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Showing content with the highest reputation since 11/15/12 en toda la comunidad

  1. 9 puntos
    Como muchos de vosotros sabéis han sido dos semanas muy intensas... hemos pasado de tener un pequeño foro a una, esperemos, rica comunidad donde los viajeros podrán participar en los distintos foros aportando, o buscando, información, escribir sus relatos de viaje en sus propios blogs, subir imágenes y videos en sus álbumes, buscar compañeros de viaje y tantas otras e interesantes novedades. Poco a poco iremos presentando todas las novedades y escribiremos las oportunas guías de uso, no obstante no dudéis en plantearnos en el foro de Uso y Normas de la Comunidad cualquier duda al respecto. Hemos necesitado dos largas semanas para actualizar y traspasar todos los mensajes y datos de todos los usuarios, pero realmente llevamos meses trabajando y diseñando en esta nueva comunidad por ello esperamos sinceramente que os guste y que aprendamos juntos a "explotar" al máximo todas las oportunidades que nos brinda ViajerosMundi.
  2. 5 puntos
    Estando tan lejos de mi país, aprovecho lo más que puedo para viajar y recorrer esta zona tan linda del mundo, Oceanía. Claro que recorrer y ver todo es imposible, entonces llega la hora de elegir por distancia, tiempo y dinero… Estando a cuatro horas de Auckland no podía evitar las ganas de ir. Ya había visto fotos y videos por internet y la ciudad me había parecido sumamente bonita. Me había tomado unos días exclusivamente para viajar… había partido primero rumbo a Sydney, luego hacia Melbourne y la última parada del viaje sería Auckland antes de volver a Brisbane la ciudad donde estoy viviendo. Después de tres horas de viaje llegué a destino… Debo admitir que con algo bastante de jet lag, no tanto como aquel que sentí cuando llegué a Australia desde Argentina, pero algo así, a lo que se sumaba el cansancio de los días de tanto viaje. De todas maneras no tenía ganas de quedarme a descansar así que salí a recorrer la ciudad. Quizás sea un error, siempre leo que se recomienda dejar el primer día de viaje para descansar, pero no puedo quedarme encerrada en un lugar al que llego por primera vez. El primer sitio al que quería ir era a la Torre, la Sky Tower, no para entrar porque estaba muy cansada pero sí para verla desde cerca. La torre de Auckland es una torre de telecomunicaciones, difusión de radio y televisión pero también un importante complejo y lugar que no se puede dejar de visitar. Es una de las mayores atracciones de Auckland, recibe unos 700 mil turistas cada año. Es la torre más alta del hemisferio sur, tiene más de 300 metros de altura. Salí del departamento en donde estaba parando, no tenía internet en el celular porque el chip australiano lógicamente no andaba en tierra neozelandesa, tampoco tenía un plano entonces opté por preguntarle a una persona que pasaba caminando... Le pregunté cómo podía llegar hasta la famosa torre, con su inglés neozelandés (muy parecido al australiano y bastante diferente del americano) me dijo algo así como que tenía que ir hasta la cima de la colina, luego bajar la colina y finalmente llegaría.. Le dije gracias aunque no estaba muy segura de las indicaciones … Seguí caminando y nuevamente volví a preguntar... Recibí indicaciones que tenían como punto de referencia subidas y bajadas de colina. Conclusión… Si vas a Auckland y preguntas por cualquier punto ya sea la Torre, el centro o el supermercado más cercano, la gente te responde con ese tipo de indicaciones bastante difíciles de comprender ya que las pendientes no son tan pronunciadas.Demás está decir que la gente es sumamente amable y dispuesta a ayudar, pero si queres entender las indicaciones tenés que prestar mucha atención al relieve. Admiro la memoria que tienen para acordarse las subidas y bajadas de las calles cuando en realidad no son tan pronunciadas. Después de unos minutos de caminata, tratando de prestar atención a las subidas y bajadas... llegué hacia la Torre, saqué unas fotos desde afuera y tuve que volver al departamento me sentía demasiado cansada.. el jet lag y los días de viaje continuado se hacían notar. Al día siguiente, por suerte más descansada, compré los boletos para el colectivo turístico, el cual vino muy bien porque la ciudad es muy grande, está muy extendida y no creo que pocos días alcancen para ver todo… hay mucha vegetación, mucho verde, pastos impecables que parecen el dibujo de un cuadro, estructuras muy lindas como las del museo y muchos edificios antiguos en reparación y otros tantos en construcción. La zona del puerto es muy pintoresca. También con el colectivo se pude ir a un shopping muy grande y a otros sitios interesantes como la parte céntrica de la ciudad. Cuando estuve más descansada aproveché a subir a la torre para disfrutar de la vista de la ciudad. Una vista maravillosa que pude disfrutar mientras tomaba un café. Cualquiera pensaría que en un lugar tan lindo y tan alto debe ser muy caro tomar un café, pero todo lo contrario, los precios son iguales que en el resto de los café de la ciudad, por lo que recomiendo que vayan con tiempo para tomar algo. Cuando voy a un mirador o sitio así, me gusta ir a la tarde y ver cómo a medida que va oscureciendo se van prendiendo las luces de la ciudad dando lugar a una vista única. También hay un restaurante que está en otro piso y es giratorio, lamentablemente había que ir con reserva y ya estaba todo ocupado. Consejo: si quieren disfrutar de una cena en el restaurante giratorio averiguen con anticipación para poder reservar. Otra cosa, consulten por los horarios de cena, en este lado del mundo se cena muy temprano! El resto del tiempo lo aproveché para caminar por la ciudad, iba a ser excursiones pero el tiempo no acompañaba para ello, de todas maneras la pasé super bien disfrutando de la tranquilidad y de los paisajes que la ciudad tiene. Además está bueno que en cada viaje quede siempre algo pendiente para tener una excusa para volver...
  3. 5 puntos
    Luego de dejar atrás Puerto Madryn esa mañana a fines de febrero, el viaje por la ruta en moto se tornó realmente eterno. Kilómetros y kilómetros de Patagonia, costeando el Atlántico por la Ruta 3, atravesando la provincia de Chubut. Había que estar atento al camino porque los guanacos, que ahora se veían bastante de a grupos, se atrevían a cruzar la ruta sin medir peligro alguno. Más de una vez Martin se había visto obligado a pisar los frenos, cuando estos curiosos animalitos saltaban la cerca de los campos y cruzaban a trote en frente nuestro. También podíamos ver choiques, pero estos eran más cuidadosos y con sólo escuchar el ruido de un vehículo acercándose, corrían alejándose y agitando las alas de una forma realmente muy graciosa. La Ruta 3 Pasamos frente a las entradas para ir a las reservas de Punta Tombo y Cabo Dos Bahías, loberías y pingüineras que recomiendo completamente visitar aunque yo no tuve el honor, y luego de casi 350 km. recorridos, llegamos a la ciudad de Comodoro Rivadavia. Si me había llamado la atención ver emerger la ciudad de Puerto Madryn en medio de la nada, esto fue aún más sorprendente. Entre las bajas colinas de la Patagonia eterna y al pie del cerro Chenque, un cerro muy alto que se destaca completamente de cualquier otro por su altura, nace esta gran ciudad. Yo nací y me crié en Buenos Aires, una provincia cuyas localidades se encuentran una al lado de otra, son kilómetros y kilómetros de urbanización, es algo que pareciera que nunca se termina. Supongo que por eso, estas grandes ciudades que se encuentran en el medio de algo tan inmenso y desolado como lo es la llanura patagónica me llaman tanto la atención. El hecho de pensar que uno sale de esa ciudad y se encuentra de repente con esa gran llanura de…. nada! me generaba una sensación extraña… como de “desprotección”. En Buenos Aires puedo caminar cientos de cuadras y no me voy a encontrar de repente con un desierto así! Pero comenzaba en entender que esas sensaciones que me provocaba cada lugar nuevo visitado, también era parte de salir de esa burbujita en la que sin darme cuenta, me había acostumbrado a vivir. Martin había vivido sus primeros años de niñez en esta ruidosa y poblada ciudad, así que hicimos un pequeño recorrido, trayendo algunos recuerdos de sus primeros años. Por entre las calles y los altos edificios, se podía ver, a lo lejos, el cerro Chenque, y yo no podía despegar mi vista de esa gran pared de roca que se elevaba en el horizonte. La ciudad de Comodoro Rivadavia Después de un par de horas recorriendo la ciudad, decidimos avanzar solo unos kilómetros más por la ruta para acampar en el pueblo de Rada Tilly, un lugar que nos recomendaron y realmente fue lo mejor que pudimos hacer. Rada Tilly es un pueblo de bellas y elegantes casas, de una población quizás de clase media alta, que se extiende sobre la costa del Atlántico. Un lugar muy tranquilo y encantador. Llegamos a un camping y, como ya se había convertido en tradición, luego de armar la carpa, fuimos a recorrer las playas. El atardecer comenzaba a extenderse sobre la costa, tiñendo el cielo de unos colores pasteles que nunca antes había visto. Un naranjado, rosado y después un celeste que se iba oscureciendo se extendían sobre nuestras cabezas mientras caminábamos por la húmeda arena, en la orilla. Rada Tilly A la mañana siguiente, luego de probar unas mediaslunas en una panadería de la zona (las mejores mediasluna de mi vida! ) seguimos viaje por la ruta. Pasábamos a la provincia de Santa Cruz. Cada vez faltaba menos para llegar a nuestro primer objetivo: Tierra del Fuego. Santa Cruz es la última provincia de la parte continental de Argentina. Para llegar a la isla de Tierra del Fuego, el camino obligado atraviesa territorio chileno, por lo que (aunque suene complicado y absurdo), para llegar hasta allí, uno debe salir de Argentina, entrar a Chile y luego volver a ingresar a mi país. A pesar de esto, las ansias iban en aumento. Como también el frio. Ya sobre la moto, debíamos empezar a abrigarnos bastante porque comenzaban a sentirse las bajas temperaturas australes. El paisaje comenzaba a tornarse más verde. Podíamos ver las extensas llanuras tapizadas con pastos verdes, desplazando un poco ese horizonte algo desértico al que veníamos acostumbrados. Aunque aún se mantenían los bajos arbustos y los colores amarillos, verdes y marrones, típicos de la Patagonia. Provincia de Santa Cruz Este tramo del viaje también fue bastante aburrido. Pasadas dos horas, quizás tres sobre una moto en marcha, debo confesar que la cosa comienza a ponerse incómoda. Las rodillas empiezan a molestar, y ni hablar de la parte de nuestro cuerpo que apoya sobre el asiento. Por eso, cada tanto debíamos parar al costado de la ruta a estirar las piernas. Fue en una de estas paradas que descubrimos un gran estanque al costado del camino, con varias poblaciones de aves acuáticas de la zona. Nos quedamos un tiempo, contemplando los rosas flamencos australes que compartían el lugar con patos barcinos y patos overos. Allí veríamos por primera vez a los cauquenes, que luego nos cansaríamos de ver a lo largo de todo el trayecto que nos quedaba por delante. Estanque al costado de la ruta Esa noche acampamos en un camping en la localidad de Comandante Luis Piedra Buena. El camping, ubicado en una isla rodeada por el rio Santa Cruz, era un lugar realmente bello, con un paisaje hermoso, pero lamentablemente repleto de gente. Para quien ama la naturaleza y disfruta de la tranquilidad y la calma, una muchedumbre así, con música fuerte y ruidos, puede tornarse un poco fastidioso. Aun así, acampamos y a la mañana siguiente, como ya se había tornado rutina, desarmamos la carpa y seguimos viaje. Solo estábamos a pocos kilómetros de Rio Gallegos, nuestra siguiente parada. Camping Isla Pavón Rio Gallegos es la capital de la provincia de santa Cruz, por lo que no nos sorprendió encontrarnos con una ciudad gigantesca y extensa en todas direcciones, con autopistas y constante movimiento. Aunque llegamos temprano, casi al mediodía, la verdad que tanto bullicio típico de una ciudad grande, nos quitó las ganas de pasar el día allí, quizás encerrados en un hostel, por lo que nos dirigimos a un centro de información turística para que nos indicaran algún camping o algún lugar agreste para acampar. Fue así como conocimos la Laguna Azul, una laguna ubicada en el cráter de un volcán inactivo. Apenas unos escasos kilómetros antes del puesto de frontera para pasar a Chile, se encuentre la reserva geológica Laguna Azul. Hay un sencillo y casi invisible cartel al costado de la ruta que indica la entrada por un camino de tierra. Tan poco visible el cartel que de hecho lo pasamos de largo y tuvimos que retomar la ruta para encontrar la entrada. El camino de ripio, entonces, nos llevaba unos kilómetros, adentrándonos en la estepa hasta llegar a un llano, que funcionaba como estacionamiento. Había algunos autos y personas alrededor. Intrigados, porque no veíamos nada a nuestro alrededor más que la misma llanura de siempre, dejamos la moto y tomamos un pequeño camino, que rodeaba unas bajas lomas. Y ahí lo vimos… frente nuestro se abría un gigantesco cráter con laderas de pendiente bastante pronunciada, y diez metros abajo se podía apreciar la hermosa laguna azul. El paisaje nos dejó anonadados Reserva Laguna Azul Había varias personas abajo, disfrutando del sol al costado de la laguna. Bajar fue bastante complicado. Había varios senderos muy estrechos marcados a lo largo de las laderas, pero se tornaban muy inclinados en algunos tramos, o resbaladizos cuando se debía pisar sobre piedras. Una vez abajo, el volcán, inactivo hace ya miles de años, nos mostraba un paisaje increíble y paradisíaco. Una alfombra verde se extendía por el cráter y en el medio, la laguna con su característico color azul marino intenso. Varios grupos de patos y cauquenes disfrutaban de la tarde, mientras que otras pequeñas aves revoloteaban sobre el agua. A nuestro alrededor se levantaban esas imponentes paredes de piedra, altísimas que cortaban el cielo celeste. El atardecer El lugar es realmente increíble, sin embargo, notamos que claramente, era un lugar que la gente elegía para pasar la tarde, pero no había ningún indicio alrededor que nos indicara que allí se pudiera acampar. Sin embargo, tampoco había nada que indicara lo contrario, así que decidimos esperar que la tarde cayera, para armar la carpa cuando la gente se hubiera marchado del lugar. Fue así como nos quedamos toda la tarde tirados en el pasto, viendo como de a poco, el sol se escondía tras los acantilados del volcán, y las personas poco a poco iban regresando a sus autos y abandonaban la reserva. Cuando ya no había más que un pequeño grupo de jóvenes en todo el gigantesco lugar, Martin decidió acercar la moto, por sobre la ladera, a un lugar donde al menos pudiéramos verla desde allí abajo (obviamente era imposible bajarla por esos caminos angostos e inclinados). Y yo me quedé sola, allí abajo, con la bolsa de la carpa y las mochilas. La completa calma y la profunda tranquilidad que reina en cada rincón de ese lugar son increíbles. Lo único que se escuchaba era el continuo graznido de los patos que aún permanecían al costado de la laguna y me miraban curiosos al pasar. Cuando las últimas personas abandonaron el cráter, me vi completamente sola en ese lugar y fue algo realmente intenso. Aproveché los últimos minutos de luz para comenzar a armar la carpa, sabía que Martin iba a tardar en volver porque subir y bajar esa ladera era difícil y llevaba su tiempo. Además, al contrario de lo que ocurría las primeras veces de acampe, ya tenía mucha más práctica en el armado y desarme de la carpa. Terminé de armar el campamento con los últimos vestigios de sol que se deslizaban por las altas pendientes y me senté en el suelo, maravillada con el lugar donde había llegado. Una pareja de liebres salió de su escondite en ese momento y corrió hacia la laguna y confieso que me sentí por un instante como Alicia en el país de las maravillas. La oscuridad empezó a inundar la laguna, y yo ya empezaba a fastidiarme porque Martin aun no volvía. Podía ver desde allí abajo la luz de la moto que iba y venía. ¿Qué está haciendo con esa moto? Pensaba, indignada de que se tardara tanto y se hubiera perdido ese atardecer. De repente la oscuridad lo invadió todo y me vi realmente en el medio de una profunda negrura. Aunque la oscuridad suele hacer más tenebroso todo, en este lugar eso no ocurría. Aun se podían escuchar los patitos en la laguna, y yo ya me había hecho con la linterna cuando al final vi aparecer a Martin bajando por la pendiente. Cuando llegó estaba pálido, sudado de pies a cabezas y casi temblando. Nervioso, me explicó que tratando de acercar la moto lo más cerca posible del precipicio para que pudiéramos verla, se le fue de control por la piedra suelta y la pendiente y casi se le va por el acantilado!!!! Hubiera sido una fantástica historia y el fin de este blog contar cómo mi viaje había terminado porque mi novio había tirado la moto a un volcán… pero por suerte, con ayuda de esas últimas personas que se retiraban del lugar que justo pasaron por donde él estaba, y que lo ayudaron a empujar la moto, pudo dejarla en un sitio seguro. Se notaba que la había pasado mal y le tomó unos minutos recuperar el aliento… se había asustado realmente mucho La noche se extendía maravillosamente sobre nuestras cabezas y de repente pudimos ver un cielo completamente estrellado. Uno que está acostumbrado a vivir en luminosas ciudades que ocultan vilmente este fenómeno, realmente queda impactado al ver este espectáculo. Se podía ver perfectamente la vía láctea extendiéndose de manera infinita, como un manojo de miles y miles de pequeñas y grandes lucecitas, tintineando armoniosamente sobre el azul oscuro y profundo del cielo de la noche. Permanecimos los dos boquiabiertos, con la mirada hacia el cielo, queriendo guardar ese recuerdo para que quedara eternamente en nuestra memoria. El frio comenzaba a hacerse sentir, y nos obligó a resguardarnos en la carpa. Y ahí pasamos la noche, en medio de ese lugar casi mágico, regalo de la naturaleza, completamente solos, rodeados solo de patos y liebres. A la mañana siguiente procuramos levantarnos temprano, para desarmar la carpa y guardar todo, antes de que las primeras personas llegaran a visitar el lugar. El amanecer en ese lugar es igual de hermoso que el atardecer. Desarmamos lentamente las cosas, y emprendimos la subida hacia la moto. Justo antes de marcharnos, vimos aparecer un guanaco en lo alto del acantilado, a unos metros nuestro y escuchamos su peculiar llamado por primera vez. Nunca antes había escuchado un guanaco y hacen un sonido completamente raro, como cósmico, con un eco agudo extraño. Como si de un saludo de despedida de ese lugar tan especial se tratase, el guanaco vociferó varias veces. Lo saludé agitando mi mano, antes de subirme a la moto y seguimos viaje. Debimos atravesar el territorio chileno y luego embarcarnos en una balsa que cruzaría el estrecho de Magallanes para al fin llevarnos a Tierra del Fuego. Nuestra primera meta estaba cerca de ser cumplida.
  4. 5 puntos
    He creado este nuevo blog exclusivamente dedicado a la ciudad más grande del mundo: la Ciudad de México, el Distrito Federal de mi país. Hace dos años tuve la fortuna de vivir seis meses en esta interminable ciudad, gracias a un intercambio estudiantil que tramité desde mi universidad. Fueron los seis meses más largos y maravillosos de mi vida hasta ahora, y más adelante les contaré el porqué. En esta ocasión hablaré un poco sobre la escuela que alojó mis estudios durante mi quinto semestre como estudiante de Ciencias de la Comunicación, la Universidad Nacional Autónoma de México. Es la Universidad pública más grande e importante de Latinoamérica y una de las 100 mejores del mundo. Fue fundada como la Real Universidad de México en 1551, para convertirse en Nacional Autónoma en el siglo pasado. Actualmente tiene varios campus alrededor de la capital mexicana, pero el principal sigue siendo la Ciudad Universitaria, conocida también como CU. Ésta última se ubica al sur de la Ciudad de México y cubre un área basta de 7 km cuadrados, y en 2007 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Mi primer reto al mudarme de una ciudad de 800,000 habitantes a una capital con más de 27 millones de personas, fue encontrar un sitio ameno para vivir. Como había sido aceptado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, debía buscar un apartamento cercano, que me permitiese no tener que madrugar mucho. En México muchas clases en la escuela empiezan a las 7 am, y las distancias en el D.F. son más que gigantescas. Hallé un sitio a 15 minutos caminando de mi facultad, lo cual en D.F. es un milagro. No me gustaba del todo, pero tenía todos los servicios, era limpio y no era muy caro. Los apartamentos en esta zona suelen subir de precio, ya que CU se encuentra en el Pedregal de San Ángel, una zona un poco exclusiva dentro de la delegación Coyoacán, que es bastante cotizada. Al final, me di cuenta que vivir en Coyoacán fue lo mejor que pude hacer en esta ciudad. Mis primeros pasos en la universidad fueron un verdadero caos. La circulación de transeúntes es continua y no se detiene nunca. Todo el campus cuenta con servicio de transporte gratuito, el cual funciona a la perfección. No obstante, los autobuses no se dan abasto, y todo el tiempo van llenos a tope. Así que la primera vez tuve que ir colgado de la puerta (lo cual es muy común en las grandes ciudades de mi país). Las calles de CU son todas curvas. Al principio me confundieron mucho, pues para mí todo simulaba un laberinto. En verdad que todo el campus parecía del tamaño de mi ciudad, y eso me asustaba mucho. Pero poco a poco uno se va acostumbrando. La UNAM es conocida por la fuerte identidad de sus estudiantes y maestros con su institución. Su imagotipo es la cara de un puma, y todos se llaman a sí mismos pumas, incluyendo a su equipo de fútbol, que juega en la primera liga nacional. Todos se sienten muy orgullosos de formar parte de ella, y al final entendí por qué. Pero no quiero parecer un nerd hablando del excelente nivel educativo y las miles de certificaciones de la escuela, sino de lo que puede atraer a cualquier visitante en la ciudad. Ciudad Universitaria se considera la quinta Universidad más atractiva al turismo cultural a nivel mundial, y tiene sus razones. Su campus central fue construida por los mejores arquitectos mexicanos del siglo XX. Una de sus maravillas es la Biblioteca Central. Su exterior fue diseñado por el artista Juan O'Gorman, y está hecho con piedra volcánica (bastante común en los suelos del sur del D.F.) y piedras de todo el país, lo que lo convierte en uno de los mosaicos más grandes del mundo. Los murales representan el pasado prehispánico, el pasado colonial, el mundo contemporáneo y la Universidad y el México Moderno. Una de sus características principales es la fuente de roca que tiene forma del rostro de Tláloc, dios azteca de la lluvia. Hoy en día miles de estudiantes de toda la ciudad hacen consultas en este inmenso acervo bibliográfico. Cabe mencionar que la facultad de Filosofía y Letras se encuentra a un lado; por ello, es común ver en su exterior a los neohippies y algunos artistas o intelectuales fumando marihuana y tabaco. Detrás de la Biblioteca Central se encuentra un gran campo de césped verde, donde los estudiantes se relajan con distintas actividades: yoga, fútbol, baile, juegos de apuestas, cigarrillos, lectura, música, artes visuales, improvisaciones actorales e, incluso, momentos íntimos entre parejas. Para mis amigos y para mí, fue el sitio perfecto para hacer nuestras tardes de picnic. Este campo es, también, el punto de reunión para los meetings sociales. La UNAM es el centro de movimientos sociales más importantes en el país, como el de 1968 y el reciente movimiento #YoSoy132, del cual yo formé parte y les invito a leer sobre él, pues no quiero politizar el asunto en este blog de viajeros Alrededor del campo se encuentran la mayoría de las facultades: medicina, ingeniería, arquitectura, derecho, filosofía, psicología, odontología, economía y el centro de idiomas. Como era de esperarse, la facultad de Ciencias Políticas y Sociales está alejada de todas. Tenemos un poco de fama de ser revoltosos y fiesteros. En fin, es el síndrome universitario. Al Oeste de la ciudad se encuentra el complejo olímpico, que alojó las olimpiadas de 1968. El estadio es bastante atractivo. Es el más grande de México y también luce murales de piedra. El sur es la zona más nueva de la ciudad. Allí, de entre el bosque, emerge la facultad donde yo estudié un semestre . Debo decir que también es común encontrarse con neohippies (de sociología) hipsters (de comunicación) "comunistas" (de ciencias políticas) e intelectualoides (que incluye a todas las áreas). La verdad es que la diversidad cultural de la UNAM es mágica, pues te encuentras a todo tipo de personas, cada una con una identidad marcada de pies a cabeza. Todos suelen ser muy expresivos. Una de las cosas que me llamó mucho la atención, es la facilidad con la que se puede compra marihuana dentro del campus, pues al poseer una filosofía de "amor a la humanidad", a todo ser humano (e incluso animal) se le permite la entrada al campus. No por ello es peligroso, hay un respeto mutuo. En la punta extrema sur de CU se halla el novedoso Centro Cultural Universitario, un complejo rodeado por una maravillosa reserva ecológica. Cuenta con dos teatros, dos salas de cine, una sala de danza y una famosa sala de conciertos. También hay un camino de esculturas contemporáneas, en medio del frondoso bosque. Esta es una de mis zonas favoritas, pues desde ciertos puntos de altura se pueden apreciar las montañas que rodean al Distrito Federal. Además, el sur de la ciudad está vigilado por la majestuosidad del volcán Ajusco, que luce desde varios sitios del valle central de México. Y si hablamos de gastronomía, en cada facultad existen cafeterías que ofrecen comidas enteras por precios baratos. En la Facultad de Ciencias Políticas yo pagaba 27 pesos (aproximadamente 2 dólares) por un menú completo que dejaba mi panza a reventar. Además, alrededor y fuera del campus existen innumerables puestos de calle (¡cuidado! muchos no son nada higiénicos, y si no les gusta el picante, recuerden pedir sin chile). La Ciudad Universitaria es atravesada por la Avenida Insurgentes (el Brodway de México). Llegar a ella es muy fácil. Tiene varias formas de acceso: el metro, metrobus, trolebus, varias líneas de microbuses y combis. Si lo que disfrutan en la ciudad es un rato al aire libre, estar rodeados de naturaleza, tardes de deportes, obras de teatro, senderismo, espectáculos al aire libre, el olor a rocío regado en el pasto, un buen libro y un café, o simplemente el ambiente estudiantil, les recomiendo mucho visitar la Ciudad Universitaria. Es algo que no deben perderse
  5. 4 puntos
    A veces uno no se da cuenta que las cosas más maravillosas pueden estar a sólo unos pasos de ti. Cuando viví seis meses en la ciudad de México, hice amigos intercambistas de varias partes del mundo. Sin embargo, la que se convirtió en mi "familia" por esos seis meses estaba formada por tres chicas mexicanas, cuatro españoles y una colombiana. Juntos, quisimos aprovechar nuestras becas y hacer algunos viajes dentro del país. Claro está, yo y las otras mexicanas fuimos los anfitriones de los demás. En uno de los casos, decidí traerlos a mi ciudad natal, Veracruz, que tiene una gran importancia histórica, al ser la primera ciudad fundada por los españoles en toda América Continental. Al tratarse de una ciudad pequeña, quise mostrarle un poco de sus alrededores, que tiene paisajes naturales espectaculares: la montaña más alta de México, selvas repletas de monos y chamanes (brujos) y la cascada más alta del país. No obstante, nos dirigimos a Jalcomulco, un pueblo a la orilla de un furioso río y rodeado por montañas y una selva exuberante. El camino desde Veracruz no es nada complicado. Tomamos la autopista que va a Xalapa y después nos desviamos por la carretera libre. No toma más de una hora y media llegar hasta allí. Jalcomulco es muy famoso en el estado gracias a su reciente promoción como zona de ecoturismo. La verdad es que había oído hablar mucho de este sitio, pero nunca me había tomado el tiempo de visitarlo, aún viviendo tan cerca. Investigué un poco sobre las diferentes empresas de ecoturismo del pueblo y decidí arriesgarme a comprar por adelantado (online) nuestros boletos para practicar deportes extremos con la compañía que parecía menos fidedigna, pero que tenía los precios más baratos. Afortunadamente todo salió bien, y al llegar al lugar nos recibió un señor muy amable, que con sólo verme, dijo: "¿Tú eres Alexis, verdad? Te estaba esperando a ti y a tus amigos". Así, nos subió a todos en una camioneta y nos llevó a nuestra primera actividad: Rafting, descenso en río. Tuvimos suerte de que el río siguiera en niveles estables, ya que había estado lloviendo y creímos que el agua sería demasiado turbulenta y peligrosa para navegar en ella. Con un casco, un remo y un chaleco salvavidas, cada uno de nosotros subió a bordo de dos botes inflables. Hicimos dos equipos, para ver quién se caía menos veces de la lancha. Los primeros metros fueron bastante lentos, pero poco a poco el río se llenaba de rápidos. Grandes rocas por donde el agua resbalaba a gran velocidad. Tenía miedo al principio, pues no creí que una embarcación tan pequeña fuera a resistir golpes tan fuertes. Además, pensé que si caía al agua me lastimaría mucho con las rocas filosas y que podía morir. Pero son sólo las primeras impresiones. Caer al agua no era tan malo, a pesar de que su temperatura era un poco fría. Fue cuestión simplemente de seguir las órdenes de nuestro guía y de mantener siempre los pies firmes entre las sillas de la balsa. Cada rápido tiene niveles de dificultad. El guía nos explicó que estos rápidos no superaban el nivel 3 (hay desde el nivel 1 hasta el 5). El recorrido duró 2 horas, en las que pudimos apreciar paisajes magníficos: cañones tallados por el curso del agua, pequeños acantilados, formaciones boscosas a ambos lados del río, y hasta hicimos una pequeña escala para tirarnos clavados desde un pilar de piedra. Al final, llegamos de vuelta al pueblo de Jalcomulco, y desembarcamos debajo de un puente. Después de secarnos y cambiarnos de ropa, continuamos con la siguiente actividad: rapel. El guía nos condujo a una pared vertical de roca a menos de un kilómetro del pueblo. Con todo nuestro equipo bien sujeto fue muy fácil descender. Es bastante divertido mirar abajo cuando te encuentras en la cima de la montaña. Y cuando desciendes, sientes como si volaras por un instante. Te sientes muy libre. Nuestra última actividad fue la tirolesa, una cuerda atada a dos árboles a ambos lados del río con un gancho colgante, de donde se sostiene un arnés para así deslizarse de un lado a otro. Sinceramente esperaba una tirolesa a más altura, pues estaba a pocos metros sobre el río. Aún así, las condiciones de Jalcomulco no se prestan mucho para encontrar un sitio tan alto. Fue una jornada bastante cansada, pero divertida. Uno se puede asustar un poco cuando llegas a una agencia de turismo y te hacen firmar un papel donde declares que "estás consciente de que en este tipo de deportes puedes lesionarte, fracturarte o hasta morir, y que la empresa no se hace responsable por ello". Pero realmente este tipo de deportes no son de extremo cuidado. Pueden llegar a ser bastante divertidos. Me da gusto haber podido visitar Jalcomulco en tan agradable compañía y los invito a todos a darse una vuelta, si algún día están en Veracruz.
  6. 4 puntos
    Hace un poco más de diez años que había visitado la provincia de Misiones para ir a un congreso cuando era estudiante de la carrera de la carrera de Licenciatura en Turismo... Estuve algunos días en la capital, la ciudad de Posadas y dos noches en Iguazú. En este momento todavía las Cataratas de Iguazú no habían sido declaradas como Maravilla Natural, no había una gran cantidad de turistas. A decir verdad, cuando fui al parque con mis compañeros estábamos solamente nosotros. Vale aclarar, que era temporada baja, era el mes de mayo. Hacía bastante tiempo que tenía ganas de regresar, por eso, en el mes de enero pasado, decidí tomarme mis vacaciones de verano en las Cataratas. Organicé un tour que empezó en Salta y terminó en Iguazú. Decidimos dedicarle 5 noches a la ciudad de Iguazú ya que sabemos que es una de clima subtropical donde puede haber abundantes lluvias que impidan salir a recorrer el parque. Llegamos a destino y nos recibió una lluvia afortunadamente no muy intensa. De todas formas, es bastante frecuente que corramos con esa suerte... siempre los destinos que visitamos nos reciben con lluvia pero los días siguientes suelen tener unas condiciones climáticas espectaculares, así que no nos preocupamos. El primer día que llegamos, teníamos pensado visitar el Parque pero con la lluvia no era un buen plan. Entonces, optamos por cruzar la frontera y visitar Ciudad del Este en Paraguay. Es una ciudad que tiene la fama de ser un destino de compras ya que es una zona franca, libre de impuestos. Tomamos un colectivo y en menos de una hora estábamos en destino. Creo que no hay palabras para describir a este sitio... Es una ciudad cargada de comercios, de carteles, de vehículos, de gente, de ruido ambiente... Una ciudad totalmente caótica en la que no existen semáforos que orden el tránsito. Afortunadamente, fuimos con información de los mejores lugares para comprar y también teníamos en mente que comprar con el modelo ya elegido. Creo que no hay otra manera de visitar esta ciudad si no es con información previa... Hay muchísimos lugares, vendedores ambulantes y carteles que compiten entre sí. Es recomendable ir temprano, ya que todos los lugares cierran a las 16:00 de la tarde porque suelen abrir muy temprano en la mañana y trabajan en horario de corrido. Nosotros llegamos con el tiempo muy justo pero por suerte llegamos a conseguir lo que teníamos planeado, una cámara de fotos de viaje. El objetivo principal del viaje era visitar el Parque Nacional Iguazú... También nos interesaba conocer el Parque del lado de Brasil... Fuimos un día del lado de Brasil fue un paseo muy corto porque teníamos que regresar temprano para tomar el colectivo. La vista es muy distinta a la vista del lado argentino, ya que las pasarelas están muy cerca de las Cataratas, pero el parque en este lado es mucho más pequeño. No volvería a visitarlo, pero si volvería una y otra vez al lado argentino ya que aquí el parque es muchísimo más grande y como los colectivos pasan hasta más tarde, se puede estar disfrutando del paisaje hasta las 17:00. Un dato muy importante para quienes deseen visitar las Cataratas, es que comprando la entrada para dos días consecutivos, el segundo día sale la mitad de precio. Desde Iguazú se pueden hacer muchas excursiones como por ejemplo visitar las Ruinas de San Ignacio un sitio arqueológico muy interesante, visitar las Minas de Wanda y comprar piedras semipreciosas, etc. Era verano, días de calor intensos cargados de húmedad, por lo que no tenía mucho interés en realizar excursiones de días completos. Nos quedaba un día libre, aprovechamos para conocer la ciudad de Foz de Iguazú. Visitamos un Shopping y recorrimos la ciudad. A decir verdad, la ciudad no me pareció muy llamativa pero siempre me resulta interesante conocer distintas ciudades del mundo. Consejos importantes para quienes deseen visitar Iguazú Conviene destinarle al menos dos días para recorrer todo el parque en el lado argentino es posible que un día no alcance para conocerlo completo. Es aconsejable evitar la temporada alta ya que es un destino muy turístico por lo que en enero y mitad de julio suele haber más cantidad de gente que en otros meses. Resulta óptimo dejar días libres porque es una zona de clima subtropical, pueden tocar días de lluvia en los que no sea la mejor opción visitar el Parque. En el Parque se pueden comprar souvenires, hay varios restaurantes, kioscos y cafés. No hay que olvidar el protector solar, repelente y anteojos de sol. Por supuesto, es necesario llevar calzado cómodo. Aconsejo que al llegar al Parque, lo primero que hagan sea visitar la Garganta del Diablo, es el paseo que está un poco más alejado comparado con el resto de los circuitos, sumado a ello es el más imponente. Para llegar hasta allí se puede ir caminando o sino el trencito ecológico del Parque, es muy lindo y pintoresco. La cena show que se ofrece en Foz de Iguazú es imperdible! Se puede disfrutar de un espectáculo de danzas con música regional mientras se pueden degustar cientos de platos. Para visitar las Cataratas se recomienda un mínimo de 4 noches. Para quienes deseen estar en contacto con la naturaleza en su máximo esplendor, pueden realizar el sendero Macuco, para ello es imprescindible llevar agua y alimentos ya que en ese trayecto no existen kioscos ni lugares de ventas de alimentos.
  7. 4 puntos
    Se trata de una fiesta muy antigua que continúa realizándose, la misma comienza con la tradición del desentierro del diablo y se celebra en todos los pueblos de la Quebrada de Humahuaca. Para disfrutar del Carnaval de Jujuy, especialmente el de la Quebrada de Humahuaca, hay que prepararse para disfrutar de la espuma, el papel picado, el talco, la serpentina, el humo y que todo comience una y otra vez durante diez días. Los autos y casas también se tiñen de papel picado y espuma por lo que conviene estacionar en la entrada del pueblo. La fiesta tiene lugar en varios lugares de la región, también se celebra el carnaval en otros destinos del país y del mundo... El Carnaval de la Quebrada tiene su encanto, especialmente entre los pueblos y destinos que se encuentran entre San Salvador de Jujuy y Humahuaca. Los epicentros del carnaval norteño son Tilcara y la capital jujeña. También se hace notar la fiesta en la vecina localidad de Purmamarca. Es una fiesta en la que se invita a que todos sean parte y puedan disfrutar de las tradiciones andinas. Los ritos también prevalecen con el agradecimiento a la Pachamama, la madre tierra que preside según los lugareños, a todos los actos de la vida. Bastar con sumarse al Carnaval para conocer más sobre las tradiciones y cultura local. Forman parte del evento, los mojones, se trata de lugares sagrados para las comparsas, grupos reducidos de personas bien organizadas cada uno con sus diablos y músicos, banderas y demás insignias. También son característicos, los trajes de diablo con máscaras muy elaboradas en telas de distintos colores. Las fechas en las que se celebra el carnaval, varían año a año, pero siempre se realiza en el mes de febrero. Comienza con el desentierro del diablo y culmina con su entierro y quema. Conviene reservar pasajes con anticipación y organizarse. Lo principal es elegir en qué pueblo de la Quebrada uno quiere quedarse ya que trasladarse por las rutas de una sola mano, puede llegar a ser una tarea ardua. Es importante tener en cuenta, que el verano es época de lluvias en el norte de Argentina, por lo que hay que estar atento a los avisos, en ocasiones las rutas pueden cerrarse para mayor seguridad y porque las máquinas de viabilidad deben volver a reorganizar los caminos. Lo ideal es llegar antes de que inicie el Carnaval o salir muy temprano el día de inicio. Otro dato para tener en cuenta para quienes deseen hospedarse en San Salvador de Jujuy, es que en la capital de la provincia tienen lugar otros eventos como festivales, cenas shows y más. La oferta de entretenimiento es variada. En la localidad de Tilcara, desfilan las comparsas más importantes y las fiestas duran hasta el amanecer. La ventaja de hospedarse en Tilcara es que es centro del Carnaval norteño, la desventaja es la cantidad de ruido y de gente. El ruido es permanente, sobre todo en el centro y se extiende por varios días hacia la ladera de los cerros. No es momento para descansar, es ocasión de disfrutar, bailar y conectarse con las tradiciones. Cada pueblo de la Quebrada de Humahuaca celebra el Carnaval con características distintas. En Maimará, por ejemplo hay diversos desentierros del diablo, las comparsas suelen reunirse en sus sitios o mojones más retirados. En otras localidades las coplas dicen presente formando parte del entramado de la celebración. Las coplas son producciones orales y musicales que nacen como un modo de compartir experiencias y emociones. Como bien se sabe, el Carnaval nació en Europa y se trasladó a varias partes del mundo. En el mundo andino, es un tiempo de cosecha, de agradecimiento al Dios Cristiano y a las deidades de la naturaleza que según los lugareños cobran vida. Una de las principales características del Carnaval del Norte, es que es una celebración en que tanto turistas como lugareños forman parte activamente a diferencia de otros carnavales en donde la gente va sola de espectadora. Cómo llegar a Tilcara Tilcara se encuentra en la Quebrada de Humahuaca, a un lado de la Ruta Nacional 9 y el Río Grande. El acceso es muy fácil para los que se trasladan en auto. También hay distintos micros que conectan otras localidades vecinas y otras más alejadas. Conviene sacar pasajes con anticipación ya que la demanda de billetes en esta época es alta. Las distancias desde Tilcara son: 85 kilómetros de la ciudad de San Salvador de Jujuy, 26 kilómetros desde Purmamarca, 45 kilómetros la separan de Humahuaca y unos 202 kilómetros desde la ciudad de Salta. Se encuentra a un poco más de 1500 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Más información sobre Tilcara, el centro del Carnaval y de la Quebrada. Es un pueblo muy animado con turistas de distintas partes que lo visitan durante todo el año. Allí pueden encontrarse varios hoteles, peñas folclóricas, cafés, tiendas de artesanías y también agencias de viaje que ofrecen paseos y excursiones a otros lados del norte de Argentina y también en los alrededores del pueblo. Un paseo por Tilcara no estaría completo sin antes visitar el Pucará de Tilcara. Es el yacimiento arqueológico más importante de la Argentina. En el pasado supo ser una defensa y asentamiento de los habitantes precolombinos de la quebrada. Junto al Pucará de Tilcara se encuentra el Jardín Botánico donde se puede apreciar una amplia colección de plantas que crecen en las alturas de los cerros. Allí es posible conocer toda la variedad de Cactus y crasas de la región.
  8. 4 puntos
    Copenhague es considerada como un modelo de urbanismo y diseño, es un sitio donde pueden encontrarse miles de ciclistas además de una interesante vida cultural, parques,lagos y una gran preocupación por la naturaleza. Un dato importante para mencionar es que Dinamarca es líder en reciclado y reutilización de la basura. Además, está en vías de convertirse en la primer capital del mundo libre de carbono.Esto quiere decir: manejo de la basura y su reutilización, energía renovable, techos y terrazas verdes, energía eólica, infraestructura pública inteligente y movilidad. Cada vez hay más bicis y autos eléctricos. Siguiendo con los datos de color, puede decirse que Copenhague había sido elegida la ciudad más feliz del mundo. El nivel de vida de Copenhague es muy alto. La educación y la salud son gratuitas, la inflación ronda el 1,4%, hay cero corrupción, la falta de trabajo tampoco es un tema preocupante para esta ciudad. El bienestar del país no se exhibe en objetos de lujo, sino que se basa en el concepto de felicidad, en saber disfrutar de la vida a base de planes sencillos y relajados, en soledad o en buena companía. Esto se resume en una sola palabra "hygge", un término muy difícil de traducir al español, pero que se basa en el hecho de que la felicidad está en las pequeñas cosas. Hygge es la agradable sensación que se respira cuando los daneses se reúnen en grupos. ¿Qué ver y que hacer en Copenhague? Una de las visitas imperdibles es visitar Nyhavn, un canal construido en el siglo XVII para unir el puerto con la ciudad. Está bordeado por casas de estilo holandés con distintos colores, representa una de las postales más características de la ciudad. En esta zona existen varios restaurantes donde se pueden comer platos típicos. Visitar la pastelería más antigua forma parte de los "must do" de esta hermosa ciudad nórdica. Esta panadería lleva deleitando a sus clientes desde al año 1870. Los Jardines del Tivoli es el nombre que lleva el parque de atracciones más antiguo del mundo y es uno de los lugares más turístico del país. Es una mezcla de atracciones de feria, luces, magia. Uno de los momentos más lindos para visitar este parque es durante la época navideña. Es toda una celebración donde pueden observarse cientos de miles de luces lo que convierten a los jardines en un lugar mágico. Christianshavn forma parte del centro de la ciudad de Copenhague, pero está separado por un puerto interior. Se trata de una zona dominada por canales, con un aire muy similar a Ámsterdam. Uno de los planes turísticos imperdibles, es alquilar un bote y remar por sus canales, conviene llevar todo lo necesario para hacer un picnic y según la época del año puede ser necesario llevar una manta también. Library Bar es otro sitio que no se puede dejar de visitar. Allí se encuentran estanterías de maderas llenas de libros antiguos, muchos de ellos primeras ediciones. El bar ofrece música en vivo y un ambiente ideal para el relax. Una de las fotografías que no puede faltar es la de la sirenita de Copenhague, es una escultura de bronce colocada sobre unas rocas que se adentran en el mar. Consejos para planificar un viaje por la capital danesa La mejor manera para moverse en la ciudad es alquilar una bicicleta, se pueden alquilar fácilmente y cuestan 14 euros por un día completo. Hay varios puntos donde se retiran y se pueden devolver. Existe una tarjeta local que permite tomar cualquier medio de transporte además de permitir visitar más de 80 atracciones de la ciudad. Es ideal para quienes van a estar en la ciudad por más de una noche ya que permite ahorrar bastante y brinda la posibilidad de conocer varias atracciones como su gran variedad de museos. Existen free tour en español, son ideales para hacer el primer día de viaje y tener una primera aproximación sobre la ciudad. Son tours gratuitos en los que se debe dejar una colaboración a voluntad. Para llegar desde el aeropuerto al centro de Copenhague existen varias opciones: bus, metro y tren, una de las maneras más cómodas si tu hospedaje se encuentra en la zona del centro es tomar el tren. Copenague es una ciudad cara, pero existen varias maneras de abaratar costos, como por ejemplo comprando comida en supermercados, sin embargo también existen buffets para comer los cuales suelen ser más baratos que algunos restaurantes. Para quienes deseen tomar unas cervezas, es importante prestar atención al happy hour. Conviene evitar el invierno ya que la temperatura suele ser muy fría. Para visitar la ciudad se necesitan al menos tres noches, aunque lo ideal sería dedicarle al menos cinco noches, pero todo depende de la cantidad de tiempo disponible. La moneda oficial es la Corona Danesa. Otra cuestión imprescindible tanto para visitar esta ciudad como cualquier otra, es siempre contar con seguro de viaje por cualquier imprevisto que pueda existir. Uno de los platos típicos que no deberías dejar de probar es smorrebrod, se trata de una comida típica para el lunch que consiste en un pan de sándwich con muchos cereales al que se le suele poner carne y verduras. Se debe tener especial atención con los horarios ya que las cocinas de los restaurantes suelen cerrar a las 22:00-. Los danes suelen cenar entre las 18:00 y las 21:00. Vale la pena dar una vuelta por el mercado situado cerca de la Opera donde se encuentran muchos puestos de Street Food similar al Mercado de San Miguel de Madrid.
