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Plues

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  1. Plues

    Acequia del camino

    Del álbum Ruta del Bosque Encantado

    Leer el relato de la Ruta por el Bosque Encantado en Lugros, Granada
  2. Ayer seis de Junio nos fuimos de ruta a la Dehesa del Camarote en Lugros. Para quien no sepa dónde está Lugros, deciros que está cerca de Guadix, que seguro que eso si lo situáis. Para llegar al comienzo de la ruta, tenéis que desviaros dos kilómetros antes de llegar al pueblo (la señalización es muy pobre), veréis un camino a la derecha, y al cogerlo veréis una bifurcación, escoger la de la izquierda y continuar un kilómetro. Como el camino no está asfaltado, si no lleváis un coche todoterreno lo mejor es que dejéis el coche en una explanada que hay cerca de dónde antiguamente había un coto de caza (reconoceréis el sitio cuando veáis dos ciervos). Una vez aparcado el coche comenzamos a andar por el sendero que hay a la izquierda. La ruta es de medio recorrido, por tanto hay que llevar provisiones y sobretodo agua, porque no la encontraremos potable a lo largo del camino. La ruta no tiene indicaciones, simplemente hay que seguir primero el camino, y una vez llegamos al vallado seguir el curso de la acequia. Ésta es la parte de la ruta más cómoda ya que es la más llana y fácil de recorrer para nuestros pies. Al ir a la orilla de la acequia íbamos fresquitos aunque hiciera sol, porque esa es otra, miramos el tiempo y ponía que a partir de las dos de la tarde empezaría a llover y estaría nublado, pues más sol no pudo hacer y de lluvia nada en todo el día, así que el chubasquero lo paseamos para nada, la frase del día fue “bueno menos mal que llevamos el chubasquero para cuando luego llueva”, y claro con el sol que hacía pues era un poco cómico todo. Mientras andamos por la acequia estamos por encima de los árboles y las vistas de la arboleda son muy bonitas. El camino por ahí llega un momento en que se acaba, sabréis que se ha acabado cuando veáis que hay mucha maleza, en ese momento iba a hacer una foto indicativa pero salió un lagarto enorme de un matorral y obviamente no me iba a quedar allí a saludarle. Continuamos nuestros pasos después del susto con el animalito hasta llegar al río, lo cruzamos como pudimos y seguimos curso arriba. Aquí empieza la subida, lo bonito de la subida es que por el camino te encuentras animalitos, que yo pensaba que el lagarto era lo más grande que iba a ver por allí, pero que ingenua… vaquitas como estas nos encontramos por todos sitios. Y claro tú vas pasando al lado de ellas con tu camiseta verde fosforita y te miran con esos ojillos que no sabes si van a salir detrás de ti o van a salir corriendo, entonces se produce una tensión en ese momento… Pero vamos, que todo bien, ellas pastando y bebiendo agua y nosotros seguimos nuestro camino. Seguimos subiendo hasta llegar a una cancela, la subida hay que tomársela con tranquilidad, no estamos en ninguna competición, hay que disfrutar del paisaje. La cancela estaba cerrada y pensamos que eran por las vacas para que no se colaran, pero no, la cancela está ahí para que no pasen con coches, porque vacas nos seguimos encontrando por el camino. Pues abrimos la cancela, pasamos y la volvimos a cerrar y llegamos hasta la mitad de la subida hasta la cima. Allí es buen sitio para parar a tomar algo, porque lo que viene después es más pronunciado y hay que tener ánimo. Nos encontramos una pequeña ermita al lado del río donde paramos a comer algo y a refrescarnos. Continuamos el camino, hay que ascender hasta la cima de la montaña, así que lo que queda es una pendiente un poco brusca, llevar agua es la clave. Lo bonito de esta ascensión es el color que tienen las rocas y los arboles, de ahí el nombre de bosque encantado, por su peculiar color. En las fotos no se aprecia muy bien, por eso animo a ir y verlo en persona. La época más propicia es Mayo o finales de Abril. Y por fin llegamos a la cima, se hicieron muy duros los últimos metros, porque la última cuesta es mortal, pero sobrevivimos y mereció la pena, porque al cruzar la valla que hay te encuentras con las faldas de Sierra Nevada, que en Junio no tenía nieve apenas, pero que cuando fuimos en Abril sí que había y la vista es preciosa. Si te gusta meditar o simplemente relajarte, el sentarte en una de las rocas que haya, cerrar los ojos y sentir la paz y tranquilidad que hay, eso sí, con cuidado de no dormirse y caerse de la piedra, más que nada porque rodar colina abajo no lo aconsejo. Cuando llegas arriba llegas cansado, pero sinceramente merece mucho la pena, se te quita todo ese cansancio estando un minuto allí, aunque quizás el bocadillo de tres cuartos de barra ayudó a que nos repusiéramos. Una vez terminamos de comer comenzamos la vuelta. Se puede hacer por dos caminos, uno es colina abajo, que es más corto pero que pone a prueba las rodillas y tobillos, y para el cual recomiendo llevar bastón, sino se pasa un mal rato. Y la otra opción que fue la que nosotros elegimos que fue volver por donde habíamos venido, es un poco más largo, pero así disfrutas más el paisaje y cosas que no habíamos visto al subir (porque de la pendiente vas mirando al suelo). Escojas el camino que escojas los dos acaban en la ermita antes nombrada, y una vez ahí es volver sobre nuestros pasos hasta llegar al coche. A un ritmo tranquilo, la subida hasta la cima se hace en tres horas, y la bajada en dos, pero esto es relativo, depende de tu capacidad física y de las veces que te pares a echar fotos, jeje. Yo os animo a que vengáis y disfrutéis de lo que la naturaleza nos ofrece. ¡Hasta la próxima!
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