes delicias marítimas como plato principal, conforman el gran y MUY concurrido centro de la ciudad costera. También posee una costanera muy bella, entre altos edificios y hoteles glamorosos y extensas playas que conforman el conocido balneario turístico de la ciudad, un lugar muy lindo para salir de noche a tomar alguna cerveza o comer algo. Mar del Plata Recién al quinto día de haber iniciado el viaje, éste se pondría realmente animado y más interesante. Después de la parada obligada a pasar la noche en la ciudad de Bahía Blanca, dejamos atrás al fin la provincia de Buenos Aires, para ingresar a la provincia de Río Negro. El paisaje comenzó a cambiar de a poco. Ahora veíamos un poco menos verde, colores más apagados, arbustos más pequeños… de a poco íbamos adentrándonos en la famosa estepa pampeana. Nunca imaginé que sería tan aburrida! Prendida a la parte de atrás de la moto, me mantuve atenta hacia cualquier movimiento, quería ver aves nuevas o algún que otro animalito corriendo al costado de la ruta…. Pero nada. Luego de los primeros cien kilómetros realmente me resigné, fue un trayecto muuuy aburrido. Pero por suerte, el clima comenzaba de a poco a acompañarnos (aunque sería por poco tiempo) y ese día viajamos sin lluvia, al menos. La Patagonia Caída la tarde, llegábamos a la ciudad de La Grutas, buscamos un camping y rápidamente corrimos a la playa para aprovechar los últimos rayos de sol. Bordeadas por grandes paredes de piedras de diversas formaciones, producto de la erosión del agua misma, se encuentran las playas, a las que uno accede bajando por escaleras construidas entre las formaciones rocosas. Aun había gente bañándose y pescando, a las cuales nos unimos haciendo una pequeña caminata al costado de la orilla. Después de tantas horas de viaje, pisar la arena descalzos y correr entre las pequeñas olas que rompían era nuestra recompensa. Las Grutas Una rápida compra en un supermercado y al camping. Aun me da vergüenza recordar que apenas si sabía cómo armar una carpa, pero en poco tiempo la que sería nuestro hogar dulce hogar en los siguientes meses estuvo lista, con colchón inflable y bolsas, y tuvimos nuestra primer cena: unos deliciosos sándwiches. Las playas de Las Grutas A la mañana siguiente, emprendimos la marcha, luego de desarmar y guardar todo en su lugar como un rompecabezas, y tomamos nuevamente la ruta 3. Después de 150 km. de pura Patagonia pasando velozmente a nuestro alrededor, pasamos a la provincia de Chubut y de repente el paisaje se llenó de vida. Podíamos ver pequeñas aves, las martinetas correr entre los bajos pastos al costado de la carretera. Después empezaron a aparecer choiques (que son parientes lejanos del avestruz, mucho más pequeños y de plumaje gris) y muuuuchos guanacos observándonos pasar desde los montes. Al fin el paisaje se volvía interesante y yo era feliz! Guanacos Junto con los pequeños animalillos que le pusieron un poco de onda al paisaje, también apareció un fuertísimo viento. Ya habíamos sido advertidos de los fuertes vientos de esa zona de la Patagonia, pero realmente nos tomó por sorpresa. Si bien, en mi privilegiado lugar de la moto no me choco con el viento totalmente, porque Martin es quien maneja y es él quien, pobre, tiene que luchar contra las ráfagas de frente, tampoco es que voy encerrada en una burbuja y les aseguro que el viento soplaba realmente fuerte. Íbamos prácticamente a 45 grados y pasar camiones era una odisea, así como cada camión que nos pasaba de frente hacia la dirección contraria suponía un golpazo de viento. No hace falta aclarar que confío en las habilidades para manejar de mi novio, porque de otra manera hubiera muerto de pánico al notar como el viento nos arrastraba de un lado para otro. Finalmente, llegamos a nuestro siguiente destino. Un cartel al costado de la ruta nos indicaba que pocos kilómetros delante se encontraba Puerto Madryn. Paramos antes, en un mirador que se encontraba en lo alto. La ruta luego iba bajando hasta llegar a la inmensa ciudad que desde el mirador se veía completamente. Varios jotes de cabeza colorada nos daban la bienvenida planeando en lo alto. Jote de cabeza colorada planeando en lo alto en la entrada de Puerto Madryn Lo primero que se me vino a la mente era cómo semejante ciudad podía alzarse en el medio de la nada misma?? La estepa patagónica se extendía en todas direcciones, modificando apenas su relieve con ciertas ondulaciones, pero tan árida y opaca como había sido el paisaje en los últimos días, y de repente era cortado por esa gran ciudad, a la orilla del Atlántico. La ciudad de Puerto Madryn, vista desde el mirador Nos subimos a la moto y emprendimos los últimos kilómetros para entrar a la ciudad ansiosos. Martin trabaja en Informática y tendría que trabajar en unos proyectos, lo que suponía quedarnos varios días en Puerto Madryn, así que yo tendría tiempo de recorrer, conocer y sacar fotos. Además, muy cerca de de allí se encuentra la gran península de Valdés, famosa por sus áreas de lobería, elefantes marinos y avistaje de ballenas. Mi pequeña bióloga interior estaba deseosa de verlo TODO. Habíamos iniciado nuestro viaje con algo de mala racha, pero de a poco, nos íbamos encontrando con mejores aires y aun nos faltaban muchas cosas por vivir. SIGUIENTE >>>
  18. Ayelen

    Campos

    Del álbum Ruta 3: de La Plata a Patagonia en moto

    Podéis leer el relato de la primera etapa de mi viaje en moto por Latinoamérica en Atravesando la Patagonia
  19. Ayelen

    La tormenta en la ruta

    Del álbum Ruta 3: de La Plata a Patagonia en moto

    Podéis leer el relato de la primera etapa de mi viaje en moto por Latinoamérica en Atravesando la Patagonia
  20. Ayelen

    Preparandonos

    Del álbum Ruta 3: de La Plata a Patagonia en moto

    Podéis leer el relato de la primera etapa de mi viaje en moto por Latinoamérica en Atravesando la Patagonia
  21. Del álbum Ruta 3: de La Plata a Patagonia en moto

    Podéis leer el relato de la primera etapa de mi viaje en moto por Latinoamérica en Atravesando la Patagonia
  22. Ayelen

    Costa del Este

    Del álbum Ruta 3: de La Plata a Patagonia en moto

    Podéis leer el relato de la primera etapa de mi viaje en moto por Latinoamérica en Atravesando la Patagonia
  23. Ayelen

    Guanacos

    Del álbum Ruta 3: de La Plata a Patagonia en moto

    Podéis leer el relato de la primera etapa de mi viaje en moto por Latinoamérica en Atravesando la Patagonia
  24. Ayelen

    Puerto Madryn

    Del álbum Ruta 3: de La Plata a Patagonia en moto

    Podéis leer el relato de la primera etapa de mi viaje en moto por Latinoamérica en Atravesando la Patagonia
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