  9. 4 puntos
    Para conocer la provincia de Salta lo ideal es hospedarse en su ciudad capital, la cual lleva el mismo nombre. Se recomienda visitar la ciudad por al menos una semana. Desde la Ciudad de Salta o también conocida como “La Linda” se pueden hacer varios paseos y excursiones para conocer los maravillosos paisajes del Norte de Argentina. ¿Qué ver en la ciudad de Salta? Salta es una ciudad conocida por su arquitectura española. Un recorrido por esta ciudad puede comenzar por su centro, la Plaza 9 de julio donde se encuentran varios cafés. En los alrededores de la plaza está la Catedral de Salta y el Cabildo. Cerca de esta zona se ubica el Museo de Arqueología de Alta Montaña donde se encuentran objetos que pertenecieron a los Incas. Otros puntos turísticos para conocer en la capital salteña son la Basílica de San Francisco muy popular por su fachada de color Terracota y su campanario. Se suman a los paseos turísticos el Teleférico en la periferia de la ciudad el cual permite subir a la cima del Cerro San Bernardo para obtener la mejor vista de la ciudad. Desde Salta además de hacer varias excursiones, una de las propuestas es tomar el paseo del famoso Tren a Las Nubes. De noche la ciudad invita a descansar en los bares para disfrutar de su gastronomía local y las llamadas peñas folclóricas. La ciudad de Salta es el punto de partida para realizar excursiones y conocer otros atractivos turísticos de la región del Noroeste de Argentina... Algunas de las excursiones que pueden hacer son: Excursión a Cafayate Una de las excursiones más tradicionales es visitar el pueblo de Cafayate, un sitio muy popular por sus viñedos y bodegas que producen el vino Torrontés. Es una de las ciudades más importantes del circuito de los Valles Calchaquíes, durante el recorrido se conocen otros escenarios naturales como La Garganta del Diablo y el Anfiteatro. Excursión Puna + Salinas Este recorrido suele durar más de 12 horas, porque durante el mismo se visitan varios lugares. Combina por un lado un viaje hacia San Antonio de los Cobres siguiendo por la Quebrada del Toro. Por el otro lado, una visita a la Quebrada de Humahuaca conocido el Pueblo de Purmamarca y el Cerro de los Siete Colores. El primer punto que se recorre es la Quebrada del Toro donde se puede apreciar el viaducto el Toro del Tren a las Nubes, siguiendo con el recorrido, otra de las paradas es en Santa Rosa de Tastil, allí se puede además de disfrutar del paisaje comprar artesanías. De camino a la Puna se pueden ver animales salvajes de la región como la vicuña. Una de las paradas más importantes del recorrido son las Salinas Grandes, un paisaje único e imponente. Antes de regresar se visita Purmamarca y su llamativa postal del Cerro de los Siete Colores, se trata de un sitio que enamora por su belleza natural y también por su arquitectura sencilla de calles angostas. Cachi Cachi es un pintoresco y pequeño pueblo ubicado al Noroeste de los Valles Calchaquíes, la excursión se realiza pasando por la Cuesta del Obispo. Es una de las actividades clásicas para realizar desde Salta. Durante el recorrido se puede conocer el Parque Nacional Los Cardones. Iruya Desde la ciudad de Salta puede hacerse una excursión para conocer la localidad de Iruya, es una excursión bastante larga que suele durar dos días. Se trata de un pueblo que parece detenido en el pueblo, rodeado de montañas. Para quienes son más aventureros, Salta ofrece la posibilidad de realizar excursiones y disfrutar del turismo aventura en sus escenarios naturales. Una de las propuestas que se ofrecen, es realizar un circuito por las yungas, se pueden realizar distintas caminatas por varios senderos. Otras actividades son cabalgatas y rafting en el Río Juramento. Para los amantes del trekking también hay opciones para disfrutar de una caminata mientras se admira el paisaje de la exuberante vegetación y montañas. Tips para viajar a Salta Cualquier época del año es ideal para visitar Salta. Durante el verano, la temperatura promedio es de 25º grados. Durante la noche es necesario abrigarse ya que suele refrescar. Los inviernos suelen ser bastante cálidos comparados con otras regiones del país. Lo ideal es dedicarle al menos una semana a la ciudad de Salta, no sólo para conocer la ciudad y hacer excursiones sino también para disfrutar de sus alrededores. Un imperdible es subirse al teleférico de San Bernardo para obtener las vistas más lindas de la ciudad. El Cerro San Bernardo es un atractivo en sí mismo. Durante el camino se pueden apreciar cascadas artificiales. Para quienes viajan con tiempo, lo ideal es hacer excursiones. Conviene dejar días de descanso en el medio, ya que suelen ser trayectos largos de 12 horas donde se visitan varios puntos turísticos. Otra alternativa para disfrutar de las distintas postales del Norte de Argentina es alquilar un auto. Se puede alquilar un alto en la ciudad de Salta y desde allí conocer los pueblos y distintas atracciones que la provincia ofrece. En un viaje por Salta, es imposible no disfrutar de la gastronomía típica como las empanadas, las humitas, el locro y los tamales. Los postres también son especiales como es el caso del queso con miel de caña y el dulce de cayote. Hay varias opciones de souvenires, lo más tradicional son los ponchos, la platería y los tejidos de lana de oveja y llama.
  10. 4 puntos
    Colonia, una ciudad antigua a ritmo slow Colonia del Sacramento es una ciudad de Uruguay, es un destino ideal para una escapada de fin de semana. Allí se respira el aire de la buena vida slow, del turismo de relax donde se puede disfrutar de hoteles de importantes cadenas hoteleras sin preocupaciones. También existen otras opciones low cost como departamentos y hoteles más económicos. Se trata de un lugar que se vende a los turistas como un enclave turístico de más de 300 años, cargado de historia con callecitas empedradas donde se asoma el río. Casas antiguas, árboles añosos y farolas forman parte del paisaje que invitan a un viaje en el tiempo. Una de las visitas obligadas de Colonia del Sacramento es hace runa parada en el antiguo almacén de ramos generales de 1905,donde llama la atención un largo mostrador de madera original con objetos de época. Colonia es una pequeña ciudad pero con varios atractivos y puntos turísticos para visitar, es un destino de escapada, pero para quienes viajan con más tiempo existen varios destinos cercanos para conocer como es el caso de la Ciudad de Buenos Aires, Carmelo y Montevideo. Empezamos por la ciudad de Colonia.. ¿Qué ver y qué hacer? Es interesante recorrer sus calles empedradas para descubrir su curioso trazada, el cual siempre se encuentra frente al río. Una parada que no puede dejar de hacerse es en la "Puerta de la Ciudadela" la cual se encuentra frente a la actual plaza. Esta entrada de piedra cuenta con un puente y es la que daba acceso a la ciudad detrás de los muros de defensa. El casco histórico de Colonia fue declarado como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, un dato interesante es que por su singular preservación, sus calles han sido exteriores de varias películas de época. La postal más conocida de la ciudad es sin lugar a dudas la mágica "Calle de los Suspiros" debe su nombre a las historias del pasado, ya que años atrás supo ser una zona de burdeles donde iban los marineros que llegaban a la ciudad. En la actualidad es una calle muy angosta de piedras con casas muy bien conservadas. Una de las casas que se encuentra en la Calle de los Suspiros es una galería de arte que lleva el mismo nombre que la calle. Otras casas típicas que pueden visitarse son la casa del Virrey, la Basílica del Santísimo Sacramento con sus llamativas cúpulas y la Iglesia Matriz la cual tiene la fama de ser la más antigua del país. Se suma a la lista de los paseos imperdibles, conocer el faro de la ciudad, el cual fue construido en el año 1857 para alumbrar la bahía. Colonia al igual que otras ciudades antiguas e históricas, tiene una gran cantidad de museos en los que se puede conocer más sobre la historia del lugar. Muchos de sus museos se encuentran dentro de asombrosas casas antiguas. Uno de los museos más destacados es el Museo Portugués, donde se encuentra una gran cantidad de antigüedades, al igual que el Museo Español. Es interesante visitar el Museo del Azulejo el cual funciona en una pequeña casa de piedra que aún conserva sus paredes y pisos originales que datan de hace varios años atrás... No todo es historia, arte y antigüedades, también puede disfrutarse de sus playas tranquilas. Una propuesta interesante es conocer el pueblo en avioneta. Los pilotos privados de la ciudad ofrecen sobrevuelos por la costa, sobre el casco histórico y sobre la rambla. Además de una vuelta por el campo. El recorrido es para hasta tres pasajeros y dura unos 20 minutos aproximadamente. ¿Qué visitar cerca de Colonia? La costa de Colonia mira directamente a Buenos Aires, por lo que no es casualidad que varios viajeros combinen ambos destinos. Se puede llegar de una ciudad a otra en poco tiempo en embarcaciones privadas o también en barco de pasajeros que salen tanto desde Puerto Madero o Tigre en Buenos Aires hacia destino Carmelo, en el país de Uruguay. Buenos Aires Buenos Aires es una gran ciudad con muchos barrios históricos, sitios históricos, clásicas pizzerías, shoppings, museos, lugares donde puede disfrutarse de espectáculos de tango y más... Se dice que un viaje por Buenos Aires nunca está completo, es una ciudad tan grande que siempre queda algo para hacer. Una de las mejores maneras de recorrerlas es tomando un paseo en los colectivos turísticos que conectan las zonas y barrios más turísticos entre sí. Además de visitar Buenos Aires, pueden visitarse otras ciudades uruguayas como es el caso de Carmelo y Montevideo. Carmelo Carmelo se encuentra a menos de 100 kilómetros de Colonia, es una localidad muy pintoresca, otro destino ideal para el descanso y recargar energías. Es además un lugar recomendado para familias que viajan con niños. Allí puede disfrutarse de sus tranquilas playas las cuales son pequeñas pero perfectas para descansas. Durante la temporada alta, hay varios restaurantes y puestos de comida abiertos sobre la calle de la costanera donde pueden probarse platos típicos. El centro es pequeño, se encuentra alrededor de la Plaza Independencia rodeado de varios restaurantes económicos con menúes variados. La ciudad de Carmelo tiene su propia ruta del vino la cual no tiene para envidiarle a otros países con una gran variedad de bodegas las cuales pueden visitarse en cualquier época del año. Montevideo Montevideo es la ciudad más poblada de Uruguay, esta catalogada como una ciudad global. Cuenta con diversas actividades relacionadas con los estilos musicales de la región como el candombe y la murga uruguaya. El turismo es muy importante para la ciudad, allí pueden visitarse paseos históricos, disfrutar de sus playas y también del turismo agropecuario. En Montevideo se encuentran varias estancias turísticas, bodegas de vino y chacras. Colonia puede ser un destino de escapada de fin de semana, o un destino para pasar una semana completa y simplemente hacer relax y disfrutar de sus paseos históricos y playas. Para los viajeros que viajan con más tiempo las alternativas son varias y lo más importante es que todas se encuentran a pocos kilómetros de distancia.
  11. 4 puntos
    Portugal, es uno de los países más económicos de Europa, tiene destinos ideales para planificar una escapada de fin de semana y también opciones para quienes deseen dedicarle más días. Cuenta con ciudades antiguas y otras que combinan un casco antiguo con una elegante parte moderna. Además tiene varias playa y una rica gastronomía. Entre sus destinos principales se encuentran... Lisboa Todos los viajes suelen empezar por las capitales, por lo que no es una mala idea empezar a conocer este país por su ciudad más importante. Es una ciudad vibrante con un rico patrimonio histórico, barrios cargados de historia, monumentos y sus características fachadas de azulejo. Entre los puntos imperdibles de Lisboa, se encuentra la Plaza del Comercio, la más importante de la ciudad la cual funcionó en el pasado como puerta de la ciudad para el comercio marítimo, para conocer el lado bohemio de la ciudad el sitio a donde ir es el Barrio Alto. Un viaje por Lisboa no estaría completo sin antes visitar el Parque de las Naciones, la zona donde se desarrolló la exposición de 1998. Es una zona bien distinta ya que se caracteriza por ser moderna y con muchos espacios abiertos. Oporto Oporto es la segunda ciudad más importante de Portugal, luego de Lisboa. Es un destino muy elegido por los españoles que suelen tomarlo como destinos para escapada de fin de semana. Por la belleza de sus calles elegantes y estrechas y sus barrios ha sido declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Uno de los puntos más importantes de la ciudad de Oporto, es la Plaza de la Libertad la cual conecta a la parte antigua de la ciudad con la parte moderna. A la hora de hacer compras, no puede faltar un paseo por la Rua Santa Catarina, una de las principales arterias comerciales. Para los amantes del café una parada casi obligada es pasar por Majestic, un elegante café que forma parte de la historia de la ciudad ya que fue inaugurado en los años 20, sentarse allí es sentirse parte de la historia de la ciudad. Algarve Se trata de un paraíso de Portugal que cuenta con playas de ensueño, pueblos pesqueros y un paisaje impactante. En la actualidad, es considerada como la región más turística del país, se encuentra al Sur del pais y abarca un pocos más de 150 kilómetros. Lo más característicos son sus costas con formaciones rocosas únicas. Tavira Uno de los destinos de playa más tradicionales del país es Tavira ubicado en la parte oriental del Algarve. Es un sitio de calles empedradas rodeadas de varios cafés y restaurantes familiares. Se caracteriza por un ambiente relajado ideal para disfrutar del descanso en las playas. Óbidos Óbidos se encuentra al Norte de la ciudad de Lisboa, es considerado como uno de los pueblos más bonitos de Europa, se encuentra rodeado por murallas del siglo XV. Su paisaje de casas blancas, techos rojizos junto con balcones y terrazas cargados de flores cautivan la atención de los viajeros. La ciudad puede visitarse tranquilamente en el día, la distancia en autobus de aproximadamente una hora desde Lisboa. Sintra Sintra fue declarada en el año 1995 como Patrimonio de la Humanidad, es un sitio realmente imperdible por sus playas y también por su arquitectura. Un viaje por Sintra no estaría completo sin antes recorrer su caso histórico. La ciudad de Sintra puede visitarse en el día desde Lisboa en tren. La distancia entre ambas ciudades es de apenas media hora y tienen muy buena frecuencia, ya que los trenes suelen salir cada 20 minutos. Otra manera de conocer Sintra, es haciendo una excursión con guía, para de paso conocer más sobre la historia del lugar. Info útil para planificar un viaje a Portugal El tipo de clima es del tipo Atlántico Mediterráneo, se caracteriza por ser lluvioso y frío en el norte. El sur es completamente distinto, es seco y caluroso. Por lo que la mejor manera de planificar un viaje sería eligiendo primero la zona que se desea visitar y luego viendo la mejor época del año. Para quienes deseen disfrutar de la vida nocturna, las ciudades más animadas son Lisboa y Oporto ya que cuentan con varias opciones y atractivos nocturnos. La moneda oficial, al igual que varios países de Europa, es el Euro. En cuanto a la cocina, la gastronomía es principalmente mediterránea con influencias de la cocina árabe, española y brasilera. Los platos tienen como ingredientes principales, el pan, los aceites, especias, quesos y carnes. No hay que olvidar, que el país tiene una destacada tradición vinícola. Viajar a Portugal, es una excelente oportunidad para probar sus vinos, los cuales son el resultado de las tradiciones introducidas en la región por civilizaciones antiguas como los fenicios, griegos, romanos y cartaginenses. La tradición del vino en Portugal data de varios años atrás, puede decirse que fue en la época del Imperio Romano, cuando el país comenzó a exportar sus vinos. Portugal es uno de los destinos más económicos de Europa, a la medida que nos alejamos de las zonas turísticas podemos encontrar mejores precios. Un lugar imperdible para ir de compras son los mercadillos donde pueden conseguirse las populares toallas y vajillas características del país. El idioma oficial es el portugués. A la hora de escoger alojamiento podemos encontrar varias opciones, desde exclusivos hoteles de lujos hasta casas rurales, pensiones, campamentos al aire libre, departamentos y hoteles de todas las categorías. Portugal es un país muy religioso, todos los años se celebran importantes fiestas religiosas como el Carnaval y la Fiesta de la Flor en Madeiras. Otros días importantes para agendar para quienes deseen participar de las fiestas son el 25 día de abril día en que se conmemora la Revolución de los Claveles y el 1 de diciembre, el Día de la Independencia.
  12. 4 puntos
    Miami es un destino ideal para disfrutar de sus playas. Es además un destino que ofrece otras atracciones turísticas como por ejemplo visitar y conocer paisajes únicos como es el caso del Parque Nacional Everglades. Las mejores playas de Miami Uno de los principales motivos para visitar Miami, además de las compras, son las playas. Existen distintas alternativas... playas llenas de gente, playas solitarias...Hay opciones para viajes en pareja, solitarios y también para viajes familiares. Una buena opción puede ser conocer las cualidades de cada una de ellas y elegir varias para visitar durante el viaje. La más famosa, South Beach La playa más famosa de Miami, sin lugar a dudas es South Beach. Es la playa más popular también en el mundo del cine. Esta playa se ubica en Ocean Drive, en los alrededores pueden encontrarse un montón de servicios para pasar el día. Parque de Bill Baggs La playa de Bill Baggs se encuentra en el sur de Key Biscayne, donde se sitúa el famoso faro del Cabo de Florida. Es un lugar especial para disfrutar de los deportes como la natación y el surf. Se suman a las opciones de paseo, realizar una visita guiada al faro de Bill Baggs. Esa playa es ideal para los viajeros que buscan playas tranquilas y con menos cantidad de gente. Haulover Beach, la playa nudista Esta playa es conocida por ser la única playa nudista legal de Miami. es además un lugar ideal para la práctica de sur. Crandon Park, la playa familiar Para viajes en familia, en especial con niños, una excelente opción es visitar Crandon Park, se caracteriza por ser una playa plana, es decir, hay que caminar mucho para llegar a la parte más honda. Matheson Hammock Park Siguiendo con las playas familiares, otra opción perfecta es esta playa escondida en Old Cutler Road. La playa está formada por un grupo de atolones artificiales formando una piscina. Consejos para disfrutar de las Playas de Miami Al igual que cualquier destino de sol y playa, es recomendable llevar protector solar. Conviene alejarse de las zonas dedicas al surf ya que las tablas pueden llegar a ser muy peligrosas. Es importante prestar atención a las banderas de colores. Cuando hay tiburones cerca de las playas suelen ponerse dos banderas de color rojas juntas. Tarjeta de atracciones en Miami Al igual que muchas ciudades turísticas del mundo, Miami cuenta con un pase de atracciones, puede ser una buena opción para quienes deseen visitar varias atracciones además, tiene la ventaja de permitir saltar esperas. Con la tarjeta de atracciones se pueden visitar varios puntos turísticos como por ejemplo museos, casas de los famosos a bordo de un llamativo autobus barco, entre otras opciones más. La tarjeta puede comprarse por un día, por dos o por más cantidad de días. Una de las preguntas que suele surgir a la hora de comprar un pase de atracciones, es si resulta rentable comprar la tarjeta de atracciones, la respuesta es según... Depende del viaje que cada persona tenga planeado... Si la idea es visitar playas o hacer shopping no es la mejor opción pero puede ser muy rentable para quienes deseen conocer otros puntos turísticos o hacer excursiones a Cayo Hueso o Everglades. Parque Nacional Everglades Se trata de un espacio de 6000 kilómetros cuadrados, es la zona más salvaje de los Estados Unidos.Es un terreno pantanoso que parece no tener fin. Allí habitan varios animales exóticos, este espacio ha sido declarado como Patrimonio de la Humanidad, Reserva de la Biósferea y también como Humedal de Interés Internacional Cayo Hueso Los cayos son una cadena de pequeñas islas que se encuentran unidas por puentes. Situada al sur de Florida más cerca de Cuba se encuentra esta pequeña isla tropical que en el pasado supo ser refugio de piratas y pescadores.Hoy en día se ha convertido en un lugar muy turístico. Para quienes deseen conocer Cayo Hueso, se recomienda recorrerla a pie o en bicicleta. La mejor manera de llegar a Cayo Hueso es alquilando un auto en Miami. El paisaje durante los 250 kilómetros es único. Para quienes no deseen manejar, existe la posibilidad de contratar una excursión organizada. Más info útil ¿Cómo ahorrar en Miami? En los últimos años se ha convertido en una ciudad más asequible con opciones para todos los bolsillos, sin embargo teniendo en cuenta algunos consejos y trucos se puede ahorrar bastante dinero... Uno de los principales consejos es reservar tanto el vuelo como el hotel con la mayor antelación posible. Existen otras opciones de alojamiento para quienes no deseen hospedarse en hoteles, los departamentos tanto privados como compartidos suelen ser una opción más económica comparado con los hoteles. Las tarjetas turísticas permiten ahorrar bastante dinero, en especial si la idea es conocer varios puntos turísticos. Utilizar transporte público, en Miami existen más de 800 autobuses que recorrer la ciudad. Es importante tener en cuenta que un billete común de autobús vale un poco más de 2 dólares. En caso de utilizar varias veces al día el transporte público, se puede optar por un pase diario el cual suele rondar los 5 dólares, casi 6.. Para utilizar esta opción se debe comprar una tarjeta. Generalmente las rutas de los metrobus suelen operar las 24 horas del día, por lo que tomar el transporte público es una buena alternativa. ¿Cuándo visitar Miami? En cuanto a la temperatura, los mejores meses para conocer Miami son los meses que van de noviembre a mayo, ya que es la época de días cálidos pero que no llegan a ser extremadamente calurosos.
  13. 4 puntos
    Tras casi siete meses trabajando en Lyon, mis fines de semana me habían permitido conocer Francia de norte a sur, mostrándome sus diferentes caras. Desde su lujosa ciudad capital y sus pueblos alemanes hasta las villas de la costa sur mediterránea. A tan solo dos semanas de finalizar mi contrato y antes de emprender otro gran viaje por Europa, Liane, Yan y yo sabíamos que debíamos hacer un viaje juntos antes de separarnos y dejar Lyon en los recuerdos. Liane, de Escocia, y Yan, de Madrid, eran prácticamente los mejores amigos que había hecho durante mis meses en el este de Francia. Liane trabajaba, al igual que yo, como asistente de idioma en un colegio público, mientras Yann hacía su maestría en la Universidad de Lyon. Así que antes de partir y enfrentarnos a la dura despedida, decidimos aventurarnos hacia el sur del país, siguiendo el Ródano hasta casi alcanzar su desembocadura, en la antigua ciudad de Aviñón. Yann tomó un tren un viernes por la mañana, y tras tomar mis útiles consejos, consiguió hospedaje usando por primera vez su perfil de Couchsurfing, justo en el centro de la ciudad. Yo por mi parte, tomé un Blablacar ese mismo día por la tarde, y arribé a Aviñón antes de que la noche cayera sobre ella. El mes de abril había traído consigo el calor que tanto ansiábamos después de un frío invierno. A mi llegada, Aviñón lucía como una muy cálida y verde ciudad. El conductor me dejó en el bulevar Saint-Lazare, justo al lado del río Ródano y del otro lado de la muralla. Aviñón es un ejemplo perfecto de una ciudad medieval. Y como toda urbe del medievo, sus murallas fueron construidas para defender al burgo. Hoy, la muralla sigue en un perfecto estado de conservación y da la bienvenida a cualquiera que se adentre en el ahora llamado centro histórico. Fue en una de las calles del casco viejo donde Yan me esperaba junto con nuestra Couchsurfer, una estudiante universitaria francesa que rentaba una casa de tres pisos, y que amablemente nos ofreció uno de sus cuartos para poder dormir. La noche pasó entre cervezas y una cena con nuestra anfitriona y sus amigos, hasta que a Yan y a mí nos venció en cansancio. Los bares y la gente con la que habíamos compartido la velada mostraron el nuevo lado de Aviñón, una villa bohemia con algunos hippies que se han sentido atraídos por su calma y verdes alrededores. Algunos murales y tiendas de productos orgánicos decoran ahora el casco antiguo y le da el toque millenial que hace que, aún siendo una ciudad vieja, atrae a muchos jóvenes a sus calles y su universidad. Pero nuestra caminata del sábado por la mañana nos dejó ver aquella Aviñón medieval de la que todos nos habían hablado. Sus casas de piedra, ventanales de estilo italiano y sus viejos campanarios son precisamente los elementos más característicos. Una ciudad que a primera vista se ganaba el apodo de “ciudad blanca”. Yan y yo nos detuvimos en un café, esperando a que el sol calentara un poco más el día y para tomar un merecido desayuno que calmara nuestro apetito. Las plazas públicas y comercios empezaban a llenarse de gente poco a poco. Aviñón es un destino famoso en toda Francia, y sin duda no éramos los únicos que habíamos decidido pasar nuestro fin de semana allí. Pronto nos encontramos con Liane y su amigo Dan, quienes habían viajado esa mañana desde Lyon. Dan estaba de visita desde Escocia, y aunque no se quedaría aquella noche en Aviñón, no quería perderse de una fugaz mirada a la ciudad provenzal. Las calles del centro nos llevaron hasta la plaza del Palacio, la explanada principal que marca el corazón de la urbe. A orillas de la plaza, los más conocidos restaurantes y comercios atraen a cientos de turistas cada día. Y edificios como el Hôtel des Monnais (o el Palacio de la Moneda) marcan también una diferencia entre la arquitectura medieval y la más cercana al Renacimiento. La plaza lleva su nombre gracias a la mayor joya de Aviñón, y lo que prácticamente la puso en el mapa desde hace más de siete siglos. El Palacio papal. Es bien sabido que desde el nacimiento del cristianismo en tiempos del Imperio Romano, la ciudad de Roma fue la sede de lo que después evolucionó al catolicismo. Pero como también es sabido, Roma y los Estados Pontificios se han enfrentado a grandes controversias dentro de su propio gobierno. En 1305, Clemente V fue elegido el nuevo papa, y tras su elección Roma cayó en un caos total. Huyendo de los problemas en la ciudad, en 1309 Clemente V decidió trasladar la curia papal a Aviñón, que en ese entonces era parte del Reino de Sicilia. En un principio, Clemente V vivió como invitado en un monasterio dominicano, hasta que su sucesor, Benedicto XII, comenzó la remodelación del antiguo palacio obispal en 1334, para convertirlo en un lugar digno para ser la residencia de un papa. El palacio papal de Aviñón es la construcción gótica más grande de la Edad Media. Ocupa más de 15 mil metros cuadrados, y sus muros tienen un grosor de hasta 5 metros. La ubicación geográfica fue elegida estratégicamente en un afloramiento de roca al lado del río Ródano. Así, es posible verlo desde casi cualquier punto de la ciudad, y representaba para los papas un símbolo del poder de la iglesia católica. Hoy, el palacio papal está abierto al público como un enorme museo, que contiene incluso un centro de convenciones. Nuestra visita comenzó por el claustro, tras cuyo patio central se yerguen cuatro pasillos con las típicas columnas góticas en punta de pico. En lo alto, la torre del homenaje aparece como figura característica de una fortaleza medieval. Todo el claustro está flanqueado por altas torres de defensa que aseguraban la seguridad del papa y de toda la curia católica. En sus interiores, se conservan algunos importantes frescos creados por los mejores pintores europeos de la época, todos dirigidos por Matteo Giovanetti. El palacio fue construido en dos fases. Así, a la primera construcción comandada por Benedicto XII se le conoce como el Palais Vieux (Palacio Antiguo) y a la segunda dirigida por Clemente VI se le llama el Palais Neuf (Palacio Nuevo). Como era costumbre, la construcción del palacio papal consumió una enorme cantidad de dinero. Por supuesto, el financiamiento provino de todos los reinos cristianos de la época. Mapa con la procedencia de los recursos financieros para construir el palacio papal. Muchos de los pasillos y cuartos del palacio papal parecen sacados de un típico castillo medieval. La torre de humo para la cocina, las escaleras de piedra en caracol y hasta su propio calabozo formaron parte del recinto desde la construcción del Palacio Antiguo. Siete fueron los papas que residieron en Aviñón desde 1309 hasta 1377, año en el que sucedió el Gran Cisma de Occidente. Tras años de controversias iniciadas por una difícil relación entre el Reino de Francia y el Papado, el papa Gregorio XI volvió a Roma y llevó de vuelta la Santa Sede a Roma. La elección de un nuevo papa en 1378 estuvo llena de conflictos internos, que acabó prácticamente con dos papas, Urbano VI en Roma y Clemente VII en Aviñón, este último denominado antipapa. Esto no solo dividió a la iglesia católica, sino a toda Europa occidental, cuyos reinos cristianos se dividieron, unos apoyando al Papado de Aviñón y otros al de Roma, sucediéndose cambios de bando en diferentes ocasiones. Tras casi medio siglo del cisma, el papa Benedicto XIII fue el último antipapa, después del cual Aviñón no volvió a albergar ninguna otra autoridad pontificia. Desde que la Santa Sede volvió a Roma, el palacio fue abandonado poco a poco. Y a pesar de su remodelación en 1516, el deterioro fue casi imposible de evitar. Aunado a ello, con la explosión de revolución francesa en 1789, el palacio fue tomado y saqueado por las fuerzas liberales, al mismo tiempo que Aviñón pasó a ser formalmente parte de Francia. Por fortuna, se entendió la importancia que el palacio de Aviñón tenía para la historia de occidente, y hoy sus edificios y torres se lucen como si el tiempo no hubiera pasado de largo. Desde los andadores de vigilancia en lo alto del claustro, pudimos apreciar la verdadera magnitud del palacio y sus defensas, todas construidas con la misma piedra blanca con la que fue levantada Aviñón entera. Las torres de vigilancia nos dieron las mejores vistas de la ciudad y su centro histórico, destacando por supuesto la plaza del palacio y su tan emblemático Palacio de la Moneda. El palacio papal no es la única construcción cristiana en Aviñón. Los campanarios que sobresalen entre los tejados del casco antiguo dejan entrever capillas que se yerguen entre sus laberínticas calles. Pero el campanario más famoso es el de la catedral de Aviñón, ubicada justo al norte del palacio papal. La catedral de Notre-Dame-des-Doms fue construida en el siglo XII, siendo el románico su estilo arquitectónico predominante. Aunque su tamaño no se compara con lo monumental del palacio papal, el campanario se ha hecho también un símbolo de la ciudad, coronado por una estatua de plomo dorado que representa a la Virgen María. Luego de una larga caminata por el complejo papal, decidimos bajar a la plaza central para almorzar algo en uno de los restaurantes que tienen las mejores vistas del centro. Con el estómago lleno, nos dirigimos al lado norte del río Ródano para visitar otra de las famosas atracciones de la ciudad, el puente de Aviñón. A primera vista, no parece un puente tan ostentoso ni de mucha importancia. De hecho, el puente ni siquiera llega al otro lado del río. La verdad es que solo quedan cuatro de los 22 arcos que alguna vez cruzaron el Ródano, uniendo a Aviñón con Villeneuve-lès-Avignon. El puente fue construido entre 1171 y 1185, y por muchos años fue la única manera de cruzar el río desde Lyon hasta la costa del Mediterráneo. El puente no solo unía dos ciudades, sino dos estados diferentes, ya que la orilla derecha pertenecía a los Estados Pontificios, mientras la izquierda era ya parte del Reino de Francia. Así, el puente era fuertemente custodiado en ambas orillas, y es la puerta de vigilancia del lado papal la que hoy queda como remanente, y que da la bienvenida a los turistas. A la entrada, fuimos recibidos con una de las canciones infantiles más célebres de Francia, Sur le pont d’Avignon. Se cree que la canción originalmente decía “sous le pont” (bajo el puente) y no “sur le pont” (sobre el puente), pues se piensa que la gente solía hacer bailes folclóricos bajo el puente en la isla de la Barthelasse, que corta al río Ródano en dos al norte de la ciudad, y que hoy sigue siendo un lugar de recreo. Desde el puente tuvimos las mejores vistas del campanario de la catedral y el palacio papal, que se asoman tras el follaje y las murallas de la ciudad. Volvimos a las calles del centro para despedir a Dan, quien debía volver a Lyon esa misma tarde. Liane, Yan y yo teníamos de hecho un plan bastante diferente para aquella tarde noche. Regresamos a la casa de nuestra couchsurfer solo para recoger nuestras mochilas. Le dejamos una nota dándole las gracias y nos dirigimos al supermercado para comprar los ingredientes de un buen picnic al estilo francés. Vino, una baguette, charcutería, queso, olivas y unas cervezas para saciar la sed serían nuestro mejor aperitivo para la tarde. Con todo preparado y un mapa en mano, caminamos por las viejas calles del centro dirigiéndonos de vuelta a la orilla norte del Ródano. Cruzamos el puente Edouard Deladier, el moderno pasaje peatonal y vehicular que une la ciudad con Villeneuve-lès-Avignon, desde el que tuvimos una hermosa vista del río y el antiguo puente. El camino nos llevó a la isla de la Barthelasse, la cual nos había sido muy bien recomendada como lugar de recreo. Nuestra intención no fue solamente hacer un picnic en la verde naturaleza que rodea Aviñón, sino dormir en ella en una casa de campaña. Pasar la noche alejados del bullicio de la ciudad, y solo con el sonar de los grillos y el viento soplando entre los árboles fue justo lo que necesitábamos para nuestra última noche juntos. A la siguiente mañana desayunamos en el área común, un buffet que estaba incluido en el precio del camping. Caminamos después hacia el otro lado del río, hasta alcanzar la torre Philippe-le-Bel, una antigua torre medieval que protegía a Villeneuve-lès-Avignon. Desde ella se asomaba la vecina ciudad de Aviñón, sobresaliente entre los bosques que rodean el área. Una larga caminata de vuelta al centro nos esperaba con nuestras mochilas al hombro, así que decidimos tomar un bus hasta las puertas de la muralla. El último sitio por visitar fue el parque del palacio papal, ubicado en la colina de Rocher des Doms. Desde allí pudimos apreciar la totalidad de la catedral en su lado norte, que domina el casco antiguo con la Virgen bendiciendo al pueblo entero. Pero las mejores vistas las tuvimos al otro lado, con el Ródano, el puente de Aviñón y la isla de la Barthelasse mostrando la cara más verde de la villa papal. Acompañamos a Yan a tomar su tren, mientras Liane y yo esperamos un Blablacar que nos llevaría de vuelta a Lyon. Mi última semana en la tercera ciudad más grande de Francia fue sin duda una dura despedida, que me hizo dejar atrás no solo una hermosa ciudad y su exquisita gastronomía, sino también excelentes amigos e historias que formarían buena parte de mis memorias de viaje. La mitad de la primavera marcó el final de mi contrato en el colegio Jean Perrin, y con ello me preparé para un mes y medio de viajes inolvidables. El norte de Europa me esperaba, con la esperanza de encontrarme con un soleado clima y más aventuras que escribir en mi diario.
  14. 4 puntos
    La Costa Azul es la región de Francia que recibe más horas de luz del sol durante todo el año, y eso no podía hacerme más feliz después de un gris y lluvioso invierno en Europa. Mi amigo Fabien me habían convencido de viajar al litoral sur para visitarlo en su nueva casa un fin de semana, ubicada en Menton, la última ciudad al este de la Côte d’Azur. En la misma Riviera francesa me había encontrado con Esther, quien se quedaba en Niza con su novio. Menton y Niza son dos ciudades parecidas, predilectas por los ancianos franceses para su retiro, gracias a su cálido clima, azules playas y tranquilo estilo de vida, sumado a sus coloridos centros históricos que hicieron de la región el nacimiento del turismo moderno durante el siglo XIX. Ambas se tratan de ciudades costosas, donde adquirir una propiedad se vuelve cada año un sueño más lejano para los jóvenes, aunque Fabien tuvo la suerte de poder conseguir un crédito inmobiliario para su apartamento en Menton. Por ello fue muy conveniente hospedarme en su casa y aceptar su oferta de recorrer la costa en su coche, ahorrando un par de euros y disfrutando de la visita con un excelente guía local, aunque no llevara viviendo en la riviera más allá de un año. Si bien Menton y Niza eran destinos de lujo para muchos, nada se comparaba con mi siguiente destino, a donde Fabien me llevó el domingo por la mañana. Entre ambas ciudades, la joya de la Côte d’Azur es sin duda Mónaco, una ciudad-estado que posee el récord como el segundo país más pequeño del mundo, después de El Vaticano. Si me costaba trabajo dimensionar la extensión de Mónaco, bastó con pararme en uno de los acantilados que lo rodean y mirar hacia abajo. Los dos kilómetros cuadrados comprendidos entre los riscos y el mar Mediterráneo conformaban la totalidad de su superficie. Literalmente, un país que cabe en una sola fotografía. Los acantilados de Mónaco estuvieron habitados desde la época de los fenicios por tribus de ligures, aunque el estado moderno se formó durante la Edad Media, cuando se convirtió en un principado dominado por una familia noble proveniente de Italia, los Grimaldi, que siguen gobernando el país hasta la actualidad. Las anexiones de Italia y Francia le fueron quitando poco a poco buena parte de su territorio, que pasó de 24 kilómetros cuadrados a solamente dos. No obstante, el Principado de Mónaco sigue manteniendo su soberanía, y a pesar de tener acuerdos de seguridad con Francia, puede considerarse como un país independiente. Sin duda, quería ser testigo de un país tan particular como aquel. No me cabía en la cabeza imaginar la vida en un estado de solo dos kilómetros junto a la costa. Y al llegar, una menuda estación de la policía monegasca marcó la frontera entre Francia y Mónaco. Fabien me contó que los controles migratorios son estrictos, pero se efectúan sobre todo dependiendo de la nacionalidad de la matrícula del coche. Al ver que el nuestro era francés, poco interés le dieron, y nos dejaron seguir adelante hasta alcanzar la costa de la ciudad. Muchos franceses e italianos trabajan en Mónaco, cuya economía es mucho mayor, como suele pasar con los diminutos principados y ducados de Europa, como Luxemburgo o Liechtenstein. Sin embargo, no cualquiera puede darse el lujo de vivir allí. Los precios de las viviendas y rentas inmobiliarias son simplemente inalcanzables, sobre todo para los jóvenes como Fabien. Así que recibir un sueldo monegasco y vivir en Francia es la mejor opción para muchos. Literalmente, cruzan a diario una frontera internacional para trabajar. Mónaco cuenta con dos estaciones ferroviarias, por donde pasan los trenes de la compañía francesa, la SNCF. Así mismo, comparte el Aeropuerto Internacional de Niza, recibe muchas cadenas de telecomunicaciones francesas y recibe por parte del ejército francés protección internacional, a pesar de contar con su propia policía. No se podía esperar que un país de 30,000 habitantes lo hiciera todo por sí mismo. Túnel hacia la estación ferroviaria de Mónaco. Aunque pagar derecho de estacionamiento en Mónaco no es nada barato, era nuestra mejor opción para no caminar desde fuera de la frontera. Así, conseguimos dónde aparcar en La Condamine, el barrio central de Mónaco que rodea al puerto. El malecón posee los hoteles más caros de la ciudad, así como muchos edificios residenciales de verdadero lujo, donde solo los más adinerados pueden permitirse vivir. La avenida también forma parte del famoso circuito del Grand Prix de Mónaco, uno de los circuitos de Fórmula 1 más célebres del mundo. Una estatua de un piloto en su antiguo modelo Ferrari conmemora la primera carrera realizada en 1929, desde cuando el Gran Premio de Mónaco comenzó a cobrar fama internacional. Cada mayo, las suntuosas avenidas de la ciudad se colman de turistas aficionados al automovilismo. Para mí, era difícil creer cómo un área urbana tan densamente poblada podía albergar una carrera de tan alta velocidad. Fabien me hizo saber que una multitud de accidentes han tenido lugar en Mónaco. Aun sin autos de Fórmula 1, el malecón de La Condamine era para mí uno de los más bellos paseos que había realizado a orillas del Mediterráneo. Y aunque el final de la cordillera de los Alpes toca la costa monegasca con sus torrenciales nubes, el sol se hace presente los 365 días en la Costa Azul. Mirar hacia abajo, a la bahía, era admirar un hermoso puerto lleno de yates y veleros, a los que muchos de sus dueños permiten subir por una gran cantidad de euros. A simple vista, el puerto de Mónaco no tenía muchas diferencias con el resto de los puertos que había podido contemplar en el Mediterráneo, como en Marsella, Niza, Menton, Barcelona, Valencia, Génova o Ibiza. Pero la historia de cada embarcación era suficiente para poner al puerto de Mónaco como el más costoso en todo el Mediterráneo. El mejor ejemplo de ello me lo llevé al mirar el fondo del embarcadero, donde el más grande de los yates se asomó por encima del resto. Se trataba del Ona, el 32° yate más grande del mundo. Propiedad del magnate ruso Alisher Usmanov, tiene una longitud de 110 metros, una tripulación de 48 personas, puede albergar hasta 20 pasajeros y su valor actual se estima en más de 800 millones de dólares. Tan solo estacionarlo en el puerto de Mónaco puede costarle a su dueño la cantidad de 50 mil euros al mes. Así que cuando digo que Mónaco es para los ricos, es porque va en serio. Aun con la pinta de cada monegasco que caminaba por la ciudad o la ostentosa fachada de cada edificio sobre el malecón, La Condamine no era precisamente el barrio que me mostraría lo más caro de Mónaco. Para ello existe Montecarlo. Es quizá el barrio más famoso de Mónaco. Incluso se llega a pensar de forma errónea que se trata de la capital del país. Recordemos que Mónaco mide solo 2 kilómetros cuadrados, así que la ciudad es su propia capital. Montecarlo se fundó en el siglo XIX, haciendo honor al príncipe que gobernaba en aquella época, Carlos III de Mónaco. Y aunque después se dividió es más distritos (hoy son diez distritos los que forman el país), el barrio es famoso por una cosa en especial: el Casino de Montecarlo. En 1850, la familia real estaba casi en la quiebra, tras haber perdido Menton y Roquebrune como parte de su principado, quienes se unieron a Francia tras la firma de un acuerdo. Así, al príncipe se le ocurrió una gran idea para reactivar su economía: legalizar el juego para los extranjeros y abrir un casino de renombre. Al parecer, el plan funcionó a la perfección, y hoy el Casino de Montecarlo es uno de los más famosos del mundo, a donde miles de turistas adinerados llegan día tras día a derrochar su dinero en sus lujosas instalaciones. El edificio exhibe los mejores detalles de la corriente Beaux Arts y el estilo imperial de Napoleón III de Francia. El complejo incluye también un teatro, una ópera y una casa de ballet, aunque la mayoría llega a él buscando la adrenalina de las apuestas. El casino no permite la entrada de los monegascos a los juegos de azar, como una forma de asegurar su economía. Y aunque Fabien y yo éramos oficialmente extranjeros, ni de broma juntábamos la suma necesaria para ingresar a sus salas de juego. Así que una partida de blackjack en un pequeño casino contiguo (menos ostentoso y más barato) fue suficiente para colmar mi apetito de apostar en Mónaco. Si bien no pude disfrutar de la opulencia de sus mesas, sus esculturas y fuentes decorativas, sus bocadillos en bandeja de plata y sus empleados perfectamente aliñados y perfumados, el Casino de Montecarlo me dejó en claro su valía. Bastó con echar un vistazo a su fachada. Y no me refiero solamente al fasto de sus columnas y estatuas blanquecinas, sino a la aparatosa fila de autos de lujo que se estacionaban frente a él. Aunque el casino cuenta, por supuesto, con un servicio de valet parking, tal parece que los más acaudalados pagan por estacionar su lujoso coche frente a la entrada principal. Ferrari, Maserati, Audi, Volvo y las más reconocidas marcas se lucían alineadas para el deleite de los turistas (o para su ineludible envidia). Tras perder quince euros en la mesa de blackjack, dimos marcha atrás de vuelta hacia el malecón, por donde descendimos hasta toparnos de nuevo con el puerto. Del otro lado de la ensenada los antiguos edificios del centro histórico se asomaban, llamándome para descubrir la otra cara de Mónaco, una más antigua y tradicional. Al alcanzar las tierras más bajas, el puerto se llena de bares y restaurantes que son la mejor elección para almorzar y refrescarse en la ciudad. Aunque la pinta de cerveza asciende a 7 euros (dos euros más que en París), no se pueden encontrar opciones más baratas. Mónaco, al igual que toda la Côte d’Azur, posee una gastronomía totalmente influenciada por la dieta mediterránea, especialmente la italiana. Así que bocadillos con tomate, queso y hierbas provenzales fueron lo más apetitoso que pudimos elegir. Al lado sur de la bahía Fabien y yo comenzamos a subir la Roca de Mónaco, un gran monolito posado sobre el mar Mediterráneo, sobre la cual se encuentra el distrito más antiguo de la ciudad, Monaco Ville. Conforme fuimos escalando a nuestras espaldas se fueron abriendo las mejores vistas del país, con La Condamine y el puerto expuestos en su totalidad, dominados por los últimos acantilados de los Alpes marinos que nos seguían amenazando con nubarrones de lluvia. La cara norte de la colina se corona por los restos de la antigua fortaleza que protegía a Mónaco de los enemigos, erigida durante la Edad Media, de cuando datan la mayoría de los edificios en su centro histórico. Aunque el actual Mónaco fue una posesión deseada por muchos de los antiguos imperios en el Mediterráneo, por el que pasaron los griegos, ligures y romanos, fue una dinastía de origen genovesa quien logró consolidar al principado hasta lo que conocemos el día de hoy. Los Grimaldi llegaron a Mónaco en 1297, y expulsaron a los güelfos (facciones que apoyaban al Sacro Imperio Romano Germánico) de una manera muy peculiar. Francisco Grimaldi logró cruzar la fortaleza que protegía a la ciudad vistiéndose de monje. Una vez dentro, abrió la puerta a su ejército y tomó Mónaco por la fuerza. Desde entonces, los Grimaldi se aliaron al Reino de Francia y servían fielmente a su monarquía. Con el apoyo de Francia, los Grimaldi lograron separarse de Génova y autoproclamarse como señores feudales de Mónaco, y más tarde, como un principado. Así, hasta la actualidad, el Príncipe de Mónaco es la figura política más importante del país. Y como todo estado moderno europeo, posee su propio palacio real. Aunque el Palacio del Príncipe de Mónaco pudiera parecer como cualquier otro en Europa, hay varios factores que lo diferencian del resto. Primero, su fortificación. Ya que Mónaco nunca fue un estado con un gran territorio, fue necesario fortificar la residencia real, a diferencia de las demás monarquías en Europa, donde Versalles, San Petersburgo o Buckingham no tenían tal necesidad, al poseer vastas posesiones terrenales. La segunda, es que la familia Grimaldi es la única familia real europea que ha vivido en el mismo palacio desde su nacimiento hace más de 700 años, ya que no tenían espacio para edificar más residencias. Así, mientras los Habsburgo, los Romanov y los Borbones construían nuevos palacios continuamente a lo largo de sus reinos, los Grimaldi tuvieron que conformarse con darle mantenimiento y seguir agrandando su mismo castillo. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el palacio y su familia real no gozaban de tanta popularidad ni del mismo glamour que el resto de las ciudades de la Côte d’Azur, el nuevo destino turístico de los ricos. Pero ese lujo y ese glamour llegaron en 1956, cuando la estrella de cine Grace Kelly pasó de ser una actriz hollywodense a la Princesa de Mónaco más famosa hasta ahora. A pesar de todo, la familia real de Mónaco puede presumir ser la casa reinante más antigua de Europa, con 722 años de reinado continuo. El palacio y la monarquía poseen atractivos igual de relevantes que otros reinos europeos, como el célebre cambio de guardia, que se lleva a cabo todos los días a las 11:55 horas. Al otro lado de La Roca, otra pequeña bahía se abre entre los territorios que Mónaco se vio obligado a ganar al mar en los años 70s. El barrio de Fontvieille es el más nuevo de los distritos del país, y es sede de un pequeño pero importante embarcadero, de un helipuerto, de la conexión con el aeropuerto de Niza y del estadio de fútbol del Mónaco FC, que juega en la liga francesa. Al frente del palacio, el casco viejo de Mónaco se extiende en su totalidad. A pesar de ser una ciudad tan diminuta, en su zona medieval no se permite la entrada de autos que no sean locales, ni se permiten motocicletas después de las 22 horas. Así, los pocos autos que pueden encontrarse en sus calles son los de la policía monegasca. Las vías peatonales de Mónaco no tienen nada que envidiar al resto de los centros de las ciudades europeas. Tengo que decir que en ninguno de ellos los colores me habían cautivado más que en aquel mezquino principado del Mediterráneo. Mónaco nació y sigue existiendo con la ayuda de Francia, y eso se nota en la arquitectura de la ciudad. Un estilo renacentista combinado con algunas fachadas de porte italiano. Aunque quizá, el mayor logro arquitectónico del centro histórico sea el Museo Oceanográfico de Mónaco, ubicado justo frente al mar. Hogar de más de 400 especies de peces, el museo fue inaugurado en 1910 y sigue siendo uno de los más reconocidos del mundo. El famoso explorador e investigador marítimo Jacques Cousteau fue director del mismo durante varios años. Lamentablemente, no pudimos ser testigos de su fachada frontal, ubicada sobre el acantilado frente al mar, al que se puede acceder solamente sobre una embarcación. Pero no solamente el museo de ciencias marinas evocaba mi curiosidad, sino también la Catedral de San Nicolás, el principal centro religioso de Mónaco. Aunque la primera catedral fue erigida en el siglo XIII, la actual construcción data del siglo pasado, y es todo un tributo al estilo neorrománico, con una blanca y limpia fachada que posee incluso toques bizantinos. La catedral es el lugar preferido por la casa real para realizar la sepultura de los difuntos de la familia reinante. Así, en su interior pueden encontrarse las macabras tumbas de los príncipes anteriores, incluyendo los padres del actual Príncipe Alberto II. Antes de que el día avanzara más y la lluvia o la noche cayeran sobre nosotros, Fabien me llevó por un helado y comenzamos el descenso de vuelta a La Condamine. La ciudad parecía tranquila desde sus calles peatonales, pero al volver al melcón el tráfico y la vida urbana nos llevaron de vuelta al país más densamente poblado del mundo. Mónaco había sido una experiencia sin igual comparado con el resto de mis viajes. No solo se trataba de una ciudad, sino de un país contenido en una ciudad. Sus lujos, su historia y la manera en que aquel diminuto principado había conseguido sobrevivir tantos siglos me dejaron fascinado. Ahora era tiempo de regresar a Menton, desde donde volvería al otro día a mi vida de profesor en Lyon.
  15. 4 puntos
    Nueva York es una ciudad muy grande, con varias atracciones turísticas y lugares de interés. Conocer esta enorme su ciudad lleva bastante tiempo, para viajeros que visitan esta ciudad por varios días y también para inquietos que también deseen conocer los alrededores y otras ciudades cercanas hay varias propuestas... Visitar Boston en el día Si ya estuviste paseando varios días por Nueva York y aún te queda tiempo libre en tu viaje... ¿Por qué no planificar una escapada a alguna ciudad cercana? Una de las ciudades que puede visitarse desde Nueva York en el día es Boston. La ciudad de Boston ofrece una gran cantidad de atractivos como por ejemplo museos, edificios históricos, espacios verdes, centros de entretenimiento, espectáculos, buena gastronomía, etc. Uno de los paseos imperdibles de Bostón es hacer la ruta llamada Freedom Trail, en español: Senda de la Libertad. se trata de una ruta de 4 kilómetros a través del centro de la ciudad de Boston, la cual pasa por 16 lugares que son muy significativos para la historia de Estados Unidos. Otro de los imperdibles que ofrece esta ciudad es visitar el estadio de béisbol más antiguo del mundo. Entre los principales museos se encuentra, el Museo de la Ciencia donde pueden verse distintos elementos relacionados a la historia natural, desde temas de biología, hasta el pasado relacionado con los dinosaurios hasta llegar a temas y cuestiones super interesantes como son la luz y el color. Es un lugar para disfrutar con todos los sentidos. Para los viajeros que viajan con más tiempo o son amantes de los museos, un imperdible será el Museo de Bellas Artes, donde puede conocerse una colección con piezas de todo el mundo incluyendo obras de Picasso. Conocer la ciudad de Washington Entre Washington y Nueva York existen un poco más de 300 kilómetros, es decir unas 4 horas de ida y otras 4 horas de vuelta. Para los amantes de las series como por ejemplo, House of Cards o del cine, esta ciudad es un imperdible ya que ha formado parte de varias escenas. Existen colectivos que comunican las dos ciudades con pasajes que rondan entre los 20 y los 40 dólares. Una de las opciones para viajeros que van con poco tiempo es tomar un bus turístico. También existen excursiones para quienes prefieren que los pasen a buscar por su alojamiento y los lleven. Una de las fotos infaltables es en el monumento a Washington, un gran obelisco de 170 metros de altura. Y claro, un paseo por esta ciudad no estaría completo sin antes conocer La Casa Blanca. Otro de los iconos es el Capitolio, donde se encuentran el Senado de los Estados Unidos y también la cámara de representantes. Uno de los museos para visitar para quienes van con un poco más de tiempo, es el Museo Nacional del Aire y el Espacio. Visitar Washington lleva bastante tiempo de traslado, para quienes viajan a Nueva York por una semana lo ideal sería conocer la Gran Manzana y sus barrios a fondo, pero no hay que descartar este paseo puede ser una buena opción para quienes tienen ilusión de conocer esta ciudad que ha formado parte de varias series y películas y también para viajeros inquietos que aman conocer lo más que pueden en sus viajes. Catarátas del Niágara Las Cataratas del Niágara se encuentran localizadas entre las fronteras de Canadá y Estados Unidos. Son una de las atracciones naturales más impresionantes de todo el mundo. Entre las alternativas para conocer este destino natural se encuentran las excursiones, existen tours en español. Se puede optar entre autobús o avión. El autobús es lógicamente la forma más económica aunque la distancia es un poco larga (6 horas por trayectos) de todas maneras los autobuses son nuevos, cómodos, con Internet y cafetera. La otra opción es tomar un vuelo, la contra de esta alternativa es que es un tanto más cara. La decisión del medio de transporte no influye en la cantidad de tiempo disponible para visitar las Cataratas, el tiempo que se disfruta de las mismas es igual en cada una de las opciones. Filadelfia Otra de las ciudades que pueden visitarse desde Nueva York, es Filadelfia, una ciudad cargada de historia ya que allí se firmó la declaración de la Independencia que dio origen a los Estados Unidos como País es además la quinta ciudad más poblada del país y una de las más animadas. Esta ciudad puede conocerse a través de una excursión las cuales incluyen recogida por el hotel y guía de habla español. Otra opciones son, ir por cuenta propia en colectivo o en autobús,o alquilar un auto. La distancia a Filadelfia es de 160 kilómetros.
  16. 4 puntos
    Hacía apenas ocho días que había comenzado el año y yo despertaba bajo una litera en un hostal de bajo costo en la antigua ciudad de Granada. En la cama de al lado dormía Agustín, el argentino que me había hospedado en Madrid y con el que por azar había terminado haciendo un viaje por Andalucía. Y más allá de su risueña personalidad, era su experiencia como hitchhiker lo que me hacía depender de él para seguir con mi aventura. Aquella mañana me desperté muy temprano y levanté a Agustín para dejar el hostal. Cogimos nuestras mochilas y ni siquiera nos despedimos de Nacho y Keiran, el argentino y neozelandés con los que habíamos recorrido la ciudad el día anterior, a quienes no quisimos despertar de su profundo sueño. Agustín llevaba lista la información que había encontrado en hitchwiki.org, la página web que fungía como una de las mejores guías de hitchhikers en el mundo. Debido a nuestro corto presupuesto y nuestro tiempo libre, viajar de aventón seguía siendo la mejor opción. Así, tomamos un bus en la Gran Vía de Granada y descendimos en la última parada, muy cerca de la intersección con la carretera nacional A-92. Nuestro objetivo era llegar a Sevilla, a 250 km al oeste. De entrada, sabíamos ya muy bien que hacer dedo en España estaba prohibido. “Distraen a los conductores” nos dijeron los policías la vez pasada. Así que debíamos encontrar un sitio discreto y funcional. Una tienda de autoservicio con una estación de gas cerca de una zona industrial fue la elección tras la cual no tendríamos que caminar mucho y perder más tiempo, como nos pasó en Madrid. Al menos eran apenas las 8:30 am y empezamos casi cuatro horas más temprano que nuestra vez anterior al sur de la capital española. Esperábamos tener más suerte y ser levantados lo más pronto posible. No queríamos esperar más de una hora. Cuando empezaba a desesperarme un poco la meta se cumplió, y un coche se estacionó. El conductor era un señor de unos 45 años que usaba una gorra blanca y lentes oscuros. Quizá no era la persona que denotaba más confianza en el mundo, pero aceptamos el ride. Esta vez no habíamos usado aún nuestro letrero, esperando que nos pudieran llevar lo más cerca de Sevilla. Y así sería. Dijimos al hombre que queríamos llegar hasta Sevilla, pero que cualquier lugar en la carretera A-92 nos sería bastante útil. A ello nos propuso dejarnos unos 50 km más adelante, pues después se desviaría a su pueblo. La travesía comenzó. Agustín se sentó adelante y yo en el asiento trasero. El clima era bastante bueno, con un cielo despejado y un quemante sol. Pero se sentía algo de frío y el viento entrando por las ventanas bajaba la temperatura al interior. El hombre manejaba bastante rápido. No dudé ni un minuto en usar el cinturón. Su forma de hablar era extremadamente rápida. Y si a ello sumamos su fuerte acento granadino una plática con él era un reto imposible. Antes de que Agustín y yo pudiésemos decir una sola palabra, él comenzó a contar su historia como candidato a un puesto popular en Granada. Nos contó sobre su campaña, sobre las relaciones políticas, sobre sus viajes y sobre ‘sus chicas’. Sí, sus chicas. Agustín volteó a verme con una cara de intriga. Yo tenía la misma expresión. Sabíamos que debíamos seguirle la corriente. Pero era difícil de creer que un hombre como él pudiera haber hecho las ‘cosas’ que nos dijo con tantas bellas mujeres. Realmente no queríamos escuchar más. Antes de que pudiésemos cambiar el tema llegamos a una bifurcación en la que dobló rápidamente y descendió por un pequeño pueblo. Agustín y yo preguntamos si podíamos quedarnos en la carretera. “Aquí será mejor”, nos dijo. “Pasan muchos camioneros y gente que los puede recoger”. Queríamos que parara lo más pronto posible; pero nos llevó hasta la calle principal de aquel poblado. No tuvimos opción. Bajamos del auto y le dimos las gracias, a lo que él contestó con un simple “¡suerte!”. Rápidamente abrí Google Maps para saber nuestra ubicación exacta. Por suerte, el hombre no había mentido, y estábamos en el camino hacia Sevilla, en un pueblo llamado Loja. Pero estar dentro de aquella villa no nos servía de mucho. No era verdad que pasaban camiones. De hecho, casi ningún coche transitaba. Según mi mapa, debíamos caminar hacia la salida del pueblo nuevamente para alcanzar la carretera A-92. En vista de la pendiente por la que bajamos en el auto decidimos probar por el otro lado. Así que empezamos a andar con nuestras mochilas al hombro. Intentamos parar a los coches que pasaban, pero ninguno se detenía. Teníamos algunas frutas y cereales en las bolsas que decidimos comer para tener fuerzas. Las calles del pueblo comenzaron a inclinarse, y de pronto nos vimos en una dura cuesta que parecía cada vez más lejos de una verdadera autopista. Pueblo de Loja Seguramente muchos habitantes se preguntaban qué hacían dos chicos como nosotros perdidos en aquel remoto sitio. Nosotros tampoco lo sabíamos. La tranquilidad y lejanía lo hacían lucir desde algunos puntos como un pueblo fantasma, del que no queríamos más que salir. Después de casi cuarenta minutos a pie, por fin encontramos una salida a la carretera, donde los coches pasaban a toda velocidad. Aquella zona era bastante estrecha y no teníamos mucho sitio donde pararnos para hacer dedo. Así que nos mantuvimos detrás de las vallas metálicas levantando el brazo a todo conductor. En menos de dos minutos un chico joven se detuvo y nos dijo: “¡suban rápido!”. “No pueden pedir aventón aquí, ¿lo sabían?”. “Sí”, contestamos. Claro que lo sabíamos, pero no teníamos muchas opciones. Aquel hombre nos había dejado en medio de ese pueblo y era nuestra única salida. El chico condujo unos cuantos kilómetros adelante y nos dejó en una zona mucho más tranquila, con menos tráfico y más espacio a los lados. Él no iba hacia Sevilla, así que nos dejó a nuestra suerte, de vuelta en la A-92. Dimos las gracias y nos preparamos nuevamente para comenzar. Habíamos avanzado 50 km en casi tres horas; pero aún era temprano y podíamos alcanzar nuestro objetivo. Con nuestra mejor sonrisa y entusiasmo volvimos a convertirnos en los locos de la carretera, deseando no toparnos con un policía. Pero esta vez todo parecía diferente. Casi no pasaban coches y no escuchábamos un solo ruido a kilómetros de distancia. Eso nos asustaba un poco. ¿Sería posible conseguir un ride en esas condiciones? Seguimos intentando con cada escaso coche que pasaba frente a nosotros. Era extraño que siguiendo en la A-92 el tráfico hubiese disminuido tan de repente. Quizá todos habían virado hacia los pueblos granadinos. Otra vez mi cabeza empezó a doler. Ahora solo dependía de mi botella de agua y mi comida embolsada. En ese sitio no había un Burger King, una tienda, un baño… no había nada. Esperando un ride en la A-92 Agustín nunca perdió el entusiasmo. Estaba ya acostumbrado y solo se reía de mí, a lo que yo replicaba enojado: “¡¿por qué nadie nos recoge?!”. Pero no era obligación de nadie. Era mi culpa estar allí parado en medio de la nada. Así que no tenía derecho a enojarme. Ni con los conductores, ni con Agus ni con nadie. Solo conmigo. Tras una hora y media de espera un auto se detuvo unos metros más adelante. Ambos cogimos las mochilas y corrimos hacia él. Del coche bajaron dos altos, rubios y musculosos hombres, que pronto nos dijeron con un extraño acento: “vamos a Córdoba, ¿les sirve?”. Agus y yo nos miramos y asentamos con la cabeza. Deseábamos mucho llegar a Sevilla; pero habíamos esperado ya mucho tiempo en la autopista, y no pensábamos aguardar hasta que cayera la noche. “Córdoba está bien” dijimos con resignación. Los hombres abrieron la cajuela para meter nuestras mochilas, no sin antes preguntar: “¿no tienen drogas?”. Contestamos con un rotundo “no”. “¿Seguros?”, insistieron. “No usamos drogas”, replicamos tranquilamente. Entramos todos al coche y Agus y yo nos miramos nuevamente. Parecía que todas las personas que nos recogían resultaban ser algo extrañas. “¿Seguros que no tienen drogas?”, volvieron a preguntar. “Porque si tienen drogas van a arrestar al conductor y no a ustedes”. Esta vez reímos de una manera incómoda, pero seguimos firmes antes la verdad. No teníamos drogas. Los dos hombres resultaron ser de nacionalidad rumana y formaban parte del ejército. Ahora todo tenía sentido. En unos cuantos minutos ambos empezaron a hablar en rumano, y Agus y yo no sabíamos qué pensar. Confiamos ciegamente en ellos como lo habíamos hecho con el resto de las personas. Cuando uno viaja a veces no hay otra opción que ser optimista y creer que “los buenos somos más”. Mi dolor de cabeza no había desaparecido aún, y cuando entramos de lleno a la carretera no pude evitar recostarme sobre el asiento y dormir. Agustín intentó mantenerme despierto, pero no funcionó, y como muy mal compañero de viaje lo dejé hablando solo con los extraños rumanos. Un zarandeo en mi hombro me despertó una hora después para saber que habíamos ya llegado a Córdoba. Bajamos del auto y dimos las gracias otra vez, agradeciendo no haber sido víctimas de un par de rumanos asesinos, como quizá lo habíamos imaginado muy dentro de nosotros. Aunque no había eliminado el viaje a Córdoba que había publicado en Couchsurfing dos días antes, ninguna persona nos había invitado o había aceptado nuestra solicitud de alojo, lo que quería decir que, nuevamente, debíamos buscar un hostal para dormir. Caminamos hacia el centro de la ciudad mientras yo buscaba un albergue barato en Hostelworld. Para nuestra sorpresa el mismo hostal en el que nos quedamos en Granada tenía una sucursal en Córdoba con el mismo precio por noche (solo 8 euros). No dudamos en dirigirnos hacia él para dejar nuestras maletas y descansar. Cuando llegamos nos topamos con que Nacho, el argentino que conocimos en Granada, ahora estaba en el hostal de Córdoba. Él había sido menos aventurero que nosotros, y había pagado un Blablacar para llegar a la ciudad. Hicimos nuestro check-in y subimos a la habitación, donde decidí tomar una verdadera siesta para reponerme del estrés, del cual Agustín solo se seguía riendo. “Pobre novato” debió pensar seguramente. Por la noche comimos juntos la cena y planeamos un poco nuestra visita a Córdoba al siguiente día. Aunque nuestra meta inicial fue Sevilla, la suerte nos llevó hasta una de las ciudades más importantes e históricas de Europa, de la que poco sabíamos entonces. En cuanto comenzamos a caminar por la Judería de la ciudad, con sus estrechas y coloridas calles, supimos el milenario mestizaje que la ciudad había vivido desde tiempos antiguos. Pero realmente antiguos. Córdoba fue la capital de Hispania durante la República Romana y la provincia Bética durante el Imperio. Desde entonces su brillo ha sido incandescente en toda la península y todo el continente europeo. Y ello denota la vejez de sus calles que han estado habitadas desde hace más de dos mil años. Por tanto, los judíos no fueron los únicos que habitaron dentro de sus muros y que dejaron vestigios para la posteridad. Los romanos, como es costumbre a lo largo de todo su antiguo imperio, no pudieron quedarse atrás. Así llegamos sorprendidos a las ruinas del templo romano. Tal y como el gran acueducto romano de Segovia, este templo se dice que data del siglo I d.C. Es decir, tiene ya dos mil años en pie. Si bien las interpretaciones de sus increíbles construcciones de mármol y su ubicación han sido múltiples, la más aceptada es que era un templo de culto imperial. Es decir, para adorar a los emperadores divinizados. Más adelante llegamos a la famosa Plaza Mayor de Córdoba, una de las tantas en toda España. El concepto de Plaza Mayor, que muy poco se ve en Latinoamérica, nace del deseo de los Reyes Católicos de formar plazas de enorme espacio interior para poder realizar el mercado y en la cual debe estar emplazado el Ayuntamiento. Como es costumbre hoy en el país, la Plaza Mayor de Córdoba se ve orillada por multitud de tiendas y restaurantes que ofrecen a los turistas una típica comida española, con tapas y un café con leche. Además de ella, en Córdoba son muy famosos los patios interiores, que hoy son declarados Patrimonio de la Humanidad, al igual que el resto del centro histórico de la ciudad. Debido al clima caluroso de la ciudad, desde los romanos y los musulmanes que se establecieron aquí decidieron diseñar las casas con patios en su interior para aumentar la entrada de aire a los hogares. Hoy existe, incluso, un concurso de patios en el que los propietarios de las casas decoran sus patios al principio del mes de mayo para conseguir el mayor prestigio. Al extremo norte de la ciudad nos topamos con una de las antiguas puertas de entrada de la ciudad que formaban parte de la muralla. Hoy es solo un vestigio del esplendor de Córdoba. Si bien estábamos en pleno invierno, las callejuelas de la ciudad tenían mucha más vida que el resto de las frías urbes de Europa. Los célebres naranjos y las macetas decoraban cada acera y daban a Córdoba un vivaz tono veraniego. Justo antes de llegar al río que cruza el centro histórico nos detuvimos para admirar el Alcázar de los Reyes Cristianos, una de las joyas de la ciudad. El alcázar representa tres etapas de construcción. Primero fue la residencia del emperador romano; durante la invasión de los moros fungió como un alcázar andalusí; y tras la conquista de Córdoba por los reinos cristianos peninsulares pasó a ser un alcázar de defensa militar mandado a construir por el Rey Alfonso XI de Castilla. Esto deja entrever la importancia que ha tenido Córdoba a lo largo de la historia. Los historiadores y cronistas dicen que Córdoba fue la ciudad con mayor esplendor, influencia cultural y la más poblada durante el siglo X d.C., con más de un millón de habitantes. En aquella época la tasa de alfabetización de niños y niñas era muy alta en comparación con la del resto del mundo. Su universidad y biblioteca pública eran de las más grandes y reconocidas en el continente. Las ricas mujeres francesas solían mandar a confeccionar sus elegantes vestimentas a Córdoba. La ciudad contaba con un sistema de agua con acueductos, baños púbicos y jardines. Los moros instalaron también una serie de molinos sobre el río Guadalquivir para poder moler el trigo con la fuerza de la corriente. Pero la época dorada de Córdoba no se puede entender de mejor manera que visitando su mayor monumento arquitectónico y cultural: la mezquita-catedral de Córdoba. No se puede entender la historia de España sin entender la mezcla de cultural que el país sufrió durante siglos. Romanos, judíos, musulmanes, reinos cristianos… La península casi entera estuvo ocupada por los musulmanes durante más de 700 años, quienes instauraron un Emirato independiente y posteriormente un Califato. En ambos casos, Córdoba fue su capital. Y a pesar de los esfuerzos por parte de los reinos católicos por expulsar todo rastro del islam de España, su influencia y vestigios serían imposibles de esquivar, habiendo dejado su cultura en la lengua castellana, el arte, la genética, la gastronomía y, por supuesto, la arquitectura. La antigua mezquita de la ciudad fue la más grande del mundo después de La Meca. De hecho, fu construida sobre una basílica visigoda que ya existía y funcionaba desde el siglo V. Pero tras la reconquista hispánica la diócesis católica la convirtió rápidamente en una catedral. Sin embargo, y para el bien de nosotros, no mandaron a destruir ninguno de sus muros, sino que adaptaron la construcción con los elementos cristianos necesarios: un campanario, un altar, un coro y una capilla mayor. Entré con Agustín y Nacho al llamado Patio de los Naranjos, desde donde se tiene una buena vista de la torre del campanario. Como ya me venía acostumbrando en España, había que pagar 8 euros para poder conocer la mezquita-catedral por dentro. A mí me parecía lo más absurdo del mundo tener que pagar por ver una iglesia cristiana, y siempre me rehusé a hacerlo (ni siquiera en la Basílica de San Pedro en el Vaticano es necesario pagar). Así que usamos el viejo truco: dijimos que éramos católicos y que queríamos entrar a misa. El vigilante en la entrada no nos creyó, y nos dijo que si queríamos tomar fotos y visitar teníamos que pagar. Replicamos diciéndole que, en verdad, queríamos entrar a misa. Por supuesto todos sabíamos que era mentira. Pero en “la casa de Dios” no nos podía negar la entrada. Esperamos unos minutos hasta que la misa iba a comenzar. Tenía muchos años que no escuchaba una misa completa. Pero mis ganas de conocer la mezquita-catedral por dentro eran mucho más fuertes. El coro y la capilla no eran nada de qué sorprenderse después de haber visitado tantas iglesias católicas en España. Pero alrededor del altar todo el ambiente cambiaba. Los arcos de medio punto y la arquitectura omeya eran para mí algo simplemente increíble. Estaba seguro de que ninguna iglesia cristiana en el mundo podía lucir así al interior de sus muros. Las decoraciones musulmanas siempre me parecieron exquisitas. Quizá no tenían el mismo esplendor que los palacios nazaríes en Granada, pero sin duda denotaban el verdadero esplendor que Córdoba había vivido un milenio atrás. Cada pequeño muro de aquel templo espiritual representaba siglos de lucha interminable entre religiones basadas en el mismo principio. Un símbolo que hoy, en el siglo XXI, debería decirnos algo más sobre el respeto a las creencias. Las fachadas exteriores de la mezquita eran solo eso para nosotros: una mezquita. Si no fuera por el campanario luciendo en lo alto de su estructura, la totalidad de aquel monumento nos diría que hay cientos de musulmanes sobre el suelo orando en dirección a La Meca. Caminamos hacia el otro lado del río para admirar de mejor forma la catedral y cruzar otro de los símbolos de Córdoba: el puente romano. Un vestigio más que pone en evidencia la milenaria historia de una ciudad que, sin duda, me había robado el aliento. Aquella misma tarde contactaríamos junto con Nacho a un conductor por Blablacar para llegar a Madrid por la noche. Esta vez preferíamos pagar cinco euros y viajar cómodos que pasar horas en la carretera para terminar en un destino que no era el nuestro. Conocer a Agus me había dado mi primera experiencia como hitchhiker, misma que repetiría por mi cuenta un año más tarde. Ahora era tiempo de volver a la gran ciudad de Madrid y estudiar para los exámenes que me esperaban en Santiago.
  17. 4 puntos
    El fin de una larga estadía fuera de casa es siempre un momento triste. No importa dónde estemos, las despedidas nunca son fáciles para nadie. Y tampoco para mí. Para mediados de enero había pasado ya cinco meses en España, y prácticamente cuatro meses viviendo en Santiago de Compostela, una ciudad que me había dado mucha lluvia y nuevos amigos. Mi vuelo de vuelta a México estaba programado para el 12 de febrero, lo que quería decir que al terminar mis exámenes me quedaban todavía más de veinte días libres en Europa. Era invierno, un frío invierno, y mi presupuesto se había reducido a pocos pesos en mi cuenta bancaria. Por lo que en un principio mis planes no iban mucho más allá de quedarme en la ciudad o esperar mi partida en Madrid. Pero en el mes de diciembre recibí mi mejor regalo de Navidad. Mi universidad me envió un correo notificándome de un último depósito antes del día 20. Había hecho todo lo posible por dejar mi apartamento antes y no generar más gastos hasta antes de regresar. Pero ese último depósito salvó mis últimas vacaciones. Sin dudarlo mucho tiempo me dirigí a la mejor página web de viajes que había conocido en Europa, www.drungli.com (aunque debo decir que funcionaba mucho mejor hace tres años que el día de hoy). Su secreto era buscar el vuelo más barato con un origen y una fecha específica, sin importar el destino y la clase de aerolínea. Con un botón que decía “take me anywhere”, drungli me dirigió a todas las aerolíneas lowcost de Europa para armar mi próximo viaje de manera aleatoria. Y habiendo gastado menos de 250 euros visitaría nueve ciudades a lo largo del continente, desde la costa española hasta la fría Europa del este. Y mi primer destino era Barcelona. Al abordar el avión en el aeropuerto de Santiago intenté no pensar en lo que dejaba atrás y, más bien, pensar en lo que venía por delante. No quería llegar a Barcelona empapado en lágrimas pensando en los inolvidables meses que viví como un estudiante en Galicia. “Todavía no termina”, me dije. Y miré los increíbles viajes que me esperaban. Como siempre, mi viaje fue planeado en su totalidad con transportes baratos y Couchsurfing, la mejor red de huéspedes de la que me he valido hasta ahora. Llegué cerca del mediodía al aeropuerto de Barcelona-El Prat, donde mi nuevo host, Eloi, me recogió en su coche. Aunque estábamos a mitad de enero, el día era bastante soleado y me hacía olvidar un poco al triste, gris y nublado cielo de Galicia. Eloi me recibió con una gran sonrisa y eso me hizo olvidar un poco la melancolía que recorría mi mente. No obstante, me sorprendí de la bondad que se podía encontrar en Couchsurfing cuando me enteré de que él había pedido el fin de semana libre para poder pasar conmigo algún tiempo, y que había rentado el coche en una comunidad de car sharing solo para poder recogerme en el aeropuerto. “No era necesaria tanta bondad”, le dije. “Eres mi primer couchsurfer y quiero ser el mejor anfitrión”, respondió. Sin nada más que decir que un sincero “gracias”, me llevó hasta su estudio-apartamento ubicado en el céntrico barrio de Gracia. Nacido y criado en Barcelona, Eloi conocía a la perfección la ciudad como para poder mostrarme lo mejor en aquel fin de semana. Y aprovechando el sol del mediodía salimos a recorrer un poco la ciudad, no sin antes parar a comer unos buenos pinchos españoles, que incluían tortilla de patatas, croquetas y un quiche bastante francés. La historia de Cataluña, y especialmente de Barcelona, me había llevado hasta allí con un sinfín de dudas. Había visto la reacción de los madrileños al perder las elecciones para los Juegos Olímpicos del 2020, mismos que Barcelona ya ha tenido en 1992 y que es una más de sus eternas rivalidades. Había leído mucho sobre la intención de Cataluña de separarse de España. Había escuchado ya a dos catalanes hablando catalán. En fin, Barcelona parecía ser una ciudad única que podría hacerme sentir fuera de España estando dentro de España… y no estaba tan equivocado. Nuestro tour comenzó en el emblemático Paseo de Gracia, una de las principales avenidas de la ciudad que cruza el distrito central de Ensanche. Es una especie de Campos Elíseos de Barcelona. No son solo las tiendas a sus costados lo que la hacen tan famosa, sino los numerosos y curiosos edificios que dotan de identidad a la ciudad. No se puede hablar de Barcelona sin mencionar a Antoni Gaudí, uno de los arquitectos más famosos en la historia. Y para quien no lo conozca, basta solo googlear su nombre y echar un vistazo a sus inigualables creaciones. Antoni Gaudí fue conocido por su incomparable manera de diseñar edificios, a veces recurriendo a la maquetación sin un plano previo, o improvisando ideas a la marcha ya en la etapa de construcción. Su imaginación lo llevó a límites extremos en su época (finales del siglo XIX y principios del XX), esquivando las formas geométricas y dejándose inspirar por la naturaleza, lo que finalizó en el nacimiento del modernismo catalán y en edificios de formas totalmente orgánicas. Uno de los mejores ejemplos es la Casa Batlló, número 43 del Paseo de Gracia, cuyo primer dueño fue precisamente la adinerada familia Batlló. Su fachada no era algo que pudiera comparar con ningún imaginario previo. Su alocado diseño era simplemente algo que no creía posible a principios del siglo pasado. Columnas parecidas a huesos humanos, balcones en forma de antifaz, ventanas de colores y paredes decoradas con restos de mosaicos y azulejos que formaban un conjunto vívido y primaveral, adornado en su parte superior por una cruz de cuatro brazos que denota el amor que Gaudí poseía por la religión católica. Para mí era algo así como una casa sacada de un cuento de hadas. Pero allí no acababa lo mejor. A lo largo de la avenida Eloi me mostró varias de las obras más importantes de la arquitectura modernista catalana, que incluían obras de maestros un poco menos conocidos a nivel mundial, como Lluis Domènech y su maravillosa Casa Lleó Morera. Otro gran arquitecto fue Josep Puig, creador de la Casa Amatller, un edificio con una fachada plana de forma triangular que mezcla el gótico, el flamenco y el increíble modernismo que da como resultado una casa de ensueño donde cualquiera quisiera vivir. Al final del paseo llegamos a una enorme plaza desde donde comenzaba otra famosa avenida llamada Las Ramblas, famosa por estar orillada por restaurantes, cafés, comerciantes de prensa, flores, aves, artistas callejeros y un sinfín de atracciones que la hacen lucir llena a todas horas de la tarde. En el extremo sur llegamos al Puerto Antiguo de Barcelona, repleto de pequeñas embarcaciones y yates privados y cuna de la ciudad fundada hace cientos de años. A su alrededor hay numerosas atracciones, como un centro comercial, un acuario, un lujoso hotel y el moderno World Trade Center, dotando a Barcelona de instalaciones de talla mundial. El puerto antiguo es un lugar perfecto para relajarse dentro de una zona metropolitana de más de cinco millones de habitantes. Volvimos a pie por la ciudad antigua serpenteando el llamado Barrio Gótico, el vecindario más antiguo de la urbe que forma el centro histórico actual. Eloi me mostró los edificios más emblemáticos de la antigua Barcelona, como el Palacio de Gobierno de Cataluña y la Catedral de la ciudad. Catedral de Barcelona Todos aquellos edificios se ubican sobre las antiguas ruinas de lo que fue un asentamiento romano que hoy testifica el cambio de la humanidad a través de los siglos. Volvimos a casa para descansar, mientras yo sentía un ligero ardor en la garganta. “Es el frío”, me dije. Algo normal que intenté ignorar y esperé que mejorara mientras dormía. El sábado por la mañana Eloi me dejaría a mi suerte. Él tenía cosas que hacer y decidimos vernos al final de la tarde. No muy lejos de Gracia caminé hacia el monumento más emblemático del arquitecto Antoni Gaudí y que se ha convertido en el ícono de Barcelona por excelencia: la Sagrada Familia. Con el título oficial de la Iglesia católica de Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, su belleza no solo radica en su fachada exterior, sino en la cantidad de enigmas que envuelven su construcción. Antoni Gaudí inició su construcción en el año 1882 y en sus planos hizo toda una síntesis de la arquitectura naturalista y de su estilo personal, siendo la obra cúspide del arquitecto. Pero Gaudí murió y solo fue testigo físico de la cripta y del ábside, dejando los planos listos para la continuación de su construcción. Pero descifrar los planos de un arquitecto como él no es una tarea fácil. El templo no ha sido terminado y se sigue construyendo con donaciones de origen privado, lo que quiere decir que su construcción ha durado más de 130 años. Es por ello que la expectativa de visitar la Sagrada Familia se rompió cuando la vi rodeada de grúas y cubierta por mallas de contención. Sin embargo, estudiar sus fachadas exteriores es todo un viaje a la extraña mente de Gaudí. Los detalles ornamentales del llamado Pórtico de la Fe posee un gran número de esculturas que representan la vida de la Virgen María. Y verlas de pies a cabeza significa perderse por un instante en un mundo imaginario que solo Gaudí pudo concebir. Las formas orgánicas inspiradas en la naturaleza son también evidentes en todo el edificio, dejando el legado de Gaudí para la posteridad de la ciudad. Más al sur llegué a la Plaza Monumental de Toros de Barcelona, que hoy sirve para realizar eventos musicales y deportivos. Pero es otro testimonio de una tradición española que sobrevive ya en pocos lugares del país, debido al cambio de mentalidad de las nuevas generaciones y a las leyes de protección animal. Un detalle interesante que noté al caminar por las calles de la ciudad fue la cantidad de banderas catalanas que vi colgadas en los balcones de los apartamentos. Por supuesto, entendí su significado como símbolo de la lucha separatista de los catalanes en España. Cataluña tiene una historia lejana y cercana con el resto del país, habiendo sido un principado adjunto al Reino de Aragón que poseía su propia lengua y una cierta independencia cultural y económica diferente a la castellana, corona misma que logró incorporar a Cataluña dentro del Reino Español. El idioma catalán ha sufrido a lo largo de los siglos. Ha estado a punto de perderse en muchas ocasiones, siendo la más reciente la dictadura de Franco, donde fue estrictamente prohibido. Hoy Cataluña lucha por regresarse a sí misma lo que intentó serle arrebatado; pero muchos quieren más que eso. Quieren que Cataluña sea un país soberano reconocido por España y por el mundo. Caminé hacia el sur por la calle Carrer de la Marina que me llevó justo hasta la costa donde se estableció la Villa Olímpica en 1992. Aunque era pleno invierno y la temperatura no era precisamente la más cálida, las playas de Barcelona me dieron esa brisa mediterránea que necesitaba para continuar los siguientes días en el resto de la fría Europa. Habiendo vivido toda mi vida en la costa este de México la playa será algo que siempre me hará falta, esté donde esté. El litoral barcelonés cuenta con nueve playas de alto nivel con todo el equipamiento necesario para dar a los turistas y locales la mejor de sus estadías. El arte en Barcelona es algo común de encontrar en cada rincón de la metrópoli, y la playa no puede quedarse detrás. Tras relajarme unos instantes frente al mar volví a girar al norte rumbo al Parque de la Ciudadela, que aloja al parlamento catalán, algunos museos y al célebre Arco del Triunfo de Barcelona, que recuerda al mundo la importancia de la ciudad que alojó dos veces una Exposición Universal en 1888 y en 1929. Al caer el ocaso me reuní con Eloi y sus amigos en un bar local para probar algunas cervezas. Eloi resultó ser un VJ profesional. Sí, VJ. Un Video Jockey. Se encargaba de todos los efectos de video para algunos de los mejores clubes nocturnos de la ciudad. Y como buen sábado en la noche no quiso dejarme ir sin conocer la famosa vida nocturna de Barcelona. Así que volvimos a casa para cambiarnos de ropa y fuimos junto con una de sus amigas a uno de los clubes donde él trabajaba. Para ese entonces mi garganta estaba casi cerrada. Había comprado algunas pastillas para chupar. Pero el ardor era cada vez más intenso. Y tristemente decidí no beber nada frío para evitar empeorarla. Le entrada de la discoteca estaba repleta, como de costumbre. Pero Eloi conocía a todos, y como los más privilegiados tuvimos una entrada gratis y exclusiva antes que los demás. Era entonces que me daba cuenta de la suerte que Couchsurfing me podía brindar. La discoteca era enorme, con varias salas de música electrónica. Algunas más lounge, algunas más chill out. Y la más grande, por supuesto, con la mejor música tecno house del momento. Me sentía decepcionado por estar en una de las mejores discotecas de Barcelona con entrada gratis sintiéndome no del todo bien por mi garganta. Pero decidí ignorarlo. Eloi y su amiga me ofrecieron algunos tragos sin mucho hielo, a lo que accedí para integrarme un poco al ambiente. Estaba en una noche de sábado en Barcelona con dos chicos muy agradables y debía tratar de disfrutarlo. La noche de fiesta terminó para nosotros muy cerca de las 6 a.m., cuando volvimos los tres al apartamento para dormir, ya derrotados. A la siguiente mañana la lucha por despertar fue bastante ardua. Eloi tenía dolor de cabeza y yo no soportaba el dolor en mi garganta. Pero comimos algo para reponernos y salimos un poco para aprovechar el día antes de que el sol se ocultase. Era mi último día en la ciudad y no podía irme sin conocer otra de las joyas de Gaudí: el Parque Güell. En 1900 el empresario Eusebi Güell encargó al ya famoso Gaudí una villa alejada del ruido de la ciudad para familias adineradas, rodeadas por la belleza natural de la zona. El resultado fue este parque surrealista que hoy está abierto como un sitio público para los barceloneses y turistas. Es otra de las muestras del amor de Gaudí por la arquitectura orgánica y naturalista que comenzó a practicar a principios del siglo XX. La entrada al parque está marcada por un par de pabellones que parecen dos pequeñas casas de jengibre donde vive algún personaje de un cuento de hadas, coronadas por techos de mosaicos y una colorida cruz católica en lo alto. Tras ella subimos por una escalera donde se hallan dos fuentes y una escultura que se ha convertido en el símbolo del parque. El llamado Dragón de la Escalinata, o Dragón de Gaudí. Aunque más bien simula ser una salamandra. Todas esas pequeñas y particulares esculturas denotan el perfeccionismo de la técnica trencadís, que él mismo creó, donde juntaba pequeños restos de mosaicos de distintos colores para tapizar una figura. En lo alto de la escalinata llegamos a lo que parecía ser una imitación de un antiguo templo griego, con columnas estriadas que parecen ser de mármol, aunque no lo son. Dichas columnas sirven para sostener la explanada principal del parque, donde ya se acumulaban algunos charcos de agua que avisaban una lluviosa noche en Barcelona. La explanada está completamente delimitada por un banco ondulante decorado de la misma manera que el pequeño dragón y que simula la forma de las olas en la costa, que podía verse a lo lejos hacia el sur. Con Eloi y su amiga comiendo un bocadillo La situación geográfica del parque es la mejor manera de alejarse del bullicio y de tener una vista panorámica de la capital catalana. Tras una agradable caminata por sus pórticos y de un buen bocadillo español volvimos al coche para manejar al sur. Eloi quiso terminar mi visita con el antiguo Castillo de Montjuic, una fortaleza en ubicada en una de las colinas de la ciudad. Por desgracias la noche ya había caído, y el acceso estaba ya cerrado. Era el precio por haber tenido una gran noche de fiesta y de haberse levantado tarde… pero todo había valido la pena. Regresamos a casa y despedimos a su amiga, quien partió esa misma noche a un pueblo cerca de la ciudad. Al siguiente día sería yo quien se despediría de Eloi, dándole las gracias por haber sido un grandioso host y por haberme regalado tres increíbles días en Barcelona. Sin duda, había cumplido su objetivo de ser un excelente anfitrión. Tomé el metro hacia el aeropuerto para coger mi vuelo al próximo destino que drungli había elegido para mí: Ámsterdam.
  18. 4 puntos
    Ser miembro de Couchsurfing comenzaba a rendir verdaderos frutos durante mi primer viaje en Europa. Había ahorrado una enorme cantidad de dinero en comparación a lo que hubiese pagado en hostales. Aunque para ser sinceros, ese dinero no existía. Mi presupuesto se acortaba cada vez más y lo reservaba exclusivamente a la comida y a cualquier emergencia. Si bien al llegar a España había experimentado ya la sensación de un reencuentro con amigos a miles de kilómetros de mi hogar, estaba por vivir la primera experiencia real de un intercambio Couchsurfing (para los que no conozcan la comunidad, echen un vistazo a su página web). Unos ocho meses atrás, cuando apenas llevaba unas cuantas semanas inscrito en la comunidad, había hospedado en mi ciudad natal a Maciek, el primer polaco que tuve el gusto de conocer. Un aventurero de 27 años, Maciek había recorrido los miles de kilómetros desde Ushuaia (el poblado humano más al sur del planeta, ubicado en la punta meridional de Argentina) hasta llegar a mi ciudad, Veracruz, en la costa este mexicana. Todo ello sin gastar un solo centavo en transporte, valiéndose solo de su dedo pulgar para conseguir rides en la carretera. Y los cuatro días en mi casa no fueron su último destino. Alcanzó la punta norte de Alaska en menos de ocho meses desde su partida. Su historia y su capacidad de hablar casi siete lenguas distintas (polaco, inglés, rumano, ruso, español, portugués y francés) maravillaron a mi familia y amigos. Y a mí, por supuesto. Y al otro lado del mundo, a 10 000 kilómetros de Veracruz y sus calientes playas, ahora en medio de la nieve y de un crudo invierno, Maciek me había escrito para invitarme a visitar su ciudad: Cracovia. De hecho, él era oriundo de Toruń, al norte de Polonia. Pero vivía ahora con su novia en un apartamento de Cracovia trabajando como diseñador independiente. Por mi parte, había encontrado un trayecto en bus bastante barato desde Budapest, ciudad encantadora de la que partí para despedir el mes de enero. Y sin esperar nada más que nieve por las ventanas, atravesamos Eslovaquia para adentrarnos en Polonia, un histórico y olvidado país del que poco se sabe, más allá de su destrucción en la Segunda Guerra Mundial. Ansioso por descubrir más a fondo sus rincones llegué, otra vez, con una hora de retraso a la estación. Pero Maciek había aguardado pacientemente por mí. Caminamos hasta su casa al sur de la ciudad, atravesando el río Vístula, que divide Cracovia en dos. Me presentó a su novia, quien me recibió con mucho entusiasmo, sabiendo ya que yo había hospedado a su novio meses atrás en México. Me preparó un té y me dejó instalarme en el sofá de su sala, junto a su simpático gato. La noche no tardó en caer, que en el invierno polaco es a las 16 horas cuando el sol se oculta sin dejar nada más que la fría y oscura nieve. Menos mal que tenía compañía, y no tenía que pasar aquella tenebrosa noche solo en un hostal. Y para amenizar un poco más las cosas Maciek y su novia invitaron a dos amigas suyas a casa, una de ellas una polaca judía nacida en Londres, a donde sus abuelos habían huido antes de la invasión nazi. Aquella chica, de la que lamentablemente solo conservo una foto y no su nombre, nos invitó a su peculiar apartamento a beber una botella de vodka, brindándome así la mayor experiencia polaca de mi vida. Vodka en la nieve. Y si tuviera que describir su casa en una palabra sería “acogedora”. Para decirlo más fácil, se trataba de un ático. La parte alta de una antigua casa de madera con dos piezas (salón y cuarto) decorada con velas, lámparas tenues, columpios colgantes del techo inclinado, tapetes árabes e instrumentos alternativos. Sin duda alguna se trataba de un grupo de amigos hipster. Una cámara análoga, una lista de películas poco conocidas, fotografías antiguas en las paredes, drinking games que trataban problemas existenciales… Yo no me opuse a nada. Después de todo, de eso se trataba un intercambio cultural. Mi último momento con Maciek había sido bailando música latina en el Festival de Salsa de Veracruz y bebiendo cerveza vestidos en bermudas y sandalias en el balcón de mis amigos. Ahora me tocaba sumergirme en una fría noche hipster con polacos. Son las cosas de la vida. La siguiente mañana Maciek me llevó a un mercado de pulgas, donde encontré algunos utensilios viejos que databan de la época comunista, en que la Unión Soviética gobernaba el país. Luego de ello estuvo dispuesto a enseñarme un poco de la ciudad que ahora le acogía. Cracovia no es la capital de Polonia, pero es un nombre que, por lo menos, a muchos les suena conocido. Es la segunda ciudad en tamaño, población e importancia en el país, después de Varsovia. Un punto de referencia cultural, estudiantil e industrial para el este europeo. No por nada fue una de las ciudades que muchos emigrantes eligieron cuando arribaron a esta zona del continente, entre otros los judíos. Aunque todos conocemos la trágica historia que vivió Polonia de 1939 a 1945, en especial la comunidad judía ante la invasión de los nazis, el barrio judío de Cracovia, Kazimierz, es uno de los que quedaron en pie después de la Segunda Guerra Mundial. Así, en Kazimierz algunas sinagogas todavía se yerguen en su esplendor, casi intactas. Aunque hoy ya no es un vecindario exclusivamente judío, una de las sinagogas todavía está abierta al culto. Las calles de Kazimierz son también el lugar donde se grabaron las escenas urbanas de La lista de Schindler, el filme de Steven Spilberg que mereció el Oscar a la mejor película en 1993. De hecho, la fábrica real (Deutsche Emailwaren Fabrik) donde Oscar Schindler empleó a miles de judíos para salvarlos de ser deportados a los campos de concentración, se encuentra al sureste de Cracovia, convirtiéndola en otra atracción turística. Cracovia es también el lugar donde crecieron celebridades como Karol Józef Wojtyła (el Papa Juan Pablo II) y Roman Polanski (director de El pianista), quien de hecho fue un sobreviviente judío del gueto durante el holocausto, cuyos padres fueron asesinados en Auschwitz. Pero las cosas en Cracovia no son del todo malas. La historia es solo cosa del pasado. Así que Maciek se encargó de mostrarme su mejor cara. Y eso incluía, por supuesto, la comida. Me llevó entonces a un pequeño puesto que parecía ser de comida rápida, en el centro de la ciudad. Me contó que era el mejor sitio para probar el platillo estudiantil por excelencia: la zapiekanka. No es nada complicado. Se trata de medio pan tipo baguete servido con algún tipo de carne, embutido o champiñones, queso derretido, vegetales y kétchup para decorar. No es el mejor platillo del mundo, pero sacia el hambre por solo 10 eslotis (unos 2.5 euros). Luego de comer Maciek tuvo que dejarme para volver a casa a trabajar. Así que me dije a conocer Cracovia por mi cuenta. Me dirigí primero al sur del centro histórico, donde se distingue desde lejos la colina de Wawel. Y en su cima se alza uno de los mayores elementos históricos de Polonia: el Castillo de Wawel. No muchos saben la fuerza que alguna vez poseyó el Reino de Polonia, que durante más de 700 años gobernó más allá de los territorios que actualmente posee el país, hasta que en el siglo XVIII fue repartido entre las tres potencias adyacentes: los imperios de Prusia, Austria y Rusia. Y como todo reino en Europa, Polonia tuvo su propio castillo amurallado que sirvió como residencia para la familia real. El Castillo de Wawel fue por tanto el centro político del Estado durante muchos siglos, y hoy permanece orgulloso como muestra de una nación que ha resurgido de las cenizas repetidas veces. Polonia no solo se vio invadida por las potencias extranjeras durante los siglos XVIII y XIX, sino durante la Segunda Guerra Mundial con el Tercer Reich Alemán y durante la Guerra Fría, como una república satélite de los soviéticos. Hoy el gobierno conserva cuidadosamente el complejo del castillo, que alberga un enorme museo de arte. Es difícil describir el castillo en pocas palabras, ya que por las repetidas guerras que ha sufrido la ciudad durante su historia el conjunto de edificios que se agrupa alrededor de un patio central ha sido modificado constantemente. Así, mientras las murallas tienen un estilo medieval románico, muchas construcciones lucen fachadas completamente renacentistas o góticas. Pero sin duda el edificio que más destaca entre todos es la Catedral de San Wenceslao y San Estanislao, mejor conocida como Catedral de Wawel. Se trata del santuario religioso más importante de Polonia, ya que en su interior fueron coronados todos los reyes del antiguo reino. A primera vista me pareció un grupo de torres separadas. Pero todas forman parte del mismo templo. Esto se debe a la cantidad de reformas que añadieron los distintos monarcas a lo largo de sus más de mil años de historia, cuando el cristianismo llegó a Polonia, siendo hoy uno de los países más fuertemente católicos del mundo. Los estilos arquitectónicos que más saltaron a mi vista fueron el gótico y el renacentista, testigos de los distintos gustos artísticos de cada época. El conjunto de Wawel fue declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, al igual que el antiguo barrio de Kazimierz. Ahora me faltaba conocer el resto del patrimonio que la ciudad resguardaba en su centro histórico. Por suerte la nieve había ya comenzado a derretirse, haciendo un poco menos difícil mi paseo por las calles. Aunque, sinceramente, a veces prefería la nieve densa que la nieve a medio derretir, una insoportable trampa para mis pies. No obstante, pude disfrutar de mi caminata sin copos de nieve ni viento que golpeasen mi cara, sintiéndome libre de mirar a todos lados para estudiar cada detalle de la antigua Cracovia de hoy. A diferencia de ciudades como Berlín, muchos de los edificios en Cracovia permanecen intactos tras los horrores de la guerra, dejando al descubierto las maravillas arquitectónicas de la urbe. Desde iglesias góticas medievales hasta lujosas viviendas renacentistas. El corazón de la metrópoli lo marca sin duda la gran Plaza del Mercado, la plaza medieval más grande de Europa. Su nombre se debe al edificio que se posa en el medio. El Sukiennice, o Lonja de los Paños, es una síntesis de la arquitectura polaca, donde por muchas décadas se llevó a cabo el trueque comercial de productos tan diversos como especias, textiles, seda, cuero y minerales, lo que demuestra el poder económico que alguna vez poseyó Cracovia. Al este de la explanada se encuentra otro monumento religioso de suma importancia para la ciudad. La Basílica de Santa María. Otro deleite del gótico polaco, su peculiaridad está en la desigualdad de sus torres, que resguardan una leyenda. Se dice que ambas fueron construidas por dos hermanos arquitectos, quienes hicieron una apuesta para ver quién construía la torre más alta en menos tiempo. En la faena, uno de ellos mató al otro. Tiempo después, el homicida arrepentido se tiró desde la torre que él mismo construyó. Verdad o mentira, es otro ícono distintivo de Cracovia que marca una estampa para cualquier turista que, como yo, recorre la inmensidad de su patio central. Y del otro lado, al oeste de la Lonja, se posa majestuosa una torre barroca que vigila la totalidad de la villa. Se trata de la Torre del Ayuntamiento, el único vestigio que queda del antiguo palacio de gobierno local de Cracovia, que hoy sirve como sala de exposiciones permanentes sobre la Plaza del Mercado. Finalmente caminé rumbo al norte para toparme con un trozo de la antigua muralla de la ciudad. La barbacana es uno de los últimos recuerdos de lo que alguna vez fue una de las metrópolis medievales más poderosas del este europeo. Al volver a casa de Maciek y atravesar el río tuve una increíble vista nocturna del Castillo de Wawel, una perfecta postal para recordar lo mejor de Cracovia.
  19. 4 puntos
    Mientras más me aproximaba al levante de Europa, casi culminado el mes de enero, más desdeñaba la temperatura de los cero grados centígrados, que ahora lucían casi como un anhelado verano para mí. Praga había sido mi primera parada en la Europa Central y no me había dado nada de qué arrepentirme. Pero cada vez me movía más al este del continente y, francamente, se acentuaba mi cobardía por encarar al invierno oriental. Mi última mañana en la capital de la República Checa tomé el bus que me llevaría 300 kilómetros al sur, justo al lado del legendario río Danubio, el más largo de la Unión Europea que por siglos marcó la frontera norte del Imperio Romano. Me adentré entonces en los actuales territorios de Austria, el sexto país en mi lista. Viena estaba justo en el paso hacia mi último destino del este, y era obligado hacer una escala en la centenaria ciudad imperial. En ella vivía entonces Matthías, un austriaco (originario de Graz) estudiante de Relaciones Internacionales que había hecho su intercambio en la Universidad Autónoma de México, y a quien había conocido hace poco más de un año atrás. Para mi suerte, cursaba el último año de su carrera en la capital austriaca antes de volar a México para reencontrarse con su novia. Y antes de desalojar su apartamento me ofreció gentilmente hospedarme en él durante mi estancia. El único problema era que él debía trabajar hasta las 6 p.m. aquel día. Viajar en enero, durante los exámenes finales, no era una buena idea del todo si quería hacer Couchsurfing. Así que desde mi arribo al mediodía debía cargar mi mochila hasta que cayera la noche sobre la ciudad. Desde la estación de bus tomé el metro hacia el centro histórico, exactamente a la parada Stephansplatz. La estación lleva ese nombre por encontrarse justo al lado de la Plaza de San Esteban, y más específicamente, de la Catedral de San Esteban. Su torre de campanario de 136 metros de altura es uno de los símbolos de Viena y el elemento gótico más representativo de todo el país. Desde que salí del cálido subterráneo para ver el imponente templo me di cuenta de que la ropa térmica, mis dos jersey y mi chaqueta no serían suficientes para aguantar toda una tarde al aire libre en Viena. Aunque la nieve en las aceras estaba casi por completo derretida, la sensación térmica bajaba hasta unos 9 grados bajo cero. Y, al igual que me ocurrió en Berlín, eso convertía en un reto tomar una buena fotografía, lo que implicaba sacar mis manos de los bolsillos y exponerlas al gélido ambiente. Y sabía que con mi pesada mochila sobre mi espalda, aquella sería una larga y fatigante jornada. Desde la Plaza de San Esteban también era visible la Iglesia de San Patricio, un templo barroco que hoy ha sido transferido al Opus Dei. Justo cuando comencé a caminar hacia el sur para alcanzar la avenida principal del centro, una fuerte nevada comenzó a caer. No era una nevada de ensueño, sino todo lo contrario. El viento bufaba con lozanía y sin piedad, atizando mi rostro con sus helados copos que se hacían cada vez más gruesos. Mi afelpado gorro y mi cubreorejas devinieron en un nada absoluto que se vieron incapaces de proteger mi cara de aquel blanco infierno. Y me dispuse pronto a resguardarme en el café más cercano, donde aproveché para comer algo caliente. Entonces lo decidí: ¡no volvería a viajar en invierno! Al menos no a Europa Central. Cuando la ventisca abdicó pude por fin salir en paz. Di la última bocanada de un abrasador aire antes de dejar la holgura de la cafetería y me enfrenté de nuevo a la cana atmósfera que inundaba Viena. Caminé hacia el sur hasta alcanzar la RingStraße, la avenida de circunvalación que rodea el centro de la ciudad. Hasta 1857 estaba ocupada por la muralla que rodeaba la capital austriaca. Hoy es un amplio bulevar que posee en ambas orillas monumentos increíbles que han sido declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, lo que lo convierte en uno de los atractivos más visitados por los turistas. Uno de los más célebres es, por supuesto, el Teatro de la Ópera Estatal de Viena. Viena es bien conocida por ser la capital musical de Europa y, para muchos, del mundo. No por nada la imagen de Mozart, nacido en Austria, aparece en casi la mitad de los souvenirs que se venden en las tiendas. El edificio posee, de entrada, una historia bastante controversial. Por más bello que parezca, su construcción a mediados del siglo XIX causó una decepción en los vieneses, quienes esperaban mucho más de la nueva casa de la música nacional. Eso ocasionó nada menos que el suicidio del primer arquitecto y la muerte por infarto del segundo, quienes nunca vieron terminada su obra neorenacentista de la que hoy goza la metrópoli. Al verme frente al inmenso y emblemático edificio y tocar mi billetera supe de inmediato que Viena sería otra ciudad a la que debería volver. Un concierto en la Ópera y la entrada a sus innumerables museos sumaba una cuantiosa suma. Y era algo que, lamentablemente, no podía darme el lujo de pagar. No si quería comer y asegurarme de no dormir en la calle Y la Ópera no fue el último lugar al que desearía haber podido entrar. Unos metros al oeste, siguiendo la RingStraße, me topé con el inmenso Palacio Imperial de Hofburg, residencia antigua y actual del poder ejecutivo de la nación austriaca. Sus numerosas salas y estancias albergaron a las familias imperiales de Austria durante más de seis siglos, que vieron pasar por su territorio a un ducado, un archiducado y un imperio que tuvo su fin al final de la Primera Guerra Mundial, cuando el país abandonó la monarquía para convertirse en una república. Con el mapa de la ciudad en mis torpes manos envueltas con unos débiles guantes que poco me ayudaban, llegué a la parte sur del palacio desde los jardines imperiales, que para entonces no eran otra cosa que una enorme manta de nieve. Exquisitas estatuas de mármol se posaban por toda la extensión de los huertos, que fusionaban su blanco con el de la escarcha a su alrededor. Pero el monumental palacio parecía no mostrarme su mejor ángulo. No con la docena de edificios que, de hecho, componen el complejo, entre los que se encuentran el Museo de Etnología, la Biblioteca Nacional de Austria y la Escuela Española de Equitación, todos ellos destinos que pueden ser visitados por separado por precios individuales que no me vi dispuesto a costear. Por el contrario, preferí caminar hacia la Maria-Theresien-Platz para fotografiar los exquisitos edificios que la flanquean. La plaza pública está justo al lado de la RingStraße y está dedicada a la emperatriz María Teresa, cuya estatua se posa en el medio. Los dos formidables edificios gemelos (de hecho, casi gemelos) en sus extremos norte y sur fueron mandados a construir a finales del siglo XIX por el emperador Francisco José I para dar cabida a las colecciones privadas de la realeza de una forma digna de la misma. Hoy, al ser bienes públicos, albergan al Museo de Historia Natural y al Museo de Historia del Arte. Y si creía ya haber visto suficientes museos en el centro de la capital austríaca, solo bastaba voltear al oeste de la plaza y admirar el Museumsquartier. Es el octavo complejo cultural más grande del mundo, y fue edificado en el 2001 para albergar a otros tantos museos, centros de convenciones, estudios y espacios de exhibición que hacen de Viena otra capital cultural del mundo. Pero no había terminado. Del lado este de la Maria-Theresien-Platz otra plaza más grande, también flanqueada por museos, se extendía bajo la nieve. La famosa Heldenplatz, o Plaza de los Héroes por las estatuas de los heroicos jefes miliatres del Imperio, es justo donde hace ochenta años Hitler anunciaba la anexión de Austria al Tercer Reich. Pero la plaza no es solo célebre a causa del discurso nazi que opacó la historia del país, sino por la magnitud de las construcciones que se posan a su alrededor. Allí estaba el resto del Palacio de Hofburg, la cara que me había estado ocultando ante su enorme extensión. Y por si fuera poco, y nada sorprendente ya, su interior resguardaba otro puñado de museos y salones imperiales que tampoco podía atreverme a pagar. ¡Vaya decepción! Estaba en Viena, capital de la música y los museos, parado frente a uno de los palacios más lujosos y emblemáticos de la monarquía europea, sin dinero para entrar. Pero no todo era tan malo. Estar allí era mejor que no estarlo. Aun con la nieve. Aun con el frío. Aun con mi mochila al hombro sin un lugar donde alojarme hasta que llegase la noche. Para calmar un poco mis ansias y mi depresión financiera caminé un poco más al norte de la RingStraße, donde se asomaba otra torre icónica de la ciudad entre un nublado cielo. Se trataba del Ayuntamiento de Viena, un maravilloso edificio neogótico frente al cual se había instalado una pertinente pista de patinaje para el recreo de los residentes y turistas. En la otra esquina, los patinadores podían deleitarse con la fachada del Burgtheater, el Teatro Nacional de Viena. Allí, mirando a los pequeños caerse sobre el rígido hielo, tomé un poco confortable descanso bajo el frío para coger el wi-fi gratuito que la ciudad me ofrecía y enviar un mensaje a Matthias, avisando de mi situación actual. Sabiendo que en poco tiempo podría reunirme con él, sin tener que esperar necesariamente la oscura noche, di mi última caminata hacia el norte de la RingStraße, hasta alcanzar la iglesia Votivkirche, donde pude tomar el metro hacia el sur de la ciudad. Me reuní finalmente con Matthias en su increíble apartamento, muy distinto al que rentaba en la ciudad de México cuando lo conocí. Su bienvenida no pudo haber sido más reparadora. En aquella fría noche entrar a un cálido departamento adornado con papel picado de colores y botellas de salsas picantes mexicanas me reconfortó después de la dura caminata, y me llevó por un instante de vuelta a mi país, al que Matthias parecía amar y extrañar. Sin embargo, esa noche no cocinaría algo mexicano. Y decidió, por el contrario, hacerme degustar un básico platillo austriaco: una salchicha vienesa con mostaza y raíces. Era muy parecida a las bratwurst alemanas, pero esas raíces le dieron sin duda un toque distinto. Aunque para ser sincero, eran demasiado picantes para mí. Un picor muy distinto al de los pimientos mexicanos a los que estoy acostumbrado. Pero a Matthias parecía no molestarle en lo absoluto. Tras un poco de crema muscular en mis hombros y encogido en mi saco de dormir, quien se había convertido en mi segundo mejor amigo durante el viaje (el primero eran mis botas), concilié el sueño sobre el sofá del salón, recobrando mis energías para la siguiente mañana. Matthias vivía en el suroeste de la ciudad, en un barrio residencial un poco alejado del centro. Pero para mi conveniencia, justo al lado se encontraba uno de los atractivos más famosos de la ciudad y, quizá, el más visitado: el Palacio de Schönbrunn. Es conocido como “el Versalles vienés”, y con justa razón. Como muchas de las monarquías europeas que construían castillos residenciales y de recreo a las afueras de las grandes ciudades, los austriacos no podían quedarse atrás. Pero esta maravilloso mansión no solo fue declarado Patrimonio de la Humanidad como un símbolo de Austria, sino también como el mayor ícono de una de las familias más influyentes en la historia desde la Edad Media hasta la Contemporánea: la dinastía de los Habsburgo. Es casi imposible que algún país europeo (incluso, muchos no europeos) no haya pasado por las manos de algún rey o emperador de esta familia real. Vaya, incluso México tuvo un emperador Habsburgo. Las tierras gobernadas por estos poderosos hombres abarcaron prácticamente todo el planeta, desde las provincias más cercanas a Viena (convertida en su capital imperial por excelencia) hasta los confines de la América colonial y las islas asiáticas, durante el mandato de Carlos V. Austria no formó parte solamente del Imperio Austrohúngaro, constituido apenas hace dos siglos, sino que por cientos de años fue un archiducado del Sacro Imperio Romano Germánico, muchos de cuyos gobernantes reinaron desde Viena y, específicamente, desde el Palacio de Schönbrunn. Pero este castillo es también conocido como el “palacio de verano”, ya que el Hofburg, en el centro de la ciudad, era ocupado por la familia real en el invierno. Dos palacios de excéntricas magnitudes. Enormes jardines como patio de recreo, que entonces me recibieron repletos de nieve, por supuesto. Fuentes con esculturas de historias míticas de la Antigüedad. Glorietas descomunales marcando nodos en los hermosamente simétricos caminos del bosque trasero. Y una vista impresionante desde su colina superior. No cabe duda de que los Habsburgo supieron llevar una buena vida. Y supieron también cómo dejar el mejor legado a su futuro país republicano, con galerías, colecciones, salas, teatros, científicos y artistas inigualables en el mundo. Mi visita en la capital austriaca finalizaría con una cara totalmente opuesta a la entonces vista, cuando me vi con Matthias para visitar la zona norte de la ciudad. El distrito financiero ubicado justo en la orilla del río Danubio es también un sitio de recreo para los locales, según me contó Matthias. Un lugar que, en verano, luce lleno de jóvenes y familias que toman el sol en las pequeñas islas del río y hacen parrilladas para aprovechar al máximo el calor centroeuropeo. Para mí fue, por supuesto, una experiencia diferente, con el río casi congelado frente a mis ojos. Al siguiente día por la mañana partiría en un bus por toda la rivera del Danubio, que me llevaría a otra de las grandes capitales imperiales europeas.
  20. 4 puntos
    Cumplidos apenas tres días en Baviera, en el sur de Alemania, todo me había gustado hasta entonces. La gente, la comida, la arquitectura, la historia. Pero una cosa no se había ganado todavía mi corazón: el transporte. Aunque Alemania sea bien conocida en el mundo por su extrema puntualidad y rigidez en el servicio, me había llevado un par de decepciones con los trenes bávaros. Solo esperaba que nada malo volviera a ocurrir. La tarde noche del 26 de octubre, volví temprano al apartamento de Dominik, en el centro de Múnich, para decir adiós y coger con un relativo tiempo de anticipación el tranvía hacia la estación central. Aquella noche tomaría mi autobús a Núremberg, donde otro couchsurfer, Sadettin, me hospedaría por dos noches. Pero justo al subir al tranvía, una voz emitió un aviso en alemán. Luego todos bajaron del vagón. Mi cara podía describirlo todo. Otra vez estaba consternado. —¿Por qué bajamos? —pregunté en inglés, esperando que alguien me entendiera. Ha habido un accidente y suspendieron la línea por al menos una hora —respondió un chico a mi lado. No debía anticiparme, pensé. Seguro que hay buses u otro transporte a la estación central. Es a donde todos se dirigen, después de todo. Pero ningún otro transporte aparecía. Solo coches particulares a toda velocidad. —Si tienes mucha prisa podemos pagar un taxi juntos a la estación —me dijo el mismo chico—. Yo también tengo que llegar. Pero sin duda, ambos éramos extranjeros. Ningún taxi aparecía en la avenida, y los pocos que transitaban no paraban con solo alzar nuestro dedo. A los taxis en Múnich hay que marcarles por teléfono o cogerlos en un estacionamiento especial. Y sin línea telefónica ni plan de datos, pedir un Uber me era imposible. ¿Podía caminar? Era demasiado tiempo a pie. ¿Tomar el metro? La estación más cercana estaba a un kilómetro más o menos. Y correr con mi mochila al hombro no era una opción fácil. Por fin apareció un bus, con el letrero “Haupbanhof” en su parte superior. Solo esperaba que pudiese llegar a la central en menos de 15 minutos, el tiempo exacto que me quedaba antes de que mi bus partiera. Pero en Alemania pedir a los transportistas aumentar la velocidad es inusitado. Los límites son bastante bien respetados. Y tomando en cuenta la cantidad de gente al interior, sabía que eso tomaría demasiado tiempo. Tras varios minutos sentado mirando encolerizado por la ventana, una mujer advirtió mi desespero y dijo: “deberías bajar aquí y tomar el metro, llegarás más rápido así a la estación central”. No dudé en tomar su sabio consejo y corrí a las escaleras hacia el subterráneo. Aunque el horario marcado por el tren me hacía saber que mi única esperanza es que mi bus a Núremberg hubiera sido retrasado, al menos 10 minutos. Llegué esperanzado a la estación central, y ningún bus aparcaba en el estacionamiento, lo cual rebullía todavía más mi respiración. —¿El Flixbus a Núremberg de las 8:30? —pregunté al guardia—. Acaba de irse hace 10 minutos —respondió. Vaya suerte la mía. No pude hacer nada más que acercarme a la taquilla y preguntar por la siguiente corrida, que por suerte era a las 9:45 de esa misma noche. Caminé al McDonald’s más cercano para conectarme al wi-fi, y así contarle mi triste historia a Sadettin, a quien hice saber que llegaría más tarde de lo esperado mientras las saladas y saturadas grasas de una Big Mac mitigaban mi irritación. Debía dejar el cólera a un lado. No podía enojarme por que hubiese habido un accidente justo ese día, a esa hora en mi camino a la estación central. Las cosas pasan. Es lo que mis viajes me han enseñado. Resignado, intenté dormir un poco a bordo del autobús. Llegué a Núremberg a la medianoche y me vi obligado a pagar un taxi al apartamento de Sadettin. Después de lo que había pasado, mi intención no era caminar varios kilómetros con mi mochila en mitad de la noche. Sadettin es uno de tantos descendientes turcos que viven hoy en Alemania. Durante los años de posguerra, el gobierno alemán incitó a la contratación de mano de obra extranjera para incentivar el crecimiento económico de la federación. Hoy más de 2 y medio millones de personas en Alemania provienen de Turquía, y en muchas zonas, el turco es todavía un idioma sumamente hablado. Por eso no me sorprendí cuando aquel chico moreno, barbón y velludo me abrió la puerta. Su primo dormía ya en el cuarto contiguo, y en silencio subí hasta la habitación donde me quedaría. Antes de dormir, Sadettin me explicó un poco de lo que podíamos hacer al día siguiente en Núremberg, y me preguntó si tenía algo planeado en especial. Le confesé que sabía muy poco de la ciudad, pero que sería genial si pudiese visitar también algún pueblo cercano. —¿Has oído hablar de Rothenburg? —me preguntó—. Por supuesto que sí —le dije—. Es casi el pueblo más famoso de toda Alemania. Rothenburg está a solo 70 km de Núremberg, ubicado en la misma región de Franconia. Para cualquiera que no lo conozca, basta mirar las fotos en Google y el cliché más representativo de Alemania vendrá a la mente. Sin duda, no quería perdérmelo. Sadettin revisó los horarios de tren y me dijo que era posible ir con un pase regional de un día, que costaba solo 18 euros por los dos. Y con un guía como él, no podía rechazar la oportunidad. Así que acordamos levantarnos temprano para ir directo a la estación de tren. Ni siquiera escuché los estruendosos ronquidos de su primo, y dormí como un querubín después de mi agitada noche en Múnich. A las siete de la mañana ambos estábamos listos para el frío exterior. Llegar a Rothenburg no fue nada fácil. La red de trenes era como una telaraña, y hacer los dos rápidos transbordos hubiera sido casi imposible sin la ayuda de Sadettin. Pero disfrutaba del paisaje matutino y de las pequeñas y rurales estaciones de tren. No muchos tienen la dicha de conocerlas finalmente. Llegamos a Rothenburg alrededor de las 10 de la mañana. Y a solo unos metros de la estación encontramos una de las puertas de acceso de su antigua muralla. Ahora me adentraba por fin en la Alemania de la Edad Media. Rothenburg nació, según los historiadores, en el año 970, cuando se construyó un antiguo castillo en las orillas del río Tauber, que circunda el centro de la ciudad. Desde el siglo XII la ciudad fue nombrada Ciudad imperial libre, un título que la dotaba con la posibilidad de un gobierno autónomo, cuyo único gobernador formal era el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, predecesor de la actual Alemania. Pero después de la Guerra de los Treinta Años, Rothenburg perdió importancia y relevancia, por lo que su desarrollo se detuvo. Y ese congelamiento en el tiempo es la razón por la hoy su centro histórico es uno de los mejores conservados de Alemania y de la Edad Media europea.. Para fortunio de muchos, el pueblo hizo una pausa de varios siglos en el tiempo y hoy es la mejor imagen romántica de Alemania en el mundo. Aunque siendo sinceros, representa más bien a la cultura bávara y franconia, regiones históricas a las que Rothenburg ha pertenecido. Si las fotografías no son suficientes para transportarse, quizá la película de Disney, Pinocho, pueda ayudar, ya que sus animadores se basaron en Rothenburg para ilustrar las locaciones. Llegar tan temprano nos permitió a Sadettin y a mí recorrer sus calles adoquinadas plenas de tranquilidad, sin el bullicio que normalmente causan los turistas y los chinos que la visitan a diario. Rothenburg es uno de los destinos turísticos más visitados del país, y sin él prácticamente sus habitantes se irían a la bancarrota. Sadettin me llevó hasta la Plaza del Mercado, antigua explanada donde los comerciantes vendían los productos locales. Hoy todavía se posa allí el Ayuntamiento de la ciudad, un bello edificio renacentista con elementos góticos en su ostentosa torre. La calle del Rathaus hacia el oeste nos llevó directamente hacia una punta rodeada por el río Tauber, donde hace varios siglos se posaba el castillo, destruido por un terremoto. De la fortaleza hoy solo quedan los hermosos jardines, el Burggarten. Si las vistas eran de por sí magníficas, desde lo alto del viejo castillo deben haber sido exquisitas. Y una vez el otoño me gritaba que había sido la mejor temporada para viajar a Baviera. Los copos de nieve y los cielos grises pueden tener su encanto para muchos. Pero para mí, no hay nada mejor que los vívidos colores verdes y la hojarasca cayendo para pintar el lienzo perfecto. En aquel pacífico parque, hice la pregunta obligada a Sadettin: ¿había Rothenburg sido destruida por los aliados en la Segunda Guerra Mundial? Él me contaría que, de hecho, Rothenburg y la región central de Franconia habían sido una de las zonas donde le pueblo alemán mostró más apoyo al partido nazi. De hecho, Núremberg se conoce por ser el centro del nazismo, en lo cual profundizaría más tarde al volver a la ciudad. Cuando los aliados tomaron el tercer Reich, Rothenburg fue parcialmente destruido. Por fortuna, la mayor parte de su centro histórico quedó intacto, y la ciudad pudo reconstruirse rápidamente gracias a las donaciones de muchos civiles y de los mismos aliados. Dejamos el jardín y volvimos al centro histórico, serpenteando al lado de su centenaria y bien preservada muralla, que nos llevó hasta uno de los museos más famosos en el pueblo, el Criminal Museum. Como su nombre lo indica, el museo muestra al público la antigua forma de justicia que gobernaba la ciudad, sobre todo durante el oscurantismo medieval. Las formas de tortura más sádicas y la exposición pública de los delitos eran el pan de cada día para quienes decidían faltar a la palabra de Dios. Pero ya había visto suficiente de todo ello, en Europa y en México. Mi mezquino interés en el sadismo humano nos llevó entonces a buscar un buen café. Teníamos hambre y era hora de un merecido segundo desayuno. Los cafés apenas abrían ese jueves por la mañana. Y a nadie se veía todavía sentado en sus terrazas. Un espresso con una pieza de pan fueron más que suficientes. Después de todo, ya estaba bien acostumbrado a los desayunos franceses. Justo fuera de la cafetería nos topamos con la postal más conocida de Rothenburg, y una de las imágenes más famosas de Alemania. En la intersección entre Untere Schmiedgasse y Kobolzeller Steige se encuentra el famoso Plönlein, quizá la esquina más fotografiada de todo el país. Basta con teclear “Alemania”, “Germany” o “Deutschland” en Google y el Plönlein de Rothenburg aparecerá no más allá de la décima imagen. No hay una razón específica para ello. Debe ser simplemente la belleza de de su pintoresca fachada, o el hecho de que dos torres flanqueen al edificio central. Sea como sea, es una sensación extraña verse allí parado ante una imagen tan célebre como aquella. Terminamos el café y seguimos avanzando, hasta dar con la pared sur de la antigua muralla. Esta vez decidimos subir por una de sus escalinatas. Es posible recorrer casi todo el perímetro del centro de Rothenburg sobre su muralla de piedra. Así que Sadettin y yo no dudamos en terminar nuestro paseo por lo alto. Los tejados rojizos y las torres medievales son sin duda como Alemania vive en el imaginario social. Los clichés siempre han ayudado a los países a crear un posicionamiento de su marca en el exterior. En el caso de Alemania, las salchichas, la cerveza y Rothenburg son buena parte de ese cliché. Un puñado de moradas que parecen haber sido creadas por la mente de Charles Dickens y su cuento de Navidad. Totalmente enamorado de ese mágico pueblito, volví con Sadettin a la estación central al mediodía para retornar a Núremberg. Teníamos todavía mucho por visitar y el día era bastante joven para hacerlo.
  21. 4 puntos
    Llegué a la ciudad de Villa La Angostura luego de unas pocas horas de viaje, ya que venía desde un punto bastante cercano, San Martín de Los Andes. Lo primero que hice, como de costumbre, fue ir hacia el hotel para dejar las valijas y empezar a organizarme. Mientras tomaba una soda fresca con un tostado, le pregunté a la recepcionista del hotel “¿Sabes cuál es la mejor forma para llegar al Parque Nacional Los Arrayanes?” Me respondió que se podía ir en auto, en bicicleta, caminando o en lancha. No me llevó mucho tiempo elegir… auto no tenía, bicicleta no sé andar (nunca anduve, de chica prefería los triciclos), ¿Caminar? No tenía ganas hacía mucho calor y el sol estaba muy fuerte… Entonces le dije que quería ir en lancha y le pregunté cómo tenía que hacer. Me dijo que tenía que llegar hacia el muelle viejo y ahí podía tomar un paseo en lancha. Era la 1:00 del mediodía y la lancha partía 1:30… Tan pronto como pude me preparé para salir con calzado cómodo, protector y la infaltable cámara de fotos. Llegué, como se podrán imaginar, con los minutos justos ya que el taxi había tardado en llegar y el muelle estaba bastante distante del hotel. Me subí a la lancha y empezó el recorrido. Navegamos el Lago Nahuel Huapi. La verdad que la experiencia es algo único. Ver el agua transparente de un color azul intenso fuerte, rodeadas de la tupida vegetación es un espectáculo único. Después de unos 40 minutos o 30, no sé exactamente porque uno pierde la noción del tiempo cuando la está pasando tan bien... Llegamos al Parque. Teníamos una hora para recorrerlo y sacar fotos. No hay forma de perderse porque los senderos están marcados y hechos de una manera muy perfecta, con escalinatas de madera preservando el ambiente. La estrella del Parque o del Bosque, son esos árboles tan particulares que llevan el nombre de Arrayanes. Son de una coloración medio extraña, tirando a naranja, un color medio cobrizo. Lo más llamativo es que los tocas y están fríos. Estos árboles crecen en los bosques templados de Argentina y de Chile. En Argentina es posible encontrarlos desde el centro de la provincia del Neuquén hasta el norte de la provincia del Chubut. En el recorrido también pude ver unas hermosas flores. Una de ellas es el Amancay, con un color difícil de describir entre amarillo y anaranjado combinando perfectamente con los árboles del Parque. El logo de turismo de la provincia del Neuquén, tiene una flor muy particular. Desde el momento en que vi el primer folleto, me había llamado la atención, no entendía por qué esa flor. Caminando por el bosque lo entendí, es otra de las flores típicas de la provincia, lleva un nombre de Mutisia y tiene un color bastante similar a la flor Amancay, aunque quizás un tono más oscuro. Después de deleitarme con el paseo y de sacar unas cuantas fotos, llegó el momento de regresar al muelle para partir. Por supuesto que aproveché también para fotografiarlo, ya que también tiene su encanto. Mientras íbamos regresando, la persona encargada de la embarcación nos comentaba que hace unos años atrás, la ciudad había quedado tapada por cenizas como consecuencia del Volcán Puyehue. “No se podía ver bien, a las 17:00 horas ya estaba de noche en pleno verano, cuando acá oscurece a las 21:45 en pleno verano”. Pero después agregó que gracias al trabajo de la gente la localidad de Villa La Angostura volvió a resurgir aún más linda que antes. Era la primera vez que yo estaba allí pero doy fe de que es una ciudad espectacular. Uno está caminando por la ciudad y en ningún momento se pierde la vista de la Cordillera de Los Andes. Otra cosa fantástica, es que todas las calles están repletas de rosas al igual que la vecina ciudad de San Martín de Los Andes. Todos los negocios y todas las construcciones tienen un espectacular diseño de maderas y piedras estilo cabaña. Después de dar una vuelta por el centro y de averiguar en la terminal por los próximos pasajes sentía ganas de cenar, pero me parecía que era demasiado temprano porque estaba de día… Miró la hora y ya eran cerca de las 21:00 y recordé las palabras del encargado de la embarcación, allí oscurece mucho más tarde. Los locales gastronómicos tienen su encanto, son pequeños lugares con una cantidad de mesas que no sobrepasan las diez, quince. Generalmente son atendidos por sus propios dueños. Los precios son un poco más caros que en otros lugares del Sur de Argentina, pero no es cuestión de asustarse tampoco es que sean impagables! Después de un día intenso de recorridos y caminatas volví al hotel para descansar y nuevamente armar las valijas, ya que me esperaba Caviahue…
  22. 4 puntos
    “¿A dónde vamos este verano?”, fue la pregunta que le hice a mi novio para empezar a organizar las vacaciones. “No sé, a donde vos quieras, vos sos la que siempre organiza” me respondió. Sí, es cierto, yo siempre planifico nuestras vacaciones organizando a dónde vamos, dónde paramos, qué lugares visitamos, qué excursiones vamos a hacer, etc. Pero tenía ganas de que él también participará de la decisión, entonces le dije “Te toca elegir a vos a esta vez”. Se puso a pensar, pero seguía sin tener ninguna idea. Tenía al lado de mi escritorio una guía de turismo, siempre estoy rodeada de papeles y guías porque me encanta leer cosas de sobre viajes y turismo. Para simplificar el asunto, agarré la guía de Argentina y empecé a pasar las hojas rápidamente y le dije vos poné el dedo en una hoja sin mirar. Pasé un par de hojas y él marcó con el dedo una de las páginas. El destino que tocé en suerte fue Caviahue. Es un pueblo de la Patagonia argentina, ubicado en el Norte de la provincia del Neuquén. Planificamos el viaje para parar 5 días en Caviahue. Una vez que ya estábamos en viaje pensé “No será mucho tiempo para conocerlo, es un lugar chico”. Para colmo, la guía de turismo no tenía mucha información sobre este lugar. A penas unos breves párrafos. El sitio web del lugar decía algo así como “101 propuestas para elegir Caviahue”, cosa que al principio me sonaba a que era un poco exagerado. Dejé los prejuicios de lado, porque como les comenté en alguna otra ocasión… Mi meta es conocer todo mi país, lo turístico y lo no turístico. Así que preparé las valijas, la cámara de foto y salí… Llegué a destino a las 3:00 de la mañana. El micro me dejó frente al lago… Como se podrán imaginar estaba oscuro, no había nadie. Ya sabía que no había taxis ni remises. Debo confesar que me dio un poco de miedo, estabamos solos, en el medio de la nada literal. Seguí las indicaciones que me habían dado por teléfono los dueños del hotel y caminé hacía allí. Creo que fueron tres o cuatro cuadras, pero se me hicieron largas. Para colmo de males, pasé por varios puntos que estaban en construcción. Me pareció que estaba en un lugar más que equivocado. Encima, ya tenía comprados los pasajes de vuelta... Llegué al hotel, me indicaron donde estaba mi habitación y me acomodé para dormir, con mi cabeza que pensaba a mil. De pronto mi novio me dice “Viste, no se escucha nada, hay silencio total”. Y yo le respondo “Che yo escucho una alarma” y me dijo “Prestá atención, tendrás ese sonido en tu cabeza”. Me relajé y me di cuenta que era totalmente cierto. Había silencio. Era total y absoluto. Por primera vez en mi vida escuché el silencio total, fue increíble. A la mañana me levanté, desayuné y decidí volver a dormir, seguía sumamente cansada. Después de una mini siesta matutina, salí a conocer. Y fue en ese momento que contra todo mi pronóstico negativo, me di cuenta que estaba EN UN LUGAR MARAVILLOSO. Caviahue es un ciudad muy especial, por varias razones… En primer lugar, está dentro de un área natural protegida, el Parque Provincial Copahue. En segundo lugar, es una ciudad muy pequeña con unos 600 habitantes y en tercer lugar los paisajes se combinan con tranquilidad, paz y silencio. Fui a la oficina de turismo para buscar algunos folletos. Adoro coleccionar folletos de los destinos a los que visito, porque además me ayudan a aprender un montón de cosas. El chico que me atendió me mostro un mapa del Parque Copahue y todos los paseos que se podían hacer, visitar cascadas, saltos, lagunas, hacer trekking por entre las montañas, etc. Es raro entender que uno está dentro de un Parque, que la ciudad está dentro de esta área protegida. La postal es única, una ciudad pequeñita a orillas de un espejo de agua, rodeada de montañas (las cuales pertenecen a la Cordillera de Los Andes) y con vista al Volcán Copahue. Me encantó el lugar, está lleno de araucarias, un árbol muy llamativo para mí ya que no estoy acostumbrada a verlos todos los días. Es una ciudad, aunque me resulta extraño decirle así, con muy poca cantidad de gente viviendo allí. Hay varias casas y lugares en construcción, también hoteles y complejos turísticos. Pero no se hagan ilusiones, los terrenos disponibles ya están todos vendidos y no se puede construir más. Por ser una área protegida y por precaución de que el Volcán entre en erupción, no se puede construir más. Hay listas de espera. Así que las opciones son, anotarse y esperar, tener la suerte de que alguien quiera vender, o simplemente elegir el lugar para vacacionar. Otra cosa llamativa, es que muchas de las personas que allí viven, provienen de grandes ciudades, como por ejemplo Buenos Aires y Rosario. También había gente de Mar del Plata, mi ciudad. Todos fueron en búsqueda de lo mismo: tranquilidad. Demás está decir, que los cinco días que estuvé allí no fueron suficientes para conocer todo, pero no importa porque me sirve de excusa para volver algún otro día. Sumado a ello, durante el invierno se llena completamente de nieve, dando lugar a otra postal a la que algún día conoceré.
  23. 4 puntos
    Estaba en la localidad de Caviahue, una hermosa “mini- ciudad” ubicada al lado de la Cordillera de Los Andes, en el Parque Provincial Copahue. Un lugar soñado, donde se respira aire puro y sobretodo tranquilidad. Y digo mini ciudad, no en sentido despectivo sino, todo lo contrario… Viven aproximadamente unas 500 personas. No hay que hacerse ilusiones con mudarse o construirse una casita, porque los terrenos ya están todos loteados y vendidos. Hay lista de espera. La razón del impedimento de más construcciones es que el Volcán Copahue, el cual se encuentra muy próximo, puede entrar en erupción haciendo que haya que evacuar al todo el pueblo. Parece mentira, pero a pesar de ser un lugar tan chiquitito, al estar enclavado en un Parque, tiene una gran cantidad de paseos para hacer. Estuve unos 5 días, pero creo que no fueron suficientes… Y todavía me queda pendiente conocerlo en invierno cuando cae la nieve y cambia el paisaje por completo… Uno de los tantos paseos que se puede hacer desde Aquí es conocer el Salto del Agrio. Yo lo había visto por foto en los folletos turísticos. Parecía una cascada común, nada llamativa. Es más recuerdo que le dije a mi novio “¿Vale la pena ir allá para ver solamente la cascada?” El me respondió que sí, que todos los lugareños decían que era algo impactante y que estando allí no lo podíamos perder. Entonces contratamos la excursión para ir. (Dato importante para el que tenga ganas de ir: se puede ir en auto de forma particular, la gente del lugar es muy amable y les va a explicar cómo llegar, además está muy cerca) Nosotros fuimos en excursión porque habíamos viajado en colectivo, sin vehículo particular. El camino hacia el lugar ya es pintoresco y además interesante. Creo que sería un placer para cualquier geólogo o también para los amantes de la geografía como es mi caso. Pasamos por los Riscos Bayos, un lugar muy misterioso… Es un tipo de formación rocosa formada por ceniza volcánica que se solidificó. Solamente existen tres lugares en el mundo donde se encuentra este tipo de formación… Caviahue, México y Turquía en la famosa Capadocia. Va otro dato importante: Están a solo 10 kilómetros de la villa, más exactamente en el kilómetro 16 de la Ruta 26, camino también a Copahue. Sí o sí se pasa por allí por lo que es imperdible no verlos y no sentirse deleitados con ellos. Luego de unos pocos kilómetros más, llegamos a destino al Salto del Agrio. Es un lugar impresionante, es un salto que tiene una altura aproximadamente de unos 60 metros de alto. Es muy llamativo, pero ninguna foto creo que logra reflejar todo su esplendor. El agua del salto cae sobre una pileta cuyas paredes muestran la forma de columna del basalto. Según comentó el guía, el Río Agrio nace en el Volcán Copahue (Volcán que podía verse desde Caviahue, se podía ver como estaba fumando). En su recorrido, o mejor dicho curso, deja siete saltos, los cuales se encuentran entre rocas y araucarias o pehuenes. El río llega hacia la meseta y allí conforma el Lago Caviahue. El Lago Caviahue también tiene su encanto, es uno de los pocos lagos ácidos del mundo. Al meter el pie, se siente raro, es una agua muy fría pero se nota algo distinto, intuyo que esto está relacionado con su acidez. El río Agrio recorre varios kilómetros conformando la Cascada del mismo nombre. Sigue su trayecto hacia varios pueblos y desemboca definitivamente en el río Neuquén. Hay tres miradores donde se puede apreciar el imponente paisaje. Eso sí, vayan bien equipados con calzado cómodo y de trekking para no resbalarse. Algo muy llamativo es la coloración naranja de las aguas, dicen que es una especie de tabla periódica porque allí pueden encontrarse unos cuantos minerales, principalmente el azufre. Es un lugar que no tendrían que perdérselo si andan paseando por el norte neuquino, es un paisaje único, como dije anteriormente ninguna foto logra mostrar lo imponente que es. Lógicamente agradezco a todos quienes me insistieron para que haga la excursión y no me la pierda, tenían mucha razón… Yo hice la excursión por la tarde, hay muchos que recomiendan hacerla por la mañana para ver el arcoíris que se forma con el vapor del agua. Quedará pendiente para otra oportunidad en la que pise el suelo neuquino…
  24. 4 puntos
    Marsella me había llevado hasta sus azules costas esmeralda para disfrutar el puente vacacional del 11 de noviembre, que conmemora el Armisticio de Compiègne, acuerdo que puso final a la Primera Guerra Mundial. El fin de semana largo no sólo me había llamado a mí a la costa sur francesa. Mi amiga Tamar estaba allí con su novia Mor. Tamar, al igual que yo, trabajaba como asistente de idioma en la ciudad de Lyon. Sólo que ella enseñaba hebreo. Sí, hebreo, en una escuela de niños judíos, cosa que me es, todavía al día de hoy, difícil de imaginar. Las dos israelíes vivían juntas en Valence, una ciudad 100 km al sur de Lyon, ya que Mor estudiaba cine de animación en aquella ciudad. Y estando 100 km más cerca que yo de Marsella, decidieron pasar el fin de semana allí. Otros dos amigos suyos, Melody y Bogdan, también visitaban la ciudad. Así que decidimos vernos con ellos para pasar un día juntos. En vista de que ya habíamos visitado por nuestra cuenta los principales puntos turísticos de Marsella, decidimos destinar aquel día a un plan mucho más tranquilo. Mucho más natural. Marsella es la única ciudad en Francia que cuenta con un parque nacional periurbano, uno de los pocos de Europa. Es decir, dentro de su área urbana, Marsella posee su propio parque natural. Es algo de lo que pocos turistas saben, lo cual me incluía a mí. Pero mi compañero de piso en Lyon, Olivier, me lo dijo: no puedes ir a Marsella y no visitar les Calanques. Desde mi primer día hospedándome con Jean-Alain, caminando por los barrios africanos y el Vieux Port de Marsella, me di cuenta de que la ciudad está situada entre varios macizos rocosos. Y observarla desde lo alto de la basílica de Notre-Dame de la Garde me dijo que Marsella ha crecido en una especie de anfiteatro natural. La segunda metrópoli más poblada de Francia se ha expandido tanto que ha llegado a tomar como parte de su superficie territorios naturales no urbanizables, y que dependen directamente del departamento Bocas del Ródano, del cual Marsella es capital. Y es al sur de la ciudad en donde uno de esos territorios naturales fue declarado parque nacional en el 2012. Se trata de les Calanques. La imagen de una costa mediterránea escarpada por blancos acantilados y arbustos bajos ya había venido a mí desde que visité Ibiza en el 2013. Y al parecer esa imagen efectivamente se repite en muchos otros lugares del mar Mediterráneo. Las calas de Ibiza son uno de sus muchas bellezas que atraen a miles de turistas cada año. Marsella también cuenta con muchas de esas calas, que en francés llaman calanques. Tamar y Mor me encontraron fuera de la estación de metro de la avenida del Prado, cerca del estadio Orange Vélodrome, no muy lejos de casa de Jean-Alain. Esperamos algunos minutos por Melody y Bogdan para partir todos juntos. Tomamos un bus en el paradero del Prado y nos dirigimos al sur. Poco a poco nos adentramos en los suburbios de la ciudad. A cada metro que avanzábamos, la mancha urbana iba desapareciendo. Los edificios se iban haciendo menos frecuentes, y el tamaño de las casas y sus jardines se hacía más y más extenso. Justo cuando vimos que el bus daba vuelta en una rotonda, preguntamos si era allí donde debíamos bajar para caminar hacia les Calanques. El chofer afirmó, y en medio del Chemin de Sormiou, comenzamos la caminata. El asfalto tardó más de un kilómetro en convertirse en tierra y piedras. Mucha gente adinerada vivía en aquella verde y tranquila zona de la ciudad. Hacer senderismo era lo que menos había planeado al visitar Marsella. Mis cómodos botines todoterreno se habían quedado en Lyon. Y mis pantalones no eran los mejores para largas caminatas. Pero en ese momento mis zapatos o mis pantalones era lo que menos me preocupaba. Desde que bajé del autobús un gélido viento penetró mis huesos y heló mi cabeza por completo. El día estaba soleado, como la mayoría de los días en Marsella y la Costa Azul francesa. Pero nunca me imaginé pasar tanto frío bajo el sol. Olivier había vivido en Marsella algunos años atrás. Cuando le dije que la visitaría por un fin de semana me dijo que era una excelente elección. Pero que debía prepararme con un grande y caliente abrigo que me protegiera del frío viento. Ignoré varias veces su comentario. Yo había revisado el clima para Marsella y todo parecía normal. Era más cálido que Lyon, así que el frío no iba a preocuparme. Pero cuando llegué a les Calanques, supe de lo que hablaba. Por suerte, Tamar y Mor iban bien preparadas. Tanto que todavía les sobraba un abrigo rompevientos en su mochila. No dudé en aceptarlo cuando me lo ofrecieron para ponérmelo bajo mi otra chamarra, que para ese entonces había descubierto que era demasiado delgada. El camino de asfalto empezó a penetrar a les Calanques, y el paisaje urbano pronto cambió a una plancha de montículos blancos tapizados por las yerbas y arbustos. Algunos coches nos rebasaban y empezaban a subir las colinas, tras las cuales no podíamos ver lo que se ocultaba. Incluso me fue necesario aceptar los guantes que Mor me ofreció. Nunca creí que el viento del que Olivier me había hablado fuera tan verdad. Mucho menos en un día tan soleado de otoño. Pero el mistral es una corriente de vientos que se gesta en los Alpes para luego bajar al Mediterráneo. No cabe duda entonces del porqué de su helada temperatura. Cuando alcanzamos poco a poco la cima de las colinas graníticas tuvimos una vista de la ciudad que se escondía tras los montes Marseilleveyre, como se les conoce comúnmente. Esta zona de Marsella se caracteriza por poseer escasa tierra. La mayoría del terreno es de roca, lo cual hace difícil a las plantas poder crecer. Es por ello que a lo largo de nuestro camino los pequeños arbustos eran más comunes que los grandes árboles. Así que prácticamente no había lugar donde esconderse del poderoso viento. Cuando llegamos a la punta de uno de los macizos calcáreos, frente a nosotros apareció el imponente mar Mediterráneo. Me había quedado en claro que no era un mar cualquiera. En Valencia, Barcelona e Ibiza el Mediterráneo me había maravillado con su increíble color azul, sus tranquilas aguas y, sobre todo, con su importante e histórico pasado. Estar frente al Mediterráneo siempre me llenaba de una calma inexplicable. Y Marsella no sería por nada la excepción. Luego de algunos serenos minutos y de un sándwich sobre las rocas, dimos la vuelta para volver al camino de asfalto. Sólo se puede acceder a un par de las playas del parque natural en coche, por una vía de asfalto y tierra. Es a una de ellas donde nos dirigíamos: la Calanque de Sormiou. Normalmente el descenso es mucho más fácil que el ascenso. Pero bajar un macizo rocoso con el único par de delgados tenis que había llevado a Marsella representaba algunas complicaciones. Debía ser cuidadoso con el terreno escarpado. El camino en zigzag nos llevó cuesta abajo hasta la parte trasera de un par de edificaciones, que parecían ser un restaurante y una pequeña posada. Nada muy lujoso ni extravagante. Y detrás de todo, por fin pisamos la húmeda arena de la ensenada. Allí abajo, por el fin mistral desapareció, y pude despojarme entonces de los guantes y mis dos abrigos, que bastante estorbo me hacían ya. Aunque sinceramente, el clima seguía siendo fresco. Y no fue nada normal para mí pararme sobre una playa con pantalón, tenis y un suéter. Mucho menos con el sol que quemaba nuestra piel. Melody y Bogdan no tardaron en irse. Tenían una reservación en un restaurante bastante famoso de Marsella y no querían perder la oportunidad de comer allí. Mor, Tamar y yo nos quedamos otro rato. La ensenada de Sormiou es quizá la de más fácil acceso desde la ciudad. Pero por ser otoño, el número de turistas era escaso, a pesar de haber sido un puente vacacional. En verano, las calanques se colman de bañistas que se sumergen en sus aguas, las navegan en kayak, en yates privados o simplemente toman el sol sobre sus playas. Para nosotros la situación fue bastante diferente. Nos bastó con sentarnos frente a sus tranquilas aguas y disfrutar de la vista. Pasamos allí una media hora más, caminando sobre la arena y sintiendo la suave brisa del Mediterráneo. Cogimos de vuelta nuestras cosas y empezamos a subir. Si queríamos llegar a buena hora a almorzar en la ciudad,debíamos emprender nuestro camino de vuelta. Pero en todas partes se puede encontrar un buen samaritano. Y una pareja se detuvo en su coche, al vernos subir con tanto esfuerzo la colina. Nos ofrecieron llevarnos hasta la ciudad, a donde pudiésemos coger un autobús. Y con el hambre que se había despertado en nuestros estómagos, aceptamos el trato. Mor y yo hablábamos francés con fluidez. Pero no era el caso de Tamar. Ella hacía su programa como asistente de idioma sin hablar casi una palabra de francés. Pero con Mor y yo al lado, no tenía nada que temer. Dimos las gracias a la pareja francesa y descendimos en la misma parada de bus a donde habíamos arribado unas horas antes. Y tras una siesta reconfortante a bordo, llegamos de vuelta a la ciudad. Comimos una rebanada de pizza antes de tomar el metro. Todavía había un importante punto que no habíamos visitado. Al oeste de la Rue de la République, que conecta el antiguo puerto de Marsella con el nuevo y moderno puerto, se encuentra uno de los barrios más viejos de la ciudad: Le Panier. Es la zona geográfica donde se establecieron los primeros griegos cuando fundaron la ciudad, hacia el año 600 a.C. Y hoy representa uno de los sitios más bellos e históricos de la urbe. Le Panier es conocido por ser un barrio popular de Marsella. Y no es de sorprenderse, ya que fue el primer sitio de implantación de los inmigrantes que a la ciudad arribaban, sobre todo en el siglo pasado. Así, en el vecindario todavía vive una cantidad importante de corsos y magrebians (provenientes del norte de África). En años anteriores, sobre todo terminada la Segunda Guerra Mundial, Le Panier se convirtió en un sitio común para el tráfico de mercancías y el bandalismo. Marsella posee todavía la fama de ser una ciudad peligrosa donde la mafia tiene cierto poder. Pero recorrer las calles de Le Panier para Mor, Tamar y para mí fue una experiencia totalmente placentera. El barrio es hoy un circuito célebre para los turistas. Gracias a proyectos de recuperación del lugar, Le Panier ha pasado a ser uno de los núcleos culturales de Marsella. El arte no sólo está presente en las coloridas paredes de sus edificios o en los elaborados grafitis que las adornan, sino en el interior de cada casa y local. Muchos de los estudios a las orillas de sus calles se han convertido en ateliers de pintura, cerámica, o cualquier otra expresión artística, donde los artesanos locales ofrecen sus productos a los transeúntes. Ropa, juguetes, cuadros, flores, artículos de material reciclado, fotografías, instrumentos musicales. Y por supuesto, no puede faltar la comida. Las cafeterías son parte del alma de Le Panier, y el chocolate es parte importante de ella. No dudamos entonces en sumergirnos en una de las chocolaterías para adentrarnos en su delicioso arte. La elección era imposible, entre tantas pequeñas (o grandes) tentaciones a nuestro alrededor. Pero nos inclinamos por una bola de chocolate blanco, envuelta en chocolate negro y espolvoreada con coco rayado. Un manjar que endulzó nuestro paladar y el resto de nuestra tarde en Marsella. Le Panier se forma por varias calles que bajan hasta el viejo y el nuevo puerto de la ciudad. Y es allí hasta donde nos llevaron sus rúas, justo para quedar nuevamente frente a la basílica de Notre Dame de la Garde, en lo alto del otro extremo. Entramos en un restaurante para comer una hamburguesa con papas y apaciguar el hambre que colmaba nuestros estómagos. Y antes de que el sol se ocultara, nos dirigimos al malecón del nuevo puerto para admirar más de cerca la Catedral de la Mayor, que se pintaba poco a poco con los colores del atardecer. Caminamos hacia el fuerte de Saint-Jean y visitamos un poco el interior del MuCEUM, el Museo de las civilizaciones de Europa y el Mediterráneo, que por desgracia estaba ya cerrando sus puertas al público. Frente al más posmoderno de los edificios de la metrópoli cayó la noche sobre nosotros y sobre Marsella, una ciudad que superó todas nuestras expectativas. Aunque no sería la última parada de la hermosa costa mediterránea francesa. Y algunos meses después, volvería a sus orillas para otras soleadas tardes frente a sus azules aguas.
  25. 4 puntos
    Miami es un destino de sol y playa, ideal para descansar en sus aguas cristalinas y arena blanca, también es un destino meca para los amantes de las compras quienes visitan sus outlets. Más allá de la playa y los deslumbrantes malls, existen otras excursiones para hacer, para quienes viajan por varios días o para quienes desean conocer un poco más.. Una de las propuestas diferentes que ofrece Miami, es dar un paseo en barco para conocer las casas y mansiones de los famosos. Además de conocer a Miami por tierra, existe la posibilidad de conocer la ciudad por tierra y por mar en un solo día. Es una buena manera de conocer la ciudad de manera completa. ¿Te gustaría conocer la Islas Bahamas? Desde Miami se puede realizar una excursión de dos horas para llegar a las Islas Bimini. Las excursiones suelen comprender el traslado y tiempo libre desde la mañana hasta la tardecita. Es importante tener pasaporte ya que se trata de un viaje internacional. Es recomendable chequear previamente si se necesita un visado para ingresar. Miami es una ciudad de contrastes con varios barrios diferentes, una de las propuestas es conocer en el día la zona de la Pequeña Habana, los distritos financieros y los barrios de Art Decó y Coconut Grove. Los Everglades forman parte de la Florida, a través de una excursión puede conocerse esta zona que tiene la fama de ser la más salvaje de los Estados Unidos. Se pueden recorrer los humedales y deslumbrase con la naturaleza en todo su esplendor. Para viajeros que van a estar varios días en Miami es recomendable adquirir la tarjeta de Go Miami Card, ya que la misma permite acceder a 28 atracciones diferentes incluyendo el Centro Espacial Kennedy y también los Everglades. Incluye además el autobús turístico, medio de transporte super recomendable para conocer cualquier ciudad y además ir escuchando con auriculares sus novedades e historia. ¿Quién no ha soñado nunca con el magnífico mundo de Disney? Este famoso parque temático atrae a adultos y también a niños y adolescentes. Cada uno de los parques cuenta con múltiples atracciones y espectáculos. Es importante decidir previamente cuál visitar ya que conocerlos todos en un mismo día resultará imposible. Una interesante alternativa para parejas, es vivir una noche única abordo del busque Island Princess donde además de disfrutar de unas vistas únicas de la costa de Miami, se puede además bailar al compás de música en vivo durante todo el viaje. El trayecto dura una hora y veinte minutos y se recorren las islas donde se ubican las mansiones de los famosos. En Miami sentirse astronauta por un día también es posible, realizando una excursión al Centro Espacial Kennedy. Durante esta excursión se visitan las bases de lanzamiento de la NASA en el Cabo Cañaveral ubicado en la parte este de Florida. Para familias con niños una linda idea es visitar el Museo Infantil de Miami situado en la Isla Watson. No importa si los pequeños no saben inglés, se puede disfrutar perfectamente en español. Siguiendo con los museos, el Museo de Arte es otro sitio de interés, el edificio es una obra de arte en sí mismo, es una de las postales más fotografiadas de la ciudad por su precioso jardín vertical. En el interior pueden encontrarse más de 1800 obras de arte de artistas de todas partes del mundo. Para los aficionados al mundo de los autos, una visita obligada es recorrer el sitio llamado Miami Auto Museum at the Dezer Collection. Es el museo más grande de automóviles de América con 1200 vehículos, pueden verse además coches que fueron utilizados en películas de Hollywood... Los vehículos originales de James Bond, el de los Cazafanstamas e inclusive el batmóvil. La ciudad de Miami cuenta además con un pequeño Jardín Botánico, llamado Miami Beach Botanical Garden, se trata de un pequeño jardín que puede recorrerse en menos de media hora pero que vale la pena visitar. Se encuentra situado cerca del Memorial Holocausto, otro sitio también interesante para recorrer. En el Jardín Botánico pueden verse tortugas, mariposas y fuentes de agua. Es un lugar ideal para tomarse una pausa y descansar. Pero si lo que más te atrae son los trenes, entonces el sitio a visitar es Gold Coast Railroad Museum, un museo especial y diferente, el cual alberga una colección de vagones históricos y objetos relacionados con el mundo de los trenes. Siguiendo con las propuestas distintas, se suma el Museo de Arte Erótico, donde además de una colección privada pueden verse artefactos de distintas épocas y lugares del mundo. Para conocer Miami a fondo hace falta dedicarle varios días, las propuestas son muchas ya que van desde conocer sitios naturales, museos de distintas temáticas y estilos, sitios espaciales, llegar al enigmático mundo de Disney, recorrer sus diferentes zonas y barrios, entre otras propuestas más. Es aconsejable elegir cuáles son las excursiones que se desean realizar y qué lugar se prefieren visitar para elegir el pase de bus turístico o tarjeta de atracciones más conveniente. Un consejo importante es sacar la cuenta del valor de cada excursión para hacer un mejor análisis! La mayoría de los sitios mencionados pueden visitarse en una excursión con traslado, otra opción es rentar un coche para tener más autonomía y libertad.
  26. 4 puntos
    San Francisco, es una de las ciudades imperdibles del Oeste de Estados Unidos, con varios paseos y propuestas interesantes para planificar unas vacaciones únicas. Es una ciudad multicultural con varios barrios para recorrer, museos y sitios cargados de historia los cuales se combinan con modernas estructuras. ¿Qué ver en San Francisco? La postal más representativa de la ciudad es el famoso Golden Gate con 2,7 kilómetros de longitud y 227 metros de altura, es uno de los puentes colgantes más largos y altos del mundo. Es por supuesto ,todo un símbolo de la ciudad. Puede verse desde varios lugares, pero el mejor punto para disfrutar de la vista del gigantesco puente es el Mirador H. Dana Bowers que además de las vistas privilegiadas de la estructura y de la bahía cuenta con otros atractivos como la estatua llamada Tje Lone Sailor Memorial y la Rosa de los Vientos una figura utilizada para mostrar la orientación de los puntos cardinales. Otro de los imperdibles puntos de la ciudad de San Francisco es la zona vieja del puerto, un lugar bastante turístico. Es una zona de múltiples actividades donde se puede visitar el viejo acuario de la Bahía, entrar en la historia de la II Guerra Mundial o simplemente tomar el barco para hacer un crucero por la bahía. Se suma a la lista de sitios imperdibles el Museo del Cable Car, es el lugar ideal para conocer más sobre como funciona el medio de transporte más entrañable de la ciudad. Se puede ver la enorme maquinaria sobre la que giran los cables que hacen que los tranvías circulen por todo San Francisco. Además, es posible ver antiguos tranvías. La zona más animada y comercial lleva el nombre de Union Square y se ubica en pleno centro de la ciudad. Conserva su papel como centro ceremonial de la ciudad, actuando como punto de reunión para eventos públicos, protestas y exposiciones de arte. En las cercanías de la plaza se sitúan las mayores tiendas. Es interesante dedicar un rato para conocer el entorno y caminar por las calles cercanas. Un interesante barrio para recorrer es Chinatown, podría decirse que es como si se tratase de una ciudad dentro de otra ciudad. Allí las fachadas coloridas, los farolillos, templos y restaurantes se apoderan del escenario con cientos de tiendas. El mejor momento del día para realizar un recorrido por el barrio chino es al mediodía cuando todas las tiendas están abiertas. Un dato curioso es que las famosas galletas de la fortuna que se sirven en los restaurantes chinos no fueron inventadas en China, sino que fueron horneadas por primera vez en San Francisco, por lo que vale la pena vivir la experiencia de sentarse a comer y recibir una galleta que pertenece a las dos culturas.... Todos los barrios parecen ser postales o cuadros, pero uno de los más emblemáticos y particulares es Alamo Square, llamado en nuestro idioma, Plaza del Álamo. Por su estética ha sido escenario de varias películas y series de televisión. Las casas victorianas de diferentes colores se apoderan de todas las miradas y llaman la atención de todos los viajeros. Algunos consejos para planificar tu viaje a San Francisco A la hora de planificar un viaje surgen muchas preguntas, como por ejemplo, cuál es la documentación necesaria, idioma, moneda, precios, cuáles son las fechas especiales entre otras preguntas más... En cuanto a la documentación necesaria, la misma dependerá del país de procedencia de cada viajero, por ejemplo los ciudadanos españoles para estancias menores a 90 días no necesitan visado, solamente deben rellenar un formulario de entrada y tener el pasaporte vigente. Hay varios países exentos de visa, mientras que otros deben realizar el trámite para obtenerla. El idioma oficial es el inglés, sin embargo el español es un idioma bastante hablado. En cuanto a los precios, San Francisco es más económica que otras ciudades turísticas de los Estados Unidos como por ejemplo Nueva York Algunos ejemplos de precios... Los billetes de metro tienen un valor promedio de 2,50 USD Una cena en un restaurante estándar tiene un precio desde 40 dólares en adelante Las entradas a los museos varían entre 15 y 35 dólares Una interesante opción si la idea es visitar varias atracciones es obtener la tarjeta turística Go San Francisco Card la cual tiene un precio de aproximadamente 67 dolares. A la hora de ir a cenar o almorzar, es importante tener en cuenta que muchos trabajadores subsisten gracias a las propinas, es habitual dejar entre un 10% y 20% del valor de la cuenta. El tiempo en San Francisco Los mejores meses para visitar la ciudad de San Francisco son de mayo a septiembre, ya que son los meses menos lluviosos. Es importante tener en cuenta que San Francisco se caracteriza por su clima mediterráneo con suaves inviernos húmedos y los veranos suelen ser muy secos. El verano en San Francisco no es demasiado caluroso, en esta época las temperaturas oscilan entre los 10º y los 21 º.
  27. 4 puntos
    Singapur, es una ciudad ubicada en el sudeste asiático. En sus inicios, surgió como una colonia comercial, en la actualidad es la capital de uno de los países más prósperos del mundo. Rascacielos, un importante puerto comercial que tiene la particularidad de ser uno de los más activos del mundo, rascacielos y un moderno metro son algunas de las tantas cosas llamativas que la ciudad tiene para ofrecer a sus visitantes. Singapur tiene un clima soleado, donde no existen las estaciones. Por su cercanía al ecuador siempre tiene un clima soleado, llueve casi todo el año, pero no es una cuestión para preocuparse ya que los chaparrones no suelen durar más de una hora. Singapur es un destino para conocer paseando, también se puede disfrutar de la naturaleza y de una activa vida nocturna. Una de las zonas imperdibles es el Parque de Merlion, donde se encuentra la famosa estatua símbolo de Singapur. Merlion es mitad pez y mitad león fue diseñado como la imagen del Ministerio de Turismo de Singapur. Muchos viajeros coinciden en que la mejor hora para visitar el Parque de Merlion es a la noche cuando los rascacielos de la ciudad se encuentran iluminados formando una hermosa postal junto con el símbolo de la ciudad. Otra de las zonas más visitadas es Clarke Quay, una zona de restaurantes que se encuentran a orillas del río Singapur. Abarca cinco manzanas con cosas de antiguos almacenes rehabilitados. También pueden encontrarse varios bares donde tomar una copa y disfrutar de la activa vida nocturna. Se suma a las propuestas turísticas, pasar por lo menos un día en una playa de la isla de Sentosa, se trata de una pequeña isla conectada con Singapur la cual se ha convertido en un parque de atracciones. Allí pueden encontrarse museos, atracciones, actividades de aventura y también el Universal Studios Sinapore. Sentosa tiene apenas 5 kilómetros cuadrados, pero durante los fines de semana suele llenarse de mucha gente en busca de descanso y sol. Si el plan es visitar la isla con menos cantidad de gente, una buena idea es ir un día de semana. Un barrio que merece la pena ser visitado es Chinatown, una buena opción para comer algo y visitar las tradicionales casas de colores perfectamente conservadas. Además de varios restaurantes, también pueden encontrarse un montón de tiendas de recuerdos. El plato nacional lleva el nombre de Chilli Crab y la fruta nacional es el durían tiene un olor y sabor muy característico y un precio bastante elevado. La gastronomía local tiene una fuerte influencia de China y de la cocina malaya. A la hora de ir de compras una de las mejores opciones es Orchard Road, una calle de centros comerciales donde también se encuentran las marcas internacionales. Si el plan es comprar gangas y cosas a buen precio, el sitio es Lucky Shopping Mall. Otros paseos para hacer son: recorrer los jardines como el Jardín Botánico, el Jardín Chino y el Jardín Zoológico. También existe un parque de aves y de reptiles al oeste de la ciudad, es un espacio natural que permite contemplar cerca de 600 especies de aves, anfibios y reptiles. La ciudad cuenta con varios museos como el Museo Asiático de las Civilizaciones donde puede verse etnografía perteneciente a China, India y otros países del sudeste asiático. Para los viajeros que están interesados en conocer más sobre la historia de este lugar, una idea es visitar el Museo de la Historia de Singapur. Se suma a las propuestas culturales el museo Marítimo. ¿Cómo moverse por Singapur? En general el transporte público es de muy buena calidad. El metro y el autobús son opciones ideales para moverse por la ciudad y conocer sus atracciones turísticas. Es importante mencionar que el metro está perfectamente conectado con el aeropuerto, es posible tomar un metro y llegar en media hora al centro. Info útil para visitar Singapur La mayoría de los países no necesitan visa para visitar este país. La moneda local es el dólar de Singapur, suele ser más barato que el dolar de Estados Unidos. Existen varias casas de cambio donde se pueden comprar los dólares singapurenses. En el aeropuerto puede cambiarse la moneda, pero como suele suceder en la mayoría de las ciudades del mundo, suele ser menos favorable el cambio en comparación con casas ubicadas en el centro. A pesar de ser un país lejano para muchos países, es muy fácil llegar ya que está bien comunicada con varias aerolíneas además de estar bien conectada con países vecinos asiáticos. Muchas aerolíneas vuelan con destino a Singapur inclusive también compañías low cost. En cuanto a las propinas, no es habitual dejar propinas, ya que en la cuenta del restaurante se suelen cargar como concepto de servicio. En algunos hoteles y restaurantes de lujo, si es frecuente que turistas dejen propina a su criterio. Pero en los taxis nunca se deja. Existen algunas opciones de pases turísticos que combinan la entrada a tracciones con facilidades en el acceso al transporte público. Un consejo a tener en cuenta tanto en Singapur, como en cualquier otra ciudad del mundo que ofrezca pase de atracciones, es realizar primero un cálculo para ver si combine comprar el pase evaluando cuanto se gastaría en la compra de las entradas individuales de cada atracción y el gasto en transporte para ver si se justifica la compra del pase o no, ya que depende de cuantos días se vaya a recorrer la ciudad y cuántos lugares se deseen visitar.
  28. 4 puntos
    El Caribe es una región ubicada ubicada al sureste de América del Norte, al Este de América Central y al Norte de América del Sur. Se trata de una de las zonas más turísticas del mundo. Las imágenes de las playas del Caribe son sinónimo de sueños perfectos… sol, mar, vida alegre, relax. Las opciones para unos días de descanso o diversión son muchas... Grace Bay es una de las mejores opciones. Este sitio tiene un aeropuerto internacional propio. Es un destino muy fácil e acceder desde Estados Unidos y desde el Reino Unido, por supuesto que también se puede acceder desde otras partes del mundo. Grace Bay es una de las playas que representa ese lugar idílico al que todo turista quiere viajar con arena fina y blanca y un mar turquesa. Playa Flamenco se encuentra ubicada en Puerto Rico. Es un destino muy popular sobre todo los fines de semana. Una de las particularidades de este sitio es que no es un destino masificado. Además de descansar se pueden realizar actividades como buceo, esnorquel, alquilar una bicicleta para recorrer la zona o simplemente dedicarse a observar la fauna y la flora del lugar. La playa más famosa de las Bermudas es Horseshoe Bay es llamativa por su arena ligeramente rosada, acantilados y aguas turquesas. Uno de los motivos por el cual la playa es elegida y valorada es por sus medidas de seguridad. Es importante mencionar que Bermudas es un destino donde se pueden encontrar varios pueblos pintorescos. Las playas de Aruba también se encuentran entre las preferidas por los turistas que van en busca de sol, arenas finas y mares turquesas. Una de las playas más populares es Eagle beach donde se pueden practicar varios deportes acuáticos. Cayo Largo es una pequeña isla cubana ubicada en el Caribe de apenas 25 kilómetros de longitud donde se pueden encontrar varias playas perfectas ideales para el buceo y el descanso.Siguiendo con los destinos de Cuba, Una de las playas más populares es Varadero. Bocas del Toro es la Capital de Isla Colón. Este destino se encuentra en Panamá y es una de las principales atracciones turísticas del país. Se trata de un archipiélago de nueve islas y más de doscientos islotes y cayos donde reinan las palmeras, la arena blanca y el mar cálido. Es un destino para unas vacaciones ideales de descanso. En México se encuentran varias opciones, siendo una de las preferidas por los turistas Tulum donde se pueden hallar playas con todos los condimentos típicos del Caribe. Es importante mencionar que se encuentra cercano a una gran barrera coralina, el Arrecife Mesoamericano, un paraíso para los amantes del buceo y del esnorquel. Es importante mencionar que un paseo por las playas de Tulum puede combinarse con una una visita a los sitios arqueológicos donde se pueden ver restos mayas. Entre las principales escapadas se encuentra recorrer la zona de Chichén Itzá. Siguiendo con los destinos de sol y playa de México se encuentra Cancún, la puerta de entrada al mundo maya y al Caribe. Cuenta con una importante variedad de infraestructuras y servicios para disfrutar de una buena estadía. Martinica es una accidentada isla del Caribe perteneciente a las Antillas Menores. Es una región de ultramar perteneciente al dominio francés. Su cultura es un reflejo de mezclas de tradiciones francesas y de las Antillas Bahamas es otro punto emblemático del Caribe. Es un archipiélago conformado por más de 700 islas y cayos. La capital de las Bahamas es Nasáu, es una parada popular para los cruceros muy llamativa por su paisaje montañoso. Otro de los motivos para visitar Nasáu es disfrutar de los arrecifes de coral ideales para practicar buceo y esnórquel. En Nasáu existen varios eventos anuales muy populares como la Regata a Vela de Año Nuevo, festivales de cine, entre otras propuestas más. Disfrutar de los destinos del Caribe es una oportunidad para probar la variedad de colores y sabores de sus platos típicos. La especialidad de esta región son los pescadosmientras que los acompañamientos a base de coco, arroz y plátano frito también son comunes. En esta región puede encontrarse una gran variedad de frutas tropicales como el mango, coco, lima, carambola entre muchas otras más. Las bebidas refrescantes y los licuados frutales son una buena opción para pasar los días de calor en sus playas. Consejos para viajar al Caribe Es importante llevar ropa cómoda y adecuada tales como short, bermudas, camisas, vestidos, trajes de baño, gorros y sombreros. La temperatura promedio de los destinos del Caribe ronda entre los 27º y 29º C por lo que también es necesario llevar protección solar. No son obligatorias las vacunas, pero por lo general, se recomienda estar inmunizado frente al tifus, polio, tétanos y hepatitis A. Es bueno llevar las medicinas de uso personal y frecuente. Suele haber una gran cantidad de mosquitos, para evitar picaduras es útil llevar repelente. En cuanto a la moneda, existen varias pero en la mayoría de los lugares se acepta el dólar americano. Temporada de Huracanes Una de las principales cuestiones a tener en cuenta a la hora de viajar al Caribe, es tener presente cuándo es la temporada de huracanes. Las épocas de huracanes suelen comenzar en junio y terminar a fines del mes de noviembre. Con respecto a la peligrosidad de los mismos, es importante mencionar que los meses de septiembre y octubre son los que tienen un mayor peligro de huracanes. Desde los centros de huracanes se analizan los cambios y actividad de los mismos. Un dato para mencionar es que los hoteles ya se encuentran preparados para recibir este tipo de eventualidades climáticas.
  29. 4 puntos
    Cada atardecer del ocho de diciembre hay algo curioso que todos los transeúntes que deambulan por las calles de Lyon pueden notar si viran sus cabezas hacia las casas adyacentes. Filas de ocho veladoras iluminan cada uno de los ventanales de algunos hogares. Es algo que ocurre desde mediados del siglo XIX, cuando se inauguró la estatua dorada de la Virgen María que custodia la Basílica de Fourvière, en lo alto de la colina homónima. La gente decidió desde entonces venerar a la virgen encendiendo veladoras en las fachadas de sus casas. Desde mi llegada a Lyon, mi compañero de piso me hizo lavar cada uno de los envases de yogur que comía por las mañanas. Tras dos meses guardados en una caja en el sótano, los usó para colocarles una vela dentro. Y llegado el ocho de diciembre, ocho velas fueron las que colocamos en la ventana de nuestro apartamento, y en cada una de las cuatro ventanas del nuevo piso que él había comprado, justo a la orilla del río Ródano, desde la que se tenía una increíble vista del centro de la ciudad. Si bien ni Olivier ni yo nos consideramos católicos, las luces son cautivadoras desde donde se les vea. Y las veladoras no son las únicas que al día de hoy iluminan Lyon cada 8 de diciembre. Aquella noble tradición cristiana se ha convertido en uno de los festivales más aclamados de Francia. La llamada Fête de Lumières, o Fiesta de las Luces en español. Pero para llegar a ser uno de los eventos más concurridos de toda Europa no basta con solo encender veladoras. La gente espera algo mucho más atractivo. Y Lyon supo dárselos. La Fête de Lumières dura normalmente cuatro días, siempre celebrada alrededor del día ocho de diciembre. No hace falta mencionar que la ciudad está ya decorada desde principios del mes con los adornos que anticipan la Navidad. Cuando en 2015 mis planes de mudarme a trabajar a Lyon fracasaron no sabía lo afortunado que había sido. Porque en 2015 la Fiesta de las Luces fue cancelada, posterior a los ataques terroristas de París en noviembre de ese año. Aunque en 2016 mucha gente se sentía todavía escamada por los sucesos, tocaron madera y esta vez acudieron más de dos millones de visitantes. Entre ellos yo. Así, dos días después de mi cumpleaños, la Fiesta de las Luces dio comienzo el jueves ocho de diciembre, prevenidos todos sobre el descenso en la temperatura exterior a menos de cero grados centígrados. La entrada a la presqu’île (el centro de la ciudad) no fue tan complicada como pensamos. Un par de revisiones por parte de los elementos de seguridad fueron suficientes. Antonia y Alke, mis compañeras de trabajo en Francia, parecían haberse abrigado mejor que yo para la ocasión. Yo con un par de suelas de peluche y ropa térmica debajo creí que sería más que suficiente. La Plaza de Bellecour es la explanada más grande en Lyon. En temporada navideña una enorme rueda de la fortuna se posa en uno de sus extremos. Y es allí donde se proyecta el espectáculo de luces. La Fête de Lumières finalmente ha evolucionado. Pasó de ser una simple tradición católica con veladoras a un masivo y moderno festival de luces y sonido. Aquel cortometraje animado encajaba perfectamente en la circunferencia de la rueda de la fortuna y mostraba a un Papá Noel que caía por una montaña rusa. Más adelante logramos cruzar el río Saona para alcanzar la catedral Saint Jean, en el Viejo Lyon. Aquellos 700 metros que normalmente toman unos 10 minutos andando se convirtieron entonces en casi media hora de recorrido a pie. La cantidad de gente que transitaba el centro era exorbitante. Posados en la Plaza de Saint Jean, la multitud se detuvo cuando las luces se apagaron, dando lugar a un espectáculo de luces mucho más abstracto del que habíamos sido testigos en Bellecour. Las paredes de la catedral parecían desmoronarse pedazo a pedazo disparadas por un rayo láser, y se reconstruían al ritmo a de la música electrónica. Desde el edificio frontal todo parecía un caleidoscopio gigante, ante el cual los asistentes aplaudían vigorosamente. En el medio de la colina de Fourvière, frente a la catedral, el anfiteatro romano se colmaba de veladoras, y sobre sus antiquísimas gradas de piedra se proyectaba lo que parecía ser un videojuego, al estilo de Mario Bros, que brincaba sobre los escalones para escapar de los disparos. Pero la corona de la Fiesta de las Luces se posa precisamente en la colina de Fourvière, donde desde el siglo XIX se alza la estatua de la Virgen María, sobre la basílica. Un letrero de luces forma la frase “Merci Marie” sobre el cerro, que puede verse desde varios puntos de la ciudad. Y no es casualidad que los lioneses hayan decidido venerar a María. El siglo XIV fue uno de los momentos más difíciles para toda Europa, pues un suceso peor que cualquier guerra asolaba sus ciudades. La peste negra. Se cree que la mortal enfermedad entró por Crimea gracias a la invasión de los mongoles, y pronto se expandió por la mayoría de los reinos europeos. La peste bubónica acabó con un tercio de la población en Europa, África del norte y Asia. No era de extrañarse que todas las ciudades en el Viejo Mundo temieran por la bacteria. En el tardío siglo XVII, la peste azotaba el sur de Francia, y la bacteria parecía esparcirse sin cesar. Los lioneses, llenos de miedo, no tenían más que hacer que rezar para que Dios los protegiese. Y, por fortuna, la peste nunca logró entrar a la ciudad. Fuese por los sistemas de seguridad de sus guardias o por el sistema inmunológico de sus habitantes, los citadinos creyeron que la Virgen María los había protegido. Y desde entonces se ganó el corazón de los lioneses. Antonia, Alke y yo, acompañados por Plinio, un brasileño al que alojaba con AirBnB, cruzamos de vuelta al centro de la ciudad para un último show de luces. Para ese entonces, mis pies estaban casi congelados. Bien me lo había advertido Olivier: estar expuesto al frío de Lyon por un tiempo tan prolongado no puede ser bueno para las articulaciones. Con extrema lentitud llegamos a la Place de Terreaux, donde una película sobre un Santa Claus ecológico y su simpático búho se proyectaba sobre el Ayuntamiento y el Palacio de Bellas Artes, llevando un buen mensaje a la ciudadanía y los turistas: detengan el calentamiento global. Un vaso de vino caliente y un pain au chocolat fueron necesarios para volver a casa reconfortado. Los siguientes dos días volvería a los mismos lugares para ver los mismos espectáculos de luces, ninguno de ellos capaz de aburrirme. Y luchando contra el frío decembrino, la Fête de Lumières fue el mejor regalo de cumpleaños que Lyon pudo haberme dado. Un festival que, indudablemente, me atrevo a recomendar.
  30. 4 puntos
    Argentina es un país muy extenso, tiene varios sitios que fueron declarados como Patrimonio de la Humanidad, cuenta con una de las Nuevas Maravillas del Mundo: Las Cataratas del Iguazú, varios sitios que reciben a viajeros de todo el mundo y también algunos destinos poco explorados, ideales para viajeros que van en búsqueda de lugares donde se puede disfrutar de la tranquilidad Hornocal A 24 kilómetros de Humahuaca se encuentra el Honocal, una colorida serranía de origen calcáreo. Es un destino que se puede visitar en cualquier época del año, el mejor momento del día para visitarlo es por la tarde, por la ubicación del sol. Hay quienes llegan a distinguir más de treinta tonalidades distintas. Campo de Piedra Pómez Se trata de un paisaje caracterizado por una gran cantidad de piedra pómez, que luego de varios años de procesos de erosión, adquirió la extraña y llamativa morfología que hoy presenta. Es un paisaje lunar representativo de la Puna de Catamarca. Se puede recorrer el lugar a pie, es imprescindible llevar gorra para el sol y agua. Lo más aconsejable es visitar el lugar con guía porque es muy fácil perderse. Saltos del Moconá Son casi tres kilómetros de caída de agua con alturas que varían entre los 3 y 5 metros. Se encuentran a 322 kilómetros de las Cataratas del Iguazú. Para visitar los Saltos es necesario chequear previamente el estado de los mismos en la página oficial del Parque Provincial Saltos del Moconá. La localidad más cercana donde hospedarse es el Soberbio, ubicada a 70 kilómetros. Bañado La Estrella Es el tercer humedal más grande del continente americano después del Pantanal ubicado en el vecino país de Brasil y los Esteros del Iberá. Se pueden ver enredaderas junto con una abundante vegetación y varias especies de animales. Puede hacerse una excursión en canoa para conocer el impactante paisaje y ver distintos tipos de animales como aves y mamíferos. Además es una buena oportunidad para conocer las culturas originarias. En la provincia de Formosa existen otras reservas y lugares donde encontrarse con la naturaleza como es el caso del Parque Nacional Pilcomayo, el cual se suele visitar e una excursión que combina al Bañado La Estrella. En el Parque pueden verse esteros, cañadas y lagunas, además de varias especies de palmeras. Otra de las reservas que forman parte de la provincia de Formosa es la Reserva Guaycolec, ubicada a 25 kilómetros de la ciudad de Formosa Capital, es un sitio ideal para conocer la fauna del lugar. La Payunia Es una reserva volcánica ubicada a 130 kilómetros de Malargüe. En este sitio puede verse una especie de muestrario de casi todos los tipos de volcanes que se encuentran en el planeta. Es indispensable recorrer la zona con vehículo alto y en lo posible con guía ya que los caminos internos no están señalizados y no hay servicios. Ischilín Se trata de un pueblo ubicado a un poco más de 100 kilometros de la ciudad de Córdoba. En la época colonial jugó un importante rol en el Camino Real como un paso alternativo hacia ele Alto Perú. En caso de visitar esta localidad de Córdoba en temporada baja, se recomienda reservar ya que generalmente los establecimientos suelen abrir los fines de semana. Glaciar Vinciguerra Es un glaciar austral ubicado en la provincia de Tierra del Fuego, es menos famoso que el Glaciar Martial. Se puede llegar únicamente haciendo trekking de cinco horas de duración. Piedra Parada Esquel cuenta con varias atracciones turísticas, dentro de las menos conocidas se encuentra Piedra Parada una rareza geológica ubicada a 80 kilómetros del centro de la ciudad. Es una gran piedra solitaria con una altura de 276 metros, convoca a curiosos y a escaladores. Se encuentra rodeada de aleros con pinturas rupestres.
  31. 4 puntos
    En Europa y en Asia se encuentran varias ciudades que son visitadas por miles de turistas todos los años, se trata de ciudades que cuentan con una cantidad de atractivos turísticos y paseos interesantes. Algunas de las ciudades imperdibles son… París Es sin lugar a dudas uno de los destinos turísticos más populares de todo el mundo con más de 40 millones de visitantes cada año. Es una ciudad con una gran cantidad de monumentos y edificios históricos, figuran entre los más conocidos, la Torre Eiffel, la Catedral de Notre Dame, el Arco del Triunfo y el Louvre, el museo más visitado de todo el mundo. Londres Sigue en la lista de imperdibles, Londres .Entre los lugares más turísticos de Londres se encuentra el Hyde Park, un importante parque real y el Big Ben, el símbolo más representativo del lugar. Otro punto emblemático de Londres es el puente que cruza el Río Támesis llamado Tower Bridge. Se suman a las propuestas turísticas de esta ciudad inglesa vivenciar alguna de sus emblemáticas obras de teatro. Roma Roma, conocida como la "Ciudad Eterna" por su gran belleza y como "Capital de dos Estados" por tener en su interior al Vaticano es también una de las ciudades más visitadas del mundo. Muchos son los motivos para recorrer Roma ya que en la ciudad se encuentra una gran cantidad de bienes arquitectónicos e históricos como la famosa Fontana de Trevi, el antigua estadio romano de gladiadores conocido como el Coliseo y la elegante Plaza Navona con llamativas fuentes y varios bares en sus alrededores. Milán Otra ciudad italiana que se encuentra en el top ten de las ciudades imperdibles es Milán. Es la ciudad más grande de Italia y una de las más pobladas. Uno de los principales atractivos turísticos de Milán es la Galleria Vittorio Emanuele II, sorprendente por exquisita su arquitectura. Barcelona A orillas del mar Mediterráneo se sitúa otro destino muy frecuentado por viajeros, Barcelona. Entre los atractivos turísticos de Barcelona están varios edificios y espacios que han sido declarados como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO como el Palacio de la Música Catalana, un auditorio con una llamativa fachada. Ámsterdam Ámsterdam, la capital oficial de los Países Bajos recibe gran cantidad de turistas que viajan con la finalidad de conocer uno de los centros históricos más grandes de toda Europa. Su centro histórico fue construido en su mayoría durante el siglo XVII, hoy en día es uno de los centros históricos más grande de toda Europa. En esta ciudad se encuentran varios museos, muchos de ellos de reconocidos artistas como es el caso del Museo de la Casa de Rembrandt y el Museo Van Gogh. Se suman a los atractivos turísticos de Ámsterdam el Museo de Cera de Madame Tussaud y el museo del cine, su prestigiosa sala de conciertos y el Barrio Rojo. Este último representa uno de los lugares más populares entre los turistas que visitan esta ciudad, además pueden encontrarse varios coffe shops. Bangkok En Asia también existen destinos muy concurridos como es el caso de Bangkok que además tiene la particularidad de ser la ciudad más poblada de Tailandia. Los templos y palacios son los lugares que más llaman la atención de quienes pasean por Bangkok. Hong Kong Hong Kong o puerto fragante según su traducción, es también una de las ciudades más visitadas del mundo. Entre los puntos para descubrir en Hong Kong están el Disneyland Hong Kong donde se puede disfrutar de la magia y aventura y el Paseo Tsim Sha Tsui, un paseo marítimo muy iluminado y llamativo. Kuala Lumpur La ciudad más grande de Malasia es Kuala Lumpur, un destino muy elegido sobre todo para ir de compras por su variedad de centros comerciales donde se encuentran las mejores marcas internacionales. Otros atractivos turísticos de Kualu Lumpur son el Parlamento de Malasia, la Torre Kuala Lumpur considerada una de las más altas de todo el mundo, es una torre de telecomunicaciones y también cuenta en su interior con un restaurante giratorio. Dubái Por sus magníficas construcciones y su encanto, Dubái recibe una gran cantidad de turistas que desean conocer sus rascacielos e imponentes centros comerciales. Las islas artificiales y mezquitas son también muy concurridas. Se suman a los motivos para visitar Dubai la actividad comercial, la ciudad recibe el apodo de “Capital de las Compras de Oriente Medio” ya que existen varios zocos e importantes centros comerciales como el Dubai Mall, el centro comercial más grande todo el mundo.
  32. 4 puntos
    Tierras montañosas conformadas por los Montes Vascos y la imponente Sierra de Cantabria hacia el sur forman parte de la geografía de Euskadi, el País Vasco. Se trata de una región ubicada en el Norte de España y Sur de Francia, una zona aún sin explorar, pero que siempre está cambiando y comienza a aparecer cada vez con más frecuencia en los itinerarios turísticos, varios son los motivos de ello... Es una de las regiones más antiguas y culturalmente ricas de Europa, tiene muchos sitios interesantes para que sus visitantes recorran como pueblos pintorescos, costas, paisajes verdes, una buena carta de vinos y una gastronomía de primera clase... Si visitás el País Vasco, uno de los sitios que no podes dejar de conocer es el municipio de Bilbao, la comunidad más poblada de esta región. Entre los lugares más destacados e imperdibles de Bilbao se encuentran el espacio verde del Parque Casilda Iturrizar, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la imponente Basílica de Nuestra Señora de Begoña y por supuesto la estrella máxima del lugar: El Museo Guggenheim. Este espacio de arte llama la atención por su diseño con formas curvilíneas retorcidas recubiertas de piedras y cristales. Se pueden encontrar importantes colecciones de artistas Vascos, españoles y del resto del mundo.También hay exposiciones temporales que cambian frecuentemente, por lo que siempre es una buena oportunidad para recorrerlo. San Sebastián es otro sitio que está cambiando la imagen vasca alrededor de todo el mundo por su exquisita gastronomía. La ciudad tiene dos restaurantes que están dentro del listado de los 50 mejores restaurantes del mundo, además de tener varias estrellas Michelín. Es uno de los sitios ideales para probar los pinchos. Se suman a los motivos para visitar San Sebastián, el hecho de que este sitio es sede de un importante festival de cine de habla hispana que se desarrolla todos los años. El País Vasco también tiene playas, la costa vasca tiene una gran cantidad de playas algunas aisladas, otras a medio camino, las hay de todo tipo. Una de las más hermosas quizás sea Laida, es especial ya que se encuentra en medio de un estuario y tiene la particularidad de cambiar su paisaje continuamente dependiendo del nivel de la marea. Uno de los destinos de playa más populares es Biarritz, muy famoso por sus aguas terapéuticas y en la actualidad muy elegido por los amantes del surf. Existen balnearios y restaurantes de lujo que se combinan armoniosamente con sitios más tranquilos donde se puede comer pizza y tiendas de surf. Gastronomía del País Vasco La especialidad más popular y representativa, sin lugar a dudas son los pintxos, llamados "pinchos". Se trata de una rebanada de pan sobre la que se colocan distintos ingredientes, es similar a las tapas. El nombre de pincho se debe a que tradicionalmente se le coloca un palillo para sujetar la comida que está por encima del pan. Existen pinchos calientes y también fríos. En algunos bares, a cada pincho se le suele colocar un palillo diferente para una vez terminada la cena, se cuenta cuantos palillos tiene el cliente y se calcula el precio de la cuenta. Por lo que si vas a un bar vasco a degustar pinchos, no olvides juntar los palillos. A la hora del postre, se destaca el Goxua, un dulce muy popular dentro de estas tierras al igual que las tostadas de crema. Para acompañar los pinxos se pueden probar sidras de la región o por qué no vinos tradicionales como el Rioja Alavesa. Cualquier momento del año es una buena oportunidad para recorrer el País Vasco ya que el Clima es suave aunque con estaciones bien definidas... El invierno no extremadamente frío y el verano suele ser muy confortable. sin embargo, no es mala idea planificar el viaje hacia estas tierras para el mes de septiembre para participar y disfrutar del festival de cine más prestigioso de habla hispana: el Festival de San Sebastián. El Festival comenzó a desarrollarse en el año 1953 y se continúa celebrando todos los años a fines del mes de septiembre… ¿Te gustaría disfrutar del Festival, conocer nuevos paisajes y probar los tradicionales Pinxos?
  33. 4 puntos
    Una de las primeras cosas imprescindibles para todos los viajeros es conseguir los vuelos más baratos. Los precios de las aerolíneas no tienen mucha lógica para nosotros los mortales. Pero algo es seguro: en temporada alta, fines de semana y mejores horarios los precios incrementan. Así que el primer paso es tener flexibilidad de fechas y horarios. Si conocemos nuestro destino lo mejor es investigar qué aerolíneas gestionan esa ruta y verificar sus precios directamente en sus sitios web. Los buscadores como Skysanner funcionan. Pero hay que tener cuidado, porque algunos suelen mostrar los precios sin impuestos (que finalmente puede parecer un 40% menos costoso que en la realidad). Hay que revisar los precios todos los días de ser posible. Para mi vuelo México-París pasé 15 días entrando al sitio web de AirFrance, hasta que de repente el precio para mis fechas bajó de $1 200 a $800 USD viaje redondo. Otro tip es mirar los precios desde diferentes computadoras o móviles de vez en cuando. Muchas aerolíneas detectan nuestras direcciones IP y no nos dejan ver los precios más bajos si saben que estamos interesados en un vuelo específico. Debemos también buscar desde y hacia todos los aeropuertos posibles que estén próximos a nuestro destino. Viajar a España, por ejemplo, es más barato desde Cancún que desde la Ciudad de México gracias a aerolíneas como Wamosair. Para los amantes de la aventura existen buscadores aleatorios, donde elegimos nuestro aeropuerto de salida y la aplicación nos dirá cuál es el destino más barato según la fecha. Así que si sabemos nuestras fechas disponibles de vacaciones, por ejemplo, podremos mirar a dónde nos saldría más barato volar. Ejemplos de estos sitios son Drungli.com y Kiwi.com. Por último hay que tener siempre en cuenta las aerolíneas lowcost, muy de moda actualmente. ¿Cuál es su secreto? Que no nos dan todos los servicios como el resto de las compañías. Cobran por cada elemento "extra": comida, equipaje documentado, impresión del billete, reservación... ¡Pero cuidado! Muchas de estas aerolíneas son baratas porque no pagan los mismos impuestos elevados. Por eso muchas veces utilizan aeropuertos de segunda mano, usualmente más lejos de las ciudades. Es el caso de Ryanair en Europa. Así que aunque encontremos un vuelo Madrid-París por 16 euros siempre hay que verificar de qué aeropuerto de París se trata. Si es uno a 60 km de la ciudad nos saldrá más caro el transporte a París que si hubiéramos viajado con otra aerolínea. Recomendaciones de compañías lowcost en Europa: Ryanair, Easyjet, Wizzair, Vueling, Transavia.
  34. 4 puntos
    La Ciudad más poblada de Estados Unidos y una de las ciudades más grandes del mundo es Nueva York, se trata de una auténtica ciudad global con mucho para ver y para hacer. Una de las ciudades del mundo a la que todo tipo de viajero desea conocer... A continuación te presentamos los lugares que no podes dejar de visitar en tu próximo viaje a Nueva York y algunos consejos prácticos.. Una las postales más características y representativas de la Ciudad de Nueva York es la Estatua de La Libertad, ubicada en la isla el mismo nombre. Este icono de la ciudad fue un regalo de los franceses a los estadounidense para conmemorar el centenario de la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos, además de ser un signo de amistad entre las dos naciones, hoy es uno de los paseos obligados para todos los turistas que pasean por esta poblada ciudad de los Estados Unidos. Siguiendo con la lista de paseos infaltables de Nueva York están los miradores, el más importantes de la ciudad es el llamado Empire State Building Observatory Deck, desde el piso 86 se puede disfrutar de unas vistas maravillosa de Manhattan. Consejo importante: se recomienda ir un día en el que el cielo esté despejado para poder ver la mayor parte de la ciudad. Otra buena idea es ir al atardecer para disfrutar de cómo las luces de la ciudad se van prendiendo. Otro de los miradores de la ciudad de Nueva York es el One World Observatory, un sitio ideal para disfrutar vistas increíbles desde algunos pisos más altos… el mirador se encuentra nada más y nada menos que en el piso 102. Un paseo por Nueva York no está completo sin antes dar un paseo por el Puente de Brooklyn y sacarse una foto o una selfie con esta gigantesca estructura.. Anteriormente se lo conocía como el "Puente de Nueva York y Brooklyn", en la actualidad se lo llama simplemente Puente de Brooklyn, el mismo une al distrito homónimo con el de Manhattan. Manhattan es uno de los cinco distritos metropolitanos que conforman la Ciudad de Nueva York. Varios son los paseos que pueden hacerse por este emblemático y pintoresco distrito, uno de los principales es visitar el Times Square, ubicada en la esquina Broadway y la Séptima Avenida, una esquina comercial muy activa y muy concurrida durante todo el día. En el centro de Manhattan se encuentra el llamativo Central Park, un sitio donde siempre hay algo para ver o para hacer independientemente de la estación del año. Es un parque muy visitado que recibe en promedio unos 35 millones de visitas al año. Se puede explorar el parque caminando pero es muy grande, por lo que si queres aprovechar el tiempo al máximo posible y llegar a ver todo, lo mejor es alquilar una bicicleta para recorrer el parque entero en un par de horas. Nueva York tiene varios museos, uno de los más importantes es el MoMA, Museo de Arte Moderno, el mismo se encuentra dentro de Manhattan y tiene importantes obras artísticas de reconocidos pintores como es el caso de Picasso, Van Gogh y Salvador Dalí. Se lo considera como uno de los mejores museos de arte moderno y contemporáneo de todo el mundo por tener una de las mejores colecciones de reconocidos artistas además de importantes colecciones de diseño gráfico, fotografía y cine. Consejos para visitar Nueva York... Si vas por primera vez, o viajas con poco tiempo, lo más recomendable es tomar el bus hop on hop off. Es la mejor manera de descubrir la ciudad y poder verlo todo. Es posible comprar los tickets por internet con descuento. Los pases de descuento pueden ser una buena opción para ahorrar tiempo y dinero, además son muy fáciles de usar. En el caso de que estés buscando vivir una experiencia única, no podes perderte el vuelo en helicóptero por Manhattan, se puede volar por la Gran Manzana durante unos 12 o 15 minutos y ver todo desde un ángulo distinto y super emocionante. Y un consejo no menos importante… Ir con la mayor cantidad de tiempo posible, la ciudad es muy grande y tiene muchas cosas para hacer y para ver!
  35. 4 puntos
    Al pensar en Suiza se nos viene a la mente chocolates irresistibles, relojes cucú y paisajes espectaculares. Suiza es un país que invita a hacer escapadas por la naturaleza, trekking, recorridos en bicicleta además de disfrutar de las estaciones de esquí. Entre los principales destinos están su capital, la ciudad de Berna con un interesante casco antiguo medieval y un arte moderno que vale la pena descubrir, la ciudad de Ginebra, la moderna Zúrich y la ciudad de Zug. Se suman a los puntos imperdibles la zona turística de los Alpes. Berna: una capital con encanto Berna es la capital de Suiza, una ciudad atravesada por un río que lleva el nombre de Aare. Una de las partes que no se puede dejar de recorrer de esta capital europea es la Ciudad Vieja de Berna la cual forma parte de los Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO por su conservada arquitectura medieval. Los edificios y construcciones más destacadas de este centro histórico son la Torre del Reloj de difícil nombre "Zytgloggeturm", el Reloj Astronómico y la Catedral de estilo gótico llamativa por su campanario de 100 metros de altura. Perderse en las plazas para redescubrir las antiguas fuentes del siglo XVI decoradas con figuras alegóricas forma parte de los atractivos de Berna. También hay grandes monumentos como el Palacio Federal, los Museos de Bellas Artes y de Historia. Ginebra: la ciudad de las mil sedes En la frontera con Francia se encuentra una de las ciudades más pobladas de Suiza: Ginebra. Se trata de una auténtica ciudad global con un activo centro financiero. Es además una ciudad muy relacionada con la diplomacia, existen en este territorio numerosas organizaciones internacionales muchas de ellas sedes y organismos pertenecientes a las Naciones Unidas. Ginebra es la ciudad que alberga el mayor número de organizaciones internacionales de todo el mundo. Es una ciudad que ofrece a sus visitantes una gran cantidad de museos y galerías de arte. Otros sitios interesantes para recorrer son el Conservatorio y el Jardín Botánico. Zurich En Zúrich también pueden encontrarse edificios destacados como iglesias, edificios públicos y casas burguesas de la edad media cargadas de historia. Sin embargo el lugar más destacado y símbolo del lugar es su catedral, La Grossmünter muy llamativa por sus grandes y prominentes torres gemelas. Otros sitios de interés son el Ayuntamiento de Zúrich con su exquisito estilo barroco, la plaza Paradeplatz y una calle de difícil nombre pero de lujosas y exclusivas tiendas: Bahnofstrasse. Llaman la atención también otros sitios como el Jardín Botánico y el monte Uetilberg. Este es el pico más alto de la ciudad, al que vale la pena ir para obtener una de las vistas más privilegiadas de la ciudad en donde se pueden apreciar el lago y los Alpes. Uno de los edificios imperdibles de Zúrich es el Teatro de la Ópera donde además de disfrutar de su imponente arquitectura se puede disfrtutar de una obra en vivo. Zug: un paraíso empresarial La ciudad de Zug es conocida por sus bajos impuestos y por ser sede de numerosas empresas. Es una de las zonas más ricas de Suiza en donde se encuentran paisajes y postales que parecen sacadas de un cuento. Esta fantástica ciudad de Suiza se encuentra emplazada a orillas del lago del mismo nombre. El casco antiguo al igual que toda ciudad de Suiza o de Europa merece un alto en el camino para redescubrirlo. La construcción más destacada de esta zona es la torre reloj con un poco más de 50 metros de altura. Otro punto interesante para visitar es el Museo del Arte el cual cuenta con diversas exposiciones que van cambiando a lo largo del año. Para conectarse con la naturaleza el mejor sitio es el Lago de Zug, se puede disfrutar de una romántica puesta de sol o por qué no emprender un viaje en barco. Los Alpes Suizos La zona de los Alpes suizos ocupan la mayor parte del país, un poco más de 50 % del territorio. La mayor parte de las cumbres tienen en promedio más de 4000 metros de altura. Es una zona muy utilizada como espacio de ocio y recreo. Una de las principales ciudades ubicadas en los Alpes Suizos es Davos muy conocida por ser una estación de esquí. Es la ciudad más elevada de los Alpes ubicada en un valle con sorprendentes paisajes. En Davos tienen lugar importantes eventos deportivos de invierno como la Copa Spengler, un torneo muy antiguo de hockey sobre hielo. Otra de las estaciones de esquí más importantes y exclusivas de Suiza se encuentra en Zermatt. Una de las curiosidades de esta comuna es que está prohibido el uso de autos que utilicen combustible, solamente pueden circular autos eléctricos o ambulancias y servicios de seguridad.
  36. 4 puntos
    Durante el trayecto a Girona me leo un articulo donde cuentan la importancia de esta 59ª edición de “Girona, Temps de Flors”, por tratarse de la primera vez en la que no participa María Corbarsí, considerada la fundadora de este precioso certamen. La exposición floral, que hoy en día ocupa todo el casco antiguo de Girona y sus principales monumentos, en sus inicios solo era una pequeño concurso organizado, en 1954, por la Secció Feminista con la colaboración del Ayuntamiento y la Diputación. Año tras año el certamen fue creciendo e involucrando más artistas, monumentos y asociaciones, tales como la asociación de “Amics de la Girona Antiga” que abrió las puertas a patios y jardines privados para exponer las hermosas esculturas florales. Otro de los grandes pilares de Girona en Temps de Flors son los más de mil voluntarios, según datos de la revista oficial, que año tras años hacen posible que la pequeña capital de provincia se llene de arte y flores. El centro histórico de Girona y la oficina de turismo se encuentra a unos 10 minutos de la estación de tren. Normalmente el camino más fácil y directo par allegar al casco antiguo es bajar por la calle del Hospital pero hoy me conviene desviarme e ir por la Plaza de la Constitución para visitar la muestra floral de la Plaça Santa Susana, de la iglesia del Mercadel, el patio del museo del Cine y el proyecto de la escuela La Salle y la escuela doctor Masmitja. En el viejo Pont de Pedra hay unos puestecitos de artesanía local a los que, a pesar de la enorme afluencia de gente, no parece ir demasiado bien... No os extrañe que haya mucha gente haciendo fila en lo alto del puente pues el Pont de Pedra es la parada oficial del abarrotado trenecito turístico, al parecer hay que mantenerse en cola más de 20 minutos para poder acceder a uno de los trenes que dan vueltas por el centro. La oficina de turismo esta llena aun así las recepcionistas atienden bastante rápido y en menos tiempo del que me esperaba ya había llegado mi turno. Si únicamente necesitáis el plano de las exposiciones y patios a visitar os recomiendo buscar en la estación de trenes el stand informativo habilitado para la ocasión o descargaros los siguientes pdf, uno con el mapa de Girona en Temps de Flors y el otro con la revista oficial. planol_tempsdeflors_2014.pdf revista_tempsdeflors_2014.pdf En mi caso quería, además, preguntar si tenían un dépliant con los menús y más información del Gastoflors, una iniciativa de más de 30 restaurantes que ofrecen platos especialmente preparados con flores. Al parecer la única información del Gastoflors es un listado con los restaurantes que participan, su dirección y el número de teléfono No es que me interesara ir, aunque no descarto que si hubiese encontrado un menú vegetariano a un precio razonable me hubiese hecho gracia comer una ensalada de flores . El caso es que unos amigos me habían pedido si les podía traer información pero tendrán que buscar ellos en un mapa donde esta cada uno de los restaurantes y llamar individualmente para saber en que consiste cada menú de flores. En uno de los margenes de la Plaza de Catalunya han recreado un folclórico escenario a orillas del río con maniquíes vestidos con los típicos trajes de antaño. Es bonito pero sin duda es mucho más original la propuesta de la Plaçeta del Carrer dels Vern, donde enormes margaritas hechas con botellas de colores cuelgan anárquicamente de las ramas de los preciosos cinamomos en flor, también conocidos como árboles del paraíso. El itinerario sugerido recomienda visitar la “telaraña de colores” del parque Jardín de la Infancia y continuar por la calle de les Beates pero yo me he decantado por trepar por la preciosa muralla del siglo IX. No puedo evitarlo siempre que he tenido la ocasión de venir a Girona acabo paseando por encima de sus tejados. A excepción de unos pocos turistas no hay prácticamente nadie recorriendo las murallas, por unos instantes olvido que hoy Girona esta llena de visitantes. También hay que tener en cuenta que si se quiere ver todos los patios, jardines y exposiciones quizás falten las energías para querer visitar también las murallas... Los Jardines del Alemanys son, junto con la muralla y la pequeña “Pujada de la Catedral”, mis rincones preferidos de Girona. En esta ocasión los jardines están parcialmente “ocupados” por el Fever Tree. El decorado usado para la presentación de sus cócteles y mixers es bonito: un viejo Citroen de color negro rodeado con cajas de madera repletas de hierbas aromáticas y frutas para sus mixers. No obstante me ha gustado mucho más la original creación de “Roba Estesa”, ropa tendida, que ocupa uno de los margenes del los jardines. Abandono los históricos Jardins Dels Alemanys, donde a finales del siglo XVII se instalaron los mercenarios alemanes destinados a Girona, y me adentro en el minimalista “Bosc Platònic”. L. Barbera, M. Escobar y M. Barinol nos invitan a experimentar la energía paseando a través de los cinco Sólidos Platónicos: el tetraedro, el octaedro, el icosaedro, el cubo y el dodecaedro. Del Bosque Platónico el recorrido pasa a través del arco de piedra, base de la preciosa cascada de flores del paraíso, al patio del museo del arte y a la propuesta “Umbracle” que invita a sentarse con calma y contemplar como el viento hace bailar las rojas e irregulares esferas creando un mágico contraste con el brillante verde primaveral. Callejeando por las estrechas y frescas calles de Girona he llegado al Mirador de los Maristes donde la corteza, el césped, el oxidado hierro, las marrones vasijas llenas de agua y pececitos dorados, junto con los coloridos lirios del Perú hacen que la exposición numero 36 encaje perfectamente con el mirador, llenando un vacío que daría mucho mas prestigio a este lugar generalmente olvidado por quienes visitamos Girona. Los lirios del Perú son de colores tan intensos y formas tan perfectas que uno llega dudar de la veracidad de los mismos, suerte que los abejorros y abejas no se guían por nuestros parámetros y revolotean felices entre tanto polen. Hay momentos en los que agradezco la pausa de colores llamativos y disfruto paseando por las callejuelas alejadas de las exposiciones, absorbiendo la paz y el suave color de la piedra y contemplando algunos de los maravillosos rincones que tiene Girona. Para llegar a la Casa Lleó Avinay, uno de los escenarios imprescindibles de Girona Temps de Flors, hay que adentrarse en el viejo Barrio Judío y bajar por la calle de Sant Llorens. Lleó Avinay fue el último de los grandes señores de la aljama de Girona, barrio judío, y uno de los más ricos de la época. De su riqueza y vida son testimonios directos las viejas estancias de piedra, los patios y el enorme jardín que fue construido y diseñado siguiendo la estructura del “Árbol de la Vida”. Actualmente se trata de una casa particular y generalmente esta cerrada al público pero su historia y estado de conservación la convierten en un escenario único e imprescindible. Sigo el recorrido marcado por el interior de la Casa Lleó Avinay y entro en la primera estancia abovedada donde una tormenta de neutrinos desciende desde una esponjosa y blanca nube sobre un campo de claveles de colores. Como si quisiesen invitarnos a pensar que el viento siempre aleja la tormenta en la siguiente estancia una compleja y delicada escultura de origami y cestería de color blanco revolotea encima de las aromáticas plantas de tomillo envolviendo todo la estancia como un enredadera que nace de los rincones, suelos y paredes transportando la intensa fragancia del tomillo. El jardín de la preciosa casa señorial esta cerrado y solo nos permiten mirar desde la verja “El Yin-Yang del agua y las flores acuáticas” donde los Amics del Diseny nos enseñan que a pesar que en sus inicios el agua y el aire pueden ser destructivos creando enormes remolinos de claveles, poco a poco se van calmando hasta llegar a el reposo y la serenidad de una bañera llena de blancas flores acuáticas. El recorrido continua y ahora entramos en una habitación oscura donde la música hace vibrar el agua de un barreño de color naranja, del que salen múltiples tubitos de agua que recorren la estancia hasta entrecruzarse, enrollarse y formar una gran cabeza pensante que no para de girar y reflejar el agua y las luces que atraviesan su interior. “Capa a un Altre Mon” así se llama la escultura que nos muestra como los pensamientos forman a la persona y estos mismos alimentan su entorno creando un continuo flujo de energía. En el viejo patio hay una pequeña muestra de persianas de madera que en parte tapan las hermosas flores del balcón que sin embargo logro encuadrar La última sala de la Casa Lleó Avinay esta dedicada a “La flor Etérea: Belleza Ingrávida a 2 Años Luz” una preciosa representación de la nebulosa de Grua. Mostrandonos que la belleza es la compañera eterna de lo frágil, de lo fugaz y de lo efímero... La siguiente exposición es el Museo dels Jueus, y aunque el patio y la salida se encuentran en la misma calle de Sant Llorens la entrada esta en el Carrer de la Força. de haber seguido el recorrido aconsejado no hubiese tenido que ir hacia adelante y atrás inútilmente pues habría visitado primero el museo y luego la Casa Lleò Avinay. Si únicamente se quiere ver la muestra floral del Museo de los Judíos hay que seguir las indicaciones al patio, de todos modos yo os recomiendo entreteneros un poco por las distintas salas del museo para entender la historia y los acontecimientos que tuvieron lugar en la antigua Girona. El precioso patio judío acoge la muestra floral numero 40 que a través de su obra quiere presentarnos los pensamientos y memorias de diferentes escritoras judías. Visito algunos de las propuestas expuestas en los patios del Carrer de la Força, las más representativas o curiosas las puedes encontrar en mi álbum de Girona, Temps de Flors, así como fotos de detalles y rincones de la exposición floral. La calle Pujada de la Catedral, como ya he dicho antes, es otros de esos rincones de Girona que tanto aprecio, me resulta difícil, por no decir imposible, pasear por el casco antiguo de esta pequeña capital de provincia sin sentarme en los escalones de la calle y sumergirme en mir pequeños y graciosos recuerdos infantiles... donde la abstracta escultura de bronce de Subirachs fue mi inamovible compañera de juegos durante más de tres meses. Hoy la estatua se encuentra rodeada por un campo de “Canyes y Clavells” Si por un lado la exposición me impide saludar a la estatua de Subirach, por el otro el suave tintineo de las campanas junto con el susurro de las serpentinas y claveles mecidas por el viento, envuelven la bonita calle de la Pujada de la Catedral, creando una atmósfera irreal que invita a relajarse por unos minutos escuchando el susurro del viento y absorbiendo la cálida luz del sol. Alrededor de la vieja fuente del patio de la Casa l'Ardica revolotean cientos de mariposas de colores rosados. Me encuentro al pie de la alta escalinata de la Catedral de Girona o mejor dicho de la preciosa exposición “Agora” donde los artistas han querido agradecer a María Corbarsí los 58 años dedicados a crear, fomentar y consolidar Girona, Temps de flors. Cientos de blancas figuras humanas están reunidas en la escalinata, todas ellas sentadas relajadas, sin prisa, parece que todas tienen el tiempo y la predisposición para conversar, cantar y escuchar. Si en lugar de hacer fotos para poder compartirlas online reflexionáramos sobre todo aquello que vemos, nos daríamos cuenta que en cierto sentido la efímera vida de estas planas figuras esta más colmada que la nuestra, donde preferimos escribir un whatsapp que hablar con el de al lado, asegurar que “me gusta” la foto de un prado verde en lugar de tumbarme y relajarme en uno, escandalizarnos por las injusticias del otro lado del mundo cuando ni siquiera miramos a los ojos de aquellos que sufren delante nuestro.
  37. 4 puntos
    Fue en definitiva un día agotador, pero perfecto. El encargado del hotel nos indicó que uno de los taxistas del mismo establecimiento podría llevarnos a recorrer algunos de los lugares más conocidos del Distrito Federal (lugar también conocido como Ciudad de México) y considerando que se comenta que es uno de los lugares más peligrosos del mundo para aventurarte sólo (una exageración a mi parecer ), aceptamos la oferta por un precio muy inferior al del ofrecido por agencias de turismo de la zona. 7 de la mañana y me encontré con dos de mis compañeros de viaje rumbo a dos de los destinos más populares de la zona de Distrito Federal. El primer sitio a visitar, las ruinas de Teotihuacan: “lugar en donde los hombres se convierten en dioses o ciudad de dioses”. Luego de alrededor de 40 minutos de recorrido, paramos en primer lugar en un encantador centro artesanal en donde nos explicaron respecto a la creación de diferentes productos de la zona, pero a decir verdad, lo que más me interesó, por supuesto, fue como creaban una bebida denominada “pulque” la cual se fabrica a partir de un tipo de cactus gigante llamado “maguey” y que de acuerdo a la vendedora, quien nos hizo una detallada demostración de su preparación, garantiza la cura de muchas enfermedades tales como infertilidad y problemas inmunes, pero siendo su principal atributo el ser un poderoso afrodisiaco. ¡¡Deme 10 botellas señorita!! Posteriormente de una variada degustación de tequilas y recorrer el centro artesanal, nos dirigimos finalmente a las ruinas. Nos habían pronosticado frío intenso para éste día, pero por supuesto, el pronóstico del clima fue incorrecto, por lo que fue necesario comprar unos sombreros típicos para la ocasión antes de dirigirnos y ascender en primer lugar, la pirámide del sol, conocida como la tercera pirámide más grande del mundo. Debo decir que al contemplar la pirámide del sol desde abajo, si bien la vista de ésta es impresionante, la tarea del ascenso parece bastante sencilla. Sin embargo, luego de iniciar la subida nos dimos cuenta de nuestro error. Es un esfuerzo considerable para poder llegar a la cima, especialmente para personas con un regular estado físico, pero luego de 234 escalones logramos nuestro cometido y en definitiva valió la pena. De acuerdo a las tradiciones de la zona, se sugiere que al llegar a la cima se pida un deseo y este se cumplirá, pero yo a pesar de ser una supersticiosa de tomo y lomo, reconozco haber olvidado esto y haberme quedado contemplando lo maravilloso del paisaje. En definitiva esto siempre me pasa al visitar lugares de los que he leído en libros y he escuchado relatos de mis queridos viajeros. Simplemente, me sumerjo en el momento y agradezco la posibilidad de poder contemplar con mis propios ojos lo pequeños que somos y sueño como habría sido para mi, vivir en una civilización diferente a la actual. Luego de mi momento contemplativo , emprendemos la bajada y posteriormente un recorrido por la “calzada de los muertos” para contemplar tanto la pirámide de la luna, como la ciudadela. La visita a nosotros nos tomó alrededor de 2 horas, pero es posible pasar mucho más tiempo en la zona, especialmente si te animas a realizar un paseo en globo por la zona, tur que es considerado como un imperdible al visitar Teotihuacan. También es posible ocupar más tiempo si tu intención es subir la pirámide de la luna o tomar un tur completo con la historia del lugar, pero como nosotros andábamos con tiempos acotados, retornamos a nuestro taxy para ir rumbo a nuestro segundo destino.... Venecia. Bueno, no Venecia de Italia, sino la Venecia de México: Xochimilco. Nunca pensé que conocería Xochimilco. Posiblemente porque antes de viajar a Ciudad de México en Enero de éste año, no sabía ni siquiera que existía este lugar y debo decir que si pudiese realizar una lista de los paseos más encantadores que me ha tocado realizar, definitivamente éste se encontraría entre mis predilectos. ¿Por qué? Mi respuesta es quizás algo más sencilla. Xochimilco te permite contemplar la felicidad y vivirla al ritmo de música, mezcladas con tequila y micheladas . Mejor me explico, Xochimilco es una de las 16 zonas del distrito federal la cual es más conocida por ofrecer a los turistas unos encantadores paseos en “trajineras”, que son embarcaciones para aproximadamente 10 a 15 personas las cuales se utilizan en aguas poco profundas de aproximadamente 30 centímetros de profundidad. Llegamos alrededor de las 4 de la tarde en donde el mismo taxista nos realizó los contactos para rentar una de estas embarcaciones y así poder recorrer los canales del lago Xochimilco, acordando de forma previa que nuestro recorrido duraría alrededor de dos horas. Nos subimos a la embarcación y una de las primeras cosas que nos ofrecieron fue, por supuesto, una cubeta enorme llenísima de cervezas Corona, las cuales podíamos consumir durante el viaje pagando las consumidas al final del recorrido. Perfecto! El paseo es sencillamente encantador. Los canales son muy angostos, muchísimo más de lo que yo hubiese esperado, por lo que finalmente te encuentras con canales llenísimos de estas llamativas embarcaciones, y resulta bastante frecuente que éstas colisionen suavemente entre sí. Contemplar el atardecer desde una trajinera es una experiencia muy relajante y sublime. Nosotros optamos por cenar a bordo de la embarcación en donde bastó indicarle a nuestro conductor, para que un pequeño botecito se aparcara junto a nosotros y una pareja cocinara nuestra cena y la trasladara dentro de nuestra trajinera, todo esto mientras nuestro paseo proseguía. La comida realmente deliciosa. Tacos dorados, quesadillas y mole, acompañado todo de las infaltables tortillas con guacamole y frijoles negros, todo por un valor muy inferior a lo que normalmente estoy acostumbrada a pagar. Es frecuente que diferentes embarcaciones más pequeñas se acerquen y ofrezcan variados servicios, desde artesanías de la zona, hasta mariachis que por una módica suma de dinero, suben a tu embarcación y te acompañan en el paseo. Son estos pequeños lugares del mundo los que te permiten darte cuenta que aún existe magia para el viajero, en donde es posible perderte en un mundo completamente diferente del que vienes y en un instante, al cerrar los ojos, te das cuenta que hay momentos como éste, que siempre los recordaras como un instante perfecto. 6 de la tarde, y nos dispusimos a retornar a nuestro hotel, cansados , pero felices.
  38. 4 puntos
    El país más grande del mundo es Rusia, un país con grandes atracciones turísticas, mucho para recorrer y para ver. En una viaje por estas tierras no debe faltar una parada en la mega ciudad de Moscú, un recorrido por la ciudad de los varios museos, San Petesburgo y una parada en Vladivostok. Por supuesto que recorrer un país es también una oportunidad para descubrir nuevos sabores y probar platos exquisitos. Moscú Una de las ciudades más grandes del mundo es Moscú... Es la mega ciudad más septentrional de la Tierra y la segunda ciudad más poblada de Europa, a nivel mundial es la sexta ciudad más poblada. Entre los lugares más famosos de Moscú e imperdibles está el Kremlin, la fortaleza de los zares en donde se encuentran varios palacios e iglesias. El Kremlin junto con la Plaza Roja forman parte de la lista de los Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO. La Plaza Roja es la plaza más famosa de Moscú en donde se encuentra la Catedral de San Basilio, famosa por sus cúpulas en forma de bulbo. La construcción de esta catedral fue ordenada por un zar y se realizó entre los años 1555 y 1561. El Kremlin no sólo llama la atención por sus exteriores sino también por el interior conformado por inmensos jardines con varios cañones pertenecientes a los dos ejércitos que participaron en la guerra. Siguiendo con las postales infaltables de Rusia, se encuentra la Catedral de la Asunción en la que se entremezcla la emblemática arquitectura de Rusia con la elegancia del Renacimiento Italiano, por su belleza es considerado como el edificio más representativo de Moscú. Moscú tiene un clima continental de tipo húmedo, los inviernos suelen ser muy rigurosos y largos con mínimas que pueden llegar a los 9 grados bajo cero. Los veranos suelen ser suaves aunque breves, por lo que la mejor época para visitar esta ciudad es durante los meses de verano. San Petesburgo Es la segunda ciudad más poblada de Rusia con un poco más de cinco millones de habitantes. Esta importante ciudad de Rusia es hogar de más de 200 museos, muchos de ellos se encuentran dentro de edificios históricos. Uno de los museos más importantes es el Museo del Hermitage, se trata de una de las mayores pinacotecas y museos de antigüedades del mundo. En el museo puede visitarse una colección de más de tres millones de piezas antiguas pertenecientes a las civilizaciones romanas y griegas, además pueden apreciarse cuadros y esculturas pertenecientes a la cultura Europea Occidental. San Petesburgo tiene una destacada arquitectura, la ciudad tiene tres rascaciones importantes y llamativos. La arquitectura está representada por edificios de estilo barroco y neoclásico. Muchas construcciones de la ciudad fueron catalogadas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Vladivostok Vladivostok es una ciudad portuaria ubicada muy cerca de la frontera rusa con China y Corea del Norte. Es una ciudad muy interesante para conocer desde el punto de vista cultural ya que hay una gran cantidad de galerías, museos y centros de exposiciones. Esta ciudad rusa se encuentra a orillas del mar por lo que tiene paisajes muy lindos para disfrutar, además de cielos intensos en el verano e inviernos despejados. Por las condiciones climáticas de la ciudad, la mejor época para visitarla es durante los meses de verano. La ciudad es muy accesible turísticamente ya que tiene una amplia red de comunicaciones con tranvías, trolebús y un aeropuerto internacional. Sabores de Rusia Por el carácter multicultural del país la gastronomía es muy variada, existen platos de procedencia polaca, francesa e italiana. La gastronomía se caracteriza por una abundancia de pescados, setas, frutas del bosque y miel. Los platos típicos suelen ser hiper calóricos debido a que se necesita mucha energía para poder soportar las bajas temperaturas. Algunas de las especialidades son la famosa sopa Borscht, hecha a base de remolacha patatas. Las sopas en Rusia suelen tomarse durante todo el año, durante los meses de verano se toman sopas frías. El primer plato también suelen ser ensaladas, como la famosa "ensalada Rusa" preparada con patatas, guisantes y mayonesa. Otra cosa muy popular en la cocina de Rusia es el caviar, existen de distintas clases. También son muy populares las conservas, especialmente las de frutas, verduras y setas. En cuanto a las bebidas tradicionales, la más emblemática del lugar es el té. Suele tomarse a cualquier hora del día, siempre caliente con limón, sin leche y azúcar. En todos los sitios rusos y también aquellos sitios que pretendan mantener un estilo de este país, suelen tener unas teteras especiales las cuales se mantienen encendidas sobre una llama para que el agua esté siempre caliente.
  39. 4 puntos
    Tasmania es una Isla ubicada en Oceanía, es considerada como un estado de Australia junto con otras pequeñas islas más. Es famosa por encontrar a uno de los tantos marsupiales que se pueden ver en Australia, el famoso Demonio de Tasmania. Es una mezcla de calles adoquinadas y construcciones antiguas, río, viñedos y paisajes vírgenes. En esta pequeña isla se encuentran 17 parques nacionales, costas pristinas y pueblos regionales, y muchas cosas más para conocer y disfrutar... Hobart, una antigua capital australiana La capital y la ciudad más grande de Tasmania es Hobart, es una de las ciudades más antiguas de Australia. Muchas son las cosas que se pueden hacer en Hobart como visitar los mercados de fin de semana, visitar galerías y subir al Monte Wellington. Si el plan es descubrir más sobre la historia del lugar, no pueden faltar una visita a los museos y también a las galerías de arte. Es un sitio que también ofrece la degustación de bebidas como Whisky y vinos. Monte Wellington Tras un viaje de pocos kilómetros desde la ciudad capital de la Isla, se puede llegar al Monte Wellington. Este sitio es ideal para descubrir unas vistas únicas de Hobart, sus islas y la Península de Tasmania. Se puede subir hasta la cumbre en una excursión de medio día. Se suman a los atractivos contemplar el árbol pulpo, el más alto de todo el bosque. Otra alternativa para disfrutar de este lugar es dar un paseo en bicicleta por las montañas mientras se observan formaciones rocosas glaciares, bosques tropicales templados y una llamativa flora. Descubrir el mercado local: Salamanca Otro de los paseos imperdibles de Hobart es visitar el mercado local de Salamanca, donde se puede palpitar la cultura local, comprar artesanías y disfrutar de bailes al aire libre. En la zona, además pueden verse almacenes cargados de historia, muchos de ellos fueron construidos en los años 1830 y antiguamente eran utilizados para guardar granos, lanas, aceites y otras mercaderías importadas. En la actualidad, las construcciones fueron modificadas y allí funcionan galerías, teatros, cafés, bares y restaurantes. Se pueden encontrar también boutiques donde comprar joyas, ropas, ropas confeccionadas por diseñadores locales y mucho más... Wineglass Bay, una de las mejores playas del mundo Un paseo por Tasmania no está completo sin antes visitar sus playas. Una de las mejores playas de Tasmania y también del mundo es Wineglass Bay, se trata de un arco de llamativas arenas blancas en combinación con un mar de color azul. Es un lugar perfecto para navegar, andar en kayak, hacer excursiones, escalar o simplemente descansar y disfrutar del paisaje. Por su forma curva casi perfecta y su arena pura, ganó la reputación de ser una de las mejores playas del mundo! Redescubrir el pasado en Launceston Al norte de Tasmania se ubica esta interesante ciudad, es la segunda más grande después de la capital. Fue fundada por europeos en el año 1806 lo que la convierte en una de las ciudades más antiguas de Australia y un sitio ideal para disfrutar de antiguas construcciones. Launceston es una ciudad que no sólo atesora construcciones históricas y un interesante pasado sino que también fue hogar de grandes hitos... allí fue el lugar donde se utilizó por primera vez anestésicos en el hemisferio sur, además fue la primera ciudad de Australia que fue iluminada por hidroelectricidad. Contactarse con la naturaleza en parques nacionales Una de las áreas naturales de Tasmania es el Parque Nacional del Monte Field, famoso por las cataratas Rusell. Otra interesante área natural para conocer es el Parque Nacional del Suroeste, es el parque más grande de la Isla de Tasmania y forma parte de la Reserva Natural de Tasmania, fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Por supuesto que un paseo por Tasmania no está completo sin antes ver de cerca y fotografiar al animalito tan conocido, el famoso Demonio de Tasmania; actualmente se encuentra en peligro de extinción. Pero no es el único marsupial de la isla, también se pueden ver otros como el Tigre de Tasmania, o el pequeño betong de Lesueur el cual habita en los bosques templados. En la actualidad el Demonio de Tasmania es una especie protegida y puede verse en los parques de vida silvestre como el Taranna ubicado en la Península de Tasmania. Tips para tener en cuenta Cualquier época del año es una buena ocasión para disfrutar de Tasmania. Las condiciones climáticas pueden cambiar bastante rápido, la ropa en capas es una buena opción además de llevar algún abrigo. Es necesario llevar protector ya que probablemente se pase bastante tiempo afuera disfrutando de las distintas atracciones de Tasmania. Al igual que en muchas ciudades de Australia, en Tasmania también existen los pases, unas tarjetas que incluyen el valor de las entradas a los puntos turísticos de interés. Estas tarjetas tienen un valor inferior al que se pagaría visitando cada una de las atracciones turísticas y pagando las entradas por separado. También hay un pase para visitar los Parques Nacionales.
  40. 4 puntos
    La lista de destinos para un viajero depende siempre de las distancias, del dinero, del tiempo y del azar. Pero ciertamente es común toparse con las mismas personas a lo largo de la ruta, en varios lugares de la misma región y el mismo país. Y no es extraño que elijan todos el mismo sitio. Finalmente, todos entramos en la categoría de “turista”. Y si hay algo que un turista busca es ver y vivir cosas sorprendentes. Algo sorprendente es, en la mayoría de los casos, una atracción natural o humana diferente a lo que hemos visto en nuestra vida, y con una historia que suele maravillarnos. Y como una buena referencia tenemos los Patrimonios de la Humanidad. En 1972 la UNESCO creó este título mundial para ser conferido a los lugares del planeta de importancia cultural o natural excepcional para la herencia común de la humanidad, que deben ser preservados ante toda situación. Por supuesto, ese catálogo de 1031 puntos de la Tierra es un must go para la mayoría de los viajeros. Algunos de ellos sumamente conocidos, como las pirámides de Guiza y Machu Picchu. Otros más ocultos y prometedores, como los castillos de Japón o el Canal del Mediodía. Pero si algo tienen en común es la belleza que los caracteriza. La ciudad de Cracovia, el primer destino en Polonia donde me acogió otro buen couchsurfer, es otro de los bellos patrimonios alrededor de Europa que pude visitar. Maciek me había mostrado su pequeño pero valioso casco antiguo, donde residen muchos de los importantes hechos de la historia polaca. Tras dos noches en la antigua capital contaba aún con tiempo antes de partir al siguiente día. Y contra todo engorroso pensamiento que cruzase por mi cabeza, posé lo que sabía sería una pregunta muy incómoda para Maciek y su novia: “¿Qué tal si visito Auschwitz? No está muy lejos de aquí”. Ambos se miraron y rieron, denotando no ser el único ni el primero con intenciones de ir. “Todo el mundo viene a Polonia para ver Auschwitz”, dijeron. “Es quizá el destino más visitado del país”. Aunque sabía lo triste que debe ser que la mayor atracción turística de tu país sea un campo de concentración alemán (cuando la de mi país es una pirámide maya), no pensaba dejar que una visita a Auschwitz inundara la totalidad de mis recuerdos sobre Polonia. Sinceramente lo dudé mucho. Mis designios para un primer viaje por Europa era pasar un buen rato por las ciudades y conocer gente local. Pero Auschwitz es otro Patrimonio de la Humanidad. Y aunque carente de belleza, es su importancia histórica lo que le otorga el reconocimiento. Es de saberse que Auschwitz no es un destino para disfrutar. No es un destino para tomar lindas fotos, pasar una buena tarde, comer entre amigos y pasear bajo el sol. No es de hecho otro lugar histórico a donde uno va sin saber qué pasó. Pero es verdad que para muchos es una visita obligada, como un símbolo de la iniquidad del hombre contra sus semejantes. “Es tu decisión”, insistieron ambos, haciéndome saber lo cruda que podía ser la experiencia. Así que hicimos un pacto: yo visitaría Auschwitz y volvería por la tarde para comer todos juntos unas empanadas polacas, dulcificando así el final de mi día antes de mi partida. Auschwitz es una palabra difícil de pronunciar, pero que en todas las mentes humanas de hoy resuena como una canción imposible de olvidar. Pero es originalmente solo el nombre en alemán para la población polaca de Oświęcim, situada a unos 45 km al oeste de Cracovia, muy fácil de alcanzar con los buses locales que parten del centro de la ciudad. Esta zona, antes conocida como la Alta Silesia, fue una de las áreas polacas ocupadas por el Tercer Reich alemán desde 1939. Y fue solo un año después cuando Heinrich Himmler, comandante en jefe de la Schutzstaffel nazi (SS), ordenó la construcción de un campo de concentración en la población de Auschwitz, aprovechando los ya existentes barracones del ejército polaco y los terrenos destinados a la doma de caballos. Contrario a lo que muchos piensan, Auschwitz no fue el primer campo de concentración. Incuso, los nazis no lo habían destinado al exterminio masivo en un principio, sino que estaban interesados en la explotación agrícola, de grava y de arena. Pero la situación geográfica entre dos ríos lo hacía susceptible a inundaciones. No obstante en 1940 comenzó su construcción, valiéndose de la mano de obra esclava de los primeros prisioneros: presos políticos alemanes, polacos y soviéticos. El resultado fue el primer centro administrativo del complejo, con barracones de ladrillo y alambradas que hoy albergan la entrada al Museo Estatal de Auschwitz. Tras pagar mi ticket y siguiendo la alambrada llegué a la famosa entrada oficial del campo Auschwitz I, donde se lee el lema: “el trabajo os hará libres”, una frase que otorgaba falsas esperanzas a los recién llegados prisioneros. Pero algo era cierto: estaban allí para trabajar. A lo largo del campo se encuentran todavía de pie los barracones donde los nazis alojaban a los esclavos, divididos por nacionalidades y razas. Así, hoy podemos visitar el barracón de los neerlandeses, los rusos, los polacos, los belgas, los húngaros, los checos… cada uno con un minimuseo que narra las deportaciones en cada país y cuenta testimonios reales, con fotos y videos que las describen a la perfección. Algunos barracones no han sido convertidos en museos y se mantienen tal como se encontraron al final de la guerra, mostrando así la realidad de cómo vivían la mayoría de los presos. Camas de ladrillo de un metro de alto con “colchones” de paja y un diminuto hueco que servía como ventana de ventilación, por donde debían respirar hacinados todos los huéspedes. Pero aquellos barracones eran un hotel comparados con el célebre bloque 11 de Auschwitz I, que era llamado “la prisión dentro de la prisión”. En un principio los prisioneros eran traídos a Auschwitz para obligarlos a trabajos forzados, que incluían la agricultura, la construcción y mantenimiento del campo. Pero aquellos que demostraban un mal comportamiento y desobedecían las órdenes de la SS (encargada de la gestión de todos los campos en el Tercer Reich) eran enviados al bloque 11 como “prisioneros de la prisión” para ser castigados. Los métodos de tortura y homicidio llevados a cabo por los nazis en este presidio son simplemente escalofriantes, y suficientes para no dejar entrar a los niños, que muchas veces me pregunté por qué los hacían visitar el museo de Auschwitz a su corta edad. La muerte por inanición era algo común, encerrando al preso en una celda sin ventanas y dejándolo días sin beber ni comer. La muerte por ahorcamiento también era algo fácil de ver en sus pasillos. Pero una de las cosas que más me aterró fue ver celdas de un metro cuadrado. ¡Un metro cuadrado! Con una pequeña puerta en la parte baja por donde el prisionero entraba a gatas. Y todavía más increíble es saber que en esas celdas los nazis llegaron a encerrar hasta cinco personas a la vez. Imposibilitados de sentarse y moverse, eran dejados a su suerte por varios días hasta que murieran por hacinamiento e inanición. El bloque 11 es sin duda una prueba de lo irracional que el ser humano puede llegar a ser. Y como un acto conmemorativo, junto al edificio se encuentra hoy preservado el Muro de la Muerte, pared de piedra donde los alemanes asesinaron con tiros en la cabeza a miles de prisioneros, a los que hoy se les rinde homenaje con arreglos de flores. Fue en el bloque 11 donde por primera vez en Auschwitz se experimentó el asesinato con el gas Zyklon B, que dio como resultado la muerte de 850 prisioneros polacos y rusos. Tras la exitosa prueba se construyó la primera cámara de gas y el crematorio, que entre 1941 y 1942 fue utilizada para gasear a cantidades grandes de presos dentro del complejo. Y hoy es la única cámara de gas que sigue en pie en Auschwitz. En la punta noreste del complejo se yergue ese pequeño edificio, que a los ojos parece totalmente inofensivo. Cualquiera que no conozca la historia probablemente lo pasaría de largo. Y muchos de los que sí la conocen preferirían simplemente no entrar. En la puerta principal se lee un letrero en varios idiomas que anuncia: “Usted está a punto de entrar a un lugar donde fueron asesinadas cruelmente miles de personas. Por favor guarde un comportamiento de respeto”. Y no es de extrañarse lo específicos que deben ser. El primer cuarto solía ser la recepción de los prisioneros, donde se les pedía desnudarse para luego pasar a “las duchas”. En seguida hay una puerta que conduce a “los baños”, una fría y vacía sala de piedra con tuberías falsas en el techo y un agujero superior, por la que hoy los visitantes pueden cruzar siguiendo el camino de listones. Pero yo no acepté esa invitación. El solo hecho de caminar unos metros para atravesar un cuarto donde miles de personas inocentes fueron ahogadas con un pesticida y donde todavía hoy en las paredes se ven las marcas de uñas de las desesperadas víctimas antes de morir me llenaba de un desasosiego indescriptible. Algo contra lo que no pude lidiar. Sin siquiera tomar una foto ni dar un paso adelante regresé por la entrada y me dirigí a la última habitación, los hornos crematorios, donde hoy se rinde también homenaje con arreglos de flores. Ubicados justo al lado de la cámara de gas, el duro trabajo de transportar los cadáveres a los hornos, revisar orificios naturales en búsqueda de piezas de valor, quitar los dientes de oro y luego incinerar los cuerpos era llevado a cabo por los Sonderkommandos, las unidades de trabajo formadas por prisioneros que vivían separados del resto y contaban con mayores privilegios. Vivían bajo una presión psicológica inimaginable, ya que a veces eran ellos quienes conducían a sus propios amigos y familiares a la muerte por gas, y si decían algo eran incinerados vivos en los hornos. Los Sonderkommandos eran los mayores y crudos testigos de las atrocidades llevadas a cabo por los nazis, y por ello eran ejecutados y reemplazados cada tres o cuatro meses, eliminando todo rastro de testimonio. Pero al menos uno de ellos, el doctor Miklós Nyiszli, sobrevivió, y narró en los juicios de Núremberg las labores a las que eran sometidos. En estos últimos juicios, entre 1945 y 1946, se condenó a cadena perpetua y pena de muerte por crímenes de guerra y contra la humanidad a varios de los funcionarios nazis (aunque no a la mayoría), muchos de los que fueron ejecutados en la horca que todavía se posa frente al crematorio de Auschwitz I. Y aunque los crímenes llevados a cabo en Auschwitz I fueron atroces, los nazis necesitaban cada vez más espacio para la cantidad de opositores que deportaban desde las zonas ocupadas, lo que llevó a la ampliación del complejo con Auschwitz II – Birkenau. En 1941 se finalizó el segundo campo, a unos 3 km de Auschwitz I, por el que los turistas pueden llegar en bus o tours privados. Yo por el contrario decidí caminar. Había visto ya demasiadas películas y sabía que las vías del tren llegaban directo hasta Birkenau. Así que las seguí hasta toparme con la famosa entrada. Aunque poca gente conoce la palabra Birkenau, es eso lo que viene a la mente de la mayoría cuando piensan en Auschwitz. Auschwitz II – Birkenau es el recuerdo vivo y tangible más oscuro del holocausto. Auschwitz II, a diferencia de su hermano, no fue construido como un campo de trabajados forzados. Fue construido exclusivamente como un campo de exterminio. Las vías del tren fueron ampliadas hasta el interior del campo, última parada para los trenes de carga de ganado en los que los prisioneros eran enviados desde su lugar de captura. Muchos vagones llegaban con gente ya muerta en su interior, luego de un mortal viaje de varios días en el que escaseaba el espacio personal y no se les proporcionaba agua ni alimentos. A ambos lados de las vías se extienden decenas de subcampos con barracones todavía peores que en Auschwitz I, construidos con madera, y todos rodeados por alambradas que eran electrificadas, mismas en las que muchos presos se suicidaron. Cada subcampo era destinado a un subgrupo de prisioneros de tránsito separados por sexo, nacionalidad y etnia, en especial judíos, gitanos, homosexuales, opositores del régimen y prisioneros de guerra. Las primeras mujeres llegaron a Birkenau en 1942. Si bien los ancianos, niños, discapacitados y mujeres representaban el grupo menos útil para los nazis, muchos de ellos fueron también hacinados como transitorios en los barracones. No todos los subcampos pueden ser visitados. Pero basta con ver los pocos que están abiertos al turismo para ser testigo de la impiedad de la SS. No hace falta describir la condición en que los esclavos dormían amontonados. Techos con goteras, literas diminutas, ausencia de colchones, almohadas y mantas, habitaciones frías en el invierno y calientes en el verano. Era el ambiente perfecto para la proliferación de enfermedades, mismas que asesinaron a un gran número de presos, sobre todo el tifus. Los retretes se limitaban a una fila de letrinas que pocas veces estaban conectadas a un sistema de agua. Los prisioneros eran obligados a defecar allí, sin importar si las montañas de excremento salían de los agujeros. Pero entre todo ello hubo algo más que simplemente me partió el corazón. El barracón de los niños. La totalidad de ese inmueble estuvo ocupado por niños de todas partes del Reich que llegaron como prisioneros huérfanos, la mayoría de ellos judíos. Todos fueron asesinados en las cámaras de gas, no sin antes dejar su inocente huella por las paredes de Auschwitz. En un muro junto a una de las camas todavía permanecen indelebles los dibujos hechos por uno o más niños de los que allí dormían. No pude evitar pensar qué pasaba por la mente de esas pequeñas criaturas allí encerradas, que estaban viviendo en carne propia y pagando con sus inocuas almas el terror de la guerra más sangrienta que ha tenido la humanidad, y de uno de los mayores genocidios cometidos en la historia. Tratando de secar mis lágrimas caminé hacia el fondo del complejo, donde alguna vez se alzaron las cuatro cámaras de gas que pudieron haber asesinado a más de un millón de personas entre 1941 y 1945. De ellas hoy quedan solo las ruinas de sus planos. Antes de abandonar el campo ante la entrada de los soviéticos por el este de Polonia, los nazis destruyeron casi toda evidencia de su existencia. Las cámaras fueron construidas como un cuarto subterráneo, con un horno crematorio contiguo para la consiguiente incineración de los cuerpos. Algunos calculan que las cámaras tenían cabida para 2500 personas a la vez, lo que suma un número diario de asesinatos simplemente alucinante. Como he dicho antes, Auschwitz II – Birkenau fue ideado exclusivamente como un campo de exterminio. Los prisioneros que recién arribaban en tren eran separados en dos grupos con la ayuda de los médicos nazis, entre ellos el famoso Joseph Menguel, que realizó experimentos lacerantes e inhumanos con varios de ellos. Los más fuertes y sanos eran enviados a un periodo de cuarentena y luego asignados a un campo de trabajo contiguo, con un tatuaje que asignaba su número de prisionero. La suerte del resto no era nada prometedora. Los niños, ancianos, discapacitados y muchas mujeres eran enviados directamente a las cámaras, donde los Sonderkommandos los engañaban diciéndoles que tomarían una ducha. Entre el arribo de un prisionero y la quema de su cadáver podía pasar menos de una hora. Auschwitz II – Birkenau era simplemente una fábrica de la muerte. Muchos de los prisioneros en los subcampos eran enviados a las cámaras luego de varios meses de trabajo, ya que se encontraban demasiado debilitados para continuar, y eso para los nazis no era rentable. Subcampos enteros fueron exterminados en un solo día, como el desalojo de los judíos húngaros en 1944 y la llamada Zigeunermacht (noche de los gitanos), en el que todos los gitanos del campo fueron exterminados en una sola acción. Al lado de los hornos un extenso edificio servía como recepción a los prisioneros que habían pasado la prueba de selección. Allí se les despojaba de sus pertenencias, se les daba una ducha desinfectante, se les vestía con su uniforme de reo y se les tatuaba su número de identidad. Era en este edificio donde se mataba el espíritu de los esclavos desde el comienzo, haciéndoles saber que ya no había salida. Todas las pertenencias eran enviadas al campo Canadá, donde los mismos prisioneros separaban los artículos de valor para que posteriormente fueran enviados a Alemania. Hoy quedan solo las ruinas del Canadá, que resguarda todavía muchos de los objetos que alguna vez hicieron felices a aquellos fallecidos en el interior del campo. Lentes, zapatos, ropa, juguetes, joyas… Pero entre todo lo malo la esperanza nunca murió para algunos. Y el Canadá y su personal sirvieron para planear el único ataque de resistencia que se llevó a cabo dentro de Auschwitz. Como en toda prisión, en Auschwitz hubo contrabando. Y con ello algunos presos consiguieron bombas que entregaron al Sonderkommando en turno a finales de 1944. El Sonderkommandos logró explotar casi la totalidad del horno crematorio número IV, creando una confusión en la que algunos escaparon y muchos otros murieron, incluyendo tres soldados nazis. Aunque la misión no liberó al campo, sentó las bases de esperanza para los que sobrevivieron. Y en enero de 1945 ellos mismos fueron liberados por los soviéticos, que derrotaron a los alemanes en el frente este. Las historias en este remoto lugar del centro de Europa son infinitas y desgarradoras. Y aunque no se puede disfrutar de él como el resto de las atracciones en el mundo, está allí como un símbolo de la guerra que nos recordará siempre lo que no debe volver a pasar. Como lo había prometido, volví a casa de Maciek por la tarde para comer empanadas y sobrepasar el rato amargo que Auschwitz me dio. Pero verlo para creerlo fue sin duda una experiencia enriquecedora.
  41. 4 puntos
    Viví siempre en una ciudad con playa, costa y obviamente mar, mi querida Mar del Plata… Siempre me llamó la atención el mar, es algo que por más que vea seguido nunca deja de sorprenderme, me gusta caminar por la costa y disfrutar del mar en mi ciudad, cuando hace calor me agrada andar por la orilla y a veces sentarme simplemente a contemplar esa llamativa línea que lleva el nombre de horizonte. Viviendo en la actualidad en una ciudad de río, en ocasiones siento que falta algo… No es que el río no me guste, todo lo contrario. Es un paisaje muy bonito, especialmente en Brisbane, ciudad de Australia en la que estoy viviendo. El río es muy largo, tiene casi unos 400 kilómetros, siempre salgo a caminar por la orilla, también me divierte cruzar los puentes peatonales e inclusive dar un paseo en ferrie para ir desde un barrio hacia otro mientras contemplo la vista. Pero como les decía, el mar se extraña... Afortunadamente hay varias opciones de playa y muchas de ellas están muy cerca de aquí, además se puede ir en tren, medio de transporte que me encanta, porque viajas super rápido y de manera muy cómoda. Ya había estado en la Gold Coast, el destino meca para quienes quieren disfrutar de un día de sol y playa y viven en Brisbane y también en la Sunshine Coast. En la tercera oportunidad de un día de playa estaba entre la duda de elegir un nuevo destino o volver a la Gold Coast, la cual me gustó mucho, porque tiene unas extensas playas y un interesante centro comercial muy bonito para recorrer. Pero decidí “aventurarme” hacia algo distinto y de paso ahorrar algunos minutos de tren, ya que el destino que elegí estaba a solo 40 minutos contra los anteriores que están a casi una hora y media o dos, o de algunos otros que me faltan conocer que están un poco más lejos. Entonces partí con destino a Redcliffe... Redcliffe, está ubicado en el área que se llama "Bahía Moretón" (Desde mi punto de vista el nombre es erróneo, ya que si se fijan en un mapa, el lugar no es una bahía, sino una península) Es un pueblo costero sumamente tranquilo, viven aproximadamente un poco más de 10000 mil personas. Lo primero que hice al bajar del tren, fue tomar un colectivo para ir hacia la zona de playas. Afortunadamente en esta ocasión, la estación no estaba muy lejos y el viaje llevó menos de 10 minutos. Tuve mi almuerzo en un café de la zona comercial que está ubicada frente al mar y después salí a caminar por la costa. Es un paisaje de playa muy diferente al que ví en los otros destinos, tiene otra vegetación, en algunas partes hay rocas en lugar de arena. Luego de caminar un rato, llegué hacia una hermosa parte en donde había una gran pileta pública con todas las facilidades, lugares para preparar comida y calentarla... pero no quería quedarme allí, prefiero siempre el mar... Seguí caminando un poco más y llegué a una parte de playa en donde se podía bajar y había arena. No dude en bajar para caminar por esa orilla nueva para mí. Me llamó la atención que el agua estaba aún más "calentita" que en los destinos anteriores, tenía una temperatura muy agradable como si fuera una pileta. Lo mejor es que no estaba super poblada, había sí algo de gente, pero no una gran cantidad. El lugar era sumamente tranquilo, se puede dejar la mochila en la arena sin ninguna preocupación y aprovechar a refrescarse un poco en las aguas cálidas, cosa que no dudé en hacer. Después de disfrutar del agua del mar, seguí caminando por la costa y nuevamente di un paseo por el centro. Antes de irme pasé también por un shopping village que había en el lugar, pero ya estaban cerrando todos los negocios. En Australia es muy común que todo cierre temprano, tipo 5:00 de la tarde en mi reloj biológico, horario que aquí se considera la noche, momento de descansar, volver a casa y cenar. Un detalle que me llamó mucho la atención del paseo, es que el horizonte no se veía como estoy acostumbrada a verlo, sino que atrás de esta línea natural tan maravillosa, se veían sierras y construcciones, supongo que pertenece a la Isla Moretón, otro destino al que voy a ir antes de regresar a mi país, ya que tiene varias atracciones turísticas como ver delfines...
  42. 4 puntos
    Pensar en viajar a la Polinesia puede ser todo un desafío, por sus tarifas, sus islas figuran entre los destinos más caro del mundo. Sin embargo, no es un sueño inalcanzable... Una vez que tomamos la decisión de viajar a un destino, lo primero que hacemos es averiguar los precios de los pasajes aéreos y de los hoteles. A la hora de viajar a la Polinesia una cuestión fundamental es comprar los pasajes con anticipación. Comprar con tiempo es siempre sinónimo de pagar menos! Otra clave es elegir las ciudades o las islas que vamos a visitar con anticipación. Una buena idea, si el presupuesto es acotado, es evitar destinos entre los que haya que volar ya que los boletos de avión entre localidad y localidad suelen ser caros. Una alternativa puede ser elegir ciudades o islas entre las que sea posible transportarse en un medio más económico como el ferri. Siguiendo con los consejos para no gastar demasiado, lo ideal será que la estadía sea un departamento, ya que además de ser más barato que un hotel, nos permite preparar algo de comida por lo que también se puede ahorrar en restaurantes. Para los más aventureros está la opción de intercambiar alojamiento y de paso conocer nuevos amigos. Un itinerario sugerido: Tahití y Moorea Un dato muy importante y principal… Todos los vuelos internacionales llegan a Tahití por lo que no hay que gastar en otro pasaje una vez que llegamos a este destino sino que podemos quedarnos aquí y disfrutar. Tahití es la Isla más grande de la Polinesia francesa. Es una alta isla montañosa, de origen volcánico rodeada por arrecifes de corales. ¿Qué se puede ver en Tahití? Muchas cosas... Románticas puestas de sol, aguas turquesas sobre las barreras de coral... Es un destino ideal para relajarse y disfrutar de la naturaleza. Siguiendo con la lista de atractivos turísticos a visitar se encuentra el Monte Tahitienne. Para los más aventureros está la opción de escalar el monte y descubrir cascadas y cuevas. Sin lugar a dudas, uno de los paisajes más sorprendentes de Tahití es la Península de Tairapu donde se pueden explorar cuevas que fueron refugio de los primeros habitantes. Por supuesto que está la opción de hacer snorkel y disfrutar de las especies marinas de manera más cercana. Uno de los paseos principales para hacer en Moorea es visitar el Mirador de Toatea, es un punto panorámico donde se puede admirar la belleza de la isla y de sus aguas azules. Otro actividad para disfrutar de vistas maravillosas es ascender al Belvédère. Siguiendo con la lista de paseos, está el encuentro con delfines salvajes y ballenas a través de un tour en embarcación. Para presupuestos más acotados un buen plan puede ser visitar el Mercado de Pao Pao, es una de las actividades menos conocidas de Moorea. Es una excelente manera de pareciar la vida cotidiana de los locales. Navegar por la laguna puede ser otra interesa actividad para descubrir las bahías y hacer snorkel. Luego de tantas actividades y paseos, no vendrá nada mal descansar en la playa y disfrutar de las arenas blancas. Algo muy importante es que si estás en la Polinesia, no podes dejar de presenciar bailes tradicionales. En algunos sitios la entrada suele ser gratuita, por lo que es cuestión de solamente ir y disfrutar. Una pregunta que también puede surgir es... ¿Qué llevar de souvenir o de recuerdo que no sea muy costoso? La respuesta es algún tipo de perla. Hay de todos tipos, tamaños y precios. Otro souvenir muy lindo y además útil es la vainilla, es de muy buena calidad y tiene un precio muy bajo. No es mala idea optar por un aceite de coco, muy útil para la cocina y también para el cuidado capilar. Otros consejos más... En el caso de querer visitar varias islas y conectarlas por vía área, es recomendable informarse con anticipación sobre los pases aéreos que suelen ofrecen importantes descuentos. Viajar con un día dedicado para el descanso. Para adptar de inmediato el reloj biológico al ritmo de la vida de la Polinesia es conveniente dedicar el primer día al descanso y no a actividades muy exigentes. Visitar dos islas por semana puede ser un buen ritmo, ya que cada traslado de isla a isla supone invertir unas tres horas de tiempo. Finalmente, no puede faltar en tu equipaje sandalias de plástico para recorrer los arrecifes o playas de roca, un buen protector solar, protector labial, anteojos de sol, repelente, sombrero o gorra, una campera impermeable y una cámara de fotos, una cámara acuática puede ser una buena opción.
  43. 4 puntos
    Hello From the other side, justo estaba escuchando el conocido tema de Adelle cuando aterricé en Australia… Y viene muy bien para mi situación porque vivo bastante lejos de esta gigantesca isla… Soy de Argentina, lugar que muchos de los lugareños no conocen, ni siquiera saben en que idioma hablamos… No vayan a creerse que los lugareños son antipáticos ni descorteses porque más bien son todo lo contrario, son super amables. Su inglés es un poco particular, pero tienen una gran paciencia, son muy serviciales y te ayudan en todo lo que puedan. Llegué a Australia a raíz de una beca de mi novio, el tenía la posibilidad de elegir cualquier lugar del mundo… Habíamos empezado por Europa, primer continente que a todos se nos viene a la mente a la hora de viajar. Yo tenía muchas ganas de aprender Francés, pero empecé a pensar en que en esta época del año allí es invierno, entonces decidimos buscar algo que estuviese en nuestra misma latitud o similar… y terminamos aquí en Brisbane, una ciudad sumamente encantadora por donde se la mire. Brisbane es la tercer ciudad más grande de Australia, eso también ayudó en nuestra decisión... Estamos acostumbrados a vivir en una ciudad mediana a bastante grande. Nos encantan los pueblos pero no para vivir, sino para pasar unos días. Sabíamos que si no era un lugar grande nos ibamos a aburrir fácilmente. Hace una semana que estoy aquí de los tres meses que vamos a pasar. Paseando vi muchísimas cosas muy interesantes y llamativas. La limpieza es muy impresionante, vas caminando por las calles y es practicamente imposible encontrar un papel tirado o basura. Ni siquiera se ven las bolsas de basura, ya que se guardan en contenedores en lugares poco visibles. Otra cosa, es que no se ven pintadas, ni graffitis, el arte callejero no tiene lugar aquí. Wifi en el banco! Sí, claro… te podés conectar gratuitamente cuando estás en el banco sin que nadie venga a decirte lo contrario o a pedirte que guardes el teléfono. Algo que si es realmente curioso son los “Nail Bar”, sí, hay lugares específicos para ir a pintarse las uñas y arreglarselas. En estos bares, solo se arreglan uñas y se puede elegir el color que quieras de un catálogo de infinitos colores. No menos llamativo son los horarios, todo es extremadamente temprano … aquí la gente se levanta tipo 5 o 6, algunos incluyendome a las 7. Abre todo temprano y cierra todo temprano… en la semana a las 5 empiezan a cerrar varios locales. A las 7 de la tarde, ya no queda nadie en la calle. Esto es quizás un puntito en contra… a esa hora sería el mejor horario para salir a hacer las compras (durante el día la temperatura llega a 33 grados con una sensación térmica de 37 grados), pero no, está todo cerrado… Eso sí se puede aprovechar a ir a caminar por la costa del río y tomar algo en alguno de los pintorescos bares que existen por allí… El viernes es el día que cierra todo más tarde, hasta tipo 21 horas quizás un poco más. Pero el domingo, si venís por aquí no se te ocurra ir al centro a la tarde, tenes que ir si o sí a otro lado, una de las opciones principales es South Bank, una hermosa zona donde hay piletas púlicas gigantes que están geniales con una temperatura bien templada, ideal para refrescarse. Siguiendo con las curiosidades de Brisbane, otra cuestión es que es difícil ver gente muy grande, aquí el promedio de edad es de 20 y 30 años, vienen muchos chicos a estudiar. Se ve por supuesto gente más grande pero no tanta como en otras ciudades. Es una ciudad multicultural, hay gente de todos lados y todos somos bienvenidos. Se ven muchos chinos, indues y gente de todas partes mezclada con los lugareños. Muestra de ello es el supermercado, se puede encontrar cualquier producto de estos lugares asiáticos. Fotos del Barrio Chino de Brisbane, que demuestran la multiculturalidad de esta ciudad Debo confesar que la compra del supermercado es algo difícil, en primer lugar tenes que saber como se dice cada producto y sino usar el famoso translate. De todas maneras, los vendedores son super amables y te ayudan a buscar los productos que necesitas, el problema es que no encuentro todo lo que como en mi país…. Aquí no existe (o de momento no he encontrado) el dulce de batata y de membrillo que todos comemos de postre, por supuesto que dulce de leche no hay, ni tampoco alfajores… Se vende canguro y diez mil productos del auténtico y regional animalito, a mi criterio un horror!! Por supuesto que después de haber ido a visitarlos y acariciarlos, además de sacarles varias fotos, ni loca lo probaría. Son tan amigables que sería imposible para mí. Aquí en Brisbane se encuentra la reserva más antigua y más grande del mundo, donde también se pueden ver koalas. Siempre los van a encontrar dormidos o entredormidos, ellos duermen 20 horas por día! En la Reserva también se pueden ver algunas aves y el famoso demonio de Tasmania. Está la posibilidad de hacerse amigo de la reserva y visitarla cuantas veces uno desee durante el año, por supuesto que soy amiga e iré muchas veces a compartir un rato con estos simpaticos animales. Para cerrar este primer relato, les puedo decir que Brisbane es una ciudad que vale la pena descubrir, tiene un clima muy caluroso, la mayoría de los días en esta época del año (febrero) hace unos 32 grados con una mínima de 25. La sensación térmica puede subir a 37, pero un buen protector solar y un paraguas (como lleva la mayoría de la gente que camina por aquí) ayudan a seguir paseando y disfrutando.
  44. 4 puntos
    Hola nuevamente a todos. Lamento haber estado ausente estos últimos largos meses, pero han sido tiempos ajetreados. Martin y yo retornamos a nuestra ciudad en Febrero del año pasado y volver a la rutina diaria fue un poco costoso. Pero bueno, regresar también es parte de un viaje y a pesar de que es algo algo de lo que no se habla mucho, para nosotros regresar fue un gran desafío. Después de tantos meses viviendo el día a día y sorprendiéndonos constantemente con nuevos destinos, volver al estudio, al trabajo y a todas esas cosas de una vida sedentaria puede significar un gran esfuerzo. Retornar a casa no es fácil, sé que los viajeros me comprenderán. Los primeros días uno se siente realmente exaltado y lleno de alegría, ya que se reencuentra con sus amigos y su familia, y vuelve a dormir por fin en su propia cama y a ducharse con agua calentita. Pero con el paso de los días cuando ya visitaste a toda tu familia, cuando ya contaste tus anécdotas más de 35 veces y las preocupaciones por encontrar un trabajo, por pagar cuentas o por dar exámenes comienzan a atormentarte, como en mi caso, es inevitable sentirse invadido por oleadas de melancolía Creo que cada uno maneja la sensación de volver como puede. En mi caso me dedique de lleno a la Universidad y a volver a reintegrarme en el mundo laboral. Muchas veces me encuentro soñando despierta con los lugares por donde anduvimos con la moto. Cualquier mínimo estimulo como un aroma particular, una canción o un sabor me traen constantemente recuerdos de la experiencia de viajar por Sudamérica, la más grande que he vivido hasta ahora. Sin embargo, no quiero ponerme dramática y prefiero evitar las lágrimas. Durante todos estos meses hemos aprendido a volver a la rutina, pero lo que me lleva a mí a seguir contenta es pensar que este regreso no significa el fin de un viaje. Digamos que simplemente nos tomamos una pausa. Ahora bien, no siempre regresar es malo. Hoy estoy regresando a este maravilloso sitio que me abrió las puertas de un nuevo mundo hace ya casi dos años. Para mí es un placer compartir mi historia con viajeros como ustedes y leer de sus propias aventuras. Así que hoy vuelvo a contarles sobre el resto del viaje y de los países que visité para revivir una vez más y con mucha felicidad mi experiencia de viajar. La última vez que escribí, les contaba sobre la estadía en Ecuador. Así que retomemos: Ecuador es un país impresionante. Ya habíamos conocido las peculiares playas negras de Mompiche, nos habían sorprendido las noches de fiestas en las calles de Montañitas y habíamos visto a escasos metros las ballenas de Puerto López. Sin embargo, puedo asegurarle que la experiencia más maravillosa que me regaló ese país fue ver de a una gigantesca tortuga de mar. Fue en una de las noches húmedas que pasamos en Mompiche, mientras preparábamos unos insulsos fideos para una rápida cena antes de ir a la carpa, cuando nos cruzamos con un viajero en la cocina del camping. Aquel muchacho era argentino también, por lo que la complicidad fue inmediata. Como solía suceder con todos los aventureros que nos cruzábamos por el camino, nos presentábamos contando sobre los lugares que habíamos visitado, y pasándonos consejos. Es así como escuchamos hablar por primera vez de este lugar llamado Portete. El viajero argentino tenía planeado ir a Portete en los próximos días ya que había escuchado de una organización llamada Equilibrio Azul que se dedicaba a la conservación local de las tortugas marinas y que aceptaban voluntarios por escasos días para realizar patrullajes nocturnos en busca de tortugas que salieran del mar a desovar en las playas. Mis ojitos brillaron ante la posibilidad de ver a estos animales en semejante acción, y Martin reconoció enseguida el próximo destino. Así fue como al día siguiente desarmamos campamento y provistos de un mapa mental con las indicaciones del compañero patriota para llegar a Portete, dejamos atrás el pequeño pueblo costero de Mompiche. Portete no se encontraba muy lejos de allí. Sólo debíamos retomar la ruta principal y volver a desviarnos hacia la selva unos kilómetros más adelante. Lo que este compañero argentino se olvidó de mencionar fue un pequeño detalle que nos tomó por sorpresa. El camino que debíamos tomar finalizaba bruscamente en el mar. Nos encontramos desconcertados con el asfalto metido de lleno en el agua, una pequeña construcción al costado y unos botecitos meneándose con la marea. Sólo unos pocos metros más adelante, sobre el mar se levantaba una gran isla verde: Portete. Si bien la información de que Portete era una isla nos hubiera sido útil, pronto descubrimos que aquella única construcción que se encontraba al lado del camino era un estacionamiento donde podíamos dejar la moto durante los días que visitáramos la isla. Coordinamos los días y el precio con el dueño del estacionamiento y tomamos solo algunas cosas para llevarnos con nosotros. Mientras descargábamos lo esencial, dos pequeños y flacuchos niños se nos acercaron a trote ofreciéndonos exaltadamente su bote para cruzarnos hacia la isla. Con el temor que le tengo al agua, que mi vida dependiera de un niño no era una idea que me encantara, pero pronto descubrí que aquel pequeñín podía hacer el tramo con los ojos vendados. El día estaba nublado, y una fina llovizna caía desde el cielo mientras el viento húmedo hacía tambalear el precario botecito que maniobraba con precisión el muchacho que no tendría más de 12 años. En menos de 5 minutos, el bote encalló en la playa de Portete y descendimos cargados de nuestras mochilas y carpa. Sólo había algunos pescadores y otro bote-transporte con un grupo de jóvenes visitantes en la playa. Desde allí nacía un camino de arena húmeda que contrastaba con el césped verde que cubría toda la isla, escoltado por flacas palmeras. Mientras caminábamos por la arena, siguiendo las indicaciones del niño que nos había transportado para llegar hasta el refugio de la Fundación Equilibrio Azul, nos cruzábamos esporádicamente con sencillas viviendas elevadas sobre pilotes para protegerlas de mareas altas. Llegamos a lo que suponemos que era la “calle principal” porque contaba con una escuela, un almacén y viviendas un poco más amontonadas, hasta que finalmente encontramos el refugio, una sencilla casucha de madera con un amplio jardín adelante. Nos recibió un muchacho alto de largas rastas y acento que delataba inmediatamente que nada tenía que ver con aquel lugar. Voluntario oriundo de Reino Unido, el joven Dean nos hizo pasar a la pequeña casilla donde paraban los voluntarios oficiales y sin mucho preámbulo le explicamos que queríamos participar de las salidas nocturnas. Evidentemente tenían este tipo de visita extranjera voluntaria de forma diaria, porque no fue algo que lo sorprendiera mucho a nuestro amigo de rastas. Coordinamos para vernos esa misma noche y nos despedimos para buscar algún lugar donde armar carpa. Llegamos así, guiados por los vecinos del lugar, a la casa que una joven compartía con su padrastro. De entre todas las humildes casitas que copaban la isla Portete, debo admitir que esa casona de dos pisos llamaba bastante la atención. Estaba ubicada justo al final de una solitaria calle de arena que se introducía por entre las palmeras y los pastos y era vecina de unas pocas casillas. La muchacha y su padre habían armado en la esquina de su terreno un sector con cocina, baño y parcelas para los acampantes. Éramos los únicos allí, así que teníamos todo a nuestra disposición. Coordinamos precio y días de estancia, cruzamos unas cordiales palabras con los dueños del lugar y salimos al trote a la playa a buscar un lugar donde saciar el hambre voraz que sentíamos. Entre una cosa y otra habíamos perdido por completo la noción del tiempo y el reloj ya marcaba las 2 de la tarde y nuestros estómagos rugían famélicos. Encontramos un rústico bar/restaurante sobre la playa, frente al mar donde un grupo de amigos comían un plato repleto de cangrejos, a los cuales machacaban a mazasos. Pedimos el menú marítimo del día y disfrutamos de sentarnos un momento después del trajeteo. Honestamente el día no acompañaba. Quizás con un poco de sol, Portete podría verse como el mismo paraíso. Pero aquella tarde unas nubes grises se amontonaban en el cielo y esa molesta llovizna no paraba de caer. Con los estómagos felizmente llenos, decidimos hacer un rápido paseo por la orilla de la playa antes de volver a la carpa. Desconozco si Portete es un sitio muy turístico, y de ser así claramente no estábamos en temporada alta porque no nos cruzamos con ningún turista. En aquella caminata simplemente éramos nosotros y el mar. Hacia el costado opuesto se levantaba altas palmeras y podíamos distinguir algunas que otras casillas de los nativos del lugar, pero no había ningún rastro de turismo, lo cual, pese a quedar como ermitaños, nos hacía muy felices. Ya estábamos por pegar la vuelta en nuestra solitaria caminata playera, cuando distinguimos a unos 15 metros más adelante una figura alta y delgada con largas rastras que nos pareció familiar. Efectivamente, allí adelante se encontraban Dean, de Equilibrio Azul con otras tres personas y algunos niños. Todos parecían muy interesados en algo que se encontraba tendido sobre la arena. A medida que nos fuimos acercando, aquello que se encontraba sobre la arena comenzó a tomar forma ovalada y oscura….como un gran caparazón. El corazón me dio un vuelco en el pecho: ”ESO es una tortuga!!!” le grité exaltada a Martin, mientras apuraba la marcha sobre la arena húmeda de la playa de Portete. Cuando Dean nos vio, agitó sus manos enérgicamente para llamar nuestra atención. A medida que nos acercábamos, pude confirmar que claramente aquello se trataba de una tortuga, una enorme tortuga golfina, moviendo perezosamente sus patas traseras, para tapar los huevos que acababa de desovar a plena luz del día!!! Las tortugas comúnmente salen por la noche a depositar sus huevos sobre la playa, en un hoyo no muy profundo que cavan y tapan una vez depositados los huevos. Que esta hermosa tortuga hubiera salido durante el día era algo sumamente extraño y una oportunidad única en la vida. Cuando llegamos al lado del animal que con sus últimas fuerzas terminaba su trabajo materno sin darle mucha importancia al público presente, me quedé sin palabras para expresar lo que sentía. Estaba a escasos centímetros de una gran tortuga golfina, siendo testigo de un fenómeno tan bello como la puesta de sus huevos! Era como estar viendo una película…pero no, no lo estaba viendo a través de una pantalla… yo estaba ahí! Me sentía como atrapada en un sueño. Dean estaba igual de emocionado que yo, con una sonrisa constante y tomándole fotos a la bella madre desde diversos ángulos. La señora tortuga terminó de cubrir con mucho esmero sus huevos y lentamente emprendió el regreso al mar. Pausadamente, la golfina fue dando hoscos aletazos en la arena y moviendo de a pocos centímetros su pesado cuerpo. Cada pocos metros se detenía, exhausta de la larga travesía que había realizado, y luego volvía a retomar la marcha. Nunca olvidaré el sonido de la tortuga arrastrándose sobre la arena pesadamente, y el golpeteo de sus aletas sobre la playa. Finalmente llegó hasta donde las olas se deslizaban sobre la arena. Al contacto de la espuma marina, la expresión de la golfina pareció cambiar: había logrado su objetivo, había logrado lo que instintivamente la llevo a sobrevivir a pesar de todas las amenazas: la perpetuación de su especie.... la Naturaleza es increíble En solo dos pasos más, la tortuga se internó de lleno en el mar, y la vimos desaparecer entre las olas. Y ahora debíamos encargarnos de los huevos. Portete, como me explicaban los chicos de Equilibrio Azul mientras desenterraban suavemente el reciente nido, es el sitio predilecto por varias especies de tortugas marinas para desovar. Sin embargo, allí los huevos corren riesgos. A veces por las mismas personas son pisoteados o los perros callejeros se los comen. Es de público conocimiento que las tortugas marinas son especies en peligro de extinción. Los ejemplares adultos son amenazados por la basura arrojada al mar, las redes de los pescadores y las astas de las embarcaciones que suelen lastimarlas e incluso provocarles la muerte. Por ello, la tarea de Equilibrio Azul es preservar cada puesta de las tortugas que llegan a aquellas playas. Para ello, si la tortuga desova lejos del centro urbano, los chicos dejan los huevos en su lugar, y simplemente rodean el nido con una red para evitar a los perros. Si la tortuga desova muy cerca del poblado, como era el caso de aquella tortuga golfina, los huevos son trasladados con mucho cuidado a lo que ellos llamaban “vivero”. Los viveros son parcelas de 2 metros por 4, que se encontraban apostados sobre la playa y cercados con vallas de madera y redes. Cada vivero se encuentra dividido en cuadriculas, donde son trasladados los nidos para su protección. Los chicos de Equilibrio Azul desenterraron con suma precaución el nido cavado por la tortuga golfina hasta llegar a los huevos. Con suavidad fueron retirándolos de la arena y los colocaron en un recipiente de plástico. 105 huevos!!! Fueron los contados. Una vez que se retiran todos los huevos, se mide el ancho y la profundidad del nido con exactitud y con estas medidas se produce una réplica del nido lo más exacta posible en una de las cuadriculas del vivero. Se depositan en el nido construido los huevos y se vuelven a tapar. De esta manera se trasladan a los viveros y se asegura su total eclosión. El trabajo de los chicos de Equilibrio Azul realmente es impecable y la dedicación y pasión que ponen en cada una de estos rescates es completamente admirable. Durante la noche y tal como habíamos arreglado, nos acercamos con Martin al refugio y desde allí junto con dos personas más, nos dirigimos hacia la playa. Obviamente pocas luces iluminaban el pueblo. Solo unas pobres luces se veían desde el interior de las casillas… pero la playa se encontraba a oscuras, iluminado únicamente por la blanca luz de la luna. Recorrimos de punta a punta la playa unas dos o tres veces, iluminando con luces rojas (la luz de las linternas puede asustar o despistar a las tortugas) pero sin ningún hallazgo exitoso. Martin, cansado, se volvió al camping antes de finalizar el patrullaje y yo me quedé hasta el final. No vimos nada inusual durante la noche, pero la verdad que después de haber sido tan afortunada en ver una tortuga en plena luz del día y apreciarla por completo, no me disgusté. En cambio me entretuve hablando con la chica que guiaba el grupo, una ecuatoriana local que vivía en Portete y divirtiéndome con sus anécdotas. Cuando el patrullaje terminó, retorné al camping. Me acompañó durante un trecho la guía y luego caminé los últimos metros sola, alumbrando con la débil luz de la linterna el camino. No había absolutamente nadie a mi alrededor. Podía escuchar claramente cada ola rompiendo contra la playa, los cientos de sonidos de los distintos insectos a mi alrededor y mis pasos apresurados sobre la hierba. Llegué completamente exhausta a la carpa, donde Martin dormía tranquilamente. Aquel había sido un día largo y con muchas emociones… me dormí a los pocos segundos y descansé como un bebé. Regresé!! con ésta, que fue una de las mejores experiencias que viví durante el viaje En nuestro próximo encuentro, les contaré sobre una de las capitales más bellas que visitamos: Quito! Mientras, no dejen de ver las fotos de esta bella tortuga en el álbum completo!!!
  45. 4 puntos
    Hoy les voy a contar sobre el lugar que menos me gustó. Así es… siempre me preguntan por la playa que me pareció más linda, el país que más me agradó o el lugar más paradisíaco donde acampamos… pero nadie parece importarle que en el viaje también hubo momentos no muy gratos. Como no pretendo venderles ningún paquete turístico, sino más bien contar mi aventura sin tabúes, me gustaría poder hablarles de este lugar taaaan particular, ubicado en las costas ecuatorianas. De todas formas, vale aclarar que, si bien Montañita fue nuestra primera estadía dentro de Ecuador y no fue de mi entero agrado, todo el recorrido a través de este país fue fabuloso. Las tierras de Ecuador son espectaculares por donde se las vea. Playa, sierras, selva… todo al alcance, con mil cosas para hacer y gente de lo más linda Después de nuestra última noche en Máncora, aún en Perú, tomamos la carretera 1N que nos llevaría directo a la ciudad fronteriza Zarumilla. Pasaporte por aquí y por allá, papeles que iban y venían, documentos de la moto, seguro, bleble hasta que final y oficialmente estuvimos dentro de Ecuador. Nos esperaba una carretera rodeada de plantaciones de bananas y vegetación verde brillante. La primera parada la hicimos en la concurrida y gran ciudad de Machala. Disfrutamos de un cómodo y espacioso colchón y de un merecido baño caliente en un hotel y al día siguiente simplemente seguimos camino. Cruzamos la ciudad de Guayaquil y lamentablemente decidimos seguir. Digo lamentablemente porque luego nos enteraríamos que Guayaquil es una gran ciudad de arquitectura muy bella y llamativa, con cientos de atracciones para visitar. Será para la próxima Al llegar la noche, acampamos en un acostado de la ruta, en un predio que pertenecía a una gasolinera. Pedimos permiso y armamos nuestro humilde campamento. Cuando la noche cayó, la gasolinera cerró y nos quedamos sumidos en un silencio y una oscuridad compelta. Para ese entonces ya habíamos adquirido la costumbre de ver alguna película o serie en la computadora, porque ya estábamos acostumbrados que, cuando caía el sol no había mucho por hacer, más que resguardarnos en la carpa. A la mañana siguiente, temprano, Martin me despertó tan eufórico como siempre suele estar a las mañanas (algo que suele molestarme un poco), y desayunamos sentados al lado de nuestra casa/ carpa. Recuerdo que me llamó la atención ver algo grande…muy grande, recostado muy alto sobre las ramas de un árbol. Cuando advertimos que era una enorme iguana, muy tranquila tomando solcito, caímos en cuenta que estábamos en Ecuador. Entonces, después de dos largos días de viaje llegábamos finalmente a Montañita. No recuerdo exactamente quién o quienes nos recomendaron aquel lugar, pero me gustaría recordarlo Estéticamente hay lugares peores, claro está. Al arribar a Montañita nos encontramos con un pequeño pueblo de menos de 20 manzanas. Nace al costado de la ruta y sólo tiene 7 calles perpendiculares a la carretera y 3 paralelas, antes de terminar en playas sobre la costa. Lo primero que hicimos, como siempre, fue buscar un alojamiento. Y encontramos un camping con un gran terreno, parcelas para carpas delimitadas y techadas y una cocina compartida. Todo lo que necesitábamos. El día estaba completamente gris. Un manto blanco de nubes impedía que los rayos de sol llegaran a Montañita, pero aun así la temperatura era bastante agradable. Comenzamos a caminar por las calles adoquinadas cubiertas de arena del pueblo y al principio yo iba bastante entretenida con los grandes negocios de ropa, los locales de souvenirs y los puestos de artesanías. Pero entonces, empecé a notar que eso era todo el pueblo. Uno al lado del otro se amontonaban negocios, hospedajes de todo tipo, bares, boliches, y sobre esos negocios, más hoteles o bares. Ni siquiera sé dónde vivía la gente de ese lugar, porque nunca vi casas, hogares. Montañita es un lugar…ficticio, creado exclusivamente para el turista. Al parecer el bom de Montañita se debe a que sus playas presentan el escenario perfecto para competencias de surf, por lo que en los últimos años es el sitio predilecto por los amantes de este deporte. Además, con tanos negocios, Montañita tiene ofertas de trabajo constantemente, por lo que es elegido por los viajeros como el sitio perfecto para parar, juntar dinero trabajando de mesero, cocinero, promotora (…lo que sea) y seguir viaje con unos buenos dólares en los bolsillos. Con esto, empecé a barajar la posibilidad de sumarme a esa idea y buscarme algún trabajo temporal que pudiera ayudarme económicamente. Así fue como conocimos a nuestros compañeros del camping. La cantidad de personajes que albergaba aquel hospedaje era increíble. Ramiro y Sara, una pareja compatriotas nuestros, argentinos, que ya hacía varios días que paraban en Montañita buscando empleo; Noelia, una chilena que vivía recorriendo el mundo; Roberto, un chileno chef vecino de carpa, y varios colombianos y peruanos. Al día siguiente el clima estaba exactamente igual. Nublado y gris. Sin embargo, esa mañana nos esperaba una sorpresita inesperada. Aquel viernes era el inicio de un fin de semana largo para los ecuatorianos, y por lo menos el 45 % de la población parecía que había elegido Montañita para disfrutar de sus días de descanso. Cuando salí de la carpa, aquel día, de repente me vi rodeada de nuevas carpas, varios autos estacionados en el predio del camping y muchos grupos de jóvenes por todos lados, eufóricos por arrancar su fin de semana… jmm para una antisocial malhumorada como yo, aquello no pintaba un buen panorama. Como la anciana quejosa que soy, me fui maldiciendo a todos los que habían llegado con su barullo y su música bailable a todo volumen, y me crucé a comprar algo para el desayuno. Entonces, a los costados de un estuario que cruzaba la ruta de lado a lado y que terminaba en el mar, vi algo que cambió por completo de humor. Una por aquí, y dos más por allá… tres….no! toda una gran familia de iguanas descansaban sobre troncos y piedras, a la vera de aquel arroyo cubierto de una alfombra de musgo. Me acerqué tanto a ellos, que si estiraba mi mano podía tocarlos, aunque su mirada me advertía que fuera inteligente y no lo hiciera. Sin embargo, me permitieron hacerles toda una sesión fotográfica desde todos los ángulos que quise. Un macho enorme y corpulento, se mostraba un poco incómodo, estirando el pliegue debajo de su mandíbula amenazadoramente. El naranja de sus patas resaltaba con el verde del lomo, cubierto además por diminutas plantas acuáticas que se le acumulaban en su cresta, producto del último baño que se habría dado en el agua. Aquello cambió por completo mi día, y ya no me importó más el ruido, los adolescentes descarrilados o la música carnavalesca que escuché durante todo el día. Al caer la tarde, terminamos de comprender por qué Montañita es tan deseado y tan nombrado por la juventud ecuatoriana. Cuando el sol se ocultó, aquel pueblo ficticio de repente se convirtió en un pueblo de fiesta. Curiosos, nos acercamos a las calles céntricas y de repente encontramos un enorme festival montado en las calles. Un mar de gente, la mayoría jóvenes (sobre todo europeos y norteamericanos) se amontonaban en las puertas de bares y discos, desde donde se podía escuchar a todo volumen música del tipo reggaetón o cumbia. Sobre las calles y uno al lado del otro se apostaban puestos de tragos, donde podías pedir el trago que se te antojara. La gente bailaba en las calles, en los boliches, en las terrazas de los hospedajes y hasta la playa se había iluminado. Montañita es tierra de nadie, no sólo el alcohol es moneda corriente, aquella noche vimos correr mucha droga de todo tipo, y a medida que transcurrían las horas, el ambiente comenzaba a ponerse más pesado. Regresamos temprano a las carpas, pero la música estridente de cada boliche se mezclaba en el aire como una sola nota ruidosa y molesta y fue bastante complicado conciliar el sueño. Ni hablar de los rezagados que volvieron a las 5 de la mañana completamente ebrios y gritando al camping, despertando a todos. Si tu idea de viaje es irte con amigos al descontrol total, claramente te recomiendo Montañita. Sin embargo, entenderás que para mí, que deseaba conocer lugares y costumbres nuevas, aquello me parecía un espanto, un lugar armado sólo para extranjeros de fiesta. Con otro día nublado, Montañita se estaba tornando un lugar que ya nada tenía para ofrecernos. Por lo que aquel día, junto con nuestros amigos Ramiro y Sara decidimos visitar unas playas vecinas que nos habían recomendado. Caminamos costeando la ruta solo unos minutos y llegamos a una iglesia, construida sobre el borde de un acantilado y desde allí descendimos hasta el pueblo de Olón. Como si hubiéramos cruzado a otra dimensión paralela, Olón era exactamente lo opuesto a Montañita. Un pueblito (esto sí era un pueblo, con residencias) de desprolijas callecitas y plazas, con una de las playas más hermosas de todo ecuador. Una ancha planicie de arena blanca y una maraña de selva y vegetación. Los cuatro llegamos a la costa felices y emocionados en el momento en que el sol, que hacía varios días no veíamos, nos daba la bienvenida. Allí no había jóvenes ebrios, con música, ni mujeres “perreando”… toda la playa para nosotros y una paz inmensa. Eso era exactamente lo que quería. Caminamos largas horas sobre la playa y nos pegamos un chapuzón antes de volver a Montañita nuevamente. Al día siguiente nos despedimos de nuestros amigos y partimos hacia Puerto Lopez. <<< ANTERIOR *** SIGUIENTE >>>
  46. 4 puntos
    Hay un pequeño secretito mío que no recuerdo haberles mencionado pero que comenzó a pesar bastante en todo este trayecto costero que ya habíamos iniciado desde Máncora, Perú. Si dividiera el viaje de acuerdo a su clima y paisaje, podría decir que la primera parte, hacia el Sur de Argentina fue completamente de nieve y frío atroz. Sin embargo, ahora comenzábamos a viajar por ciudades costeras: mar, sol y arena. Claro que, si bien me gusta más la montaña, no tengo ningún problema con disfrutar de unos días de playa. El tema está en el agua. Le tengo mucho miedo. Mucho. Como la disyuntiva del huevo o la gallina, no sé si le tengo miedo al mar por no saber nadar o si no sé nadar porque le tengo miedo al agua. El tema es que mientras Ayelen toque fondo con sus piecitos, está todo bien…pero cuando eso no sucede, se precipita la catástrofe Aun así, cuando llegamos a Puerto López, en la provincia de Manabí, después de haber recorrido sólo unos 50 kilómetros aproximadamente desde Montañita por la Ruta del Spondylus (llamada así por este simpático animalito marino en peligro de extinción de las costas ecuatorianas), lo primero que hicimos fue buscar una agencia que nos ofreciera un tour para ver las ballenas. Aquí les traigo otro secretito que descubrí en el viaje, que, en realidad me lo hizo notar Martin, no importa el pánico que me genere las alturas, las profundidades o los climas extremos… si hay un animal de por medio soy capaz de hacer lo que sea. Eso es lo que llaman pasión. Por lo que no me importaba cómo, pero si podía ver de cerca a estos grandes animales por primera vez en mi vida, lo iba a hacer a toda costa. Puerto López es un pueblito sencillo y tranquilo. A lo largo de la playa presenta una ancha costanera donde se acumulan puestitos de comidas rápidas y comidas marítimas. En una plaza central, frente a una iglesia, se encuentra la estatua de una ballena saltando que representa el atractivo principal de la ciudad. La ballena Jorobada viaja desde la Antártida y llegan a las costas ecuatorianas para la reproducción y cría. Con su último trabajo en la programación de unas aplicaciones para celular, Martin compró dos tickets para realizar al día siguiente el tour para observar las ballenas (amo a este hombre ). El tour incluía una parada para hacer snorkel y observar la vida marina y eso me alarmó de entrada . Sumado a la ansiedad que me generó el hecho de que pronto vería a estos animales tan grandiosos por primera vez en mis 27 años, claramente aquella noche no pude pegar un ojo, en el patio de un Hostel que funcionaba como camping donde armamos la carpa. A la mañana siguiente, aunque el día estaba nublado y gris, partimos hacia el puerto y nos embarcamos en una lancha junto con otras treinta personas, en dirección mar adentro, en busca de las ballenas. Todos nos colocamos unos divinos chalecos fluorescentes que no parecían poder conservar mucho mi vida cuando miraba hacia la profundidad del mar, a medida que avanzábamos. Contando la excursión en lancha en Paracas, Perú, este sería mi segundo viaje en una embarcación y a pesar del miedo al agua, la sensación del viento salobre en la cara, la espuma del mar alborotándose con el paso de la lancha y el fresco del mar, me llenaban de una exaltación extraña. Nos adentramos durante algunos minutos en el mar, pasando por grandes estructuras rocosas de irregulares formas, cubiertas de vegetación y hogar de aves marinas que nos veían pasar, acostumbradas seguro a la visita continua de los humanos. Llegamos entonces al sitio donde el guía anunció por unos parlantes que sería el lugar propicio para observar a la ballena jorobada. La lancha contaba con una terraza superior, donde se encontraba la cabina de manejo, y cuando el guía pronunció la frase: “quien se anime a subir, puede hacerlo”, yo me abalancé sin pensarlo y pasando por encima de todos hacia la escalerita que se encontraba a un costado. Con el barco meciéndose de un lado para otro por el oleaje, y el mar abajo mío, me sentía como en la película Misión Imposible subiendo por las escaleritas…pero todo sea por ver mejor a las ballenas! Me acomodé en el frente de la embarcación, a un costado del centro de manejo donde se encontraba el capitán, aferrándome a las barandas mientras el barco se mecía bruscamente. Un par más se animaron a seguirme hacia la cubierta y la lancha siguió el recorrido, lentamente, a la búsqueda de alguna cola que se asomara por encima de las olas. No pasó mucho hasta que una figura gris plateada se asomó a sólo pocos metros de la embarcación. Una Ballena Jorobada hembra se paseaba tranquilamente, seguida de cerca por su pequeña cría. Ni siquiera pude mover un solo músculo de mi cuerpo para intentar enfocar al animal con mi cámara al menos…. Sólo contuve la respiración con un grito ahogado y la felicidad entera me recorrió el cuerpo. Nuevamente me atrapaba esa sensación extraña de verme en un lugar donde jamás pensé que estaría, viviendo esa experiencia increíble de estar tan cerca del animal más grande del planeta tierra. La embarcación se acercó cautelosamente hacia los animales, mientras yo me había olvidado por completo de sostenerme e iba dando tumbos por toda la cubierta, tratando de tomar la mejor captura de la ballena. Madre y cría se alejaron lentamente, asomando sus lomos para resoplar con fuerza y expulsar un gran chorro de agua. Si prestábamos atención, podíamos ver la joroba que le da el nombre al animal con sus verrugas, y su piel como plástico brillando con cada salida. Habremos seguido a la madre por unos 30 minutos, donde traté de tomar las mejores fotos, aunque los nervios, la emoción que brotaba por mis ojos y el movimiento de la lancha no me ayudaron mucho. Después admito que me sentí un poco mal porque realmente creo que acosamos a esa pobre madre, hasta que logró librarse de nosotros y seguir su camino en compañía de su pequeño. El guía nos pidió que bajáramos nuevamente para continuar con la excursión. Mi felicidad era incontenible y me radiaba por todos los poros de mi ser, tal es así que me había olvidado por completo la parte del snorkel. De hecho estaba tan contenta, que la misma adrenalina minimizó aquel miedo al agua. La lancha se acercó a un islote rocoso, donde flotaba una enorme boya. Según el guía, podríamos ver muchos peces en ese sector, y nos repartió a todos un equipo de snorkel. Aquello se veía bastante profundo, y no voy a negarles que me entró un poco de miedo, por lo que primero lo mandé a Martin. Por unas escaleras, las personas comenzaron a bajar al mar. Todos parecían muy felices de estar en el agua, y lo estaban disfrutando… así que me dije: ”no puede ser tan malo”. Martin me esperaba en el agua, dándome ánimos para bajar, así que confiada me ajusté el salvavidas, me acomodé el snorkel y me tiré desde el tercer escalón de la escalera, directo al agua. En el mismo momento que mis piecitos descubrieron que bajo de ellos no había nada, la desesperación me invadió por completo. Quienes padezcan algún tipo de pánico, supongo que me entenderán. Cual gato cuando lo meten al agua, me aferré con uñas y dientes al pobre de Martin, mientras las palpitaciones me subían a mil, y mi agitación me impedía respirar con normalidad…digamos que casi lo ahogo a él también, pobre. Hasta que el mismo Martin me hizo calmar, haciéndome notar que no me hundirá porque tenía el chaleco. Aún así, la sensación era bastante fea. Estar ahí flotando, sin poder mantenerme en equilibrio, porque el oleaje me hacía mecer hacía un lado y otro, me parecía espantoso. Martin se hundió bajo el agua y se fue cerca de la boya, dejándome aferrada al ancla de la lancha, a la que estaba agarrada como si de eso dependiera mi vida entera. A unos metros volvió a surgir y me llamó entusiasmado, alegando que tenía que ver lo que había bajo el agua. Claramente no quería saber nada con soltarme de lo que me mantenía segura, pero la insistencia de Martin (y el deseo de dejar de hacer el ridículo delante de las personas) me llevó a soltarme y sumergir mi cara en el agua. Y entonces, todo cambió. Un mundo nuevo se abrió ante mí. Si bien podía ver el fondo muuuy lejos, en lo profundo (más de lo que deseaba), la cantidad de peces de todas las formas y colores que me rodearon en ese instante fue increíble. Un cardumen de pequeños peces se movía al unísono, mientras otros amarillos y negros más grandes nadaban alrededor de la boya. Unos azules se me acercaban tanto que podía hasta contarles las escamas. Me olvidé por completo de la boya, del ancla y de todo y me sentí como La Sirenita. Después de tantas emociones, aquel día dormí como un pequeño bebé. Hasta compartí mi bolsa de dormir con un simpático vecino del camping, que, como si fuera su propia casa, se metió en la carpa en medio de la noche y se acurrucó a mis pies. Nuestro siguiente objetivo se encontraba a unos 350 kilómetros de Puerto López, aproximadamente. Traducido a horas eso significaba unos 4 o 5 horas hasta llegar a Mompiche, un pueblo costero de cálidas aguas que nos recomendaron muchos durante nuestra estadía en Puerto López. Pero sólo a unos diez kilómetros desde donde estábamos, iniciaba El Parque Nacional Machalilla, una de las principales atracciones turísticas de Ecuador, con playas que han clasificado como las mejores del mundo. Así que montamos la moto y salimos hacia Los Frailes, la playa principal del Parque. A pocos kilómetros entonces, un camino se abría desde la Ruta del Spondylus y se internaba en la vegetación. A los tumbos llegamos a un gran predio que funcionaba como estacionamiento, y que era la entrada a la playa. El día estaba completamente nublado (no estábamos teniendo mucha suerte con el clima en Ecuador), pero aun así el calor era bastante pesado, ideal para que nos sacáramos las pesadas ropa de moto y corriéramos al agua. Que fue lo que hicimos, literalmente. Ese chapuzón renovador en Playa Los Frailes fue la salvación. Las anchas playas de Los Frailes estaban casi desiertas y poca gente se bañaba, supongo que porque el día no ameritaba mucho. Sin embargo, el paisaje era inolvidable. Agua cristalina, cálida playa de arena blanca y el inicio abrupto de verde vegetación cubriendo los médanos en las alturas. Sólo estuvimos algunos minutos allí y luego de una ducha en las geniales instalaciones del lugar, para quitarnos la arena y la sal, continuamos viaje más frescos. Los paisajes de Ecuador son únicos. La Ruta del Spundylus de a ratos costea el mar, que se continua infinito hasta el horizonte, y en otros tramos se interna más hacia el continente, atravesando campos de extraña vegetación y llamativos colores. Con el atraso de la visita fugaz a las Playas Los Frailes, el día se nos acabó antes de lo planeado, por lo que debimos pasar la noche en un pequeño pueblito que, de casualidad, nos cruzamos por el camino. Recuerdo esto perfectamente porque fue una de esas ocasiones con suerte que disfrutamos escasa pero agradablemente a lo largo del viaje: Después de buscar y preguntar precios (que se nos hacían escandalosamente elevados), nos decidimos por un sencillo hotel que se ubicaba justo al final de una calle, exactamente frente al mar. Sólo estábamos nosotros hospedados porque claramente, no estábamos viajando en temporada alta, por lo que la mujer que atendía el lugar dejó que nos instaláramos en una de sus mejores habitaciones, al precio de una común. La habitación tenía un balcón que daba al mar. Un sueño. Aquella tarde estaría gris y casi melancólica, en aquel desierto pueblo, pero la vista hacia la costa rocosa, era impagable. Dormir con el rugir del mar y la brisa fresca fue nuestro regalo merecido después de tantas noches en carpa. A la mañana siguiente nos dimos el gusto de desayunar en el balcón, mientras contemplábamos los cientos y cientos de pelicanos pasar, con ágil vuelo, rozando la superficie del mar, de un lado a otro. Sí, esa mañana estábamos de buen humor, así que continuamos camino satisfechos y completamente preparados para que Ecuador nos siguiera sorprendiendo. Más fotos de este maravilloso país, aquí! <<< ANTERIOR *** SIGUIENTE >>>
  47. 4 puntos
    Si son como yo y la Historia nunca fue su fuerte entenderán lo desconcertada que estaba cuando empecé a investigar un poco por las redes sobre las antiguas culturas que habían habitado las tierras peruanas. Mi conocimiento (muy pobre) se limitaba a la civilización Inca, pero de repente fui desasnada y empecé a conocer otras culturas anteriores e incluso contemporáneo a los Incas! Lo más nombrado en las redes fue la cultura Moche, tan interesante como macabra debido a sus curiosas costumbres de realizar sacrificios humanos La cultura Moche se estableció principalmente en el norte de Perú, en lo que hoy conocemos como el departamento de Trujillo. Aquella sería una de nuestras últimas paradas antes de dejar atrás el territorio peruano. En el trayecto desde Lima hasta Trujillo nos esperaban kilómetros y kilómetros de una desolada carretera que corría (por suerte para nuestro mínimo entretenimiento) paralela a la costa del Pacífico. Fuimos atravesando varios poblados pesqueros y hasta debimos pernoctar en una playa completamente solitaria que nos cruzamos al atardecer. Armar la carpa frente al mar puede sonar a plan romántico increíble, pero la verdad es que se tornó bastante complicado luchar contra el fuerte viento que corría mientras armábamos el campamento. Sin embargo, a pesar de que yo estaba convencida que íbamos a ser arrastrados por un ventarrón con carpa y todo en medio de la noche, logramos dormir y descansar bastante bien. Acampando en las playas del norte de Perú Al día siguiente emprendimos camino y unos kilómetros antes de ingresar al departamento de Trujillo, el paisaje fue cambiando paulatinamente. Ya nos veíamos tantos médanos con arena dorada volando por doquier al soplar los vientos. En su lugar se levantaban suave colinas verdes y algunos campos. Unos diez kilómetros antes de la capital de Trujillo, en la entrada al departamento se encuentra el Valle Moche, sitio donde se alzan las enigmáticas Huaca del Sol y de La Luna. Para serles honestas, no tenía idea con lo que me iba a encontrar en aquel sitio. Sólo llevaba conmigo las recomendaciones de varios para que visitáramos aquellas ruinas pero nada más, y creo que fue justamente eso lo que llevó a que quedara deslumbrada con aquellos restos arqueológicos. El Valle Moche es un sencillo pueblo sin mucha urbanización, rodeado de colinas y algunos campos verdes. Para llegar a las ruinas dimos varias vueltas porque el lugar parecía un pueblo fantasma, aunque lo que en realidad pasaba era que a esa hora de la tarde, con el sol radiante y fuerte en el cielo, muchos buscaban el reparo en sus casitas o quizás dormían siesta. Llegamos a un predio donde debíamos adquirir las entradas. Allí se encontraba el museo de la cultura Moche, exhibiendo todos los objetos encontrados en las ruinas que visitaríamos. Recuerdo que tenía un estacionamiento de por lo menos 75 plazas, enorme y estaba completamente vacío, me pregunto si realmente alguna vez se llenará porque en ese momento la visión de un lugar repleto y bullicioso me parecía imposible. Así que, entrada en mano, seguimos las instrucciones y algo dubitativos llegamos al sitio arqueológico. Junto con dos mujeres más, armamos un pequeño equipo que fue guiado por una mujer local a través de las ruinas. La guía nos explicó que en aquel vasto territorio de varias hectáreas que antiguamente habían pertenecido a la civilización Moche, existían dos templos enormes, La Huaca de Sol y La Huaca de La Luna. Los restos arqueológicos que visitaríamos serían de este último, ya que la Huaca del Sol aún estaba siendo investigada por los especialistas. Ambas construcciones estaban separadas por varios kilómetros, en donde estaba asentado el núcleo urbano de clase media alta. Ascendimos una alta colina a través de unas escaleras armadas y entramos al primer escenario, perteneciente a La Huaca de La Luna. Los Moche tenían una forma muy particular de organizarse. Durante el período del primer gobierno habían levantado enormes muros y habían construido el Templo de La Luna, que se considera el edificio de religión. Una vez terminado aquel mandato, los Moche rellenaban cada rincón del templo y prácticamente lo enterraban, expandían los límites del templo unos metros más y volvían a construir nuevamente La Huaca de La Luna, sobre los restos enterrados. Esto le confiere a La Huaca de La Luna la famosa forma de “pirámide truncada” que tanto nos mencionaba la guía. En aquel Templo, los investigadores habían descubiertos tres pisos superpuestos, pertenecientes a tres períodos de gobernación distintos. En el paseo, se ingresa por el segundo piso de los restos arqueológicos. En varios sectores se puede apreciar excavaciones que muestran restos de muros y habitaciones enterrados, que pertenecen al período anterior. Es realmente llamativo ver cómo se han conservado las ornamentaciones talladas en los murales de estas construcciones, así como los colores utilizados que, según se ha estudiado, fueron extraídos de minerales. La imagen de una cabeza roja de grandes ojos y dientes afilados se repetía a lo largo de todos los muros. Aquel simpático hombrecito era Ai apaec, más conocido como el Dios Degollador. Éste era el Dios que veneraban los Moches, ya que era su protector en las batallas y proveedor de alimentos. Mmm... que dientitos! Como mencioné algunas líneas más arriba, La Huaca de La Luna era considerado el templo religioso y allí se llevaban a cabo los espeluznantes sacrificios humanos. Cabe mencionar que sólo yo estoy poniéndole este tinte aterrorizador, porque la verdad es que, al parecer, los Moches se sentían honrados de sacrificarse para su Dios (aunque yo insisto en que deberíamos preguntarle a alguno si realmente estaba tan feliz ) Primero se entablaba una lucha entre guerreros, el ganador era aquel que podía permanecer en pie, con su arma en mano y el que caía era considerado perdedor. Una vez que concluía la lucha, el abatido era despojado de sus ropas y su armamento y llevado por el mismo ganador hacia un sector del templo donde se cree que era “preparado” para el sacrificio, quizás suministrándole alguna sustancia alucinógena para minimizar la traumática situación. Luego era trasladado a un santuario donde era degollado. Sobre el altar que se intuye funcionaba para el sacrificio, existen unas canaletas donde al parecer corría la sangre del sacrificado. Todo esto se producía dentro del Templo y fuera de la vista de la población. Los únicos que podían presenciar esto, eran los sacerdotes. Altar de sacrificio Fuimos conducidos por la guía hasta un piso superior, que pertenecía al último templo construido en la Huaca. Allí se podía contemplar mejor la altura de los grandes muros adornados y el arduo trabajo de los constructores de estas magnificas decoraciones que tallaban un patrón continuo con ínfimas imperfecciones. Los Moches utilizaban muchas simbologías, de las cuales algunas se han podido deducir, como dibujos de guerreros, o figuras de animales. Sin embargo existen cientos más que siguen siendo un misterio, como el gran mural llamado Mural de Los Mitos, con decenas de figuras, y sin ningún significado aparente. El Mural... ...Y su esquema Hacia un costado en aquel tercer piso nacía una ancha rampa que bajaba hasta un enorme patio al aire libre que era concurrido por la gente del pueblo y al cual los sacerdotes se asomaban cuando debían comunicar sus predicciones. Desde aquella altura se tenía una vista panorámica que ayudaba a imaginarse aquella enigmática civilización. Desde las alturas se podían ver los trazados de lo que había sido la organización urbanística y más allá se levantaba la Huaca de Sol que continúa siendo investigada. Aunque aún no hay mucha información sobre ésta, se sabe que aquel era el templo de política, donde se llevaban a cabo tareas de administración y era utilizado como vivienda de la alta sociedad moche. Con una entrada de precio accesible, una guía completa y sin el hostigamiento de cientos de desesperados turistas, el recorrido de las ruinas arqueológicas de La Huaca del Sol y de La Luna es, sin lugar a duda lo que más recomiendo del norte de Perú. Después de tantos kilómetros recorridos, tantos nuevos amigos hechos en el camino, tantos desafíos (Como vender panes rocas en Cusco ), y después de tantas maravillas vistas en las tierras peruanas, saber que nos faltaban pocos kilómetros para dejarlas atrás me generaba una nostalgia horrible Pero aún nos faltaba un punto más por recorrer. No queríamos irnos de Perú sin haber disfrutado de al menos una de sus playas del Norte, de las que tanto habíamos escuchado hablar. Entonces, recorrimos unos 600 kilómetros por la Ruta Panamericana Norte atravesando grandes extensiones de campo verde y altos montes hasta arribar a la localidad de Máncora. Máncora es un pequeño pueblo que se levanta a los costados de la Ruta, a pocos kilómetros del límite con Ecuador, y en los últimos años su fama ha crecido por ser la playa elegida por cientos de surfers peruanos y extranjeros. Siendo una típica localidad de playa esperaba un insoportable movimiento y barullo turístico, pero la verdad es que era un pueblo súper calmo y tranquilo. De anchas calles completamente de arena que conducían a unas preciosas playas, fuimos paseando por Máncora hasta que nos topamos con un camping donde decidimos parar unos días. Los siguientes dos o tres días los dedicamos a dormir hasta tarde, pasear por las playas y comer la mayor cantidad de helados de Lúcuma Dolcetto que pudiéramos, para irnos con la mejor impresión de Perú. Sobre las calles paralelas a la Ruta, Máncora estaba atestada de ferias de productos artesanales, locales de ropa de surf, tiendas de accesorios y, sinceramente, lo quería todo, aunque mis bolsillos se negaban. Una vez que nos metíamos al pueblo por angostas vereditas de concreto que pronto desaparecían bajo la arena, ya no se veía tanto movimiento y reinaba una tranquilidad agradable. Boludeando en Máncora Por las tardes, cuando el calor aminoraba un poco, solíamos caminar por las playas, mientras el sol comenzaba a bajar y los surfistas se divertían con las últimas olas del día. Máncora funciona además como un centro pesquero, por lo que también se podía ver desde la playa la enorme flota de barcos pesqueros que se bamboleaban sobre el oleaje mientras eran custodiados por grandes fragatas que planeaban en el cielo. La vida en Máncora era tan diferente a lo que estoy acostumbrada. Claro que todos tenemos responsabilidades y preocupaciones de toda índole, pero en Máncora se respiraba otro aire, allí no existían horarios, ni embotellamientos ni gente apresurada y estresada corriendo de un lado hacia otro, realmente fue fantástico pasar nuestros últimos días allí. Hasta él parece relajado! Al tercer día, con una tristeza que no recordaba haber sentido antes, desarmamos campamento y volvimos a la ruta. Después de casi un mes recorriendo Perú era momento de decirle Adiós (o quizás un “Hasta Pronto!”) y seguir con la aventura. Ecuador nos estaba esperando y quién sabe las cosas que viviríamos allí. El perro peruano que nos despedía! Y ésta fue nuestra última parada en Perú, no dejen de entrar a ver las fotos.... o el perro de allí arriba les aparecerá a la noche para atormentarlos ¬¬ <<< ANTERIOR *** SIGUIENTE >>>
  48. 4 puntos
    Como ya mencioné en algún momento, toda esta aventura de viajar fue algo completamente nuevo para mí. Jamás había sobrepasado los límites de mi país en mis 26 años y apenas conocía algunas regiones cercanas. Contrariamente, Martin ya tenía experiencia en el asunto, ya había viajado por varios países vecinos y hasta vivió bastante tiempo en el extranjero, por lo que él era mi cable a tierra, por así decirlo, cuando no sabía cómo manejarme en ciertas situaciones. Más allá de que cuando uno viaja, naturalmente todo es desconocido: paisajes, lugares, costumbres, personas… Para mí también significaba adaptarme a esta temporal vida nómade, acostumbrarme a los continuos cambios, a no desesperar ante cualquier eventualidad, a tener paciencia y persistencia. Sin embargo, aunque suene raro, cuando un viaje se prolonga durante tanto tiempo, también se genera cierta rutina. Fue en ese momento cuando me di cuenta que la rutina, eso de lo que tanto nos quejamos y de lo que nos queremos desprender a toda costa, es sencillamente parte de nuestra naturaleza humana. A pesar de movernos continuamente había cosas que ya hacíamos automáticamente como por inercia: armar y desarmar la carpa, acomodar las cosas en el lugar exacto sobre la moto, parar cada dos horas y media a descansar y tomar agua… Fueron cosas que aprendimos e incorporamos. Al igual que prepararnos antes de entrar a una ciudad capital. Ya nos había pasado con algunas grandes ciudades de Argentina, nos había pasado al ingresar a La Paz, en Bolivia…. Pero no permitiría que nos volviera a pasar cuando llegáramos a Lima. Tomé todas las precauciones posibles para no perdernos y marearnos en esta ciudad que, sabía, debía ser gigante. Es por eso, que al pisar Lima, entrando por modernas autopistas, nos manejamos como si conociéramos el lugar de punta a punta. Había buscado exhaustivamente en internet, hasta obtener las direcciones de los hostels más económicos que pude encontrar. Y tuvimos suerte de que todos se encontraban por la misma zona: el ostentoso barrio de Miraflores. Llegamos en pocos minutos, gracias a las perfectas indicaciones que fuimos siguiendo a lo largo de toda la autopista y a pesar de que se nos complicó conseguir un lugar para resguardar la moto (el hostel donde nos hospedamos no tenía cochera), para la tarde ya estábamos instalados en una cómoda habitación. En Miraflores hay un hostel cada dos cuadras. Y cerca de donde nos hospedábamos había una enorme plaza de bellos jardines que era el territorio de un centenar de gatos. Gatos y gatos por donde mirase, en los bancos, tirados en el césped tomando sol, sobre los árboles. SI, para una amante de los felinos como yo, aquello era el paraíso <3 Unas pocas cuadras más adelante, se abría un gigantesco acantilado, bordeado por prolijas callecitas de paseo empedradas y canteros y escoltado por una hilera discontinua de edificios de todos los tamaños y colores. Cuando nos asomamos pudimos ver una larga playa y un mar embravecido que sólo se atrevían a probar algunos surfistas. Hacia los costados, la ciudad se extendía en la cima de este acantilado, asomándose edificios entre manojos de árboles y vegetación. Caminamos muchísimo aquel día. Aún recuerdo cómo me ardían las plantas de los pies una vez que volvimos al hostel. Incluso visitamos el famoso Parque del Amor, que ya fue mencionado en otro relato de esta misma página, llamativo por su gran escultura de una pareja besándose, realizada (leería más arde) por un artista peruana, y a la que llaman “El Beso”. Por la noche un amigo de Martin que venía siguiendo nuestro itinerario y nos esperaba en Lima, pasó a buscarnos por el hostel. Augusto se ganó mi respeto desde el primer minuto que lo conocí y nos invitó a una deliciosa cena. Los contextualizo: nuestras comidas se reducían a económicos menúes que se servían en cualquier sucucho al costado de la ruta (riquísimos, no hay que negarlo, pero repetitivos en arroz y papa) y en cenas que nos hacíamos gracias a nuestra sencilla “cocina-móvil”: una ollita y un mechero con los que nos hacíamos fideos…. O más arroz. Por eso, cuando entramos a aquel restaurante Chifa, donde se respiraba un aire muy ceremonial, con enormes mesas circulares acomodadas prolijamente frente a grandes ventanales y elegantes meseros atendiendo, y vimos esa exquisita comida, fue imposible no amar a Augusto. El Chifa es una opción gastronómica altamente recomendada para quienes quieran viajar a este bello país sudamericano. Es el resultado del cruce de dos culturas: la china y la peruana. Las tradiciones culinarias traídas por los inmigrantes chinos a este país en el siglo XIX, fue adaptándose y evolucionado, tomando muchas cosas de la gastronomía peruana (conocida a nivel mundial por sus exquisitos platos) transformándose en una combinación exquisita de sabores y aromas. La mesa donde nos sentamos les puedo asegurar que era grande, pero fue tanto lo que nos pedimos que no cabían en ella los platos! Fideos salteadas en salsa de soja y verduras; carne de cerdo agridulce; arroz chaufa (arroz frito, verduras y tortilla de huevo); verduras al wok…. Lo recuerdo y aun se me hace agua la boca. Después de todo lo que habíamos caminado aquel día y luego de aquella majestuosa panzada gracias a nuestro amigo, la cama de dos plazas del hostel fue el mejor final para aquel día y dormí plácidamente como un bebé. Al día siguiente aprovechamos un bus que pasaba exactamente frente al hostel y que gratuitamente nos llevaría al centro mismo de la ciudad de Lima. Voy a ser honesto con ustedes, esta parte de Lima, definitivamente no se encuentra en mi lista de los lugares más lindos visitados. Su plaza central, la Plaza Mayor de Lima, ubicada en pleno centro histórico, posee algo de encanto. Pero, por lo demás, se parece exactamente a las callecitas de pleno microcentro bonaerense, en Argentina, por lo que no fue algo que me llamó mucho la atención. Con el cielo completamente tapado de un suave gris, y sin un rastro de cielo celeste, el único brillo del día provenía de una colorida muestra artística que se exponía en la plaza. Unas estructuras, similares a árboles habían sido pintados por diversos artistas de la ciudad y se exponían sobre los jardines. Frente a la plaza la majestuosa Catedral de Lima se erigía con sus dos torres de paredes trabajadas que contenían grandes campanarios. En Lima También conocimos a Germán, muy amigo de Augusto. Germán nos conoció un día que Augusto nos presentó e inmediatamente nos ofreció hospedaje en su departamento para ahorrar los gastos de hospedaje. De manera totalmente desinteresada y con el único objetivo de brindarle una mano a estos dos viajeros, una persona que acababa de conocernos nos abría las puertas de su casa y es algo que me llenó de asombro y gratitud. Nos dio algo de pena dejar el hostel en Miraflores que nos había cobijado durante un par de días, pero en vista de lo que podríamos ahorrar, nos fuimos sin dudarlo al departamento de German. Él vivía en un gran piso, en una zona aún más bonita y tranquila, de grandes y atractivas residencias y prolijos jardines. Desde su balcón podíamos ver ese particular cielo gris y blancuzco que Augusto y German nos contaron que llamaban “panza de burro” por su color grisáceo. Siempre es así en Lima, y nunca se ve un cielo celeste, lo que me pareció un tanto triste, para ser sincera. Lima fue el único lugar de todo Perú donde realmente nos dimos el lujo de probar de todo. Como ya conté, nos habíamos deleitado con la comida Chifa, pero los premios al mejor postre de la historia se lo lleva sin lugar a dudas el helado de lúcuma. Esta fruta de cáscara verde y brillante y carnosa por dentro que recuerda a un aguacate por su gran y redonda semilla, es utilizada para hacer postres de todo tipo y helados. Su gusto parece más bien como a alguna fruta seca, como nuez y sólo crece en Chile y en Perú. La vida es injusta. En Lima comí helado de lúcuma en todas sus presentaciones: artesanal, en palito, con chocolate, con caramelo…. Comí lúcuma hasta que me salió por las orejas y si hubiera podido resolver el problema del congelamiento me hubiera comprado una caja repleta de esos helados! Con German y Augusto también nos atrevimos al ceviche. Este plato de pescado cocido sólo con jugo de limón, que se preparaba junto con cebollas, camote o yuca y granos de maíz. Además el plato venía con una pizca de salsa de lo más picante que te subía rápidamente la temperatura corporal. Al menos teníamos un vaso de fresca chicha morada para calmar el ardor. Así, a pesar de haber permanecido pocos días en Lima, no podíamos quejarnos: le dimos todos los gustos a nuestras tripas, visitamos viejos amigos y yo, personalmente me fui con dos nuevas amistades forjadas. Ya faltaban pocos kilómetros para recorrer dentro de Perú, por lo que aquella mañana gris, como siempre, nos despedimos de nuestros amigos y partimos de Lima hacia las costas del norte. <<< ANTERIOR *** SIGUIENTE >>>
  49. 4 puntos
    Recuerdo que hace unos años atrás, mientras esperaba aburrida en la sala de espera de algún médico del que ya no recuerdo su especialidad, me entretuve ojeando una de esas “revistas del corazón” que siempre están disponibles en una esquina. Me detuve en la entrevista que le hacían a una actriz de telenovelas argentinas, especialmente en el párrafo donde le preguntaban por los lugares del mundo que había visitado, y la mujer, glamorosamente, hablaba de sus viajes por Paris, España, Inglaterra y Estados Unidos. Y cuando la indagaron sobre su lugar favorito, al que volvería, esta actriz respondió llanamente que la ciudad a la que volvería sería Cusco. No es que fuese fanática de esta actriz, ni nada por el estilo, pero me quedé largo rato con esa entrevista en la cabeza, imaginándome cómo sería esta ciudad peruana como para que esa mujer quisiera volver sólo a ella habiendo viajado por tantos otros lugares. Y por algún motivo siempre pensé en Cusco como un lugar hermoso que algún día… alguuuun día visitaría. Y ahí estaba Para mí era algo muy loco saber que estaba punto de conocer realmente aquella ciudad que tanto me había idealizado. La primera parada que habíamos hecho dentro de Perú había sido en la fascinante amazonia peruana, en la ciudad de Puerto Maldonado, y del 1 al 10, la experiencia había sido de un 20! Así que yo ya estaba completamente satisfecha con Perú, pero debo admitir que cuando ingresamos a Cusco me desilusioné un poco al encontrarme con una ciudad de calles algo destruidas y tránsito complicado, igual que cualquier otra. Pero todo cambió cuando llegamos (obviamente) al centro histórico de Cusco. Arribamos a la Plaza de Armas casi de casualidad porque nos habíamos perdido, cruzando por una muy estrecha callecita empedrada de casi inexistentes veredas y salimos justo por el lado izquierdo de la Catedral de la ciudad. Enseguida nos abordaron varios vendedores ofreciéndonos diferentes hospedajes y tours y ahí nos preocupamos un poco por el gasto que tendríamos en aquella ciudad. La Plaza de Armas, sitio de tanta historia, viejos baldozones y prolijos jardines se encontraba justo en el centro de un torbellino de casitas y casas todas de estilo colonial con tejas naranjas y blancas fachadas que nacían alrededor de la misma y se extendían en altura, invadiendo los cerros aledaños hasta las cimas. Obviamente las calles que rodeaban la plaza estaban inundadas de turistas. De todas partes me llegaban cientos de palabras de diversos idiomas. Frente a la Catedral, junto a nosotros, estacionó un gran bus del que descendieron por lo menos 30 turistas orientales, todos con cámara en mano y caras de asombro ante la enorme y antigua construcción que se elevaba frente a ellos. Ayudados por un policía local, nos alejamos apenas unas pocas cuadras del centro y tomamos un empinada calle que subía y subía rodeando una sierra, camino a las ruinas de Sacsayhuaman y justo en una curva nacía un camino de tierra que nos llevó directo a “La Quinta de Lala” el único camping que debe existir en todo Cusco. Oli, una pequeña mujer de tez morena y trato educado nos recibió y acomodó en el camping. Sólo nosotros estábamos con carpa en aquel gran terreno verde rodeado de colinas. El resto de los hospedantes eran 3 o 4 lujosas motorhomes de turistas europeos. “La Quinta de Lala” tenía baño con agua caliente, una pequeña cocina, wi-fi y hasta una pequeña casilla donde había muchos libros para pasar el rato, así que mejor no podíamos estar por 10 Soles cada uno. La emoción de nuestra llegada a Cusco se me mezclaba con un problema del tipo económico que me venía preocupando desde hacía semanas Mi trabajo como redactora me ayudaba pero no me era suficiente y antes de que terminara el mes siempre me quedaba sin dinero, por lo que Martin debía pagar por los dos. Así que, para mí, era imperioso encontrar otro tipo de ingreso. Y para ello, imitando otros viajantes que nos habíamos cruzado en el camino, se me ocurrió la “brillante” idea de hacer pan casero relleno para vender por las calles de Cusco. ¿Qué mejor lugar para la venta de comida, que un sitio repleto de turistas? Yo, que soy una soñadora muy voluble, ya me imaginaba como la reina de la panadería haciendo mucho dinero con mis exquisitos panes rellenos de queso, jamón y tomate. El problema era que nunca había hecho pan en mi vida y además, existía otro pequeño detalle: no tenía horno en el camping. Rápidamente resolvimos ese dilema al descubrir que, en la ciudad, se alquilaban grandes hornos de barro por hora. Así que la mañana siguiente a nuestra llegada, me levanté con el mejor ánimo del mundo y me puse a preparar los panes siguiendo la receta que había obtenido por internet al pie de la letra, con los gramos y segundos exactos. Pero, hubo otro gran dilema que nunca se me pasó por la mente tener en cuenta. La altura a la que nos encontramos, sumado a la baja temperatura de las frescas mañanas en Cusco impidieron que los pancitos amasados levaran correctamente. Vamos… que no levaron ni un centímetro La frustración que sentí en ese momento fue absoluta y mi sueño de convertirme en una panadera exitosa se esfumó completamente. Aún con los panes sin levar, insistimos en la idea, así que nos montamos a la moto y bajamos hacia la ciudad, conseguimos un horno y horneamos la masa. El resultado (al no levar correctamente el pan) fue una docena de bodoques de masa dura y densa que no se parecían en nada a esos pancitos dorados y esponjosos de las fotos de la receta que tenía Pero ya estaban hechos, así que había que venderlos. Claro que nunca imaginé que, después de estar buscando la receta perfecta por horas, después de levantarme temprano para medir exactamente cada gramo de los ingredientes y amasar y amasar, y después de todas las vueltas que dimos para encontrar aquel bendito horno... lo más difícil sería salir a vender. Intentando vender por las calles de Cusco Suelo ser muy tímida y jamás en mi vida había sido una vendedora. Y ahí estaba, paralizada del miedo con mi bandejita y unos quince panes/roca que vender. Me animé a encarar a dos o tres personas, que apenas si me miraron y se negaron a mis maravillas culinarias y me di por vencida. (Realmente quiero decir que admiro notablemente a aquellas personas que pueden vender lo que sea con simpatía y verborragia). Desolada, con un desanimo convertido en penosas lágrimas, y una bandeja llena de un mal primer intento, me senté en las escalinatas de la Catedral.. Mientras Martin me animaba a intentarlo nuevamente al día siguiente Y eso hicimos. A la mañana siguiente ya todo el camping se había enterado de nuestro microemprendimiento porque era difícil ignorar a una chica amasando y llenando toda la cocina de harina. Una simpática alemana nos ofreció a dejar la masa en su motor home, donde la temperatura era más cálida y milagrosamente los panes levaron! Casi triplicando su tamaño. Vamos que se podía!! Los rellenamos con el queso, el jamón y el tomate y bajamos entusiasmados hasta el horno. Esta vez sí me convertiría en la reina de la panadería! Pero un incompetente empleado, encargado del horno arruinó los panes cuando le pareció mejor dejarlos al horno por casi 40 minutos. Una vez más tenía una docena de bollos con una cobertura tan dura que debía utilizar un pico y una pala para partirlo. Pero tenía que venderlos o estaríamos todo el mes masticando esa masa dura como comida. Y aunque no lo crean (yo tampoco podía creerlo) logré vender 5 bellos pancitos. Sinceramente cuando entregaba el pan y me daban el dinero, me daba media vuelta y me alejaba lo más rápido posible, escuchando a mis espaldas el brusco crujir de los dientes de esas pobres personas al intentar morder esa masa…. A todos los que me compraron, realmente lo siento Aquel día, habiendo recuperado al menos el dinero que había invertido con esas ventas, el ánimo ya era otro, por lo que decidí relajarme y me dediqué a perderme por las calles de Cusco. Y cuando digo perderme no lo digo en un tono poético, realmente me perdí. Tengo un déficit importante en cuanto a la orientación y suelo perderme y desorientarme muy fácil en grandes ciudades, pero allí fue algo que disfruté. Crucé la Plaza de Armas bajo los rayos del sol, atravesé unas galerías y tomé una calle que pasaba por debajo de un robusto arco, hasta llegar a un enorme mercado. Me metí por callecitas que subían empinadamente y salían a otra calle principal con otras plazas y puestos de feria, y seguí rodeando grandes esculturas, cruzando antiguas iglesias y bajando por curiosas escaleras empedradas que corrían como atajos por entre las casitas. De camino al camping, subiendo esa difícil calle, en una de las primeras curvas uno se topaba con una inmensa plaza pelada que sólo era ocupada en el centro por una robusta cruz y hacia el fondo por una iglesia. La vista de Cusco desde aquel mirador era fantástica y me gustaba sentarme y pensar que yo, al igual que aquella actriz argentina de la que había leído, también elegiría a Cusco como mi ciudad preferida para regresar. Quizás por pena, por unirse a la causa o un poquito de ambas, Arthur me compró cuatro panes/piedras cuando regresé al camping. Arthur era un delgaducho y alto muchacho polaco de claros ojos tras unos grandes lentes y tupida barba rubia que le invadía casi toda la cara, y era de esos trotamundos natos, que tienen el pasaporte lleno de sellos de todas partes del mundo. Él viajaba en su combi transformada en una casa, junto a su novia Yana, una bellísima rusa y Rosita, la perra adoptada durante el viaje. Enseguida nos llevamos bien con los tres, especialmente con Rosita que no paraba de correr enloquecida y como toda cachorra por todo el camping durante horas, persiguiendo a las gallinas de Oli. Una noche, Arthur, con su español-inglés y su simpático acento, nos invitó a tomar algo, por lo que decidimos conocer la noche de Cusco. Primero fuimos a Tiki Bar, donde nos sirvieron unos fuertes tragos en unos rústicos vasos mientras un muchacho de estilo muy rockero, entonaba algunos clásicos con su viola. Aparte de la belleza que irradiaba, Yana era una genio en todos los aspectos. Estudiaba a distancia mientras viajaba y había vivido en cientos de lugares alrededor del mundo. Fue fácil hablar con ella a pesar de alguna que otra traba idiomática, porque era una mujer que había viajado mucho y entendía perfectamente cómo me sentía en cuanto a todo lo que estaba viviendo en éste, mi primer viaje. La noche se tornó más activa cuando nos dirigimos a un segundo bar y tomé el famoso Pisco Soul, preparado con Pisco, la bebida blanca típica de Perú y un huevo batido. Les advierto sobre ella: es un camino de ida. Al primer sorbo me pareció espantosa, pero al terminar el vaso era lo más rico que había probado en toda la noche. Así terminamos en una pequeña disco, saltando los cuatro al son de una música bailable, completamente descocados y continuando con la degustación del pisco peruano. Y para concluir la noche, Arthur (quizás… sólo quizás... llevado por los ambiguos efectos del alcohol ) propuso convertirse en guía turístico para llevarnos a recorrer las ruinas del Sacsayhuaman en un tour nocturno. Así fue como infiltrándonos furtivamente por debajo de barreras cerradas y algunos cercos, recorrimos parte de las ruinas a la luz de la luna y rodeados de un silencio tal que me erizaba los pelos. Vale decir que no veía nada y sólo fui dando tropiezos con rocas mientras íbamos saltando restos de muros y subiendo por antiguas escaleras, pero aun así, la experiencia fue única e inolvidable. Esa noche me desplomé en la carpa y sólo quería dormir hasta las 3 de la tarde del día siguiente, pero un inesperado mensaje me despertó exactamente a las 8:26 de la mañana. Aquellas dos palabras que conformaban el mensaje me descolocaron del mundo completamente. “Nació Jade” Recuerdo aún como unos pocos días antes de salir de La Plata, recibí una llamada de Celeste, una de mis tres mejores amigas de la infancia, que con voz tímida y entrecortada me decía que… iba a ser tía!! Durante todo el viaje fui recibiendo fotos de una barriga cada vez más grande y al fin la pequeña Jade, la primera hija de mis amigas más cercanas había nacido. Había dos cosas que me generaba esto. Primero, por supuesto, una felicidad increíble, una sensación extraña por la llegada de un bebé a nuestro círculo de amigas, algo que era una novedad completa. Y segundo, una gran tristeza por no poder estar allí. Y nuevamente, me vi arrastrada por esas olas de depresión y desesperación que había experimentado ya incluso antes de cruzar a Bolivia. Lo que estaba viviendo era increíble, una experiencia que me quedaría grabada para siempre, pero era difícil para mí obviar el hecho de que también me estaba perdiendo de momentos únicos en la vida de mis seres queridos que no se repetirían. La mudanza con su novio de una de mis amigas, la llegada de este bebé, la dolorosa separación de otra amiga…. Eran todos sucesos críticos, importantes y yo…estaba a miles de kilómetros de ello. Y a esto se le sumaba mi fracaso económico. Concluí que estaba intentando nadar contra la corriente y que todo el Universo me estaba mandando señales de que ya no podía seguir viajando. Llegué incluso a averiguar pasajes de avión desde Cusco a Buenos Aires y le planteé a Martin que ya no podía seguir viajando. Pero son en momentos como esos en los que de verdad valoro tener a este buen compañero a mi lado en este viaje. Martin sólo me abrazó, me dijo que estaba loca y me consoló con sus sabias palabras, calmando un poco mi consternación. Y a la mañana siguiente, para realmente asegurarse de que seguiría viaje con él, sacamos las entradas para el legendario Machu Pichu Les dejo el álbum de esta bellísima ciudad, espero que la disfruten tanto como yo lo hice <<<ANTERIOR*** SIGUIENTE>>>
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